The Dead Person´s Revenge
D. Gray Man ©Katsura Hoshino
Celebrando las buenas noticias de que D. Gray Man regresa en manga el 17 de julio que sea verdad, Dios mediante esperando que no sea una broma como de costumbre. Ahora, solo puedo decirles que esta historia la escribí hace años…cuando comencé en la universidad, en serio es extraño mirarlo desde este perfil en la educación superior como cuando estuve en el colegio gracias a Dios.
Capitulo 1: Ekaitz (1)
Los relámpagos habían cruzado el cielo como espadas encendidas, el diluvio monocorde de la lluvia azotaba el camino de baldosas, en un helado goteo con el que el cielo cubierto de oscuras nubes castigaba la tierra.
La imagen de una ensangrentada figura junto al charco de sangre de aquel entonces, donde los oscurecidos ojos de un hombre lo miraban llenos de ira y remordimiento. Su cuerpo parecía resonar al mirar el charco de sangre que lo rodeaba para ver una sombra entre las llamas con el brillo dorado de sus ojos burlones, fijos en el.
Una carcajada anunciaba su final, un destello blanco de colmillos se observo en sus labios.
Para despertarse agitado cuando este se abalanzaba sobre el, Aquella noche de tormenta había sido tenaz ahora al amanecer un viento helado soplaba por las calles. Era una deliciosa mañana en la que no deseaba levantarse, olvido que había soñado la calidez de su cama era tan reconfortante.
La lluvia de aquella noche solo le traía malos recuerdos, colocando sus pies en la cálida alfombra sobre el suelo. Con su piel expuesta al frio, pero, no le importaba después de todo sabia que no era un frágil humano que podría morir por esta sensación tan normal entre los mortales.
Se miro al espejo del cuarto de baño, su cabello blanco junto a la carmesí marca en su pómulo izquierdo tan sobrenatural como lo era su existencia. El agua fría lo despejo de su soñolienta mirada y los mechones blancos mojados se pegaban a su rostro, respiro hondo, mientras echaba atrás su cabello nuevamente su reflejo de ojos grises lo miraban.
Vivía en las afueras de la ciudad; se volvió para tomar la toalla y secándose el rostro en su habitación de comodidades necesarias para sobrevivir en medio de los humanos. Al salir poco después viendo su desvencijado Land Rover que en otro tiempo vio mejores épocas, cuando recién lo había tenido de su primer pago reconstruyendo casas de madera en vacaciones.
Abrochándose los botones de su camiseta blanca se miro en el espejo de perfil, hacia poco que había apartado la sabana que siempre lo cubría. Le molestaba usar aquel pequeño y molesta muestra de vanidad, suspiro, cuando se amarro las botas llevándose al hombro un pequeño morral.
Salió por la puerta que conducía al garaje, en el perchero colgado a un lado de la puerta. Su Land Rover azul simplemente era su favorito, encendiendo el interruptor una bombilla titilante que se mantuvo iluminando el garaje donde estantes llenos de herramientas y objetos que mucho tiempo antes había traído se mantenían organizados en cajas.
Tomo una gabardina oscura que colgaba en el perchero, hacia frio, pero, no el suficiente. La oscura gabardina con capucha, que hacia crecer su confianza ante la vida en el pueblo conocía la atención no deseada de la gente por su aspecto.
La tentación estaba allí, debía cuidarse por lo menos hasta saber quien era.
Abrió la puerta de la camioneta, y sentándose en el asiento del conductor cogió las llaves de la guantera donde dejaba las copias de estas. Lanzo una mirada de soslayo al ver la mochila negra en el asiento trasero, estaba en buen estado y sonrió.
Ajusto el retrovisor que reflejaba su rostro, con la cicatriz que se extendía desde su frente hasta su mejilla mientras el reflejo gris que brillaba en sus ojos se fijaba en cada sutil detalle.
"Supongo que necesito dominar la rabia hasta que esto termine…" pensó y suspirando hondo se llevo la mano al rostro sobre su cicatriz, la luz verde en forma de cruz cerrando sus ojos para sentir una fría sensación.
Cuando abrió los ojos mirando el retrovisor encontrándose con el castaño de su cabello y ojos con un tinte azul. La luz de su mano izquierda se apagaba lentamente, mordió sus labios al ver su imagen incomodo por ello apretó los ojos suspirando para tranquilizarse.
