SECRETO DE AMOR Capitulo I

"Si en otro tiempo me hubieran preguntado si conocía el amor, hubiera contestado en absoluto. Y es que el amor no se puede conocer solo sentir" ¡Ahora lo sé! Con estas palabras Candy definía su infantil secreto de amor.

A tan solo catorce primaveras, la hija menor de una familia de granjeros de clase media imaginaba sentir el sentimiento más antiguo de la historia, tan hermoso si es reciproco, y tan doloroso si no es correspondido.

Niña alegre y de singular carácter, nunca había algo que valiera mucho la pena para borrar su dulce sonrisa. Ojos vivaces de un brillante verde esmeralda tan expresivos como un día soleado, enmarcados por graciosas pecas que rodean una pequeña nariz respingada y traviesa. Así como su larga y abundante cabellera dorada, tupida de rizos tan ondulados como paja en verano. Figura menuda con prominentes pechos delineados por una estrecha cintura. "Demasiadas curvas para una chica se decía así misma" Candy pensaba que en particular ella preferiría ser más insignificante, porque lo suyo era más practicar deportes que lucir su cuerpo, como otras chicas de su edad. En contadas ocasiones maldecía su anatomía por restarle credibilidad en competencias escolares. No podía concebir que los chicos dudaran de sus capacidades atléticas solo por verse "sexi" como le gritaban por maldad. Algunos comentaban con maldad; "Si esa rubia sexi, se enrola en la competencia que Dios me perdone, me dejo perder por ella" ¡Sexi tu abuela! Siempre sacaban lo peor de ella. Era muy gracioso verla enojada. Su cara de ángel se tornaba roja y sus pequeñas pecas parecían cobrar vida propia y moverse de lugar en su cara.

1935 un tiempo difícil para las mujeres. Aunque poco a poco ganaban un lugar en cuanto a igualdad entre los hombres en América, todavía se dejaba sentir el machismo. Y más en una familia protestante de un poblado llamado Lakewood, con cuatro miembros varones y una hija menor llamada Candice Withe.

Después de la mala experiencia en deportes, Candy regreso a casa con el mal humor pintado en su rostro.

-Achhhhh!!! No lo puedo creer, ese tonto de Mike. Con sus comentarios el profesor de Atletismo no me incluirá en la competencia. ¡Lo odio!

Entro en la pequeña granja de dos acres y modesta construcción, azotando puerta y sin saludar a la familia Withe que se encontraba reunida en la mesa para cenar.

-¡Señorita Candy! ¿Qué modales son esos? Le espeto el señor Corvant Withe.

-Hija ni tus hermanos se comportan de esa manera. Agrego la señora Mary Withe.

-Ella es un caballo madre, no tiene modales solo responde a sus instintos. Ja,ja,ja,ja…..El hermano mayor Albert Withe.

-¿Qué? Candy lo miro con los ojos brillosos y los labios torcidos de coraje contenido.

-¡Tú, mejor no hables, de lo que no sabes! Pelmazo…….

-¡Candy!

-Papa, tuve un pésimo día y todo por ser una chica. Y este tonto de mi hermano habla, claro como él es hombre no tiene problemas……

-¡Hija si tu eres una excelente corredora! Con dulce voz y el rostro mas cálido que se ha visto, enmarcado de pequeñas arrugas.

-¡Hay madre! El problemas no es serlo sino demostrarlo y eso es lo que no me permiten hacer.

-Una chica linda como tu hija no necesita correr junto a una bola de chicos sudorosos. Decía Papa White.

Candy no sabía si pensar lo que diría o solo expresarlo y dejar salir toda su frustración y contenida ira. Además que no ayudaba mucho que sus hermanos estaban ahí también.

-¡Claro que no! Candy debería estar entre las animadoras, como todas sus amigas. Comento su hermano Jimmy.

-La gota que derramo el vaso. Absurdo comentario encendió la llama; ¡Solo porque tengo dos tetas gigantescas y un trasero prominente no significa que mi capacidad se limite a que me observen como vaca en venta!

