Buenas! Los personajes no son de mi autoria sino que pertenecen a los creadores de Magi: The Labyrinth of Magic. Es mi primer FanFiction publicado, espero les agrade y puedan ayudarme a hacerlo mejor.
AVISO DE SPOILER: Los primeros dos párrafos tienen contenido del manga, arco siguiente al término de la serie. Nada muy "revelador", pero dejo bajo aviso. Pueden aparecer personajes del manga que no aparecen en el anime.
Cambio y fuera!
Luego de la batalla producida en Magnostadt, junto con la tensión entre el Imperio Kou y la Alianza de Los Siete Mares, Alibaba, Morgiana y Aladdin había regresado a Sindria. Hakuryuu jamás se presentó en batalla. La familia Kou regresó a Balbadd en tanto Gyokuen se mantenía en el trono. Los aires de guerra inundaban cada recodo, aflorando como rumores por doquier, ensombreciendo los espíritus de la gente.
Fue luego de la enorme tensión casi palpable de la reunión en donde Aladdin dió a conocer la historia de Alma Toran, en que una extraña anormalidad comenzó su curso. No solamente la extraña presencia de Judal junto con la inquietante noticia sobre le descenso de Gyokuen.
Cuando los participantes de todas las regiones fueron abandonando aquella isla de encuentro, fue cuando el rukh comenzó a agitarse, a tornarse oscuro sin razón aparente. Los más sorprendidos eran los Magis sin entender aquello. No todos podían verlo, pero podía sentirse en e aire una carga pesada, como una estática que erizaba la piel. Un fuerte movimiento de la isla dejó a todos impactados, algunos aún en pie observando a sus compañeros estupefactos. La gravedad comenzó a aumentar. Judal ya no podía mantenerse flotando. Todas las preguntas iban dirigidas a los Magis que no lograban dar con una respuesta. Tanto Sinbad como Kouen dieron órdenes de evacuar lo más rápido posible. Titus solo con una mirada a Mu le ordenaba la mismo. El suelo comenzó a quebrarse, como si la isla empezase a desintegrarse, separándose. Antes siquiera de evacuar al primer hombre el suelo cayó en pedazos en una oscuridad absoluta y con ello cada personaje en aquella isla, una caída solo comparable con la Gran Falla.
Al recuperar el conocimiento poco a poco, cada cual quedaba asombrado y en parte abrumado por el lugar en el que se encontraban. Era un enorme espacio abierto, con un piso grisáceo con una perfecta cuadrícula que se perdía en el espacio. Por el espacio aéreo flotaban gigantescas figuras geométricas. Cada figura se encontraba una a otra por una larga cadena. Pequeñas figuras unidas entre si se movían erráticamente chocando con cada obstáculo cercano.
Los primeros en despertar fueron los hermanos Kou, Sinbad y sus generales. Cada cual sin respuesta ante aquello. Luego de que los demás despertasen las interrogantes cayeron sobre los Magis, cuatro Magis reunidos en un mismo lugar, cada cual con diferentes edades y conocimientos. El primero en preguntar fue Kouen dirigiéndose a los cuatro Magis.
—¿Dónde estamos? —su rostro dejaba ver una profunda molestia y preocupación
—No lo sé, nunca había estado en un sitio como este
—¿Qué quieres decir Yunan-san? —Aladdin parecía sorprendido.
—Tiene razón, yo tampoco había estado en un lugar así
—Titus-san ¿Tú también?
—¡Oye chibi! Tu nos metiste en esto. Se supone que no debiste contarnos esa aburrida historia ¿No? —golpeaba con su índice la frente de Aladdin— ¡Ahora arréglalo!
—No creo que haya sido la historia de Aladdin lo que nos trajo aquí, Judal.
—¡¿Ah?! ¿Qué me estás diciendo rey idiota? ¿Acaso sabes en dónde demonios estamos? —le espetaba Judal estirando un brazo en dirección a la nada.
