Autora deprimida conlleva a deprimentes historias. Han sido advertidos.

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Frío.

Sentía como atacaba su piel, sus huesos e incluso le pareció sentir como si corazón lentamente se congelara.

Cuatro meses. Ese era el tiempo que llevaba encerrado en aquella carcel de hielo construida por el hombre al que en algún momento consideró su padre.

Xanxus tenía esperanza, sin embargo. Quizás su padre solo lo dejaría aquí por un tiempo para enseñarle una lección. Quizás... Quizás no pudo venir en su cumpleaños por qué aún era muy reciente el ataque. Pero Xanxus estuvo contando. Sabía que hoy era Navidad. Sin dudar su padr- El noveno lo liberaría hoy. ¿No?

Después de todo, Xanxus no era más que una rata callejera. Un bastardo. Un hombre con sangre sucia e inservible. Pero también era un cielo. Y la mafia le temía a los cielos. Pero...Pero el noveno no lo dejaría aquí para siempre. ¿O si?

No. No lo haría. Sus hermanos nunca se lo permitirían, ellos lucharían cada segundo del día hasta que Xanxus estuviera nuevamente a su- Oh. Sus hermanos ya no estaban. Sus hermanos lo habían abandonado. Su padre lo había abandonado. Su familia lo había abandonado.

¿Por qué dolía su pecho? ¿Su corazón? Quizás el hielo lo estaba afectando más de lo que creía. Si. Eso era. No había otra explicación para el intenso dolor que sentía, no había otra explicación para el sentimiento de vacío que experimentó pocos segundos después. Eso no estaba bien. Él debería estar sintiendo ira, impotencia, deseo de venganza. Así que...¿Por qué se sentía tan vacío? ¿Donde estaba el dolor que lo invadía hacia unos segundos?

Estaba en un corredor. Podía ver a sus hermanos en el y una versión más joven de Xanxus a su lado.

-¡Xanxus! ¡No seas amargado! ¡Vamos a celebrar todos juntos!- ¿Federico? No. Federico estaba muerto. ¿Por que oía su voz?

La felicidad irradiaba de los ojos de todos, aunque su yo pasado estuviese frunciendo el ceño.

-Che. Sabes que no se puede luchar contra el espíritu Navideño de Federico, solo resígnate.- Massimo puso su brazo alrededor del otro Xanxus, una sonrisa divertida en su rostro. El jefe de Varía veía todo desde un lado, y aún así casi pudo sentir el calor y peso del brazo del mayor.

-Vamos. Padre nos está esperando para la cena.- Hablo finalmente el mayor de ellos, dándoles un suave empujón a los tres menores, ganándose dos malas miradas y una sonrisa divertida. Aún así, empezaron a caminar sin comentario.

Xanxus trató de extender su brazo. De dar un paso. De gritar. Lo que fuera para llamar la atención de sus hermanos. Se estaban yendo. Lo estaban abandonando otra vez.

No. Xanxus no podía dejarlos ir. Pero el frío lo encerraba. El frío lo aleja de esa alegre memoria. El frío se había convertido en su todo.

Las horas pasaron. Contó segundo a segundo. Minuto a minuto. Y el hielo aún no desaparecía.

Está bien. No hay problema. Probablemente el noveno estaba muy ocupado con la gala.

Si. Eso era. Por eso no había venido.

Quizás... Quizás en año nuevo vendría.

Si. En año nuevo su padre vendría. Xanxus no tenía ni una duda de ello.

El vacío en su corazón intento contradecirlo. Xanxus se negó a escucharlo.

Después de todo... No lo dejarían aquí para siempre ¿O si?

Xanxus esperaba que no. No sabía cuánto tiempo pasaría antes de que el hielo invadiera su corazón por completo.

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Corto y deprimente. ¿Qué más pueden pedir para esta no-tan-hermosa-época?

Mah... No hay mucho que decir. Está historia fue más para tratar de curar mi propio vacío que para dar algún especial de Navidad. Espero, de todo corazón, que todos ustedes estén pasando una noche grandiosa.

¿Feliz Navidad?

Nos leemos.

Ciao Ciao.