Disclaimer: Nada me pertenece...

Advertencia: Palabras fuertes. Leves menciones, casi nada, de 1880 y 1859... obvio, D18.


Hibari Kyoya es un marica.
¿Que por qué lo digo? Pues porque su odio hacia la sociedad se debía a los estúpidos estereotipos de la gente. Que los hombres que se dan a respetar esto, que los maricas lo otro, que un verdadero hombre no podía hacer o gustarle tal cosa...
Pues estaban todos muy equivocados, todos viven en una puta mentira y Hibari Kyoya era el maldito ejemplo de todo aquello.

Le gustaban los animales pequeños, tiernos, indefensos... por eso estaba casi enamorado de Hibird. Le gustaba mirar el cielo y comprar ropa de moda. Las flores eran también un gusto heredado de su madre, las orquídeas eran sus favoritas. Y Dios lo castigaría si negaba que le gustaba cuidarse... usaba cremas, acondicionador para el cabello, gel, no escatimaba en precio cuando de loción se trataba... y mucha mierda mas para verse mejor.

Pero nadie podía negar que era un hombre hecho y derecho. Sus preferencias sexuales o gustos no tenían nada que ver con su hombría, claro que no. Tenía los pantalones mas que puestos, su voz tenía un timbre grave que le agradaba y usaba para gruñirle al montón de imbéciles de su escuela. Y por supuesto, no había nada mas excitante para él que patearle el trasero a los pendejos que quebrantaran la ley de su escuela, de su ciudad. La simple idea de provocar miedo, le fascinaba.

Era un marica, si, un jodido homosexual, de esos que les gustan los hombres, que las mujeres no le atraen para nada y que prefería mil veces comerse una verga que tocar un seno.

Y eso lo había notado mas al conocer a la tribu idiota de Sawada. Nunca se había fijado en Yamamoto, pero mierda que tenía un cuerpo de campeón. Lo montaría sin pensarlo dos veces... y Gokudera, estaba para darle toda la noche, jalarle de esa cabellera plateada y escucharlo maldecir, escuchar guarradas de su boca una y otra vez... a todos los veía como un maldito cuerpo al cual penetrar, un desahogo sexual perfecto...

Excepto a Dino.

Mierda, ese caballo cabrón era la excepcion a la regla. Al comienzo, le daba una repulsión que prefería que le cortaran las manos. Pero pelear y sacarle hasta el alma a tonfazos era lo que mas le excitaba en el maldito mundo... pero dicen que del odio al amor hay solo un paso... o un puñetazo.
Le quebró la nariz. Dino soltó un gemido demasiado gutural, excitante, casi sexual que lo llenó de curiosidad y pudo notar los bien marcados brazos del Cavallone, la mirada casi asesina, excitante, mientras peleaban y cómo el sudor bajaba por la frente hasta perderse en el cuello.

Se le puso dura.

Y desde ese día, Hibari no hacía mas que pensar como sería montar al potro, como sería... que el rubio lo montara a él.
Después, no pasó mucho tiempo para que su fantasía se hiciera realidad y ahí si estuvo cien porciento de acuerdo: era un maldito marica.

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Oh si, merezco que me quemen xD