Notas de la Autora: Adivinen quien cumple años hoy- ¡Así es Temari! Feliz cumpleaños querida o3o
¿Qué mejor día que este para comenzar con la publicación de este fic?
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Adenium Obesum
Los tres días de viaje se pasaron rapidísimo. Temari no sentía el tiempo fluir en el viaje de ida cuando visitaba Konoha, pero al regresar a Suna las horas parecía duplicarse. Una vez más, la Sabuko No estaba a punto de llegar a la Aldea de Hoja para trabajar como sensora en los exámenes Chunin pero esta vez algo la inquietaba, nunca había pasado su cumpleaños fuera de Sunagakure salvo que hubiese tenido alguna misión de alto rango y no hubiese nadie para reemplazarla.
Pero ese año los exámenes Chunin se habían postergado debido a la serie de acuerdos de paz que el final de guerra había traído consigo. Ya habían pasado dos años desde que la alianza shinobi se declaró ganadora pero reconstruir las aldeas dañadas tomó demasiado tiempo como para centrarse de tratados de paz innecesarios, y digo innecesarios porque la economía de las grandes naciones había perdido su fuerza por lo que ningún Kage tenía intenciones de desafiar la autoridad y soberanía de otro.
Pese a lo expuesto el tiempo había seguido su incesable marcha y antes de que alguien se diera cuenta Agosto había llegado sin que lo exámenes Chunin fuesen siquiera programados, razón por la cual la aldea de Arena y de la Hoja unieron esfuerzos una vez más para realizar un improvisado pero eficiente cronograma.
-Debes estar allí el veintitrés de este mes –había anunciado Gaara y sin oponer resistencia la embajadora de Suna había accedido. Supongo que, a pesar de las contrariedades, de tener que pasar su cumpleaños fuera de la Aldea de la Arena no existiría según su criterio un mejor destino que Konohagakure. No obstante, la desgracia con suerte seguía siendo una desgracia frente a los verdosos ojos de la kunoichi.
Vaya forma de pasar mi cumpleaños –caviló la rubia atravesando las puertas de la ciudad para presentarse frente a los guardias, quienes la saludaron respetuosamente como siempre. La dama de la arena firmó la planilla de ingreso y se adentró a Konoha sorprendida de que el Nara no estuviera aguardando su llegada como de costumbre.
Seguro estaba mirando las nubes y se quedó dormido sin darse cuenta –imaginó la dama dirigiéndose primeramente al palacio del Hokage y planeando dejar sus cosas en el hotel de siempre con posterioridad. Sin embargo, antes llegar a mitad de camino se encontró el aspirante número uno a Hokage y salvador del mundo shinobi.
-Oh Temari-chan –notó el rubio al divisar a la mencionada pero de inmediato la duda se clavó en su rostro– ¿dónde está Shikamaru? –cuestionó como adosándole forzosamente al vago.
-¿Quién sabe? –soltó ella fingiendo desinterés.
-Si tú estás aquí y él no te acompaña solo puede significar que está en una misión –quiso deducir el Uzumaki aparentando astucia pero su argumento fue rápida, cruel y severamente desmantelado por la Sabuko No.
-Tsunade-sama no le daría una misión ahora siendo que mañana empiezan los exámenes Chunin –afirmó ella sin dejar lugar a replicas.
-Es verdad –concordó el Uzumaki y de inmediato buscó otra alternativa– quizás esté ocupado trabajando en la oficina –supuso y aguardó por la respuesta de Temari quien alzó una ceja esperando que el hiperactivo shinobi se diera cuenta solo de la estupidez que estaba diciendo.
Shikamaru… trabajando –meditó la rubia al oír esas dos palabras que nunca irían de la mano– probablemente la única ocasión en la que trabaja es cuando vengo aquí y eso sucede una vez al año o dos con suerte. ¿Cómo demonios es que este chico salvó al mundo? –se preguntó en silencio al notar que Naruto no era muy perspicaz que digamos.
-Sí, seguro está trabajando –exclamó ella para terminar el tema y luego agregó– mejor voy a hacer lo mismo –se excusó para poder seguir su camino y ya no tener que debatir absurdos hilos de pensamiento.
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-Pensé que para hoy ya la tendrías –soltó sin ánimos de reprochar nada pero aun así demostrando su desilusión.
-Gomen Shikamaru –se disculpó la Inuzuka y luego pasó a explicar– apenas ayer encontramos una y está en un lugar bastante apartado.
-Sabía que no sería fácil de conseguir –manifestó por lo bajo aunque Hana lo oyó perfectamente– pero jamás pensé que fuera tan problemático.
-De cualquier manera hoy tengo una misión cerca de allí así que esta noche te la traeré –especificó la veterinaria y luego preguntó algo que le rondaba la mente desde que el Nara le había pedido un favor tan peculiar– hay algo que no entiendo ¿por qué no se lo pediste a Ino?
-Ella es muy entrometida, de seguro hubiese tenido que responder a un riguroso interrogatorio antes de que siquiera considerase hacerme el favor –fue la ambivalente respuesta que el genio dio y luego comentó a modo de despedida– debo irme ahora, se supone que debo buscar a alguien en la entrada.
-De acuerdo, no olvides pasar esta noche por mi casa para recogerla –le recordó por última vez la castaña.
-No te preocupes, estaré allí –concluyó el azabache para dirigirse a la entrada, de seguro Temari estaría molesta por haber tenido que esperarlo pero las cosas se habían complicado más de lo que el azabache había pronosticado. Ni bien llegó a la entrada notó que nadie, a parte de los guardias, estaba allí.
Esto es extraño, ella nunca llega tarde –caviló un tanto desorientado mientras se aproximaba a los shinobis para interrogarlos.
-¿Temari aún no llega? –cuestionó sin rodeos.
-Temari-san llegó hace veinte minutos –exclamó uno de los guardias.
-Nos sorprendió tu ausencia Shikamaru –comentó el otro para luego revelar– cuando ella vio que no estabas se dirigió al palacio del Hokage.
-¡Kuso! –exclamó el Nara para luego salir corriendo por los techos con el propósito de evitar el tránsito de personas en las calles y alcanzarla antes de que sea tarde.
Llego tarde una vez y esa problemática mujer decide irse por su cuenta –reprochó mentalmente mientras recorría con la vista las calles de Konoha en busca de la rubia– ni siquiera rozó su mente la intensión de esperarme.
Finalmente la encontró cuando a ella le faltaban apenas unos cuantos metros para llegar al palacio del Hokage. Descendió de los techos y aterrizó detrás de ella, la rubia se volteó abruptamente al sentir la repentina presencia de chakra detrás de sí pero rápidamente se tranquilizó a ver que se trataba de Shikamaru.