-Ja,ja,ja,ja,ja Las sonoras risas de la familia White no se hizo esperar y una enrojecida y avergonzada Candy, deseaba haberse retractado de tan alusivo comentario.

-¡Candy! La senora Withe con las mejillas tan rojas por la obvia observacion de la femineidad heredada de su hija, la reprendio con un leve manotazo sobre la mesa. No es la forma correcta para expresarse senorita White. Y menos enfrente de los varones de esta casa.

- Mary porfavor senalo el Padre a Candy. Dime que hay remedio para nuestra unica hija. Esto ultimo le decia mas que enojado con cierta alegria pintada en la mirada. Y que padre no lo diria, a sabiendas que entre menos Candy se diera cuenta de su belleza, se detendria la fila de chicos rondandola como abejas a la miel. Aunque para ser sincero el Senor Corvant pensaba que no habria ni un solo cristiano que se atreviera a rondarla con la sepa de fuertes y violentos hermanos que la cuidaban.

-Acompaname a la cosina Candy.

-Lo siento madre, pero es la verdad. Mis companeros de clase no me dejan en paz. Y se muy bien que es lo que ven en mi. ¡Y lo odio! Como desearia ser plana como una tabla e insignificante. Asi podria lograr lo que me gusta sin obstaculos.

-¡Hay nina! No sabes lo que dices. Creeme que eres muy afortunada de ser tan linda. Cuando estes en edad casadera seras muy asediada por los chicos y tendras buenas opsiones para escoger marido.

-¡Marido! Y ¿quien dice que yo quiero un marido?

-Candy…Una madre toda aterrorizada llevandose la mano a la boca exclama…. Pero hija no estaras pensando quedarte solterona y sola. Mira a la tia Gertrudis hija, lo amargada que esta en su condicion. No,no el mejor estatus de una mujer es el matrimonio! Asi lo dice la Biblia y asi debe ser y punto. Ahora iras a la mesa pediras disculpas y cenaremos tranquilos.

La senora Mary Withe ; una mujer menuda, de cara angelical y nariz respingada, cabellera rubia cobriza y ojos marrones, no era una mala persona, pero sus ideales estaban fundamentados de manera muy apegada a la Biblia, siendo protestantes por herencia no podia ser de otra forma. A pesar de eso jamas se oponia a los deseos de sus hijos, ni mucho menos les imponia reglas injustas. Aunque siempre dejaba muy claro se punto de vista.

El Senor Corvant Withe parecia un padre reacio , de un metro ochenta de estatura y piel blanca curtida por el sol, cabello cano y ojos verdes profundos , era solo de apariencia. Porque en el fondo era muy noble y bueno. Ayudaba al projimo y amaba a su familia ante todo.

Los hermanos Withe. Albert el mayor de 22 anos, Tom de 19, Jimmy de 17, Mathew de 15. Muy unidos y trabajadores muchachos. Albert era muy estudioso y pronto partiria hacia Carolina del Sur para estudiar la Universidad. Queria ser abogado, ganar dinero y ayudar a su padre con la granja. Como hijo mayor sonaba con darle todo a sus amados padres que mucho habian hecho por el, desde inculcarle principios y buenos valores hasta lograr hacer de el un hombre. Amaba a sus hermanos, pero mas a la loca de su hermanita menor. Y le preocupaba pensar que algo podia pasarle en su ausencia. Aunque sabia bien que no solo el la cuidaria, habian hecho pacto entre todos sus hermanos, para velar por ella en ausencia de alguno. Con la vida defenderla si fuera necesario.

La cena transcurrio sin contratiempos, nadie menciono nada acerca de lo ocurrido. Y es que era eso lo que los hacia tan especiales. Nunca recalcaban sus errores unos a otros. Bromeaban si, pero sabian el limite. Mientras Candy lavaba los trastos de la cena se le acerco su hermano Albert.