Sinbad se había acercado a los Magis mientras sus generales parecían inseguros con la situación; no solamente era que estuviesen en un paradero desconocido, también estaba el factor de estar junto a otras dos potencias en tensión política. El ejército de Fanalis se mantenía al margen, susurrando entre ellos. Los Kou se encontraban lo suficientemente apartados para escuchar lo que decían los Magis, sin tener contacto con el resto.
—¡Bienvenidos! —resonó por todo el lugar un femenina voz.
En lo alto de una esfera flotante se encontraba una figura femenina. Su piel de tono azulado, de grandes ojos y largo cabello oscuro, con ocho brazos y dos piernas. Con brazaletes y esclavas en cada extremidad, todas conectadas por pequeñas cadenas doradas. Su cuerpo cubierto por una delgada tira de seda blanca enroscada en su figura. Mientras todos observaban aquella figura femenina con cautela, esta observó curiosa aquel pequeño grupo.
—Que extraño, falta más de uno~. Esta bien, ya luego se unirán.
Sinbad se adelantó un paso para iniciar el contacto pero antes de poder decir algo, Judal gritó:
—¡Oye anciana! ¿Dónde rayos estamos y quién demonios eres?
No fueron muchos los impactados con aquel irreverente acto, pero si todos se mantuvieron expectantes ante la respuesta de aquel extraño personaje. No era más grande que un humano, pero tenía la apariencia de un Djinn. Con una sonrisa de suficiencia ésta continuó su presentación.
—Veo que todos están bien. Mi nombre es Hy, y estaré a cargo mientras Ugo-sama esté fuera. Es un placer conocerlos.
Rápidamente Aladdin alertado avanzó unos pasos quedando delante de Sinbad mientras con una expresión de preocupación preguntaba:
—¡¿Le ocurrió algo a Ugo-kun?!
—¡No, no! ¡Todo está bien! Ugo-sama solo se está dando un descanso.
—Oye enano, ¿Conoces a esta anciana?
—¿Conocerla? —Aladdin observó aquella figura intentando recordar— No, no sé quién es.
—Qué extraño —comentó Yunan.
—Mm. Tienes razón —Titus elevó ligeramente sus manos sintiendo el flujo del rukh— ¿No lo siente tu también Aladdin?
—¿Qué?
Nuevamente aquella sensación de pesadez. Esta vez el Rukh comenzaba a alborotarse muy lentamente. No solo los Magis se percataron de esto. Kouen se adelantó unos pasos quedando a la altura de Aladdin antes de hablarle a la figura.
—¿Qué tienes planeado hacer con nosotros?
Aquel semblante de seriedad jamás cambiaba, en especial aquel mezclado con impaciencia y enojo que denotaba en aquel momento.
—¡Vamos todos a calmarnos! —la mujer rió— No tengo planeado nada, solo quiero que Ugo-sama pueda descansar, así que he preparado una sorpresa especial para todos. Ustedes colocan de su parte y yo coloco de la mía.
—Y con colocar de nuestra parte, ¿A que te refieres exactamente? —Sinbad tenía una leve sonrisa en su rostro, algo pasaba por aquella mente.
—Es muy sencillo. Verán, crear un mundo es muy, pero mu~uy agotador, lo mismo mantenerlo; así que los mantendré un momento en, digamos, "otro lugar". Cuando esté todo listo podrán regresar.
—¿"Otro lugar"?
—¿"Todo listo"?
Los magis de cabellos claros también se había adelantado. La tensión aumentaba en cada momento.
—¡¿Y si te jodes y nos regresas ahora?!
—¡Judal!
—Ya veo que no será sencillo
La figura en la esfera suspiró profundamente, saltó hacia donde se encontraba el grupo con todas las extremidades extendidas y una gran sonrisa en su rostro; a medida que caía su cuerpo aumentaba de tamaño exponencialmente hasta ser tan grande como un Djinn, manteniéndose suspendida por sobre el diminuto grupo que ya se encontraba en sus posiciones defensivas.
—¡Entenderán sobre la marcha y todo se les será dado! ¡Vivan! ¡Vivan y sigan viviendo, hasta que el momento haya llegado!
Antes de que el primer ataque contra aquel gigantesco cuerpo fuese dado, nuevamente el piso bajo sus pies se hundió y la gravedad aumentó desenfrenadamente hasta que cada personaje fue devorado por la oscuridad.