-Vaya… mira quien decidió aparecer –soltó ella como regañándolo indirectamente.
-Se me hizo tarde –argumentó él sin dar muchos detalles y luego reprochó– si me hubieses esperado unos minutos no hubiese tenido que correr como un loco hasta aquí.
-Si fue necesario que corrieras hasta aquí claramente no te demoraste solo unos minutos –manifestó enfatizando el tiempo de espera que el Nara solicitaba.
-Tsk, mejor vamos con Tsunade antes de que ella me regañe también –desvió el tema sabiendo que se trataba de una batalla perdida.
Una vez que ingresaron en la oficina de la magnate de la Hoja, la Hokage interrumpió su charla con su asistente y dejó sus papeles de lado para centrarse en los jóvenes que tenía frente a ella.
-Bienvenida Temari –saludó cordialmente a lo que la aludida realizo una pequeña reverencia frente a ella. Sin más preámbulos, Tsunade pasó de inmediato a comunicar la situación– este año los exámenes Chunin solo acogerán a shinobis pertenecientes a las cinco grandes naciones ninja así que todos los campos de entrenamiento y todas las sedes del gobierno estarán ocupadas por aliados. Afortunadamente pudimos conseguirte una habitación en el hotel donde siempre te hospedas.
-Arigato gozaimasu –agradeció la kunoichi y luego recibió de mano de Shizune la lista de equipos que llegarían mañana para el inicio de los exámenes.
-Por cierto, dile al Kazekage que con gusto asistiremos a la ceremonia de su boda –solicitó la Senju inundando la habitación de un aura más bien informal– nos honra ser sus primeros invitados.
-Gracias Tsunade-sama, los esperaremos ansiosos –respondió Temari cortésmente y se remitió al silencio para que la mujer continuara.
-Pueden tomarse el resto del día –despachó la Godaime para poder seguir con sus funciones.
Shikamaru y Temari salieron a la calle para emprender el rumbo hacia su hotel. Nuevamente ese momento del año había llegado pero algo incomodaba a la rubia algo que no podía contarle al azabache.
-Tsunade-sama ha de estar complacida, el dinero que recaudará la aldea debido a la gran cantidad de visitantes le permitirá emborracharse y apostar por varias generaciones –bromeó el azabache, no obstante, la respuesta de su acompañante no pudo ser transmitida y su conversación se interrumpió por completo ante la potente y enérgica voz de un Chunin que llamaba a la dama de la arena sucesivamente.
-¡Temari-san! –gritaba Konohamaru mientras corría a toda velocidad hacia la rubia seguido por sus amigos.
-Otra vez este niño –masculló Shikamaru como si supiera exactamente lo que se avecinaba, y así era. El Sarutobi ya había importunado al domador de sombras con el tema unas diez o veinte veces.
-Ya tiene quince años ¿cuánto tiempo más lo llamaras "niño"?–corrigió ella y, sin dar lugar a replicas, cuestionó rápidamente al desconocer la situación– y ¿a qué te refieres con otra vez?
-Está molesto consigo mismo por no romper tu record en los exámenes Chunin –comentó Shikamaru para disipar esa expresión de confusión que se había instalado en el rostro de la Sabuko No.
-Oh entiendo –soltó ella teniendo una mejor idea de cómo manejar el tema. La verdad es que ella no consideraba que el llegar a la torre central en el bosque de la muerte fuese la gran cosa, todo dependía de los oponentes que tuvieras frente a ti.
-Pero si es Konohamaru –habló ella examinando al sujeto de pies a cabeza– ¿te has convertido en todo un Chunin o eres el mismo Genin apresurado que ataca antes de conocer las habilidades de su oponente?
No puede con su genio –pensó Shikamaru dejando salir un hondo suspiro. Él sabía que la dama de la arena había tenido la intensión contenerse y sin embargo había fallado horriblemente.
-¡Si he mejorado! –se quejó él como haciendo un puchero.
-Entonces… muéstrame –solicitó ella y los ojos del Sarutobi comenzaron a brillar. Y es que nada le gustaría más que la revancha con la hermana del Kazekage, esa misma que lo había humillado antes de la guerra pero, aun así, había terminado por halagarlo.
-Bien, vamos –ordenó el castaño dirigiéndose al campo de entrenamiento seguido por sus amigos y más atrás Shikamaru y Temari.
-¿Estas segura de que es buena idea? –cuestionó el Nara preocupado por la salud física del Sarutobi.
-No voy a matarlo Shikamaru –estableció sorprendida de que el azabache creyera que ella llegaría hasta esos extremos.
-La última vez casi… –quiso debatir el manipulador de sombras pero ella lo interrumpió.
-Sí, sí, se me fue la mano una vez –reconoció lo cruel que fue con el chico la última vez que se enfrentaron– perdí la paciencia con él pero no volverá a pasar.
Una vez que se encontraron en el lugar Konohamaru se paró frente a ella. Su mirada era determinante y amenazadora. Por su parte, Temari sonrió sínicamente y tomó su abanico para dar media vuelta y comenzar a caminar en sentido contrario a su oponente. Observando esto, Konohamaru saltó varios metros hacia atrás pensando que la dama estaba tomando distancia para atacarlo. No obstante, una vez que la Sabuko No se encontró a una distancia prudente, simplemente reposó su abanico contra un árbol y susurró– descansa aquí hasta que vuelva.
¿Qué demonios hace? –se preguntó mentalmente Shikamaru al ver que la rubia se deshacía de su arma principal.
Al voltearse para ver a Konohamaru notó que la distancia entre ellos se había incrementado notablemente por lo que volvió a sonreír sádicamente, como queriendo llenar de miedo el corazón del Chunin.
-¿Que hace Temari-san? –cuestionó Moegi sin comprender la razón de sus acciones.
-Poseo el abanico que deje detrás de mí desde que era pequeña –comentó en voz alta para que todos los presentes la oyeran– pero no siempre pude usarlo, es demasiado grande y pesado para una estudiante de academia así que me gradué a Genin por otros medios.
Ya sé que estoy alardeando deliberadamente, pero ¿es por Konohamaru o por…? –se preguntó a si misma observando de reojo a Shikamaru y pronto volvió a concentrarse en batalla para percibir que sus palabras habían hecho mella en su contrincante.