-Pecosa lo siento. No queria ser tan burlon con tigo. Y menos cuando me doy cuenta que representa mucho para ti el correr y competir. No sabia que te sintieras discriminada por tu belleza Candy.

-Esta bien Albert no digas mas, que me apenas. Y si asi es la vida, mas bien mi vida.

-No te menosprecies hermanita; "El poder de lucha esta en ti" ¿Recuerdas? Frase sabia de los White. Solo quiero que recuerdes siempre que el resultado de tus acciones es el trabajo de tus esfuerzos. Y aunque seas un caballito desbocado eres mi hermanita y te quiero ok.

-¿Asi? Con que caballito ¡he! La espuma de jabon se esparcio en abundancia por la cosina. Risas alegres brotaban sin parar. Candy no podia sospechar que su hermano partiria pronto y ella sentiria mucho su ausencia.

-Me gustaria mucho que fueramos a pescar juntos Candy. ¿Que dices?

-¡Claro Albert! Hace mucho que no pasamos un tiempo juntos. Siempre estas tan ocupado con tareas de hombres que se te olvida que tienes una hermana.

-No digas eso tontita. Manana despues de escuela nos vamos al rio y traemos para la cena unas truchas enormes. ¿Te parece?

-¡Excelente!

El dia llego, Candy se encontraba muy feliz que no hacia caso a ningun comentario negativo en la escuela. Sus amigas cercanas Annie y Patty demasiado sosas se apenaban de los comentarios feroces de algunas chicas ricas y venenosas como Eliza Legan, que no podia ocultar la envidia que le daba Candy. Y es que no solo era bonita por fuera, si no por dentro. La bondad; ese sentimiento tan dificil de encontrar en un ser humano y que para Candy era natural.

-Candy Eliza no para en sus comentarios. Dice que tu eres rara y te gustan las chicas. Una Annie muy acongojada y sonrojada como si hubiera pronunciado algo inombrable.

-¡Dios Annie! No repitas eso, solo de oirlo me da vergüenza. Patty siempre persinada con cualquier comentario fuera de lugar. Y no era para menos su educacion entre monjas y sacerdotes no podian evaluar otra cosa.

-ja,ja,ja. Chicas eso no me importa. Eliza habla solo porque tiene boca. Pero en realidad lo que tienen es envidia, el dinero de su familia le impide libertad que a mi me sobra. Eso es todo. Y las dejo porque mi hermano me espera, hasta manana chicas.

El agua del lago estaba helada, pero cuando se trata de diversion Cansy y su hermano no se detenian ante nada. Eran tan parecidos, que cualquiera diria que eran gemelos.

-¡Que trucha mas gande Albert! Mmm! Y mira la mia pequena y flaca. No cabe duda que hasta en esto los hombres son mejores.

_Calma pecosa, lo que sucede no es del todo malo. Lo que nosotros los hombres tenemos de fuerza ustedes las mujeres lo tienen de belleza, y ¿que es mejor? ¿Mujer fuerte y fea o hombre guapo y debil? Ja,ja,ja,

-¿Por qué esa cara Pecosa?

-Te imaginaba debil, pero no ¡guapo! Ja,ja,ja

-Ja,ja,ja, Condenada pecosa, ¡ven aca!

De regreso a casa y con una cesta llena de truchas frescas para la cena, Albert intentaba decirle a Candy que se marcharia al siguiente dia. Y es que ¿Cómo explicar que la abndonaria por un tiempo? Porque asi seria como ella lo veria. Fue mas facil explicarselo a sus hermanos, ¡pero a ella! La bebe, la nina de sus ojos. Dificil tarea.

-¿Candy?

-Si Albert…

-Tengo algo que decirte y que estaba aplazando porque no se como reacciones. Manana parto hacia Carolina del Sur, para estudiar la carrera de abogacia. (Lo dejo salir, asi. De golpe. Sabia que si lo pensaba mas seria mas duro expresarlo).

