Notas: La trama del siguiente fanfiction está situada en un universo alterno. Fanfiction reeditado, con la esperanza de poder terminarlo, luego de tantos años.
Shaman King y sus personajes originales son de Hiroyuki Takei.
Utaite Myouri
Lado A.
Track 1: Prelude
—
Una gigantesca imagen decoraba aquel edificio de una de las zonas más concurridas de Tokio. En ella estaba una imponente joven rubia de mirada intimidante, ataviada con un elegante kimono negro con flores doradas, Anna Kyouyama, la idol más famosa en aquel momento en el Japón. A sus diecinueve años, sus problemas radicaban básicamente en qué próximo single lanzaría. Ella misma componía sus canciones, letras en su mayoría muy dramáticas, aunque sin embargo los críticos (tan amables como de costumbre) tachaban sus trabajos de "basura pop—rock prefabricada." Otros, por supuesto, no paraban de enfatizar el talento y la genialidad de sus composiciones.
Sin embargo, ninguna de estas opiniones afectaba en lo más mínimo ni a ella ni a su cantidad de ventas. Desde chiquillas de diez años hasta mujeres adultas pasadas de los treintas, incluso muchachos conformaban una gran comunidad de dedicados seguidores que compraban sus discos y llenaban los estadios desde Sapporo a Okinawa. Anna era una persona exigente con ella misma y el resto del planeta, no se la pensaba dos veces para mandar a alguien al demonio, cualidad que le valió el odio y la admiración.
Por mucho talento que Anna tuviese, sabía que sin su equipo no habría podido llegar lejos. Entre ellos estaba Jun Tao, una buena mujer de negocios que la ayuda a lanzar su carrera y se convierte en su manager. Ryu Umemiya, baterista y Usui Horokeu (conocido por todos como Horo Horo) ambos contratados por Jun. Horo Horo, era el que menos se aguantaba los gritos y órdenes de Anna (y según él no se largaba porque la paga era muy buena).
Recientemente habían sufrido la dimisión de su guitarrista. El anterior se había marchado a Inglaterra, argumentando que necesitaba regresar para atender su herencia y casarse (aunque Horo Horo suponía que era porque se había hartado de Anna). Tanto Jun como el resto, tenían poderes espirituales, era algo muy importante. En una sociedad donde lo inusual no era bien visto, esconder los atributos espirituales era prioridad. Por esa razón Jun estaba muy inquieta y además no podía ser cualquier persona que blandiera una guitarra. Esa mañana llegó Ren, su hermano.
—Ren, no esperaba verte hoy por aquí. —preguntó Jun colgando el teléfono, mientras Ren se sentaba en un cómodo sofá de aquel despacho, bajo una pared atestada de discos de platino.
—Te tengo a un candidato. —anunció Ren con su habitual seriedad. Jun sonrió animada.
—¿Y bien? –inquiere Jun ansiosa.
—Yoh Asakura. —dice Ren.
—¿Yoh? ¡Claro! ¡Pero si es guitarrista! ¡No me acordaba! —dijo Jun mirando sus papeles. —...¿Pero crees que él quiera?
—Le va bien como DJ, es cierto. Pero si le ofreces algo más...—dijo Ren pensando. —Aunque Yoh no es de ese tipo de personas...—dijo Ren pensativo. Y La puerta se abre interrumpiéndoles. Era Horo Horo, con muy mala cara.
—¿Y ahora qué? —dijo Jun exasperada.
—Lo que me habías pedido. —le entregó un sobre—Tus asistentes están como locas arreglando lo de la gira y la agenda de la "señora" —dijo Horo Horo haciendo el sarcasmo con mayor énfasis en la última palabra.
—¿No podrías acaso tocar la puerta, maleducado? —dijo Ren y Horo Horo se percató de inmediato de la presencia de Ren.
—No me da la gana. ¿Te importa? —respondió Horo Horo. Jun se llevó las manos a la cabeza, hastiada del constante enfrentamiento infantil entre ellos.
—Si. Entras al despacho de mi hermana como si fuese tu casa. —dijo levantándose.
—Ren, basta...—dijo débilmente Jun, pero Ren sonreía desafiante y Horo Horo lo miraba. Por un momento, Jun creyó que Horo Horo le pegaría un golpe a Ren, pero sonrió y ante el desconcierto de Jun, se saludaron con un apretón de manos.