El Sarutobi apretó los dientes, él esperaba que Temari peleara en serio y en cambio estaba viendo cómo se despojaba a si misma de su abanico para enfrentarlo con el mismo nivel que tenía en la academia. Para Konohamaru eso era inaceptable, y fue tanta la rabia que sintió que empuñando un kunai se abalanzó sobre ella. La Sabuko No lo esperó y antes de que él pudiese hacerle daño alguno ella soltó un hondo suspiro, inmediatamente el Chunin insertó su kunai en el brazo de la kunoichi y el humo blanco comenzó a brotar de ella, puesto que se había tratado de un clon.
-Buen intento –exclamó la embajadora, quien encontrándose de tras de él volvió a suspirar como marcando la ironía de sus palabras.
Konohamaru se volteó apresuradamente para completar sus sellos de mano e invocar su Katon: Haisekisho, y liberando una gran cantidad de humo negro envolvió a la dama de la arena, misma que se vio obligada a saltar por sobre el shinobi antes de que éste incinerara la tiznada nube. Temari parecía danzar alrededor del Sarutobi sin que este llegase a alcanzarla.
-Temari-san es rápida –alabó Udon sin comprender lo estaba sucediendo. Konohamaru respiraba agitadamente, como si hubiese utilizado demasiado chakra, pero no tenía sentido puesto que la batalla recién comenzaba y aún no había usado siquiera su Rasengan.
-No es ella es él, Konohamaru está moviéndose mucho más lento de lo habitual –reconoció Shikamaru sin poder imaginar qué tipo de truco había utilizado la kunoichi.
-¿Ya te cansaste? –Cuestionó soberbiamente la rubia mientras se cruzaba de brazos y suspiraba cerca del shinobi por tercera vez.
El agitado Chunin volvió a girar sobre sí mismo para verla sin comprender el motivo de su extenuación, pero antes de que pudiese tomar cualquier decisión Temari recubrió uno de sus kunai con su chakra elemental y lo atacó directamente, eliminando la distancia entre ellos. El shinobi no tuvo más remedio que defenderse con la misma arma hasta que la filosa y reforzada hoja de la rubia cortó a la mitad el arma del castaño. El chico terminó por saltar hacia atrás buscando distanciarse de la kunoichi para comprender lo que estaba pasando. No obstante, se encontraba tan exhausto y tan enfadado que apenas podía enfocar su vista.
Debo terminar esto ahora o estaré acabado– caviló Konohamaru comprendiendo que, independientemente de lo que le estuviese sucediendo a su cuerpo, solo tendría una última oportunidad de terminar con la batalla.
Generó entonces un clon de sombras para preparar su Rasengan, no había forma de que la rubia se defendiera del mismo sin su abanico pero no le importó. Estaba tan enojado que ni siquiera midió la potencia del ataque que iba a ejecutar sobre ella. Pese al peligro, Temari sonrió y comenzó a caminar lentamente hacia él mientras el muchacho intentaba darle forma a su chakra.
-¡¿Qué está haciendo Temari-san?! –preguntó desconcertada Moegi.
-¡Konohamaru la asesinará! –Se percató Udon y buscando que el manipulador de sombras reaccionara gritó– ¡Shiakamaru-nii!
-Aun no –sentenció el shinobi quien seguía mirando atentamente toda la situación, él sabía que Temari no era imprudente y mucho menos ingenua. Si ella caminaba con tanta seguridad hacia su adversario era porque sabía que este fallaría.
El Sarutobi intentó manipular correctamente su chakra por todos los medios pero le resultó imposible lograrlo y, eventualmente, su poder perdió toda forma para posteriormente disolverse en el aire. ¿Cómo es que no había sido capaz de lograrlo?
-¡¿Qué está pasándome?! –se cuestionó a sí mismo en voz alta, furioso por desconocer el estado de su propio cuerpo. Para cuando la Sabuko No se encontró frente a él, el pánico había invadido los ojos del castaño.
La dama le tocó la frente con los dedos y exclamó– es suficiente por hoy ¿no crees?
-Temari-san… ¿qué fue lo que…? –quiso preguntar pero ella completo la frase por él.
-¿…te hice? –Soltó ella y luego miró al Nara quien se mostraba sereno– tú lo sabes ¿no, vago?
No puedo creer que siga presumiendo así… midiéndome con un chiquillo –se criticó la dama penosamente sin abandonar su postura.
-Tengo una idea de ello pero me aterra pensar que puede ser verdad –respondió Shikamaru captando la atención de los menores y entonces comenzó a explicar– todas esas veces que suspiraste cerca de él, en realidad estabas exhalando aire mezclado con chakra. Una vez que tu chakra se mantuvo suspendido en el ambiente, Konohamaru lo inhaló al respirar y a partir de allí fuiste controlando su respiración, podrías habérselo extraído todo de golpe y asesinarlo por asfixia.
El rostro de Konohamaru demostraba terror puro, la kunoichi de Suna no dejaba de sorprenderlo y aun entre todo su asombro pudo articular– entonces fuiste dificultando mi respiración para que me cansara y paulatinamente el flujo de mi chakra se vio alterado –completó él sin poder creer que la dama haya transformado algo tan necesario como respirar en una actividad sumamente peligrosa.
-Para que generar un Rasengan es necesario poseer buen control de chakra y ella lo sabía –agregó el azabache en una especie de elogio indirecto.
-Pero ¿qué hubiese sucedido si Konohamaru atacaba con su Rasengan en primer lugar? –cuestionó Moegi al creer que el plan de la Sabuko No había sido arriesgado.
-Él no iba a usar su Rasengan porque el hecho de que yo dejara mi abanico de lado dañó su orgullo –estableció la dama de la arena– lo hizo pensar que yo no estaba peleando en serio.
-¡Dijiste que así peleabas cuando eras estudiante de academia! –reprochó el Sarutobi considerando que había mentido.
-Yo nunca dije eso, solo dije que no utilizaba mi abanico cuando estaba en la academia y es cierto –replicó la rubia y tan solo entonces el castaño comprendió que había caído en un juego de palabras que lo había llevado a la derrota– pensaste que no necesitabas tomártelo en serio porque yo no lo hacía, pero yo siempre me lo tomo en serio.
-Parece ser que volviste a perder frente a ella –señaló el vago provocando que el aludido frunciera el entrecejo.
-No es necesario que me lo recuerdes –se quejó casi haciendo un puchero, lo único que la batalla le había enseñado al Sarutobi era que aún le faltaba mucho para convertirse en un Jounin.
-Entonces… Konohamaru perdió en el momento en que dejó que ella entrara en su mente –reconoció Udon al comprender que la batalla estaba ganada de antemano.