-¿Qué? Y ¿Cuándo pensabas decirlo? HOMBRESSSSS

Con paso veloz y sin detenerse a pensar huyo, una Candy a punto de las lagrimas. Seria acaso su condicion de tonta la que le permitia a los hombres tratarla asi. ¿Por qué no se lo habia dicho antes? Era necesario al ultimo momento. Pues bien que se vaya. Total. Uno mas uno menos.

Albert mi hermano querido se va y yo….. Porque? ¡Tonto, tonto! Corrio y corrio por la pradera como caballo desbocado. Y lo era. Albert no mentia. Su cabello ondeaba con el aire y golpeaba su cara cubierta por lagrimas de ausencia. ¿Por cuánto tiempo se ira?

La familia ceno en silencio, nadie hizo comentario alguno. Candy no miro ni una vez a su hermano y Albert no podia dejar de observarla. Pero como hombre de la casa que seria algun dia necesitaba irse y forjarse un futuro mejor para su familia. Sus padres ya eran mayores y necesitaban ayuda. Candy tenia que entenderlo.

La noche transcurrio sin mas, y a la manana siguiente un chico de 19 anos partia de madrugada a la estacion de autobuses Grandhound. No se pudo despedir de su hermanita. Pero pidio a sus padres que cuidaran mucho de ella, y que le tuvieran paciencia. No era facil ser una mujercita entre chicos.

-No te preocupes hijo, nosotros la tenemos entre ceja y ceja. ¡Es nuestra adoracion!

Candy escucho el trotar de la carreta y supo que Albert se marchaba. El orgullo le impedia correr y abrazarlo y las lagrimas le ahogaban los ojos.

-No te vayas hermanito……….No me dejes sola.

Entre la lucha interna y sus lagrimas el alba pinto con el sol un nuevo amanecer, Y con eso desperto en Candy un aliento para decir adios. Tal ves no sea tarde y lo pueda alcanzar. Darle un abrazo y decirle buen viaje.

Se quito el pijama y se calzo unos jeans, una chamarra de mezclilla y sus botas vaqueras. Ato su pelo en una coleta y a galopar se ha dicho.

Ensillo un caballo y corrio a rapido galope. Rafaga de velocidad era trueno. Su caballo favorito.

-¡Corre, corre trueno! Tengo que alcanzar a Albert, decirle adios y que lo quiero. Que siempre estare aquí esperando su regreso. ¡Mi hermano, querido hermano!

Amarro a trueno en un arbol y busco entre los pasajeros. Anden por anden. No podia detenerse ni siquiera ante los tropezones y empujones. Tenia que hallarlo. Gritaba a toda garganta. ¡Que mas! El glamour era de tontas y ella no lo era. Al menos no ese tipo de tontas. De pronto y sin querer tropezo con un tipo alto encapotado de negro y con larga cabellera castana. Como si fuera un delito volteo de manera apresurada y con un recriminar en la mirada. Una mirada verdeazul. Candy se quedo fria. El joven no necesitaba pronunciar palabra, todo se lo dijo con los ojos. ¡Y vaya ojos! Y ¡Vaya tipo! ¿Acaso podria existir tanta elegancia y galanura en un hombre? Facciones perfectas esculpidas por un dios griego , labios estrechos y bien delineados. ¡Dios! Que asombro jamas habia cruzado un chico asi por este pueblo. Porque seguro que no era de aquí. Aturdida con las observaciones hechas Candy solo atino a preguntar;

_disculpe el autobus para Carolina del Sur ¿aun no ha salido?

Y ¿Por qué a el? Jamas seria el encargado de la estacion. Tenia el porte de un principe de los cuentos. ¡Que tonta!

Los labios del chico se tornaron en lo que parecia una mueca de sonrisa. Pero sus ojos seguian tan frios como hermosos.

-Y que se yo nina. No soy el encargado de la estacion.

