Prólogo.
La vida parece algo muy simple, ese día a día que eventualmente nos da una rutina parecen acciones monótonas. Crecer, estudiar, trabajar, comer y repetir si bien pueden variar casi siempre se siguen hasta el fin de nuestra existencia. Sin embargo, nada es tan simple como eso y los pequeños cambios que al principio imperceptibles terminan por llevarnos a grandes aventuras.
Sakura se encontraba reflexionando sobre su vida, en especial los últimos años de esta mientras le daba un sorbo a su té. Al parecer, el que faltaran 3 semanas para su cumpleaños número 24 la tenía un poco nerviosa y a la expectativa. Mientras saboreaba su té, contemplaba su habitación, sus muñecos de felpa, libros y los recuerdos que albergaba ahí. Las fotos en la pared con Tomoyo, Chiharu, Rika y Naoko, su padre y su hermano, souvenirs de algunos de sus viajes por el mundo.
Sí, en 23 años había disfrutado bastante de su día a día, pero últimamente no podía dejar de pensar en los ojos color ámbar de aquel joven tan misterioso que a pesar de conocer desde hace casi 5 años para ella, él seguía siendo un enigma. Sakura por más que intentaba poner en orden sus sentimientos terminó recordando más cosas de las que hubiera querido. Había recuerdos que por ratos prefería suprimir y otros hermosos momentos que no quería olvidar nunca.