-Pero ¿qué hubieses hecho si yo reaccionaba de otra forma? –indagó desafiante el Sarutobi uniéndose a la teoría de Moegi sobre la imprudencia de la Sabuko No.
Temari sonrió una vez más y con un rudo y fuerte movimiento de brazo su abanicó pasó de estar plácidamente recostado contra el árbol a extenderse en todo su esplendor entre las manos de la dama.
-Hilos de alambre –notó el castaño el resplandor del sol sobre el fino y metálico objeto– los colocaste cuando dejaste tu abanico.
-Temari nunca deja nada librado a la suerte –exclamó el Nara provocando que los amigos de Konohamaru asintieran con la cabeza, mientras el derrotado ninja se sentía como un tonto por haber caído en una treta tan simple.
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La dama de la arena no había gastado una cantidad significativa de chakra pero con la llegada del medio día y el hecho de que no había desayunado ni probado alguna comida significativa en tres días, las razones para ir a almorzar abundaban.
Visitaron entonces un restaurante donde servían carne asada debido a que Shikamaru había quedado en almorzar con Chouji e Ino allí. Una vez que ingresaron al local, notaron que el resto del equipo de Asuma ya se encontraba en el lugar y parecía ser que las ansias vencerían al bonachón.
-Llegan tarde –fue lo primero que Chouji dijo ganándose un golpe en la cabeza por parte de la Yamanaka.
-Ellos estaban reunidos con Tsunade haciendo su trabajo, no como tú que solo piensas en comer –se quejó la rubia mientras el castaño se frotaba el área de su cabeza que comenzaba a inflamarse.
-De hecho nos retrasamos por otra cosa –informó levemente el Nara mientras se sentaba junto a la Sabuko No.
-Lamento la demora, fue mi culpa –informó Temari mientras la mesera tomaba la orden de Chouji.
-¿Acaso llegaste tarde a Konoha? –Cuestionó escéptica la Yamanaka, siendo que la impuntualidad era anormal en la dama de Suna– o ¿tuviste problemas en el viaje?
-No fue nada de eso –refutó Shikamaru para luego explicar– solo se detuvo para enseñarle una lección a Konohamaru.
-Otra vez ese muchachito, ¿no se había rendido después de atacarte cuando volvías a Suna? –indagó Ino al notar que la determinación del Sarutobi era más grande de lo que ella creía.
-¿Uhmm que tipo de lección? –indagó el Akimichi mientras la mesera traía la orden de los cuatro.
-Siempre tomate en serio a tu contrincante –resumió el azabache terminando el tema.
-Por cierto Temari, mañana es tu cumpleaños ¿verdad? –preguntó la rubia de la Hoja con cierta emoción en la voz.
-Ni me lo recuerdes –soltó con una actitud completamente opuesta a la de la Yamanaka.
-¿No te gusta tu cumpleaños? –indagó el Akimichi al percibir el pesimismo.
-No solo no me gusta sino que siempre lo he odiado, y hasta ahora venía ingeniándomelas bastante bien para quedarme en Suna durante ese día –soltó dejando salir su frustración sin dar mucho detalle sobre la razón.
-Anímate, podemos hacer una fiesta –sugirió Ino alegremente puesto que era la excusa perfecta para reunir a sus amigos.
-Oh no, no, nada de fiestas –se apresuró a negar la Sabuko No de manera firme. Lo último que necesitaba era un pastel de cumpleaños y una canción a coro cortesía de Ino Yamanaka.
-Además mañana empiezan los exámenes Chunin –agregó Shikamaru desestimando la idea de su amiga junto a la dama de la arena.
-Al menos salgamos cenar o algo –negoció la rubia de la Hoja dando a entender que sería su última oferta.
-Me parece buena idea –accedió Chouji aunque él respondía más a intereses personales que a festejos– podemos hacer algo pequeño, solo nosotros cuatro.
-Esa es la actitud Chouji –alabó Ino para luego volver a fijar la vista en su amigo y la embajadora– ¿qué dicen?
Temari suspiró profundamente y cruzo miradas con Shikamaru como consultándole sobre la propuesta. Éste realizó un gesto de desinterés con la mano, indicándole que dejaba la decisión en sus manos y, sin meditarlo mucho más, ella finalmente cedió– bueno… no es como si tuviese algo mejor que hacer –habló aun no muy convencida de ello.
-Genial, entonces nos vemos mañana –se despidió la rubia de la Hoja tomando sus cosas para luego comentar– tengo que trabajar en la florería esta tarde.
-Yo también me voy –anunció el castaño luego dejar algunos billetes sobre la mesa a modo de pago por su comida, y poniéndose de pie agregó– se supone que debo ayudar en el depósito de armas.
-Suena aburridísimo –opinó Shikamaru apoyando su mentón sobre la palma de su mano, misma que era sostenida por su codo hincado en la mesa.
-Lo sé, pero al menos Tenten estará allí para hacerme compañía –soltó y luego de despedirse de ambos abandonó el restaurante.
-¿Tienes algo en mente para el resto del día? –indagó Shikamaru una vez que quedaron a solas.
-La verdad es que no, pero me gustaría dejar mis cosas en el hotel –manifestó señalando su mochila, nunca viajaba muy cargada y esta vez no era la excepción. No obstante, le resultaba poco práctico el andar arrastrando sus pertenencias personales por toda la Aldea.
-Vamos entonces –sugirió en inmediatamente después de abonar el precio de su comida partieron del lugar.
En el camino el Nara siguió pensando en la batalla que había presenciado entre la kunoichi de Suna y el shinobi de Konoha. Después de un momento de silencio finalmente lo preguntó– Ya no puedes mejorar más tu naturaleza elemental ¿verdad? –e inmediatamente después de cuestionar esto la dama abrió los ojos de par en par para clavarle la mirada en el rostro.
Él no es del tipo de persona que entrena pero aun así no puede evitar analizar a alguien más en batalla –meditó debido al carácter del tema que el azabache había elegido.
-No, pero puedo seguir creando jutsus a partir de ella –respondió desviando la mirada rápidamente.
Se sentía sumamente incómoda, había algo muy importante que quería decirle pero no sabía cómo hacerlo y además no encontraba el motivo de su imperiosa necesidad. Eso mismo ¿por qué? ¿Por qué contarle algo como eso? No es como si el tema lo afectara a él directamente, y de seguro terminaría enterándose al final.
Este podría ser el mejor de los momentos para sacar el tema, como también podría ser el peor de ellos –consideró mentalmente la Sabuko No sin darse cuenta de que su semblante comenzaba a mutar, exhibiendo otro más bien melancólico.
-¿Pasa algo? –cuestionó él al notar que ella se estaba comportando de manera inusual.
