Quédate

Es extraño cómo las palabras estudio y auto realización podían tener un significado más amargo para él del que ya tenían, antes molesto…angustiante ahora. Y él estaba sólo, sólo por primera vez en una noche de sábado, suceso insólito para él, popular incansable.

Quédate una noche más déjame tratar de asimilar.

Su fiel compañera se hallaba allí a su lado, la guitarra de siempre con la libreta en la que tentaba de componer algo, de desahogarse, de ya no sentir que se hundía en un abismo invisible del cual no podía dar crédito a nadie.

Quédate una noche más, déjame tratar de entender.

Entre la blanca libreta halló algo quizá insólito y esperado a la vez, un volante de una cierta universidad prestigiosa y que ciertamente hace algún tiempo le era indiferente.

Su rostro inafectable formó una mueca de odio casi atormentado, con ira predecible rompió el volante en pedazos diminutos, arrugándolos sin piedad y arrojando el conjunto hacia el otro lado del cuarto donde se perdía su cordura, y la entereza muerta en un sollozo contra su puño. Sollozo que su fuente de desahogos ya no pudo contener y fue dejado a un lado, olvidada en un lamento…al menos hasta que la desesperación lo obligase a pedir de vuelta.

Entender…

No había nadie en casa, todos estaban celebrando fuera un acontecimiento 'importante', de uno u otro modo, del peor o el mejor lado era importante. Pero él estaba sólo y cayó en cuenta de ellos con los sentidos embotados, desmintiendo aquello que su nueva composición prometía.

Prometo no llorar.

En ese estado ni siquiera Megan hubiera pensado en molestarlo.

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