-Mi cara de asombro no cabia en mi lo se y menos cuando me imaginaba lo rojo que estaria y como mis pecas se asomarian. ¡Lo siento senor! Busco a mi hermano y pense que usted bueno…. Lo siento.

-¡Que cara tan pecosa tienes nina! Realmente jamas habia visto tantas pecas juntas.

-¡Que! (¿?)

-Pero sabes conbinan bien contigo y mas cuando te pones roja, como lo estas ahora. Adios nina.

Candy no supo que decir. Bueno ya era bastante con la critica abierta que resibio de sus pecas. ¡Que tipo grosero! Despierta Candy, contestale.

-¡A mi me gustan mis pecas!

-¡Que bien por eso las coleccionas!

El tipo raro se subio a un autobus que decia New York. Y Candy regreso a su faena de buscar a su hermano. Tarde muy tarde el autobus tenia diez minutos de haber salido.

El encargado le dijo que si corria a galope lo alcanzaria en el puente, ahí paraba por algunos pasajeros. Candy sabia un atajo y estaria ahí en quince minutos asi que se monto en trueno y galopo a toda maquina. Mas no podia dejar de pensar en el tipo arrogante del anden. ¿De donde vendria? Por su acento al hablar denotaba que no era estadounidense. ¡Ingles! Claro, tenia un maestro de literatura con ese acento aunque menos pronunciado. ¡Que lindo! Candy pero que te pasa tonta se recrimino, en que piensas.

Llego al puente sin una gota de aire en el pecho, se bajo de trueno y corrio hacia el autobus gritando a pecho abierto;

-¡ALBERT! ¡Albert, Albert!

-Esa voz no es de otra si no mi hermanita querida Candy… loca, siempre alocada y espontanea.

-Aquí estoy chiquilla loca

-Albert, lo siento. Adios hermanito, perdon. Se que este es tu camino y yo no puedo ser egoista. Te quiero.

-Yo tambien tontita. Ademas no me voy por siempre. Regresare pronto y nuestra vida sera mejor Candy. Tomo su rostro entre sus manos y mirandola a los ojos le dijo; Papa y Mama nos necesitan Candy. Mi deber es ver por ellos en su vejez y para eso necesito tener un futuro bien establecido. El estudio es la puerta que me abrira a la prosperidad, ¿Lo sabes? ¿verdad Pecosa?

-¿Pecosa?

-Si pecosita, como mama eres muy pecosa Candy. Ja,ja,ja,

-Y ¿es malo Albert?

-No, ¿Por qué lo dices? Es muy lindo. Tu cara parece pintada por el sol con lluvia. Y te vez muy hermosa hermanita jamas lo dudes. Y el que diga lo contario es un tonto. Me voy, cuidate y escribeme OK.

Albert se subio en el autobus y con su brazo ondeando al aire le dijo adios a su hermana Candy. Queria ser fuerte y no llorar. Y con la alegria en su rostro le dijo adios corriendo tras del autobus.

-¡Adios, adios Albert. Escribeme!!

De regreso a casa no podia dejar de pensar en lo afortunada que era al contar con su hermano Albert. Sabia que sus sentimientos hacia la familia eran bondadosos y ella tambien tenia que hacer algo para ayudar a sus padres como su hermano querido.

Pero habia otro pensamiento que no la dejaba empaz y eran esos ojos verdeazul. ¡Que chico mas grosero! Mira que sin conocerme criticar mis pecas es muy mala educacion. Candy suspiro al pensar en el.

-¿Cuál seria su nombre? Creo que jamas podria olvidar esa mirada. Aunque deberia porque fue grosero. Pero que lindo era. Tenia una apariencia de cuento. ¡Un principe! Mi principe.

Candy no podia dejar de pensar en el joven que habia conocido en la estacion y de manera romantica se imaginaba que lo que sentia por el era Amor. Secreto de amor.

Hola!!! Aquí de vuelta otra vez enrolandome en otra loca trama de amor. Espero que llegue a ser de su agrado hermosas lectoras.