Temari agitó la cabeza hacia los lados en forma de negación. No había necesidad de decirlo ahora, no cambiaría nada el hecho de que Shikamaru lo supiese ahora o al final de su estadía. Razón por la cual decidió que lo mejor sería disfrutar de su viaje tanto como pudiese para que así, al volver a Suna, no tuviese ningún remordimiento.
-Solo tengo un poco de sueño –exclamó ella antes de recibir la llave de su cuarto de hotel y posteriormente ingresó al mismo junto al Nara. Prontamente ella se dispuso a acomodar sus cosas mientras Shikamaru se recostaba contra la pared y miraba el cielo a través de la ventana con una expresión apática en el rostro.
-Que aburrido… –exclamó finalmente sin retirar su vista del azul cielo.
-¿Qué sucede? –inquirió ella desde el baño mientras acomodaba sus coletas.
-No hay una sola nube en el cielo y no las ha habido en los últimos cinco días –se quejó el azabache mientras ella terminaba de acomodarse para volver a ingresar en la habitación.
-Deberías estar agradecido, parece que la ausencia de ellas ayuda a que te concentres en tu trabajo –soltó ella con astucia sabiendo que él no lo comprendería, y anticipando que sería capaz de liderar la charla mediante una premisa falsa la cual él corregiría. De esta manera, ella ganaría el dominio de la conversación y la guiaría por un sendero en el cual él mismo se vería en la necesidad de revelar la verdadera respuesta a la pregunta que acosaba la mente de la rubia desde que había llegado a Konoha.
-¿Eh? ¿De qué hablas? –cuestionó él confundido, acorde al plan de Temari.
-Hoy llegaste tarde a la entrada, estabas trabajando ¿no? Porque estabas demasiado lúcido como para haberte despertado recientemente –insinuó ella siguiendo con aquel juego.
-No estaba trabajando estaba… –comenzó a explicar el Nara pero se detuvo a medio camino al concientizarse de las intenciones de la rubia, quien expectante levantó una ceja mientras aguardaba que el vago completara su frase–…hablando con alguien.
-¿Entonces me estás diciendo que llegaste tarde porque te detuviste a mejorar tus relaciones sociales? –preguntó la dama incrédula de que el Nara fuese tan poco considerado, cuando en otras ocasiones había incluso sacrificado horas de sueño por acompañarla cinco minutos.
-Mendokusei, se me hizo tarde mujer… una sola vez –volvió a la misma excusa para recalcar la cantidad de veces que había sucedido ese incidente y prometer– no volverá a pasar.
Estás muy misterioso Shikamaru Nara –caviló la dama sabiendo que el tema ya estaba más que sepultado pero eso no le impediría hacer un último intento.
-Si querías tiempo con tu novia solo debiste enviar a alguien más por mí –soltó ella cruzándose de brazos mientras esbozaba una expresión libidinosa en el rostro aunque en realidad la posibilidad de que él corroborara lo que ella insinuaba la inquietaba de forma extraña.
-Tsk, como si yo quisiera perder mi tiempo con una mujer sabiendo lo problemáticas que son –exclamó con pereza esperando que ella no se hiciera una idea equivocada y luego volvió a afirmar– llegaré a tiempo la próxima vez.
Ya no habrá próxima vez –meditó ella sin dejar que la nostalgia la alcanzara y fue entonces que inconscientemente sintió deseos de pasar todo el tiempo que le fuera posible junto al shinobi, aunque esto implicase solo breves charlas y comentarios hirientes entre ellos.
-Más te vale. –Advirtió ella un poco en broma otro poco en serio y luego cambió rotundamente de tema– Estaba pensando en comprarle algo a mi futura cuñada pero nunca hice ese tipo de paseos por Konoha, ¿me acompañas? –solicitó abiertamente.
Temari no suele pedir este tipo de cosas –notó él de inmediato pero no tenía motivo ni interés en rechazar la solicitud.
-Claro, ¿tienes en mente que quieres comprarle? –indagó él esperando que el viaje no durara más de lo necesario puesto que aún tenía que reunirse con Hana.
-No en verdad, pero supongo que algo para su boda –soltó la Sabuko No dubitativa respecto al obsequio.
-Si aún no sabes que comprarle mejor nos ponemos en camino –apresuró el Nara abriendo la puerta y esperando a que la dama la atravesara primero.
Ella emprendió la marcha aceptando en silencio la caballeresca actitud del Nara pero no podía evitar sentir que el sujeto estaba acelerado cosa que no iba para nada con él.
-¿Tienes algún compromiso después? –preguntó sin rodeos la rubia una vez que ambos se encontraron paseando por las calles de Konoha.
Esa es la única pregunta que quería evitar –pensó el Nara intentando serenarse sin mucho éxito– pero no tendría sentido mentirle, me descuartizará si sospecha que quiero engañarla.
-Sí, tengo que hablar con alguien esta noche –soltó levemente sin querer profundizar en el tema.
La falta de detalles me irrita pero ¿por qué? –se preguntó la dama en silencio, reconociendo que el malestar se gestaba principalmente cuando el tema de sus nuevos vínculos surgía– es natural que se relacione con personas de Konoha y que yo no las conozca. Tampoco es como si quisiera controlar su vida, tiene el derecho de hacer lo que quiera, incluso tiene el derecho de no decírmelo pero… me sorprende que no lo haga, incluso cuando murió su sensei me abrió su corazón para hablar del tema pero ahora se ve tan despiadadamente hermético…
-Oh si, olvidaba lo de tu nueva vida social –habló ella con sarcasmo intentando ocultar su aflicción por lo que, no conforme con lo expuesto, posteriormente indagó socarronamente– ¿vas a postularte para presidente de algún club de fans?
-Muy graciosa –acotó el Nara satíricamente y luego volvió a centrarse en el tema que los ocupaba– quizás quieras darle alguna prenda de ropa, a las mujeres les gusta la ropa ¿no?
-Sí, podría comprarle una sudadera fucsia para que vista sobre su vestido de bodas, de seguro me lo agradecerá –habló con ironía provocando que el vago frunciera el ceño, él realmente no sabía mucho de mujeres.
No le interesaba nada complicado y no había nada más complicado en el mundo que las mujeres. Según Shikamaru, eran problemáticas, ruidosas e impredecibles en el mejor de los casos, y en el peor le añadía el calificativo de mandonas. Casualmente, la chica que lo acompañaba en estos momentos reunía todos esos atributos y más pero, si era así, ¿por qué disfrutaba de su compañía? Hasta discutir con ella era malditamente divertido, su presencia se hacía notar y su ausencia aún más. Quizás por ese mismo motivo se había metido en la inoportuna circunstancia de deberle un favor a la Inuzuka.
