¡Hola, hola! Primera vez escribiendo para el fandom, voy a disculparme montones si hay algún tipo estraño de OoC. Y digo extraño porque esto es... Raro. Mis disculpas a la linda ITWOS, lo confuso es lo mío :C Fue difícil escribir sobre ambos, ella ha de saberlo, pero lo logré.
Disclaimer: Ninguno de los personajes o escenas aquí presentadas me pertenece. Y tampoco gano dinero con esto.
Advertencias: Algún extraño e implícito tipo de Slash.
Este fic ha sido creado para el "Amigo Invisible 2015-16" del foro "La Era de los Vengadores"
Y mi amiga invisible es: IAmTheWifeOfSteveRogers.
Caer.
(Beteado por Deih)
Summary: Steve Rogers ya no sabe si cae o vuela, pero recuerda.
Steve Rogers cae para darse cuenta que siempre lo ha hecho. El conocimiento viene a él y no existe más que esa ola de sabiduría momentánea que le consume.
Steve Rogers cae y se siente inmortalizado en el segundo que le da tregua antes de terminar lo infinito.
Steve Rogers cae pensando en Bucky Barnes y su sonrisa. En la gravedad y esas cosas que no termina de entender, pero se sienten obvias si recuerda lo bajo que el estómago le ha llegado al encontrarse con su amigo de nuevo.
Steve Rogers cae, a una segura muerte, recordando años pasados en que besara la vida a través de los pálidos labios de un hombre. Cae sonriendo al saberse correcto y dolido al adivinarse olvidado.
Steve Rogers cae y nota que lo hace lento, como si al tiempo le costara esfuerzo seguir corriendo. Y tan larga se le hace la espera, que su euforia inicial se reduce a un lamento constante.
Steve Rogers cae hoy y jura estar haciéndolo desde que nació. Le resulta curioso el cosquilleo del viento en el cuello, tan parecido al suspiro de un amante en los oídos.
Steve Rogers cae, pero no es lo que hace en realidad. Su cuerpo yace mucho tiempo en el futuro mientras su mente divaga sobre épocas pasadas. Se pregunta con tedio si es esto lo que buscan los suicidas. Y, casi sin querer, admite que la sensación vale una vida.
Steve Rogers cae con la misma añoranza en el estómago que las batallas sin Bucky han causado todos estos años. Quizá una peor.
Steve Rogers cae y el hecho no es novedad. Se parece al momento en que quedara congelado, harán ya unos buenos años, y el tiempo se olvidara de él como quien se olvida de revisar la hora.
Steve Rogers cae para recordarnos que todos lo hacen. Él respira con pulmones congestionados —esos que tuvo antes y se sienten familiares en su pecho— el aire pesado de un viejo verano que ilumina la calle fuera de su ventana. Y mientras su debilitado ser escucha la radio rota de su madre, fantasea con experiencias futuras. Sobre ojos tristes y agujeros en el cielo.
Steve Rogers cae dudando de si va a sobrevivir. Ahora ansía preguntar a Anthony Stark o a Loki Laufeyson si la eternidad aún les corre por las venas. Quiere saber si ésta es la sensación de vivir por siempre.
Steve Rogers cae con James Buchanan Barnes —de cabello oscuro, barba incipiente y mirada perdida— grabado en las retinas por el fuego de la destrucción. Entonces, mientras el vértigo le absorbe, puede asegurar que la nada está llena de pensamiento.
Steve Rogers cae y, aunque se siente infinito, el frío líquido le golpea cual cemento. Moja sus ropas y le hace espabilar con un escalofrío en la espalda.
Steve Rogers cae y su trance termina, aunque su vida no. El agua le perfora los pulmones y deja un regusto a sal y certeza en la boca.
Steve Rogers cae para no dejar de hacerlo más. Y la sensación de hundirse perdura más allá del momento en que despierta y el oxígeno le arde en el pecho casi tanto como a vida en el alma.
537 palabras.