Era un extraño canto que le había enseñado su tutor.
"Debo acostumbrarme, aunque no he podido…actuar con normalidad" pensó introduciendo las llaves en el orificio al lado derecho del volante el rugido del motor cerrando la puerta del conductor a puerta del garaje se abrió lentamente en un camino trazado desde la casa hizo que se deslizara el vehículo suavemente y tras salir el vehículo se cerro automáticamente.
"puedes hacerlo" se repitió a si mismo mientras conducía por el rustico camino, muchos palidecían solo al verlo pasar cerca del pueblo.
Cada día, la gente susurraba a su alrededor. Sentirlos era, para sus nervios, como oír deslizarse una uña por una pizarra. Decían muchos rumores acerca de él, cuando caminaba por las calles de aquel lugar alejado del mundo.
Un loco, un asesino a sueldo, rumores que con el tiempo se hacían menos audibles.
Sus recuerdos eran confusos, pero, sabia que su padre adoptivo Mana Walker había muerto y la cicatriz en su rostro era su recuerdo. Ahora bajo el cargo de Cross Marian un extraño hombre, por supuesto no era cualquiera su tratamiento y fuerte entrenamiento, durante dos años le habían recuperado de su shock personal.
Una oscura tarde cuando la tormenta arreciaba sobre el cielo, la silueta imponente de Cross se iluminaba por los relámpagos observando con sus ojos cobrizos brillantes. Su cabello ondeante por el viento le daba un aspecto antinatural, que lo había hecho tragar en seco al sentir una esencia extrañamente aterradora.
La madera que había comenzado a cortar pocas horas antes, para la chimenea como entrenamiento caía del tronco donde se afirmaban.
–Allen… ¿Recuerdas acaso como te encontré?–su voz resonaba como los rayos que caían lejanos. El albino trago y negó con la cabeza, una sonrisa siniestra se dibujo en el rostro de aquel extraño tutor–Sabes, ¿Cómo murió tu padre?
Se llevo la mano con un extraño cigarrillo a los labios, Allen no recordaba aquel momento hasta esa tarde.
–Tu…fuiste quien lo mataste…–sus latidos se habían desbocados, su agitado pecho y sus manos temblorosas dejando caer el hacha para ver como una centella iluminaba a Cross delante–No fue algo que tu desearas…el había hecho un trato con el mal, y este lo consumió…una que solo obtuvo con el conde.
El viento pareció calmarse, mientras el ruido de los rayos pareció calmarse al igual que los latidos de aquel joven albino.
Siempre el clima de cierta forma respondía a sus pensamientos.
– ¿Quién es ese "Conde"?–comento después de ver los oscurecidos ojos caoba de Cross, en una sonrisa irónica, mientras aspiraba el cigarrillo y con un tenue silencio exhalo una bocanada de humo.
–Un peligroso enemigo, por supuesto tampoco es nuestro aliado–soltó mientras sus ojos lo miraban–te has dado cuenta, que no somos normales ¿no, es así?
La mirada turbulenta que brillaba de furia, hizo sonreír a Cross.
El cabello blanco oculto los ojos grises del chico, del que una carcajada histérica llena de sorna salió de su frágil cuerpo. Mientras lagrimas extrañamente salían de ellos, para luego dejar en su rostro una suave sonrisa.
–Tal vez, puedo decirte…que lo sabia–movió el vendaje de su oscurecida mano donde una marca roja en forma de cruz se dejaba ver–Es reconfortante…ridículo ¿no?
Volviendo al presente, conducía por una esquina de la ciudad entonces una neblina extraña que caía densamente no lo dejaba ver con claridad.
"Debía haberlas comprado antes" pensó.
No había comprado las luces para niebla en esta ocasión, debía tener cuidado cuando cruzaba una esquina para doblar por un camino estrecho para salir algo choco contra el capo de su Land Rover.
Los neumáticos chirrearon deteniéndose en el pavimento, abrió la puerta con fuerza y corriendo observo el cuerpo en el suelo. Inmóvil en el suelo, Allen mantuvo la respiración.
El cuerpo se había partido en una malla de sangre y tela blanca, la sangre salpicaba encima del asfalto. La carretera débilmente iluminada por el solitario farol de esquina, las franjas blancas de la cebra manchadas de un color mas oscuro mientras el reloj de la pequeña pantalla se movía dejando ver las 9:00.
