Esmeraldas en la oscuridad
Este día no había nada especial que hacer, note como Haruka deambulaba por la casa, ella también parecía aburrida o eso era lo que quería aparentar, todos sabemos que esta ansiosa, pronto será el cumpleaños numero quince de Hotaru, has esperado tanto y ahora a solo dos semanas pareciese un león enjaulado…
Mire por la ventana del estudio el hermoso paisaje de la ciudad, Tokio, tan imponente y sofisticada, me siento a gusto en este país, después de viajar a tantos y tantos lugares, es curioso encontrar la paz entre tanto bullicio, creo que realmente Haruka no hubiese decidido que nos asentáramos en esta ciudad de no ser por su obstinado deseo, aunque debo reconocer que pareciese que todos estamos muy confortables al permanecer en este lugar, las riñas y desazones parecen ser menores, sin darnos cuenta realmente Hotaru a llenado de luz nuestra tediosa existencia, el pequeño sol que deslumbraba a las insignificantes estrellas a su alrededor, verla crecer todos estos años es algo que ninguno de nosotros había experimentado antes, el pensar que dentro de dos semanas todo ese brillo se extinguiría para convertirse simplemente en una estrella más con ese glacial brillo, monótono que con el paso de los años se iría extinguiendo como el mió propio…
-Seiya-Escuche a lo lejos interrumpiendo mis cavilaciones el aviso del Setsuna, una vez más me perdí un par de horas de pie frente a la ventana, ya es hora de ir por la pequeña a la escuela, sin voltear simplemente asiento con la cabeza, escucho los pasos lejanos de Setsuna mientras camina a lo largo por el pasillo, suspiro tal vez solo por remembrar una acción demasiado humana.
La tarde era calurosa como todo aquel verano, podía sentir el sol sobre mi congelada piel intentando calentarme, había ya muy poca gente cuando estacione la camioneta, esa tarde Hotaru se había quedado tiempo de más en el colegio por sus clases de natación, esa niña que durante catorce años ha sido mi pequeña hija, después de mi libertad es el mejor regalo que Haruka pudo haberme dado, yo que creí jamás volver a tener un bebe en mis brazos, después de tantos años de nuevo escuche de unos pequeños labios la palabra mamá una vez más, cuan feliz e sido estos años, pero ha sido tan rápido, todos y cada uno de esos días a su lado de mantiene tan frescos en mi mente, y se mantendrán así por la eternidad, no estoy triste como todos creen, no me duele saber lo que ocurrirá en dos semanas, pues la vida de Hotaru ha sido conducida hasta ese punto, todos lo hemos sabido desde el principio ella misma a asumido su destino y lo a aceptado gustosa, se que espera con ansias que llegue el tan prometido día, se que tal vez pierda a mi hija, o quizás no, pero se que estará a mi lada y yo al suyo por la eternidad.
-¿En que piensas Setsuna?-Pregunta Seiya, no note su escrutinio
-En este calido sol-Mentí, tal vez hasta ahora noto que mis pensamientos realmente son tristes.
El atardecer ya comenzaba, en el horizonte el sol comenzaba a descender a lo lejos un grupo de jóvenes caminaba con dirección al estacionamiento, de diferentes edades abordaban solos o acompañados los vehículos del lugar, con las ventanas cerradas Hotaru diviso a lo lejos ese particular vehiculo plateado, acompañada de algunas compañeras que miraban en la misma dirección que ella, todas a las espera, notando ese gesto no pudo sentirse más orgullosa, siguió su camino, diviso como de la puerta del conductor salía su madre, tan elegante y hermosa como siempre, con su piel morena brillando ante el contacto con el sol con esa aura indescriptible, otra puerta se abrió y del lado del coopilto salio Seiya, camino al frente del auto y situó aun lado de Setsuna, Hotaru escucho el murmullo febril en sus compañeras.
-Vino el primo de Hotaru-Cuchicheaban sonrojadas mirando al atractivo joven que la saludaba de lejos en un geto sensual que le causo gracia, las miradas de los más cercanos se clavaron en esas dos maravillosas criaturas, ataviados con ropas finas escondiendo sus miradas detrás de gafas oscuras con diseños que aprecien exclusivos para ellos, con su perfecta piel, y definidos cuerpos, con esa esencia tan sensual y descarada, ante esa perfección que era imposible pasar por alto, las pequeñas sentían tanta suerte de poder admirar aunque de lejos esa maravilla, de pronto del asiento del pasajero una puerta más se abrió, cual fue la supresa hasta de la misma Hotaru al notar a Haruka descender del vehiculo, sonrió y sin pensarlo corrió a su encuentro, jamás Haruka había ido por ella al colegio, no cabía más felicidad dentro de su pequeño cuerpo, casi tira las cosas por el camino y sin despedirse de nadie pues nadie era tan importante como lo era Haruka, llego a sus brazos, esos reconfortantes, fuertes, y acogedores brazos.