—Hola imbécil... ¿cómo te va? —dijo Ren
—Bien, idiota...ganando dinero y soportando a la "señora". —respondió Horo Horo riendo sarcástico.
—Te oí...—dijo una voz quieta y fría. Horo Horo dio un sobresalto y Ren se sonrió. Era Anna Kyouyama quien entraba, vestida de manera formal con un pantalón blanco y un sobretodo negro.
—Hola, Anna...—dijo Ren mientras Horo Horo miraba a un lado.
—Hola. —respondió ella mirando con rabia a Horo Horo y luego cambiando su expresión miró a Jun. —¿Ya tienes a alguien? Me dicen que se está retrasando mi plan y no podré lanzar nada hasta enero.
—Anna, me dijiste que hallara a alguien capacitado. Es difícil hallar uno que adicionalmente sea un shaman, ¿sabes? Me temo que...bueno, trataré de convencer a un amigo mío. —dijo Jun y Anna se asomó a la ventana amplia del despacho.
—Yo solo espero que sea realmente un buen músico y no como otros que tocan el bajo y apenas logran arrancarle al pobre instrumento, notas decentes. —dijo muy seria y Horo Horo estaba que explotaba de rabia.
—Basta ya. —dijo Jun cansada de todo aquello. —Estamos presionados por las fechas, pero estoy segura que al final de esta semana tendremos a nuestro guitarrista.
—Nos encomendaremos a Dios...—dijo Ren con una sonrisa burlona, mirando a su hermana.
—
Dio un gran bostezo y encendió su Laptop. Se rascó en la nuca y conectó la laptop a su mezcladora. Tenía sueño, pero debía preparar su repertorio para el concierto del jueves. La vida nocturna de los clubes lo dejaba molido los lunes por la mañana.
Yoh Asakura, con diecinueve años, trabajaba como DJ, aunque toca varios instrumentos. A los quince se fue de casa y se dedicó a la música, inspirado después de oír a Soul Bob. Ganaba buen dinero y hacía lo que le apasionaba. Vivía solo en un pequeño departamento en uno de los suburbios de buen nivel en Tokio. Yoh era un muchacho amable, ligeramente despistado en teoría, aunque su mejor amigo, Manta decía que distaba de serlo y que en realidad era una persona que sabía muy bien cómo tratar a otros y cómo manejar las situaciones. Muchos DJs lo admiraban y decían que a él le esperaba algo más grande, pero a Yoh simplemente le interesaba disfrutar de la vida.
Esa mañana, había recibido un mensaje de Manta, quien le saludaba y le invitaba a almorzar. Un carro negro, de lujo llegó a la casa. Yoh supo que se trataba de Manta y salió a recibirle.
—¡Hola, Yoh! —dijo Manta trayendo la comida empacada—...Imagine que tendrías hambre y pereza para salir a comer...
—Acertaste...—dijo Yoh cerrando la puerta detrás de sí y Manta dejando el almuerzo en la mesa.
—¿Qué has hecho hoy?
—Nada. Iba a mezclar... —dijo Yoh bostezando. El teléfono de Yoh sonó y se desplomó sobre su silla, presionando el botón del altavoz.
—Hola, Habla Asakura. —dijo Yoh intentando no sonar soñoliento, aunque le costaba.
—Hola, Yoh. Soy Jun Tao, ¿Cómo has estado?
Yoh de inmediato se puso alerta. La conversación con Ren Tao era el indicio de que estaban interesados en contratarle, no por nada se había tomado la molestia de hablarle en persona.
—Muy bien. ¿Cómo le va? —contestó Yoh
—Estoy trabajando duro, como de costumbre. La verdad, Yoh, es que te llamo para preguntarte si estarías interesado en hacer una audición para un puesto como guitarrista en la banda que manejo.
Manta quedó boquiabierto. Yoh parecía sorprendido y sonrió. —¿En serio?
—Si. ¿Podrías venir mañana a nuestro estudio como a las nueve? Te estoy enviando los datos a tu correo.
Yoh de inmediato abrió su buzón de correos y Manta se fijó en la pantalla.
—Yoh, esto es increíble... –Manta susurró al ver el correo de parte de Jun Tao.
—Esperamos contar con tu presencia. —dice Jun con amabilidad.
Manta asintió e Yoh aún tenía sus reservas. —Está bien, estaré ahí a esa hora.