-¿Qué tal un colgante? –volvió a sugerir esta vez de manera más acertada.
-No lo sé, no me gustan las joyas y no me llevo bien con ellas –manifestó la rubia resistiéndose un poco a la idea.
-Para eso está la vendedora, se supone que debe aconsejarte –argumentó el azabache convenciendo a la rubia. Finalmente no solo entraron al local sino que terminaron por comprar el dichoso colgante.
-No entiendo porque Gaara se casa siendo tan joven –soltó Shikamaru y a Temari volvió a incomodarse pero esta vez logró disimularlo mejor– el matrimonio parece algo tan complicado…
-No es como si tuviera opción –soltó con cierta amargura, como dándole un papel central al destino.
-¿A qué te refieres? –curioseó él sin imaginar qué tipo de autoridad podría imponerse a la de un Kage en asuntos tan personales.
-Gaara se casará debido a una antigua ley de Suna –acotó sin mucha explicación de por medio y luego le añadió un poco de sentido a la norma– nadie nunca imaginó que nombrarían a un Kazekage tan joven.
-¿Una ley lo obliga a casarse? –preguntó sin comprender la lógica detrás de eso.
-Suna estuvo una vez asediada por la guerra, y fueron tantas las pérdidas que prácticamente no quedaron adultos en edad fértil –relató las dificultades que la Aldea de la Arena tuvo que surcar para ser lo que es hoy en día– la falta de población produjo una fuerte disminución en la cantidad y calidad de shinobis y también un deterioro en la economía de la Aldea. Por esa razón, los ancianos del concejo promulgaron una serie de leyes, entre ellas una era dirigida específicamente al Kazekage que llevara más de un año en el cargo y no tuviera hijos –detalló para acallar la curiosidad del Nara.
-¿Y qué opina Gaara de eso? –cuestionó Shikamaru considerando que ninguna persona aceptaría tan tranquilamente un destino impuesto por otro ser humano.
-Quería hablar de eso con él antes de venir aquí pero difícilmente logré verlo entre los preparativos para el viaje y las juntas con el concejo –manifestó ella un tanto cabizbaja y luego acotó– Konoha es la única que ha recibido la invitación a su boda así que aún estoy a tiempo de ver qué sucede.
Parece más serio de lo que aparenta, ¿qué estará pasando en Suna ahora mismo? –se preguntó Shikamaru volviendo a mirar ese cielo carente de nubes que comenzaba a oscurecerse.
-Bueno supongo que es todo por hoy –se detuvo a rubia para tomar caminos separados y entonces un silencio se prolongó entre ellos, pero al cabo de unos instantes la dama de ojos verdosos supo que él no tenía nada más para decirle por lo que sentenció– nos vemos mañana en la presentación de los exámenes.
Creo que no puedo pretender que las cosas siempre salgan como quiero –caviló la Jounin encaminándose hacia la entrada de su hotel.
-Sí, hasta mañana –soltó un poco indeciso, no quería dejarse llevar por un impulso pero las cosas estaban tan raras entre ellos que no sentía cómodo dejando que ella se fuera así– Temari… –la llamó provocando que la aludida se detuviera y volteara con el propósito de escuchar lo que el vago tenía para decir pero la cobardía lo alcanzó primero– no, no es nada… nos vemos mañana –mitigó él arrepintiéndose a último momento. Era un cobarde después de todo y había ciertos aspectos de sí mismo que aún no podía controlar.
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A la mañana siguiente los molestos rayos de sol que iluminaban el rostro de Temari se vieron opacados por un instante, y fue precisamente la ausencia de su calor lo que logró despertar a la dama. Para cuando abrió sus verdosos ojos el sol volvía a incrustarse contra éstos, razón por la cual parpadeo consecutivamente buscando recobrar la visión.
Una vez que lo logró, volvió a cerrar los parpados, se sentó en su cama y comenzó a desperezarse. La verdad es que no había dormido muy bien a pesar del cansancio del viaje y un poco más de sueño no le habría venido mal. Sin embargo, estaba tan desorientada que ni siquiera tenía idea de la hora que era y cuando bajo sus brazos y abrió nuevamente sus ojos notó que no estaba sola.
-¿Por qué colocas éstas? –cuestionó Shikamaru mientras le mostraba las trampas que él había desactivado para poder entrar a la alcoba de la embajadora.
-¡Shi-Shikamaru! ¡¿Qué demonios haces aquí?! –indagó cubriéndose con las sabanas aunque llevaba puesto un camisón.
-Tranquila, no es para tanto –aminoró él mientras se daba la vuelta para que la rubia se calmara y de paso ocultaría el leve rubor que comenzaba a surgir incontrolablemente en su rostro– ahora no te estoy viendo ¿conforme?
-¡¿Cómo esperas que este conforme cuando te escabulles en mi habitación mientras duermo?! –cuestionó con molestia ella, saltando prácticamente de su cama.
-Si te hace sentir mejor, tus trampas me tomaron por sorpresa –respondió él con ironía.
-Hoy van a llegar muchos shinobis de diferentes lugares, es natural que sea precavida ¿no crees? –indagó mientras dudaba si debía cambiarse o no, si el Nara se daba vuelta el bochorno sería demasiado grande para que la Sabuko No pudiese contenerse.
-¿Dudas de nuestra seguridad? –indagó girando un poco la cabeza instintivamente.
-¡No te voltees! –ordenó la dama provocando que Shikamaru se paralizara y volviera a fijar la vista en la ventana que estaba frente a él.
-Mendokusei ¿Cuánto vas a tardar en cambiarte, mujer? –indagó el shinobi mientras se ruborizaba completamente.
Temari se deshizo de su camisón y rápidamente se colocó sus pantaloncillos y sudadera, ambos de red, y se vistió con su negro y corto kimono sin mangas, por encima de éste su violácea top largo que era sostenido por el clásico obi morado. Para cuando estaba terminando de atar dicha prenda de ropa habló– ya puedes voltearte.
-Hasta que terminas –se quejó volviendo la mirada sobre ella– además son demasiadas prendas para cubrir tan poco ¿no te parece? –observó luego mientras la dama se ponía los guantes que dejarían libre sus dedos.
-¿Ahora también me darás consejos de moda, vago? –cuestionó con una sonrisa maliciosa y una mirada desafiante.
-No gracias, me gusta vivir –respondió reconociendo el sadismo en su expresión. Cuando la kunoichi de la arena terminó de calzarse el manipulador de sombras retomó la palabra– ¿vamos ya entonces?