-Mi pequeña-Susurro la rubia mientras rodeaba a Hotaru, sonriendo arrancando miles de suspiros a quien la estuviese mirando, fuese hombre o mujer
-Haz venido por mi-Decía hundiendo su rostro en el pecho de la rubia
-No toleraba un segundo más sin ti-
Y era verdad, ansiosa y hasta desesperada había deambulado por la casa buscando hallar el aroma de la joven en cualquier rincón, algo que apaciguara ese deseo que con los días había estado incrementando hasta volverse caótico y casi incontrólale.
-Dame un beso-Pidió Hotaru sacando su rostro de su escondite clavando su mirada en los anteojos que la rubia tenia puestos, esta sonrió ante la petición mostrando sus aperlados y afilados colmillos.
-¿quieres presumir a tus amigas?-Dijo al notar que las jóvenes seguían observándoles, Hotaru se sonrojo un poco al verse descubierta pero aquello solo inflamo más el deseo de Haruka quine se acerco al diminuto rostro mientras sus manos la hacían con fuerza de la cintura.
Deposito sus labios con suavidad sobre los de Hotaru, la joven de inmediato se vio envuelta en la deliciosa fragancia de la rubia, su labios aunque fríos siempre lograban subir la temperatura de su cuerpo, ahí estaba de puntillas para lograr alcanzar más el rostro de la rubia que tenía que inclinarse bastante para llegar a ese contacto, los labios solo estaban uno sobre el otro, fue solo un instante lo suficiente para que Haruka temblara para alejarse del juvenil rostro.
Pasando el trago con dificultad y tratando de aminorar la acumulación de veneno en su boca Haruka sonrió un vez más a Hotaru acariciándole el rostro –Vamos a casa-Dijo y abrió la puerta del auto –Despídete de tus amigas- le susurro al oído provocando que se sonrojase una vez más, el ver esas mejillas calidas enrojecidas inflamaba el deseo de la rubia que se relamió los labios, simplemente agito la mano mirando a sus compañeras que la miraban con ojos desorbitados, sonriendo para sus adentros Hotaru entro al vehículo, Seiya y Setsuna ya estaban dentro, Haruka cerro la puerta, echo una mirada al grupo de chicas que al notar la observación de la rubia se sonrojaron, regalándoles una sonrisa rodeo el vehiculo por detrás y entro finalmente.
En el interior la fragancia de Hotaru se había apoderado del aire, Haruka aspiro gustosa, el vehiculo comenzó a moverse mientras que Haruka se acercaba a Hotaru con movimientos lentos y sensuales, acorralándola como un gato a su presa…
-Mi pequeña-Dijo sujetando su frágil rostro –Tan hermosa- Acaricio con su pulgar la delicada y sonrosada mejilla sintiendo como su calor entibiaba su propia mano, sonrojada y deseosa los labios de Hotaru se inyectaron de sangre, tiñéndolos de un agradable rojizo muy apetitosos, una vez más Haruka se relamía los labios.
Se acerco de apoco al rostro que sostenían sus manos, pudo sentir la cálida respiración de Hotaru chocar con su rostro, aspiro la sube fragancia que se filtraba por sus pulmones llenando todo su cuerpo de ese aroma inyectando el amargo veneno a su boca que le incitaba a probar los rojizos y tersos labios frente a ella, sintió las delicadas manos de Hotaru sobre su rostro que le retiraban las gafas liberando así su mirada, esas dos piedras brillando como gemas verdes, de todas las tonalidades que ese color pudiera dar con ese fulgor antinatural, tan hipnotizante…
Los fríos labios se posaron una vez más sobre los suyos, se dejo envolver en el gélido abrazo, entre abriendo los labios permitió la entrada a la lengua de la rubia que de inmediato invadió la cálida boca de Hotaru, sus manos bajaron de su rostro al cuello mientras su otra mano la afianzaban por la cintura acercándola más a su cuerpo, sintiendo la tensión de su cuello, y como de apoco su palpitar se aceleraba bajo sus caricias, con agilidad y maestría Haruka hizo soltar el moño que rodeaba su cuello para proseguir al desabrochar los primeros dos botones de la blusa de la joven, el aroma que se libero del sutil movimiento golpeo el rostro de la rubia que profundizo más el beso.