—De acuerdo, Yoh, nos vemos.
—Hasta luego, señorita Jun. —respondió Yoh y colgó Jun. Manta se sentó en su silla y sonrió.
—¿Guitarrista? Hace tiempo que no hago eso.
—Vamos, Yoh… ¿acaso no quieres regresar a tus raíces?
—bueno, sí...lo he querido desde hace mucho, pero...
—Mira Yoh, es tu decisión. Pero Jun Tao, por si no lo sabes, trabaja con The Monks, The Skys ¡Y sobretodo con Anna Kyouyama! —dijo Manta entusiasmado.
—Bueno, es cierto. Pero hay que ver qué ofrecen…—objetó Yoh
—Cierto, pero considéralo. —dijo Manta—...Puede ser eso que tanto has esperado.
Yoh miró hacia la pared en donde descansaba una vieja guitarra acústica, el primer regalo de su padre, una guitarra de fina madera que él mismo le enseñó a utilizar.
—Tal vez...
—
—Bienvenido, Yoh...—dijo Jun muy entusiasmada. —Tengo aquí una maqueta, quiero que lo escuches antes de que reúna al resto, ya vienen en camino.
Lo condujo a una sala donde un grupo de personas charlaban y en donde se ubicaba el estudio de grabación. Luego de un rato, Yoh escuchaba en sus audífonos color naranja una canción tan dura y a la vez tan melódica como era posible, la guitarra y el bajo acompañaban al compás de una estridente batería, un piano delicadamente ejecutado. Y la letra, sin embargo, a pesar de que la voz que la cantara era delicada, hablaba de una terrible angustia. A Yoh no le gustaba mucho el ánimo de la canción, pero no podía dejar de admitir que la canción era fuerte, de hecho, dudaba si podría acompañarla. Luego de un rato, llegó Jun con un muchacho alto, de peinado extravagante. Yoh lo conocía desde hace mucho, lo reconoció al instante.
—¡Hola, Ryu! —dijo Yoh. Ryu sonrió. —¡Pero si es usted, Don Yoh! —dijo Ryu estrechándole la mano. —¿Es usted el nuevo aspirante a guitarrista?
—Si. Así es...
—¡Genial! pero venga conmigo, por favor. Empezaremos a practicar.
—Bueno, ya que lo dices, tengo que afinarme. Hace tiempo que no uso la guitarra. ¿Quién era el anterior guitarrista?
—Lyserg Diethel. Y se fue a Inglaterra a casarse. —Yoh notaba que Ryu parecía muy triste por esto. —Espero que usted logre el puesto. Necesitamos a alguien tan alegre como usted aquí, ¿sabe?
Yoh suelta una risa nerviosa. —¿Y eso?
Yoh y Ryu abrieron la puerta del estudio, donde había instrumentos musicales de varios tipos. Baterías con seis tambores, bajos, guitarras, hasta un gran piano.
—Es que...bueno, Horo Horo es tan… estresante y la señora es tan...exigente...—dijo Ryu en voz muy baja, algo temeroso.
—¿La señora? —inquirió Yoh curioso.
—¿No la conoce? ¡Es Anna Kyouyama! —exclama Ryu mirándolo desconcertado.
Yoh ya había oído de ella, de su música y todo lo que decían que ella era. Una tirana despiadada según unos y una devoradora de hombres según otros. Por otra parte, miles la idolatraban y atesoraban sus canciones y mensajes en las redes sociales como si fuese la palabra de Dios o algo así. Un día tuvo la oportunidad de oír a un montón de jovencitas discutiendo sobre el significado de una de las canciones de Kyouyama y no dejaba de sorprenderle las emociones que despertaba en tanta gente.
Yoh respiró hondo, algo ansioso. Debido a su carrera como DJ y a su estilo, Yoh había imaginado que Jun lo habría seleccionado para alguna otra banda. No para tocar con Anna Kyouyama.
La puerta del estudio se abrió abruptamente. Un chico como de unos dieciocho años, entró. Vestía con una chaqueta azul oscura con intrincados dibujos que le recordaban a los kimonos que usaban los ainu y supuso que el muchacho tenía algo que ver con ellos.
—Ey, Ryu…—dijo Horo Horo con un leve saludo y miró a Yoh. —¿Y tú quién eres?
—Yoh Asakura. Hará la audición. —dice Ryu.