Buscando a tientas, El pánico se disparo en su mente, buscando entre los paquetes de comida, botellas vacías y hojas desperdigadas por el suelo para encontrar su teléfono móvil.
Suspiro, marco el número de emergencia pidiendo una ambulancia.
"¡Que vengan rápido!" pensó mientras lanzaba su móvil nuevamente al interior del carro. El golpe por un coche, fue algo que no había pensado al meterse en problemas, aunque había corrido varias millas entre poblados y sin casas cercanas en ambas aceras. ¿Cómo estaba una persona, y menos una jovencita, dando un paseo?
¿Acercándose por una oscura calle mientras una nueva tormenta surgia amenazadoramente a lo lejos? Pero, ¿Qué tenia en mente al caminar a ninguna parte?
El se dejo caer.
"¡Oh, no!" pensó tomando aire nuevamente, se acerco al pequeño cuerpo parecía haber sido una pequeña niña. "Oh, Dios no podía estar pasando en su primer día de clases"
Tembloroso tomo el cuerpo entre sus brazos, trago en seco sin saber que hacer. "¡Rayos!" pensó por no recordar las clases de primeros auxilios que había dado el señor Baba en momentos como estos.
– ¿Hola?–murmuro moviéndola levanto la palma con la que sostenía el cuerpo, manchada de sangre asustado– ¿Estas bien? ¿Me e-escuchas? , por favor, dígame que estas viva, la ambulancia llegara pronto–comento torpemente, mientras limpiaba su rostro con un pañuelo que saco de su bolsillo.
Aunque cuando había visto el cuerpo en el suelo se veía terrible las heridas que tenían aquel cuerpo y cada vez que escuchaba un "crack" al moverla pudo ver que no había sido horrible aunque su rostro parecía haberse vuelto una masa sanguinolenta de carne y huesos.
Su mano inmóvil cayendo a un lado, ver que estaban fracturados sus brazos en una posición antinatural. Dios que había hecho, lamento no haber colocado las luces para la niebla desde que vivía en Cumberland y debía viajar a una universidad en Nueva Hampshire.
No había estado mucho tiempo cerca de la gente pocos le habían visto cerca de los poblados aledaños a las colinas donde vivía. Ahora, para poder convivir con normalidad con otros debía asistir por órdenes de su tutor en lo que muchos años había pedido, lejos de la oscura mansión solitaria cuya historia era indescifrable.
El cabello manchado de sangre de la chica, parecía oscurecido y acariciándole suavemente para escuchar un nuevo "crack" se movió en el escuálido cuerpo, sintió entonces la mano quebrada apretando su chaqueta negra algo que lo hizo palidecer.
El rostro sanguinolento se movió aun con el cuello roto y el constante "Crack" de su cuerpo lo había tomado por sorpresa aturdido. Observo como con otro "Crack" el rostro de ojos blancos se volvía fijando su desahuciada mirada sobre el, y una trémula sonrisa se formo en el rostro dejando ver los dientes rotos en el cuerpo lánguido.
Los ojos se abrieron fijos en el, un dorado oscuro con un brillo de burla tan profundos.
–N-No…p-puedo…morir…–salió una voz rasposa y gruesa, mientras el pequeño cuerpo se desgarraba en muchos terribles sonidos de fracturas mientras saliva se deslizaba entre sus dientes–No…P-puedes…ma-tar-me…
El se echo hacia atrás, aturdido. Aunque sabia que no era normal, estaba asustado parecía que sus latidos se habían desbocado.
al sentir que su mano rota acariciaba su rostro dejando escuchar otro "Crack" mientras el tambaleante cuerpo se movía con el vestido rosa con una chaqueta azul oscuro manchados de sangre y destrozados por lo que el golpe la había lanzado contra el asfalto.
–Oh…me…has…arruinado…mi…vesti-do…–comento con aquella voz profunda que poco a poco comenzaba a sonar suave, aunque rasposa como el de una niña. la trémula sonrisa que se había ampliado al verle ahora de pie, aun con el cuerpo fracturado–tie-nes…suer-te…de…que…n-no…te…arres-ten…ahora, si-gue…tu…camino…debo…atender…algunos asuntos.