¡Hola! Mi nombre es Hy y estoy a cargo mientras Ugo-sama se encuentra descansando. Y si te lo preguntas: Si, me meteré en problemas. Ahora, las reglas son simples. A cada uno se le ha dado un papel que cumplir en el mundo que he creado según su edad —o apariencia en el caso de Titus o Yunan— y personalidad. Se les ha implantado conocimientos básicos de este mundo para que puedan desenvolverse con mayor facilidad. Para poder volver al mundo creado por Ugo-sama deben conseguir la cantidad de 1xxxxxxx de Yenes por cabeza, con lo cual compraran el amuleto para regresar. A menos que todos posean un amuleto no podrán regresar. No se tiene permitido hablar del mundo de Ugo-sama. No podrán usar magoi, solo su fuerza física y destrezas mentales. Es posible que se encuentren con ciertos personajes que ya no existen. No pueden asesinar o quedaran varados en ese mundo. Por último, mis disculpas por no conseguir el espacio suficiente, y tuve que modificar algunos números. Por favor todos cumplan con su rol. Les deseo un buen viaje.
-¡QUÉ DEMONIOS!
Una casa de dos pisos en un barrio residencial medio, de arquitectura simple, con comedor, cocina, dos baños, dos dormitorios en el primer piso y cinco cuartos en el segundo piso. Todo con un amueblado simple, a excepción de cada habitación que expelía la esencia de cada habitante del cuarto.
Luego de inspeccionar la casa el grupo se reunió en el comedor, todos de pié. Solo se encontraban Aladdin, Alibaba, Morgiana, Judal y Kouha. En un comienzo observaron aquel extraño artefacto rectangular en una esquina del cuarto, luego recordaron que aquello era un televisor. Todos quedaron desconcertados al entender que les habían implantado información en la memoria.
—Esto es malo —comentó Alibaba.
—¡¿Tú crees?!
Morgiana se interpuso entre Alibaba y Judal que se encorvaba con expresión altanera hacia el chico rubio.
—Tampoco puedo ocupar Magoi —el peliazul agitaba una varilla de madera que había encontrado.
Dicho esto, Judal intentó usar Magoi sin éxito, reflejando la frustración en su rostro y pateando un pequeño mueble, rompiendo un florero y derramando agua y orquídeas por el suelo.
—Todos pueden joderse, yo me voy.
Por un momento Aladdin intentó frenarlo, pero sabía que era algo imposible, no solo porque Judal era complicado de tratar, sino que porque ni él mismo entendía la situación. El único que parecía mantenerse en calma era Kouha que había estado callado en todo momento. De uno de los bolsillos de su pantalón sacó un pequeño rectángulo, un celular. Alibaba asombrado revisó sus propios bolsillos pero nada halló.
—¡¿Qué es eso?! ¿De donde lo sacaste?
—Voy a llamar a En nii-sama. Creo que tu también deberías saber que es esto.
—¿Un simple celular?
Las palabras del chico rubio salieron de su boca sin más, sorprendiendose a sí mismo. Nuevamente aquella extraña sensación de saber algo que jamás había conocido. Se tomó la cabeza con ambas manos frustrado por aquello. Aladdin se mantenía atento a la conversación que mantenía Kouha por celular.
—Entiendo Nii-san. Si, aquí estamos bien. Una casa de siete cuartos, todo funciona bien. Creo lo mismo, ¿Como esta Mei nii-san? Ya veo. Sí, nosotros también lo vimos. No, no lo sé. Judal se fue. No lo sé. Esta bien, asi lo haremos. Estaré esperando nii-san. Adiós.
Todos se quedaron en silencio esperando la explicación de Kouha. Al verse observado por aquellos seis curiosos ojos llenos de seriedad no pudo evitar sentirse incómodo. El único con quien tenía contacto se había ido en medio de una pataleta. Al menos conocía a Aladdin, ya podría saber más de los otros dos.
