Título: LA BODA DE MI MEJOR AMIGO

Hace muchísimos años (diez para ser exactos) que empecé con esta historia; ha pasado ya tanto tiempo, sin embargo algunas ideas sobre esto aún rondan por mi mente, al punto de querer retomar este proyecto.

Con este capítulo, doy inicio nuevamente a esta historia y a la vez hago anuncio de que los capítulos previos serán reeditados con una estructura más formal.


Título: LA BODA DE MI MEJOR AMIGO

NOTA DE LA AUTORA: ¡HOLA A TODOS! Para empezar Yu-Gi-Oh y sus personajes no me pertenecen, pertenecen a Kazuki Takahashi, sin embargo hay algunos personajes de mi autoría en la historia. El trama está basado en la película cuyo nombre es el mismo que de la historia, aunque varian ciertas cosas y argumentos. ¡Gracias por leer!

Cap. 1: "La amiga"

EEl paisaje era hermoso, el cielo azul brillaba en su esplendor, reflejándose en el calmado océano pacífico; un lujoso crucero era testigo de tal belleza, las olas apenas cortaban la estructura del barco con su lento andar. Debido a la exclusividad, el crucero no estaba abarrotado de viajeros, aunque eso casi no era notable, no en las áreas más populares como el área de restaurante, la zona de bares y discoteca, el área de recreación y la piscina abierta, la cual se situaba justo en la parte trasera de la nave.

Un par de risas risueñas, provenientes de dos jovencitas, resaltaban entre la multitud llamando de atención de un par de personas a su alrededor debido a la frescura que transmitían:

— No te rías, lo digo enserio, él es fabuloso, debes creerme — reía una chica de pelo largo mediano y color castaño rojizo, mientras se colocaba una salida de baño de estilo oriental de seda y que quedaba a juego con el traje que utilizaba, su risa era dulce y coincidía con su apariencia, tenía un aire elegante, siendo un atractivo para muchos jóvenes de su edad, sus ojos eran de color avellana amarillentos. Su amiga, por otro lado, tenía pelo oscuro y corto, con ojos grises, era más alta haciendo parecer que era un tanto mayor a su edad.

— Me encantaría acompañarte y conocerlo, no haces más que hablar de él cada vez que tienes oportunidad, y si te tiene como chiquilla enamoradiza, amerita conocerle — dijo la chica de pelo oscuro entre sonrisas llenas de complicidad.

— Oh, lo harás, cuando mi plan se ejecute triunfante, habrá tiempo para presentártelo… y quizás te invite a mi boda — continúo diciendo la castaña, su semblante era optimista al respecto.

— ¿Al menos puedes recordarme cuál es su nombre? — la amiga, quien se encontraba recostada en una silla de playa, se acomodó un poco, le gustaba molestar a su amiga con el hecho de que no recordaba el nombre del joven del cual hablaban.

— Yami…Yami Mutou — le contestó sonriente.

— ¿Algún hermano, que puedas presentarme?

— Oh, sí si hay… pero serías una "asalta cunas" — le hizo una mueca en forma de burla y río — Muy bien, Azul, iré por algo de beber, ¿Se te ofrece algo? — la castaña quien estaba de pie, tomó impulso para dar el primer paso e ir al área del bar, su amiga sonrío divertida, negando un poco con la cabeza debido a toda la situación.

No, muchas gracias, Muyuki — se colocó sus lentes de sol y se volvió a acomodar sobre la silla, para tomar un poco de sol.

Miyuki Kinosaki había creado una relación cercana con Yami Motou debido principalmente a la relación que los progenitores de ella y los de Yami, habían mantenido una entrañable amistad mientras vivían y eso se extendía hasta con su abuelo Solomon Muto, por lo que la relación siempre fue fuerte entre ellos, aunque lo había sido aún más durante su niñez. Los padres de Miyuki habían tenido que mudarse al Cairo por motivos de trabajo, desde allá manejaba la investigación de monstruos egipcios antiguos para la actualización y la producción de nuevas cartas de duelos, exportándolas por el Mundo, especialmente a la Ciudad de Dominó. Ese distanciamiento había sido la causa por la que Miyuki y Yami no hubiesen compartido una de las etapas más decisivas en la vida de un ser humano, la adolescencia. Si no hubiese sido por las vacaciones que ocasionalmente compartían en Egipto o en Dominó, la amistad que compartían no hubiera sido tan fuerte como para soportar la distancia. Había sido en esa época en la que Yami conoció a quién ahora ocuparía un papel más importante en su vida.

Los padres de Miyuki habían accedido a mandarla a Europa para realizar sus estudios de post-grado, enfocado en investigación en la Historia Egipcia y el manejo de negocios, para así continuar con la empresa familiar. Sus padres, junto al abuelo de Yami, trabajaban juntos en expediciones cuando así lo ameritaba.