-¿A dónde? –indagó ella al ver que aún faltaban un par de horas para la ceremonia de apertura.
-Hoy es tu cumpleaños ¿no? –le recordó y aunque ella hubiese preferido olvidarse del tema asintió con la cabeza para él prosiga– entonces vamos a enterrar tu regalo.
¿Acaso me regalará un cadáver? –se preguntó por la manera en la que el genio se había expresado.
-¿Enterrar? –preguntó esperando algún otro tipo de información.
Pero en lugar de despejar las dudas de la rubia, el azabache optó por asomarse a la ventana y desde allí le dijo– sígueme –para continuadamente empezar a desplazarse a toda velocidad por los tejados.
-¡Espera! –solicitó pero el Nara no se detuvo, solo volteaba la vista ocasionalmente para asegurarse de que ella aun estuviese detrás de él.
Una vez que se encontraron lo suficientemente apartados de los edificios de Konoha, Temari comenzó a desorientarse. No tenía idea de donde estaba porque nunca antes había ido tan lejos. Paulatinamente, Shikamaru comenzó a bajar la velocidad y una vez que ella la alcanzó ambos ingresaron al bosque de la familia Nara.
-Solo los miembros de mi clan pueden entrar aquí –comentó mientras la intriga invadía a la dama de ojos verdosos– este bosque está lleno de ciervos que mi familia cuida –explicó mientras comenzaba a adentrarse en el mismo y los ciervos se aglutinaban a su alrededor para observar con expectantes ojos a la intrusa. Las miradas de los animales llevaron a Temari a quedarse parada un instante sin saber bien que hacer y, al notarlo, Shikamaru se detuvo para exclamar– no te harán daño, pero si prefieres puedes darme la mano.
-¡Hump! no tienes tanta suerte –repuso ella tercamente, dejando que su orgullo aplacara su temor. El Nara sonrió y continuó en silencio sintiendo, unos instantes después, como la kunoichi tomaba sutilmente la tela de la manga del Nara para mantenerse tranquila.
El fingió no notarlo para que ella no decidiera apartarse y así lo siguió hasta un lugar donde las sombras de los arboles no lograban cubrir el césped. En ese lugar había una maseta y de ella surgía una planta que la dama jamás había visto antes.
A esto se refería con enterrar –comprendió al instante la kunoichi sonriendo sin poder contenerse.
Ella era plenamente consciente de que el domador de sombra conocía de su afición por ver crecer las plantas puesto que ella misma se lo había comentado en una ocasión, pero no esperaba que él lo recordase.
-Es muy hermosa –soltó ella al ver como sus flores rosas y talló pálido resaltaban del verde entorno.
-Es una adenium obesum –informó él mientras la retiraba con cuidado de su maseta.
-Debes tener cuidado con sus raíces –señaló la Sabuko No mientras acomodaba dichas extremidades para que no se dañara la planta.
-Parece que sabes más de esto que yo ¿me ayudas? –invitó el Nara quien ya había hecho el pozo en la tierra el día anterior. Ella asintió con la cabeza y quitándose los guantes tomó un puñado de tierra al igual que él para fijar la planta.
-Este es un regalo de cumpleaños muy particular –reconoció Temari puesto que comprendió que de ahora en más siempre habría algo de ella en el bosque de Shikamaru.
-No es solo un regalo de cumpleaños, también es el símbolo de nuestra amistad –manifestó el Nara a lo que la Sabuko No retiró por un momento la vista de la planta para posarla sobre él.
Pese a todos los años de camaradería, las pláticas compartidas, y las misiones en conjunto, ellos jamás habían estado tan cerca el uno del otro, y ella no pudo evitar inmovilizarse al notar cuanto había crecido aquel vago que había enfrentado en los exámenes Chunin.
-No necesito una planta para recordarte –habló la Jounin sin su característica seguridad por tratarse de algo muy personal. Al notarlo, el azabache levantó la mirada al instante para encontrarse con esos grandes y hermosos ojos verde azulados. Y como si de un espejo se tratase, el rostro de uno se reflejó en los ojos del otro y viceversa.
Ya había notado que ha dejado de ser un niño llorón para convertirse en todo un hombre pero esto es… –pensó Temari sin poder controlar esos sentimientos que comenzaban a aglomerarse en su garganta.
Ella siempre ha sido problemática, mandona y temible pero aun así provoca algo en mí, algo que nunca he querido reconocer pero lo que siento ahora es… –caviló Shikamaru sin poder apartar la mirada.
-…es… ridículo –completaron sus pensamientos al mismo tiempo sin saberlo; y en ese momento una parvada de aves salieron volando de entre los arboles con rumbo hacia el sol, obligándolos a ambos a volver a la realidad.
Se separaron un poco instintivamente al ver que estaban invadiendo el espacio personal de otro e inmediatamente terminaron de aprisionar la tierra que rodeaba a la flor, casi como si fuera la excusa perfecta para no hablar de ello. Una vez que la planta se encontró perfectamente situada, los shinobis se sacudieron el polvo de las manos y fue allí cuando Shikamaru se dispuso a sentarse bajo la sombra del árbol más próximo, desde donde tenía una visión perfecta de la planta.
-Debido a la brisa, desde aquí se puede apreciar perfectamente el aroma de la flor –señaló el Nara como invitando a la Sabuko No a acompañarlo. La dama comprendió perfectamente su intensión pero aun así se sentó a su lado sin replicar.
El ambiente se llenó de calma y dulces aromas, la relajación de cuerpo y alma era inminente pero, contrario a lo que se creería, fue Temari quien se quedó dormida sin notar que su cabeza se deslizaba sobre el hombro de Shikamaru. El azabache la observó detenidamente con una armoniosa sonrisa en el rostro.
La imagen de sus plácidos ojos dormitando, cubiertos por momentos por el vaivén de sus dorados cabellos mecidos por la brisa le parecía encantadora. Bajo éstos, su delicada nariz era apenas iluminada por una abertura de luz que se filtraba desde la copa de los árboles y, continuando con su recorrido visual, el genio se llegó hasta sus labios. La respiración de la mujer era apacible y sus boca entreabierta indujeron al vago a concentra su atención en esos húmedos y delicados labios rosas, parecían tan suaves que la tentación lo invadió arremetedoramente. Sin embargo, no se dejó llevar por sus deseos, él era ante todo un caballero y jamás se aprovecharía de una dama inconsciente.