—Mucho Gusto. —dijo Yoh y Horo Horo suspiró con compasión.
—¿realmente sabes lo que haces, chico? ¿Realmente quieres trabajar en la banda de la mujer más engreída del Planeta Tierra?
—Horo Horo...cállate. Si te oye...—dijo Ryu atemorizado.
—Bah… Debe estar ahora arreglándose su rubia cabellera. —dijo Horo Horo sarcástico y haciendo un gesto ridículo de sacudirse el cabello, no advirtiendo que detrás suyo, la puerta se abría lentamente.
Ryu puso cara de pánico e Yoh vio a una joven de rubios cabellos y ojos negros, vistiendo un sweater negro y un pantalón del mismo color. No eran exageraciones cuando describían a Anna Kyouyama como imponente, la joven ostentaba fortaleza y autoridad solo con su porte.
—De nuevo estás con tu insolencia, Horokeu...—dijo Anna y Horo Horo se escudó detrás de Yoh.
—¡¿Sa-Sabes quién es este chico?! —tartamudeó Horo Horo detrás de Yoh.
Yoh sentía que su miraba le paralizaba. Iba más allá de la evidente atracción física que ella pudiese ejercer sobre él. Ella debía tener algún poder espiritual, podía sentirlo.
—Si. Jun te llamó. —dice contemplándolo.
— Me llamo...—dijo Yoh sumergido en una especie de trance.
—Lo sé. Mucho gusto. —dijo Anna con altivez. — Horo Horo...quítate de ahí y ve a tomar tu bajo. Ryu, a las baterías. —ambos muchachos se apresuraron. —y otra cosa, Horo Horo, búscale una stratocaster al señor Asakura. ¡Rápido!
Horo Horo, resoplando, agarró una guitarra y se la pasó a Yoh, quien aguardaba sus órdenes. ¿Acaso era eso lo que decían algunos que simplemente se quedaban sin aliento al verla? ¿Algún tipo de poder espiritual capaz de afectar a otros?
—Ya ha sido afinada, así que no te molestes. —dijo Anna sin esperar—...Espero que tengas talento porque no permitiré que ningún novato esté en mi banda. Ya tengo suficiente con aguantar al señor Usui Horokeu.
Horo Horo la miraba con rabia. Anna lo sabía y parecía disfrutarlo.
—Como te debes haber dado cuenta, soy exigente conmigo y con todos. Si no te parece Asakura, puedes irte antes de que firmes y no tengas salida.
—Es un demonio...—suspiró Horo Horo y Anna le arrojó un libro que tenía junto a ella provocándole un chichón de tamaño considerable.
—¿Y bien, chico Asakura? ¿Listo para tocar?
Horo Horo lo miraba esperando que se largara y Ryu con miedo.
—Está bien. Te demostraré que sirvo para esto. —dijo Yoh con una sonrisa.
Yoh estaba animado ante el reto de Anna. Comenzó por ejecutar unas de las canciones. Horo Horo y Ryu estaban boquiabiertos al ver que se adaptaba muy bien. Y Anna estaba tan complacida que no se quejó de nada mientras lo miraba más seria de lo usual.
—Genial.—dijo Ryu— Don Yoh, es usted un genio.
—Gracias, Ryu. —le agradece Yoh y se dirige a Anna. —¿Qué tal lo hice? —le preguntó a Anna.
—Estás en el grupo, Asakura. —dijo Anna sin emoción mientras Horo Horo y Ryu aplaudían.
—Gracias. —dijo Yoh mirándola. —me puedes llamar Yoh.
—Como quieras. Ve con Jun que ella arreglará el resto. —dijo Anna levantándose. —Mañana, todos aquí a la misma hora. —dice Anna marchándose.
—Ya te lo dije...—dijo Horo Horo.—Es una engreída...
—
Luego de aquel día, Manta escuchaba muy interesado el relato de Yoh acerca de su primer ensayo.
—¿estás seguro, Yoh?...—dijo Manta pensando.
—Si. Absolutamente. —contestó Yoh en su particular y muy segura forma. Yoh miraba la pantalla de su laptop, aparentemente leyendo sus correos, en realidad pensando en el próximo ensayo de mañana. Hacía tiempo que no sentía la emoción de tocar música, su vida se había limitado a las interminables noches de las fiestas, donde la música estridente, las bebidas, las drogas y gente alocada abundaba. Era quizás por esa razón que desde hace mucho no tenía nada más que ser un DJ. Era tal y como Manta había dicho, él estaba esperando ansiosamente algo más...una llama, una chispa...