—Kouen y Koumei están bien —le sonaban extraños aquellos nombres en su boca dichos de un modo tan poco formal—. Se encontraron con Sinbad y sus generales. Ahora se encuentran analizando la situación. Solo debemos continuar con lo que sea que sea esto. Me mantendré en contacto con ellos. Aah~ ¿Qué deberíamos hacer ahora?
Se quedaron observando en silencio. Una extraña sensación afloraba del pecho de cada uno.
—Deberíamos salir a explorar ¡Eso! No conocemos bien el lugar, si vamos a quedarnos aquí debemos conocer nuestros alrededores.
—Alibaba tiene razón, mejor vamos a investigar los alrededores. Quizás encontremos a Judal—Aladdin continuaba con su espíritu en alto pese a las condiciones.
—De camino podríamos ir a la escuela, ya es tarde
—¿Qué dijiste Morgiana?
Todos se quedaron estupefactos ante aquel comentario, incluso la Fanalis. Nuevamente aquella extraña e incómoda sensación. Había un lugar específico al que dirigirse, como si una fuerza interna los empujase a caminar sabiendo que debían cumplir con una misión.
—¿Qué es esto?
Alibaba observaba las palmas de sus manos. Kouha tenía una extraña expresión de profunda intolerancia y frustración, hasta que no pudo más y salió corriendo por la puerta de la casa. Aladdin que había intentado llamarlo cayó en la cuenta por primera vez de cómo estaban vestidos. Alibaba usando una chaqueta negra arrugada por sobre una blanca camisa y unos oscuros pantalones con zapatos del mismo color; Morgiana con una falta oscura a cuadrille, una chaqueta oscura con el logo de una escuela en su bolsillo delantero, unas medias grises y zapatos negros; y Aladdin con unos pantalones negros, una chaqueta azul oscura de bordes claros y unos zapatos negros. Al mismo tiempo Alibaba y Morgiana cayeron en cuenta de este detalle, y recordando que Kouha y Judal tenían similares atuendos. Finalmente abandonaron la casa luego de tomar por inercia unos bolsos para salir a una calle plana y gris rodeada de muros y postes. De un modo automático comenzaron a caminar en la misma dirección.
—Ciertamente es muy extraño, es como si mi cuerpo se moviese solo, pero sé que soy yo el que lo mueve ¿Qué clase de lugar es este?
—Me sucede igual, Alibaba. Se que hay un lugar llamado escuela al que debo ir, y no sé como sé eso, ni cómo sé el camino. Nunca había leído sobre este tipo de magia. Y no es solo eso. Lo que dijo esa mujer sobre Ugo-kun —el peliazul había agachado la mirada mientras continuaban caminando—... Quisiera saber si realmente está bien.
—¡Claro que sí! Seguramente esta bien y solo se tomó un respiro. Ugo-kun es muy fuerte ¿No es lo que siempre dices? Sé que debe estar bien.
Alibaba que podía ver la preocupación en las palabras de Aladdin no podía hacer otra cosa más que intentar animarlo, de algún modo, aun con torpes palabras, mientras de algún pudiese ayudar a su amigo, porque eso era, su preciado amigo. En tanto Aladdin volvía a recobrar el ánimo con aquellas palabras, sonriendo y afirmando con entusiasmo. Durante aquellos momentos Morgiana observaba con una sonrisa aquella escena. Un lejano sonido la inquietó en extremo. Sus piernas comenzaron a tiritar levemente, como pidiéndole correr desenfrenadamente. Sin pensarlo dos veces tomó a ambos chicos y comenzó a correr, o eso intentó. Ya no era capaz de sujetarlos en sus brazos. La fuerza de la que tan orgullosa se sentía había desaparecido como el magoi de Aladdin o Judal. Por un segundo quedó en shock, pero el sonido continuaba y algo en su interior gritaba por que se apresurara y arrancará de aquel lugar. Tomó a ambos por sus muñecas y comenzó a correr empujandolos. Apenas unos segundos antes de que fuese demasiado tarde, el trío había llegado a una entrada, seguida de una enorme explanada y finalmente un gigantesco edificio con un gran reloj en lo alto. Finalmente habían llegado a la escuela.
Continuará...