-Temari… –susurró él con toda la delicadeza de su ser. La dama frunció por un momento el ceño como negándose a despertar– Temari… –volvió a insistir Shikamaru a lo que la Sabuko No entreabrió los ojos con pereza.
-¿Me quedé dormida? –cuestionó alejándose un poco de muchacho para sentarse erguida. Extraordinariamente, había dormido considerablemente mejor sentada en el suelo junto al vago que en su cama de hotel.
-Solo una media hora –informó el azabache y luego agregó– pero si no nos vamos ahora llegaremos tarde a la ceremonia.
Temari se puso de pie y volvió a posar su mirada sobre la flor rosada para consecutivamente acotar– es una pena, me gustaría poder quedarme un rato más.
-No pongas esa cara, podemos volver otro día –anunció el domador de sombras complacido de ver que la dama de la arena apreciaba su regalo.
Ella se dio vuelta y le sonrió sinceramente, como pocas veces lo había hecho. Él reconoció ese peculiar gesto de inmediato y aun asombrado, no ocultó su felicidad sino que sonrió a la par de ella.
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La ceremonia no había sido ni extensa ni tediosa, la Hokage había hablado lo justo y necesario y los participantes comenzaron de inmediato con la parte escrita del examen. Como era la costumbre, Temari y Shikamaru fueron enviados a hacer papeleo durante ese tiempo pero ninguno de los dos contaba con la visita de Ino, así que cuando la rubia entró a la oficina nadie comprendía su visita.
-¡Feliz cumpleaños Temari! –felicitó a viva voz la Yamanaka avergonzando a la Sabuko No, quien ya se veía venir las preguntas y comentarios sin sentido como: "¿hoy es tu cumpleaños?" "¿Cuántos años tienes?" "Mi vecino también es de virgo" "¿Tus hermanos no vendrán a verte?"
Y, tal y como era de esperarse, todas esas preguntas y más fueron formuladas por los otros tres shinobis con los que compartían oficina los sensores. Armándose de paciencia la rubia puso su mejor cara para contestar la mayoría de ellas antes de que Shikamaru les ordenara a los presentes tomar un receso y le salvara el pellejo a la dama de ojos azul verdosos, quien ya empezaba a sentir una incontrolable sed de sangre.
-La discreción no es tu fuerte ¿verdad? –inquirió sarcásticamente el Nara a su amiga, quien sintió que realmente había metido la pata.
-Gomenasai Temari-chan, yo solo quería pasar a felicitarte y decirte que esta tarde te pasaré a buscar por el hotel para que me acompañes a buscar tu regalo de cumpleaños –informó de sus buenas intenciones.
-No hace falta, Ino –se negó amablemente dando a entender que no necesitaba ningún objeto material.
-¡Claro que sí! –Insistió la kunoichi médica sin aceptar una negativa por respuesta y luego posó su mirada sobre el vago– me imagino que le tú también le darás algo –estableció amenazadoramente.
-Yo ya le di su regalo –se defendió el shinobi provocando una curiosidad desmedida en la Yamanaka.
-¿En serio? ¿Qué te regaló? –le preguntó a Temari esta vez con cierta emoción en la voz.
-Una flor –respondió la dama de la arena mientras el rostro de Ino se llenaba de asombro.
-Uhmm ¿no quieres decir un ramo de flores? –cuestionó su interlocutora aunque esa respuesta también le resultaría extraña ya que el Nara no había comprado nada en su florería. Y de inmediato se imaginó al manipulador de sombras cortando un diente de león del prado.
No puede ser tan tacaño –se refutó a si misma dudando de su compañero de equipo.
-No le regalé un cadáver, le regalé una flor –comunicó Shikamaru buscando despejar las dudas que invadían a la rubia– la plantamos esta mañana.
-¿La plantaron? ¿Pero dónde? –curioseó la Yamanaka sin comprender bien.
-En el bosque de mi clan –informó él sin querer ahondar en detalles.
-Le regalas una flor que plantas en tus tierras ¿eres idiota o qué? –preguntó sin comprender la lógica detrás de esto puesto que ¿quién regala algo que conservará para sí mismo?
-Ya déjame Ino –solicitó el azabache y luego argumentó falsamente– la planta es muy delicada y rara, no sobrevivirá en otro lugar.
-¿Y se puede saber que planta es? –cuestionó la dama de ojos celestes pero Shikamaru no le respondió, la rubia buscó entonces respuesta en la cumpleañera.
-Es una adenium ob-ob… –intentó recordar la Sabuko No pero el nombre se le había ido de la mente.
-¡¿No será una adenium obesum?! –Indagó sumamente pasmada por la posibilidad– ¡¿Shikamaru?!
-Sí, esa es –reconoció la Jounin de la arena y al ver la emoción en el rostro de la rubia inquirió– ¿qué tiene esa planta?
-Eres sumamente astuto Shikamaru, me disculpo por haber dudado de ti –soltó la Yamanaka con cierta ternura en la mirada y luego pasó a explicarle a la dama de la Arena mientras el vago abandonaba la oficina. Al genio de la Hoja le resultaba extremadamente incomoda la situación y realmente no quería escuchar sus propios motivos de boca de su amiga.
-¿Ino? –solicitó Temari queriendo saber de qué hablaban.
-La adenium obesum es una planta sumamente rara que necesita de cuidados especiales para sobrevivir pero ciertamente es hermosa, como toda flor que crece con esfuerzo –explicó ella dejando el detalle más importante para el final– se la conoce comúnmente como flor del desierto.
-Pero yo nunca he visto una así en Suna –replicó la dama de ojos verdosos.
-Eso es porque incluso en ese tipo de climas es difícil que sobrevivan, pero si lo hacen dan las flores más bellas. –Informó Ino impregnándose del romanticismo de Shikamaru para comentar– No sé si lo has pensado aun, pero ahora hay una flor del desierto creciendo en el bosque Nara.
Temari no pudo evitar sonrojarse ante las palabras de Ino, e inmediatamente recordó lo que Shikamaru le había dicho sobre el símbolo de su amistad.
-Creo que ahora lo entendiste –sonrió la rubia complacida de que su mejor amigo haya dejado atrás su cobardía para reconocer cuanto le importaba la dama de Arena.
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Notas del Fic: Hola queridos amigos, como ven estoy empezando la publicación de un nuevo fic cuyas actualizaciones serán semanales, siendo esto así me gustaría que me dejaran saber si les gusta o no el fic o un comentario diciendo que cambiarías y demás. Recuerden que no solo yo, sino todos los autores que les brindan entretenimientos pasan muchas horas escribiendo y pensando cada capitulo para intentar entregarles un fic que pueda llegar a complacerlos de principio a fin.