—Ya firmé oficialmente. —dijo Yoh con una mirada pensativa.
—Ok. —dijo Manta riéndose. —Me alegra que estés tan decidido.
Había pasado el resto de la noche oyendo todo el material que había sacado Anna Kyouyama. Al final de muchas de esas canciones tenía una sensación de que una fuerza invisible estuviese aprisionándolo por completo, haciéndole recordar viejos pesares, amarguras que había superado. Ella debía ser una shaman. Su poder espiritual era notorio, la manera en que le había mirado le había estremecido por un breve, pero intenso momento.
Aquel día se levantó temprano y se fue al estudio. Su sorpresa fue tal cuando vio a Anna sentada tocando el piano, que se quedó ahí estático, sumido en profunda fascinación. Anna aparentemente se percató de que él había entrado ya que dejó de tocar.
—Es muy temprano... ¿verdad? —dijo de espaldas a él.
—Si. —dijo aun confundido cerrando la puerta tras de si— Yo solo...
Ella se volvió para mirarle, parecía no haber dormido muy bien. —Me desperté de repente y me imaginé esta melodía. Toda la madrugada tocándola y no consigo que se parezca a la de mi mente…—y volvió a arrancarle notas a aquel piano, con más rabia.
—Es cierto...—dijo Yoh y Anna se detuvo. — Eres inflexible contigo misma...
Anna permaneció callada.
—¿Desde hace cuando tocas el piano? —dijo Yoh
—Desde los diez. Gracias a esto pude irme de aquel asqueroso orfanato...—dijo mientras Yoh la estudiaba con la mirada. —Gané varios concursos, luego me decidí a cantar. Jun me conoció en Aomori y me ayudó. Y ahora puedo hacer lo que quiero...
Terminó abruptamente de tocar y volvió a mirar a Yoh. —Pero suficiente de mí.
—Quisiera saber cómo haces para escribir de esa forma...—dice Yoh sentándose en frente de ella y comenzó a rasgar tonos de aquella guitarra.
—Aprendes rápido. —dijo Ann esquivando aquel intento de conocerla más.
—Gracias por los elogios. —dijo Yoh con una sonrisa torcida.
—¿Acaso ese idiota de Horo Horo te dijo que yo era una engreída? —inquirió Anna.
—Ya te lo imaginas. —concedió Yoh aun mirando su guitarra.
—¿Y tú qué opinas? —inquirió Anna. Yoh dejó de tocar y levantó su vista. —Apenas te conozco. —respondió el mirándola seriamente. —Pero hay algo que me dice que has sufrido bastante. Cada letra me lo dice.
Anna sonrió. —Es extraño como otra persona puede ser corta de palabras y atreverse a decirlo todo en una canción. La música es para eso.
Yoh volvió a seguir tocando mientras sentía un curioso rubor en sus mejillas y una olvidada sensación de quemazón corporal. —Supongo que ese ha sido otro elogio. —comentó el.
—Está bien. Mejor me ocupo de lo mío antes de que creas otra cosa. —dice Anna y volvió a darle la espalda para seguir tratando de componer su melodía de piano. Yoh sonrió ampliamente.
Rato después Horo Horo y Ryu llegaron, hallando a los dos concentrados en una misma canción. Ryu sonrió contento, aunque impresionado y Horo Horo miraba todo como si un milagro se hubiese producido.
—¡Hola chicos! —dijo Yoh al final—¿qué les pareció?
—Genial...—dijo Ryu alegre. Horo Horo miraba a Yoh descifrando que había hecho.
—Acabamos de terminar los arreglos, necesitamos que ustedes hagan su parte. — dice Anna.
—¡Como diga! —se apuró Ryu y Horo Horo tomo su bajo. Al final del día tenían una nueva canción. Jun Tao escuchaba de boca de Horo Horo lo sucedido. Ella asentía a cada momento y miraba a la ventana soñadora.
—Yoh es excelente...—dijo Jun—¿y en donde esta Ryu?
—Se fue a su casa, ya sabes, está superando su depresión porque Lyserg se fué...—respondió Horo Horo.
—¿Y Anna?