Estimulada la joven enredo sus dedos en la cabellera rubia que desprendía brillos inusuales, jalando hacia si con todas sus fuerzas el rostro de la rubia Hotaru separo un tanto las piernas permitiendo que el cuerpo de Haruka se acomodara más cerca del suyo, la rubia deslizo su mano de la cintura de Hotaru y la deslizo hacia sus muslos mientras que sus labios se separaban de los de la joven, con suavidad beso el filo de su barbilla y dibujando una línea por su cuello se detuvo en su oído, podía sentir con más fuerza las pulsaciones de Hotaru, su boca una vez más se lleno de ese amargo veneno, la sed, la agonía de esa sed clamaba dentro de ella…
-Haruka-Llamo Seiya desde el asiento delantero, abriendo los ojos de improviso entro en razón.
Aun no era el momento, debía ser fiel a su promesa, aunque ello le carcomiera por dentro, aspiro una vez más el aroma de la joven y rozagante piel de Hotaru antes de retirarse con lentitud de su sensual abrazo, Hotaru fue soltado paulatinamente la nuca de la rubia, se encontraron sus rostros cerca una ultima vez y ahora fue la joven quien le dio un pequeño beso en la punta de la nariz a la rubia que sonrió mientras le acariciaba el rostro.
-Mi pequeña-Dijo notando la desnudes d su cuello –Tu dije-Señalo -¿Dónde los has dejado?-
Hotaru abrió los ojos asombrada y se toco el cuello notando que efectivamente no traía su dije, aquel pequeño obsequio que Setsuna le había hecho, no pudo evitar sentirse triste ante su perdía, tal vez fuese su personalidad sensible lo que salio a lucir o el recordar el día en el que Setsuna le hubiese entregado el obsequio fuese cual fuese la razón sus ojos ya se habían cristalizado.
-Debió…-Decía tratando de recordar –Debió de haberse caído en la alberca, e olvidado quitármelo… lo lamento mamá-Dijo con voz rota mientras que las lagrimas ya se escapaban de sus ojos, Haruka corto el camino de la sal con los labios, y como un gato ronroneo ante el sabor.
-Yo lo buscare-Le informo, le arreglo la blusa mientras el vehiculo se estacionaba
-¿Quieres que te esperemos?-Pregunto Seiya girando en su asiento mirando como Haruka acomodaba la ropa de la joven –No será necesario-Dijo mientras se colocaba los lentes oscuros –Vayan a la casa-Ordeno mientras bajaba.
En cuanto la puerta estuvo cerrada el auto comenzó su marcha, y ahí a mita de la carretera Haruka los vio partir con una sonrisa en los labios, saco de su bolsillo la tela que formaba parte del uniforme de Hotaru, aspirando su aroma con fuerza comenzó su camino de regreso al colegio, quien la hubiese visto de pie no hubiera comprendido como en un parpadeo la rubia había desaparecido del lugar.
Recorrió los pasillos ya vacíos de las instalaciones, sería un tanto tedioso buscar el dije sobre todo si como lo había dicho Hotaru se le hubiese caído durante su clase de natación, todo ese olor a desinfectante le irritaba y la hacia perder la sensibilidad sensorial básica para los de su especie, cualquiera hubiera evitado tener que entrar en una habitación tan irritante como en la que Haruka estaba apunto de entrar, ya desde dos pasillos podía percibir ese desagradable aroma a cloro, pero Haruka era incapaz de rechazar hacer algo que la pequeña Hotaru le pidiese.
