Disclaimer: Los personajes pertenecen a George R. R. Martin. Yo solo los he tomado prestados por un rato, para disgusto de Martin y deleite mío, y no obtengo ninguna clase de beneficio al hacerlo.
"Este fic participa en el reto 54 'Títulos de drabbles' del foro Alas Negras, Palabras Negras".
Mentiste
Mentiste. Le mentiste a todos, le mentiste a él. Traicionaste su confianza, le diste la espalda, lo abandonaste en el momento en que más te necesitaba. Tomaste la decisión equivocada. Torciste tu camino. Te perdiste y lo perdiste, y sabes que ya no hay vuelta atrás.
«¿Por qué lo hiciste? ¿Qué buscabas probar?»
Era tu hermano, tu familia. Ni siquiera puedes llegar a imaginar el dolor que debió experimentar al enterarse de tu afrenta, de tu traición.
«Los cuerpos colgando en las murallas, sus cabezas en las picas. Todos las vieron, el maestre Luwin los vio» se recordó. La expresión del anciano era de total desasosiego, en sus ojos pudo ver su alma destrozada y no pudo evitar imaginar aquella expresión en el rostro de Robb.
Se estremeció de solo imaginarlo. Si pudiera retroceder el tiempo…
Pero no, aunque pudiera cambiar ese simple acto, esa mentira; ya era demasiado tarde. Robb se había ido y él ya no era ni siquiera el triste recuerdo de lo que una vez había sido.
«No, todo eso ha quedado atrás» se dijo con desesperación, cerrando los ojos con fuerza, obligándose a olvidar aquel rostro «Eso le ha ocurrido a otra persona, a otro hombre y fue hace mucho, mucho tiempo…»
Su corazón se encogió ante el pensamiento y en su mente, la imagen de Robb con el cuerpo atravesado por flechas y con la cabeza del huargo, muerto, cobró vida. El huargo le miró, pero eran los azules orbes de Robb los que le observaban y únicamente destilaban odio y repulsión.
Aquello le destrozó. Se acurrucó junto a las Chicas del Bastardo y lloró en silencio.
Hediondo, Hediondo… eres débil en el fondo.