A pesar de haber tenido un par de relaciones un tanto serias, Miyuki había idealizado al hombre con quien quería pasar el resto de su vida, le conocía y quizás era una de las razones por las cuales durante su adultez no había querido tener nada serio con otro hombre.

Y es que, junto a su mejor amigo de la infancia, habían hecho la promesa de casarse el uno con el otro, si al pasar los veinticinco años, ninguno de los dos tenía una relación lo suficientemente seria como para considerar el matrimonio. Su amigo, estaba los había cumplido, mientras que a ella aún le faltaba un poco para ello. Estaba decidida a visitarle, luego de sus vacaciones por Francia, las cuales había tomado como recompensa a la finalización de sus estudios, pero quizás su amigo se le había adelantado ya que inesperadamente, ella había recibido una llamada al hotel en el cual se hospedaba:

¿Lo dice en serio? ¿Yami Motou? — la castaña le cuestionaba al personal de recepción, quién le avisaba sobre la llamada en espera. No podía creerlo, tenía que ser una señal del destino, había pensado en esa promesa por semanas, y cada día con mayor intensidad. Tomó la llamada, deseosa por escuchar la voz de él… — Sí, Buenas Noches, habla al departamento de Citas por Teléfono — trato de no reír al imitar un tono sensual, barato.

Perfecto, es lo que quería escuchar, quiero una cita con la bella de todas… — el chico le siguió la corriente, aunque en su tono podía percibir que tenía una sonrisa dibujada en su rostro, río un poco antes de continuar — ¿Cómo estás pequeña tramposa? — un apodo que le había dado cuando eran pequeños, ambos amaban jugar al Duelo de Monstruos, pero en repetidas ocasiones Miyuki le había ganado, a lo que él siempre le atribuía había sido por trampa, aunque ambos sabían que lo decía bromeando.

Si aún jugase… no serías el rey de los duelos…— dijo sarcástica, recibiendo otra risa como respuesta.

Sí, es verdad… —admitió él con su voz ronca— La verdad es que… hay algo que ha estado rondando en mi cabeza desde ya hace un tiempo… ¿recuerdas aquella tonta promesa que hicimos de niños? — él se escuchaba ansioso.

¿Cuál promesa? — claro que sabía a qué promesa se refería, pero no quería hacerlo notar.

Vamos… ya sabes…ésa promesa… — había resaltado a propósito a las últimas palabras y vaya coincidencia, pues ella también había estado pensando en lo mismo— ¿Recuerdas, que nos casaríamos, sólo si no encontrábamos a alguien con quien quisiéramos pasar el resto de nuestra vida? — dijo él finalmente, sonaba serio.

Pff, estupidez, claro está… éramos unos niños, no sabíamos nada del amor, todos sabemos que no es necesario casarse tan… pronto… — ella trataba de sonar liberal y sin preocupaciones.

Estúpido o no… — hizo una breve pausa antes de continuar, se pudo escuchar un suspiro a lo lejos, como si tuviese dificultad de decir lo que tenía en mente— Lo que quiero decirte es que… el último verano que viniste…junto a…bueno, ya sabes a quién me refiero… — Miyuki tenía dos años de no visitar a su amigo, la última vez había sido con su exnovio, un idiota que prefería no mencionar.

El idiota ése, sí… — le interrumpió.

No dije nada, pero… estaba saliendo oficialmente con alguien en ese momento, no quería decir nada hasta que estuviese seguro, pero luego de tu ruptura y tus estudios… no quise que te desconcentraras de tus prioridades — ella se puso helada, no había visto venir ese tema, su amigo, saliendo con alguien, y eso había sido hace dos años, ¿acaso? ¡No! No podía ser — el punto es que, tenemos mucho tiempo de conocernos, y… — volvió a hacer otra pausa — Oh, Yuki… es ella, estoy muy convencido, la amo… y nos casaremos el próximo mes… — ahora su voz era melosa, típico de alguien enamorado.

¿EL PRÓXIMO MES! — buscó tomar asiento a la orilla de la cama, pero falló en cálculos, cayendo sobre su trasero y soltando el teléfono, un par de quejas se escucharon por el auricular mientras lo tomaba de regreso.

¿Miyuki, estás bien? — la voz del chico apenas y podía percibirse.

Hola…si… ¿Por qué tan pronto? — dijo directa.