Entro en la enorme habitación ya vacía, su nariz se había arrugado desde hacia varios metros ya, sus pisadas hicieron eco en el lugar, entre más rápido encontrar la pequeña pieza más rápido se marcharía de ese hediondo lugar…
Salio al estacionamiento aun con la horrible sensación en su nariz, saco de nuevo el pedazo de tela y envolvió el dije en el para volver a guardarlo en su bolsillo, se ajusto las gafas y respiro, pero…
Algo en el aire inflamo sus pulmones, su boca se inundo tan rápido de veneno que podía sentir como le quemaba la garganta al intentar pasar el trago, sus músculos se tensaron y sus pupilas se dilataron, las aletillas de su nariz se ensancharon como reacción natural al intentar rastrear el aroma tan exquisito, desde lo más profundo de su garganta un gruñido inhumano se dejo escuchar, agazapada como un lobo en caza olisqueo el aire, pero ese asqueroso hedor se había quedado impregnado en sus ropas, como nunca jamás en sus siglos de vida estaba demasiado excitada ante la idea de cazar, nunca había ardido tan dementemente como en esa ocasión, todos sus sentidos estaban alertas, irritada arrojo los anteojos lejos de su rostro, sus ojos brillaron como nunca, capturando la luz que ya comenzaba a hacerse escasa, sintió sus manos estar más sensibles que nunca, podía sentir hasta el más insignificante roce del aire entre sus dedos, escuchar el más suave aleteo de las mariposas a su alrededor, identifico y desecho cada aroma que circulaba en el aire, una ráfaga de aire le trajo una vez más aquel delicioso y pecaminoso aroma, un parpadeo fue suficiente para que desapareciera, corrió en la dirección contraria al viento, el aroma era débil, pero se mantenía tan ardiente en sus interior incendiando su cerebro nublando el razosinio de siglos de libros y discursos filosóficos, vago por las calles, a donde el viento le lleva, no pudo detener sus paso una vez en movimiento, ese aroma, ese deseo oscuro que se alzaba desde algún rincón que debía encontrar a toda costa, el veneno ya quemaba más aya de su garganta, el dolor era insoportable, y entonces más fuerte, más profundo, más entero, detrás de esa puerta se encontraba el dueño de aquel desquiciante aroma, escucho el ruido al otro lado de la puerta, un leve empujón y la madera cedió sin mayor ruido que el de un tronar suave.
Su cuerpo temblaba en pura excitación, el veneno le quemaba de manera insoportable, camino pero solo consiguió dar dos pasos, estaba demasiado perturbada, apenas y podía soportar los temblores de su cuerpo, aquello no era normal, su cuerpo no reaccionaba de manera normal, entonces entre todo el ruido percibió el sonido del palpitar, agónicamente rítmico, un sonido gutural se escapo desde su esófago ascendiendo por su garganta resonando entre sus cuerdas bocales salio disparado de sus labios como aviso a lo inevitable…
La noche se cernía sobre la ciudad, salio de la ducha renovada y al mismo tiempo agotada, estaba tan agotada de la monotonía de su vida, era sorprendentemente risible como los ricos se fastidiaban tan fácilmente de todo cuanto les rodeaba, jamás se encontraba satisfecha con algo o alguien, solo sus ensoñaciones y solo a veces lograban llenar ese vació…
-Vació- Dijo para si al no escuchar nada, hacia tan solo unos minutos la música de la sala irrumpía durante su ducha, siempre que había música tan alta quería decir que su compañera había venido con alguien al apartamento y ahora… desnuda frente al ventanal se percato del silencio del apartamento.
-Abra salido-Se pregunto a si misma Michiru pero ya era tarde, a que saldría su compañera a estas horas si había llegado acompañada esa noche y entonces un escalofríos recorrió su columna tomo lo primero que encontró, su blusa del colegio, la abotono con prisa, la prenda apenas y le quedaba a mitad de los muslos
Salio de su habitación encontrándose entre un penumbra inusual –Algo no anda bien-Se dijo a si misma mientras camino con dirección al apagador, llego al muro y al aparato, a pesar de accionarlo no sucedió nada, siguió caminando a pesar de que su instinto le insistía que regresase a su habitación y echase la llave a la puerta.
Camino por la oscura sala, sintió sus manos sudar y su corazón retumbaba como loco en su interior y entonces percibió un aroma poco conocido, como a hierro oxidado, por fin su conciencia había ganado y dio media vuelta pero, lo que pudo observar apenas fueron un par de ojos verdes brillar como si tuviese frente a ella dos llamas, un rostro pálido como el mármol una estatua que caminaba con lentitud.
Aquella sin igual belleza la dejo paralizada y más al ver sus ropas empapadas de un rojo tan intenso…
El hambre descendió de manera sorprendente, la razón regreso mientras que seguía succionando el brazo de la chica, o tal vez fuese a causa de mirar su reflejo en el cristal de la ventana, separando su boca un instante del cuerpo chorreante de sangre, una vez más el arrebatador aroma hacia afluir el veneno a su boca y el hambre a sus entrañas escucho entonces un débil "clic" y el sonido de metal, una puerta había sido abierta, la humedad del cuarto recién expuesto se mezclo en el aire, el aroma quedo entonces apenas camuflajeado, pero lo suficiente…
¿Cómo era posible aquel suceso? Aun alimentándose deseaba más, asió una vez más sus colmillos hacia la fuente de nutrientes –No es suficiente-Pensó y arrojo el cuerpo lejos con ferocidad, la infortunada criatura callo a mitad de la sala, y Haruka le siguió al exterior de la habitación, ese aroma estaba en todas partes, de menor manera que en un principio, pero seguía ahí, el veneno una vez más se acumulo de manera tumultuosa en su boca, escupió al suelo harta de tragar aquel acido y amargo menjurje, el sonido del estero llego a colmarle la paciencia y sin delicadeza alguna apago el aparato dejándolo inservible.