—No lo sé...la vi salir de primera, pero ya sabes cómo es ella de antipática. —dijo Horo Horo malhumorado.
—
—¿Este es su carro? —dijo Manta señalando al lujoso Mercedes negro estacionado cerca mientras ellos estaban parados a un lado de su Toyota.
—Si. —dijo Yoh mirando a todas partes. Manta miraba al carro impresionado. —Es rica y tiene una gran carrera. ¿y cómo es ella? ¿es tan estricta como dicen por ahí?
—Si, pero eso no es importante. —dijo Yoh aún pendiente de mirar a todas partes.
—Yoh...—dijo Manta sonriendo—Estoy detectando algo de interés, más de lo usual.
Yoh se rascó la nuca mirando a Manta y luego intentó componer un rostro de indiferencia. —¿Acaso estas apurado por irte?
—No. Tu pareces más apurado por otra cosa.
—No sé de qué me hablas...
—¡Yoh Asakura! ¡no te hagas el idiota conmigo! —exclamó Manta
—SHHH! guarda compostura...—demandó Yoh
—¿Y bien? ¿qué hacemos parados aquí? —dijo impaciente Manta y dejo de presionar a Yoh cuando vio salir a alguien. Anna iba acompañada de unas asistentes. Ella los avistó dirigiéndoles un breve saludo con la mano y acercándose a ellos.
—¿ya te marchas? —dijo Anna.
—Si, en eso estoy...—dijo Yoh—Él es mi amigo, Manta Oyamada...
Manta sonrió. —Mucho gusto.
—Un placer...—dijo Anna inclinándose levemente—...nos veremos mañana temprano.
—Claro. Hasta mañana. —respondió Yoh y Manta aguantaba la risa, mientras Anna se iba y abordaba su vehículo.
—te está gustando esto, ¿cierto? —dice Manta.
—Guarda silencio y camina...—dijo Yoh abriendo la puerta de su camioneta.
—
Yoh conducía de camino a la casa de Manta y parecía muy distraído oyendo la radio.
—bueno, Yoh... ¿me piensas decir que rayos te pasa? —dijo Manta al cabo de unos quince minutos.
—Nada. Es que hoy me fue muy bien. —dijo Yoh sonriendo.
—¿es por el trabajo o por la gente con la que trabajas?
—Las dos cosas...—dijo Yoh intentando no sucumbir ante la cara de satisfacción de Manta.
—serás famoso, Yoh. ¿Estás listo para eso? —inquirió Manta con una mueca. Yoh asintió. —Sé lidiar con las mujeres.
Manta se echó a reír. —¿y los fotógrafos? ¿Y la prensa?
—No serán problema. Habrá una solución no importa lo que pase. —aseguró Yoh.
—
Días pasaban, la preparación se incrementaba, Horo Horo sufría las exigencias de Anna y Ryu también. Yoh se adaptaba muy rápido, ante la mirada de satisfacción de Jun y de Manta.
—Honestamente...—dijo Jun mientras comían todos en un almuerzo en un pequeño restaurant de Tokio, el cual servía una especialidad que le fascinaba a Anna y en el cual cocinaban un sushi que le terminó por encantar al resto. —…creo que nos ha ido muy bien.
—Aún tengo un par de cosas que escribir...—comenta Anna.
—Pero Anna, ¿No te parece suficiente con 12 canciones?
Anna terminó de beber su té. —Quiero al menos 17 canciones o eso me haría parecer igual que el resto.
Horo Horo puso una cara de fastidio. Ryu asintió e Yoh sonrió. —Me parece perfecto.
Jun suspiró y se dio cuenta de que Anna e Yoh se miraban más de lo usual. —Yoh...tu eres un compositor también... ¿cierto?
—sí, pero pocas veces lo hice...—afirmó el. Jun terminó su plato. —entonces Anna... ¿qué tal si le pides a Yoh que te ayude a componer? Algo nuevo para variar…
Yoh sonreía, sin embargo, Anna no lo miraba. —está bien. Tan solo espero que te adaptes...mis horas son intempestivas.
—Me parece bien. —dijo Yoh.
—de acuerdo... ¿qué tal un brindis, eh? ¡Por nuestro nuevo compañero! —dijo Horo Horo ante la mirada alegre de Yoh y la aparente frialdad de Anna. Los demás sonrieron y alzaron sus vasos
—¡Salud!
Continuara…