¿Te parece? Miyuki, la conozco bien, estoy seguro, se lo propuse el mes pasado, la verdad no queremos nada extravagante, sólo amigos cercanos, familia…ya está casi todo listo…pero me falta algo… Me faltas tú, quiero tu compañía en este momento tan importante… ¿Podrías venir? Tendremos un par de ensayos, y últimos arreglos que hacer antes de la boda… puedes venir días antes del evento si quieres… pero la verdad no sería lo mismo sin ti… Yuki— la chica no había dicho, ni una sola palabra, no lo esperaba… el chico del quien siempre había estado enamorada, estaba por casarse, ni siquiera había tenido la oportunidad de confesarle sus sentimientos… tenía que ir, tenía que ir a evitar esa boda.

Iré — dijo convencida — Por supuesto que iré.

Había cancelado su viaje en Francia, había tomado el primer avión de regreso a Egipto e interceptado un crucero que iba rumbo a Ciudad Dominó. Una de sus amigas de universidad, le acompañaba en el crucero. Estaba determinada a deshacer ese compromiso y quedarse con el novio.

El recuerdo de esa llamada rondaba por su mente, tenía que pensar en el perfecto plan y sobre todo pensar cómo confesaría su amor a su mejor amigo. Su mirada era distante, pero eso no opacaba su estilizado andar al caminar, haciendo que algunas miradas de los jóvenes el bar se posaran sobre ella. Al llegar ahí, pidió una bebida natural, no quería licor, sólo algo dulce que le quitara esa sensación agria en su paladar.

Mecánicamente tomó el vaso que el mesero le servía, a penas y estaba apoyada sobre una de las sillas, giró bruscamente buscando regresar con su amiga, sin fijarse que otra alguien venía caminando en su dirección, el vaso chocó contra la otra persona, derramándose encima y haciendo que se tambalease hasta casi caer al suelo, por suerte no soltó el vaso, de lo contrario se hubiese roto en pedazos sobre el suelo.

— ¡Joder! — se escuchó en unísono

— ¡Por qué no te fijas por dónde caminas! Podrías haber lastimado a alguien — gritó la otra parte afectada, su voz ronca y fría resonó en el lugar, era un chico cuya estatura era mucho mayor que la de ella, pelo corto, y castaño, algunos risos alborotados caían sobre su frente. Miyuki elevó la mirada, furiosa, estaba dispuesta a disculparse asumiendo que él también lo haría, pero estaba culpándola completamente por lo sucedido, iba a grítale, pero fue una penetrante mirada proveniente de unos impactantes ojos azul zafiro profundo que hizo que se detuviese por unos segundos.

¡Es usted quién se cruzó sin fijarse, es un paso público! — grito la chica segundos después — "Ah, tonta, no te dejes intimidar por unos ojos azules comunes y corrientes" — se reclamó ella misma.

Un señor, que se notaba que era el jefe de meseros se acercó rápidamente al joven, éste se notaba nervioso y actuaba torpemente con una sonrisa muy fingida, le ofreció ayuda, tratando de limpiar la camisa mojada por la bebida:

— "Debe de ser una broma" — pensó Miyuki, al ver tal reacción, pero qué tenía de especial él, para ser tratado como de la realeza, era un trato injusto.

— Señor Kaiba, ¿Se encuentra usted bien? — las palabras que salían de la boca del jefe, le tomaron por sorpresa a la chica… ¿Kaiba, el Kaiba de Kaiba Corp… es decir Seto Kaiba, el magnate billonario, hombre de negocios y engreído duelista? Lo miró detenidamente, su apariencia era muy diferente al que ella había visto en las revistas y televisión… se miraba más relajado sin esos lujosos trajes que vestía… se miraba… joven… El gesto duro del chico se mantuvo, miraba con hastío al pobre hombre que le ayudaba y a ella también.

— Afortunadamente sí, y no gracias a esa ella — le respondió con su singular tono autoritario.

— ¡Oh, pero perdóneme su real alteza! — dijo con cierto grado de sarcasmo- Por favor, la ofendida debería ser yo no tú — Colocó el vaso casi vacío sobre la mesa más cercana — Creo que me debes una bebida…— dijo seria, desviando su mirada para no verle a la cara al chico.

En ese caso, tú me debes una camisa nueva…porque ésta definitivamente las has arruinado — su mirada, era demasiado seria.

Ja… Sólo necesita una buena lavada… pero puedo invitarte a los gastos de la tintorería… — trataba de alardear, él no era el único que podía jugar a "Quién tiene más".

¡Oh, pero qué amable eres!— su tono era sarcástico. Él era alguien a quién no le gustaba perder y penos delante de una chica.

La discusión no tendría final si alguien no intervenía en ella, el jefe de meseros, río como que se tratase del mejor chiste dicho en siglos, llamando la atención no sólo de los dos chicos frente a él, sino que de las personas a su alrededor.