-Demonios-Dijo entre gruñidos mientras levantaba su mano frente a su rostro, esta temblaba de manera notoria e involuntaria, -¿Quién es el extraño que provoca todos estos síntomas en mi?-Dijo intentando calmar el ansia que comenzaba a acrecentarse una vez más en ella.
¿Cómo podía existir algo tan poderoso que la hiciese comportarse como la más primitiva de su especie?, una vez más el veneno termino sobre el alfombrado del departamento, ¿Por qué aun después de haberse alimentado de dos humanos sentía tan fuertemente la necesidad de alimentarse una vez más?.
La poca sangre que quedaba aun en el cuerpo de la chica destazada se regaba por la alfombra que ya no podía absorberla con facilidad, esa sangre que quizás en otra circunstancia pudiese hacer sido deliciosa ahora era tan insípida como el agua más común.
Seis siglos, seis siglos y jamás se había encontrado en tales circunstancias, ¿Cómo era posible que jamás ningún hombre, mujer o bestia le hubiera atraído de tal manera?, miro entonces la sangre resbalar del pezón izquierdo de su victima, se relamió los labios, sangre, hambre, su cuerpo se tenso con la sola idea de probar la fuente de tan agonizante hambre, esa carne, se éxito con solo imaginar como sería su sabor.
Agito su cabeza, el vapor comenzaba a evaporarse y de nuevo ese aroma llenaba el aire, clavo su mirada al techo, aun así sus ojos se desviaron al cuerpo ensangrentado…
El cristal del foco cayó mudamente a la alfombra, auque una acción que de nada servia, sus ojos podían enfocar aun mejor si luz, fue entonces que unos pasos húmedos se acercaban a la única puerta aun cerrada, ese sería el momento, su cuerpo lo sabía podía sentir como el palpitar del otro lado comenzaba a acelerarse de a poco, era como si fuese una bomba situada en su propio pecho, tenso cada músculo de su cuerpo se agazapo en la oscuridad de la habitación, la ventana de la sala dejaba entrar las luces del exterior, la perilla daba vuelta mientras que dos destellas verde se sumergían en la penumbra de la habitación, la puerta se abrió y ella cerro sus pulmones.
Caminando con sigilo, y alerta ante cualquier movimiento sin saber que estos eran seguidos con absoluta atención, Haruka podía escuchar como se aceleraba su respiración y que su palpitar se extremadamente deleitante e irregular ante el temor, pero aquello era algo inverosímil.
Haruka miraba con detenimiento la figura de la humana, aun podía notar el vapor brotando de su piel, su largas y torneadas piernas, su firme trasero, su frágil cintura, esos pechos con sus cumbres erectas que subían y bajaban, era como un cervatillo asustado que sabe que hay peligro, era como mirar a otra de sus compañeras, una más de su especie pero sus ojos eran tan opacos como los de cualquier simple mortal y podía escuchar su palpitar tan claro, tan melodioso, ningún latido antes le había hacinado como aquel, ¿Cómo era posible que existes criatura tan… única?, en sus seiscientos años de existir en la tierra no se había topado con criatura más extraordinaria como la que tenía frente así ¿pero que pasaría en cuanto devorara su cuerpo, cuando la ultima gota de su sangre tocara sus labios, cuando encontraría a otra como ella?.
No podía, no podía… jamás se perdonaría por desaparecer tan dulce manjar, pero no podía darse la vuelta y permitir que su mortalidad la devorara por si misma, quizás solo una gota, una caricia…pero si lo hacia lo más seguro es que la exterminaría y con ello a ella misma, se conocía tan débil que sabia que jamás podría olvidar ese aroma cada alimento sería comparado, cada caricia sería miserable, tantas ideas se le vinieron a la mente mientras un palpitar resonaba, tantas formas de matarla o dejarla con vida, tantas dudas y sabía que solo con respirar una vez más esa mujer caería muerta desangrada y ella satisfecha solo lo suficiente para arrepentirse el resto de su eternidad.
Salio de su escondite, ya su mente había contemplado cada idea e ideado un plan, y así frente a frente la mirada escarlata choco contra la marina, ambas criaturas sabían cual sería el final…