El aun medio aturdido, la miro aun con una extraña ansiedad y temor.
–¿Q-Quien e-eres?–pregunto el, tragando en seco para escucharla soltar una sonora carcajada que le estremeció. Mientras abría la sombrilla rosada con una calabaza ensartada.
–Soy…algo…que…te…haría…perder…la…ca-be-za–comento enfatizando las ultimas palabras que se difuminaban en la niebla, mientras ella le daba la espalda caminando nuevamente por el camino continuando por la cebra para desaparecer por la acera.
Se levanto sabiendo que se había ido, y aun latiendo desbocado su corazón para sentirse desorientado se volvió entre la niebla a la tenue lámpara del color del semáforo en rojo iluminaba su auto.
"Esto…¿En verdad sucedió?, O…¿Me estoy volviendo loco?" pensó para acercarse el capo de su auto, para ver las manchas de la sangre que se habían desvanecido el hundimiento era poco, se acerco pasando sus dedos sobre el capo "¿Es real…?"
Confuso volvió a subirse en el auto, la sangre del capo había desaparecido aun mas aturdido y abriendo la puerta del conductor se alejo aun con un escalofrió en la espalda.
Enfocados sus ojos en el camino, tomo un profundo respiro para calmarse. Estiro el brazo sobre la palanca de cambios y apretó el volante.
Dejando atrás aquella lúgubre esquina junto al recuerdo de aquel cuerpo pequeño y destrozado, que había conocido.
Estaba terminando la época del otoño, y pronto comenzaría el invierno.
El sonido del violín de Vanessa Mae retumbaba en el Land Rover, El Campus Universitario donde le habían dicho era un sitio privado. Entonces encontró los muros de un antiguo fuerte, oculto entre piedras y follajes que dominaban silenciosamente el lugar.
Parqueando el auto a un lado salió, había una escalinata ascendente aunque todo parecían ruinas tras las puertas de los muros. Aunque parecía que se fueran a derrumbar dos muros que sostenían los goznes de las puertas dobles, aun mantenían su firmeza una que lo asombraba por lo antiguo que parecía.
Arqueando una ceja se concentro en lo que veía, para encontrarse con unas azuladas letras rodeando los muros.
Un jeep chillo contra el camino de grava tras el, mientras frenaba y deteniéndose como si fuera un conductor de cine salió un pelirrojo.
Su cabello se movía contra el viento, sus ojos escondidos detrás de los lentes parecieron observarlo por un momento. La cazadora negra sobre sus hombros con una camisa debajo con un suéter donde un conejo con sombrero vaquero apuntaba hacia el frente y el morral sobre el hombro le daba un aspecto juvenil.
Una sonrisa burlona se pinto en su rostro.
–Parece no haber nada, ¿eh?–comento el pelirrojo dirigiéndose a Allen, que cauto sabia que todo no parecía lo que era y por supuesto este chico le traía desconfianza.
–¿Sabes que sucede aquí?–pregunto el albino, mirando los muros.
–Puede que no le veas, pero, allí se encuentra el lugar que vine a buscar–comento el pelirrojo que se acerco a la niebla espesa alrededor de los muros y la puerta.
Subiendo los escalones que los separaba de la puerta, extendiendo su mano, el viento comenzó a arremolinarse alrededor del chico que pronto comenzó a dispersarse para dejar que su cabello comenzara a arder con un carmesí parecido al de un atardecer; los lentes se dispersaron en miles de partículas que poco a poco comenzaron brillar enlazándose sobre su rostro como un parche mientras echaba atrás su cabello un cinto verde envolvió su frente.
Allen por primera vez observaba la forma de una persona semejante tanto a él, trago en seco. El poder envolvía a aquel pelirrojo, sacudiéndose el cabello para dejar un rostro blanco al aire y una orgullosa sonrisa mientras agarraba su morral con más ahínco.
–Bienvenido a la Academia, "Dark Order"–comento extendiendo su mano, al ahora renovado muro y puertas de goznes de acero con las mas modernas tecnología apuntando a sus dos invitados–Es extraño, que no puedas ver la barrera supongo que eres un novato en ello, ¿eh?, Bueno, mi nombre es Lavi gusto en conocerte.
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(1)Ekaitz: tormenta en vasco
