Esto ha surgido porque leí hace tiempo ese poema de Auden y no podía parar de pensar en el. Si alguien lo quiere completo es el número IX de "Canción de cuna y otros poemas" la traduccion es de Eduardo Iriarte.
Sé que es un poco triste pero...
No recordaba como había llegado hasta allí.
Sabía donde estaba, era demasiado conocido cada rincón de esa casa, pero desde el momento en el que entró en el Ministerio hasta ahora había un gran borrón, una mancha difusa de imágenes sin sentido.
Que no podían tener sentido.
Tenía la mirada fija en la puerta, oía voces que la susurraban pero no las entendía, como si fuese otro idioma el que hablaban y no el suyo propio.
Una mano le agarró el hombro y de pronto una voz cálida, clara, conocida.
Dumbledore.
- Vamos, mírame Lupin… Remus…
Miraba sin ver nada. Sin saber porqué sintió una punzada de dolor cuando apartó su mirada de la puerta. Porque no era real ¿verdad? Eso que su mente trataba de ignorar, pero algo tenía de cierto porque notaba que su corazón no latía y un dolor sordo, un gran vacío donde se suponía que debía de estar¿porqué esa sensación??
Era un sueño. Debía se un sueño. "Por favor, por favor, oh por favor que sea un sueño" y cerró los ojos.
Cuando los volvió a abrir estaba en otra habitación, era su casa, su salón, su chimenea, sus libros… pero todo era tan extraño… ¿Cuándo había ido hasta allí?
Rozó las incrustaciones doradas del primero de los tomos que había a su lado. Sin pensar lo abrió, el poema estaba marcado, con la cantidad de veces que lo había leído un rápido vistazo le sirvió para reconocerlo, leyó en voz alta las últimas estrofas.
[…
Era mi norte, mi sur, mi este y oeste,
mi semana de trabajo y mi descanso dominical,
mi mediodía, mi medianoche, mi canción, mi charla,
creía que el amor duraría para siempre: era una equivocación.
Ahora las estrellas no son bienvenidas: apágalas todas;
recoge la luna y desmantela el sol;
desagua el océano y barre el bosque;
pues ya nada tiene solución.
Ahora lo entendía.
Una lágrima, después otra. Tantas que era incapaz de enfocar la mirada.
Hubo un segundo de lucidez y de pronto todo tuvo sentido.
Un quejido que sonó como los aullidos del lobo a la luna, solo que esta vez era a una estrella, a SU estrella….
- Oh no, Sirius…. no…