¡Está resuelto! — dijo el mesero juntando sus manos — Me alegra todo se haya solucionado, y Señor Kaiba una botella de su wiski favorito le estará esperando en su habitación — dijo terminando su oración. Miyuki estaba poco complacida con la resolución, no había habido ninguna disculpa, y para más, trataban a Kaiba como un rey, ¿Por qué tan condescendiente con él? Muchas personas decían que él era alguien vengativo y nadie querría tener problemas con uno de las personas más poderosas, monetariamente, al menos.

Se cruzaron una última mirada, la de Kaiba difícil de leer y la de Miyuki con un aire molesto, quería justicia, pero por lo visto no la tendría pronto. Su mente retomó sus últimos y recientes pensamientos, su plan ideal para evitar la boda de su mejor amigo.

Miyuki regresó junto a su amiga, el regresar a Ciudad de Dominó la ponía nerviosa, era en ese lugar donde varios de sus recuerdos habían sucedido, al menos los más preciados.

Tardaste un poco… — Azul a penas y movió sus labios, estaba enfocada en obtener un bronceado de lujo.

Ah… sí, un pequeño contratiempo... nada importante — volvió a pensar en el accidente previo, vaya que el recordar hacía que se enojase, Seto Kaiba, todo un personaje, usualmente no creía en todo lo que leía en las noticias y revistas, pero al parecer lo que decían de él era totalmente cierto; aunque había algo en su mirada… algo…en lo que no quería detenerse a pensar, no pensaría en nada más que en su amigo.

El crucero llegaría pronto a su destino, los ratos que compartía con Azul, siempre eran divertidos, comidas, pláticas de chicas, una que otra fiestecilla y bebidas. Muy en el fondo, quería seguir siendo una estudiante, sin responsabilidades más que rendir bien y obtener buenos promedios, y por supuesto, divertirse al máximo.

Había sido en una fiesta en donde había conocido a su ex novio, durante su primer año de post-grado, en la fiesta en celebración al aniversario de la asociación mundial de duelistas, él había mostrado interés por ella, un interés que parecía ser real y sincero, hasta el incidente que había provocado su ruptura y la había hecho reflexionar sobre la promesa hecha a Yami.

Por la mañana siguiente, Miyuki y Azul habían decido tener un tiempo de descanso, el crucero ponto llegaría a su destino, Miyuki se quedaría en Dominó pero Azul viajaría al Sur Este Asiático para encontrarse con su actual pareja. Miyuki se encontraba caminando cerca de la proa, mirando hacia el paisaje que les acompañaba, aunque su mente estaba en otro lado. Mientras su mirada retornaba a ver el camino por el cual caminaba, reconoció la figura de alguien conocido, Seto Kaiba se encontraba caminando de un lado a otro un el teléfono en mano, junto al oído; vestía similar al día previo, pelo desordenado y alborotado sobre su frente, lentes oscuros, pantaloncillos cortos color crema sin cinturón y una camisa semi formal celeste, algo holgada y de botones, con zapatillas tenis, muy diferente a como lo había visto en fotografías. Tomó otro camino para no tener que toparse con él nuevamente, sabía que él y Yami eran rivales en las competencias de duelos, aunque Yami nunca había dicho nada malo acerca de él, no estaba segura si en la vida cotidiana tenían una relación cordial.

Esa noche había sido una de las más largas para la castaña, tenía que pensar detenidamente el plan, aunque tenía un objetivo y pretendía llegar hasta él a como diera lugar, sin importar los métodos ni los medios para ello.

Con pocas horas de sueño, revisó nuevamente con la mirada su habitación, asegurándose de no dejar nada, respiró profundo cerrando los párpados, jaló la manija de la puerta juntando ánimos para emprender un mes difícil, sería ella contra todo pronóstico, no tenía más amigos en Dominó más que Yami, conocía a algunas personas pero no tenían una relación cercana. Sacó con esfuerzo el equipaje que llevaba, no viajaba tan cargada, porque eso le dificultaría su movilización. Se reencontró con su amiga, en el lobby, quién había registrado ya la salida de ambas, caminaron juntas hasta acercarse a la salida, varias personas ya se había reunido en el lugar, deseosas por bajar; agradeció a su amiga y su apoyo durante los últimos días, desearía se quedase con ella para darle apoyo moral, pero no quería interrumpir sus planes amorosos por uno que ni siquiera ella sabía cómo llevaría a cabo.

La hora había llegado, el barco estaba anclando, llegando a la ciudad donde una odisea estaba a punto de empezar, sabía que las cosas no le iban a hacer fáciles ahí, al pensar en ello tragó un poco de saliva preocupada por lo que le deparaba.

Continuará...


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Saori Yuy