10:05 a.m.
¡Demonios! ¡Maldita sea! ¡¿Por qué, por qué?! ¡ODIO EL DÍA DE SAN VALENTÍN!
Sí, estamos en este fatídico y estúpido día en el que todos los idiotas están prácticamente vomitando corazones y tragando arcoíris; hay color rosa por doquier, figuras tiernas e insoportables y no puedes salir a la calle sin que todos los lugares estén inundados de personas de par en par haciendo ojitos y diciendo tonterías de enamorados.
Dios, este día es demasiado cursi, demasiado dulce, demasiado imbécil… simplemente, DEMASIADO.
No recuerdo desde cuándo lo odio, sólo que así es -y prueba de ello es que estoy ahora despierta a esta hora, que es como MUY temprano para mí-. Las personas actúan con tanta asquerosa hipocresía, gastando en regalos y felicitaciones que terminarán en la basura al día siguiente, y cada género hace lo suyo: los chicos, por un lado, creen que simplemente por comprar un oso de peluche, un ramo de flores y/o unos dulces o chocolates obtendrán algo más a cambio; por su parte, las chicas se visten como zorras y están pegadas como siameses de sus novios, portándose tan huecas que no llegas a entender siquiera lo que está diciendo.
Pero, oh, lo peor de todo, lo que de verdad me hace querer encerrarme en casa para no salir sino hasta la semana entrante es cuando las personas no lo hacen por hipocresía, sino cuando lo hacen motivados por el estúpido hombre en pañales por el cual han sido flechados -mejor dicho jodidos- y están tan desesperados en encontrar un regalo lo suficientemente espléndido, hermoso y caro como para hacer sangrar sus ojos y sus billeteras.
Aunque realmente eso no es lo peor de este preciso día, lo peor de esta fecha en especial, lo más asqueroso y repulsivo de este único y exclusivo día lleno de idiotas enamorados es que este año… yo soy una de ellos.
Es aun peor de lo que imaginaban, ¿cierto? Pues así es, este año formo parte del círculo de tarados que contribuyen a la mercadotecnia y terminan endeudados hasta las pelotas, y eso se debe a una simple, pequeña, algo desorientada y pelirroja razón: Cat Valentine -Dios, la ironía-. Desde hace ya seis meses estamos saliendo, y gracias a eso es que me encuentro en esta situación tan desastrosa. Dicen que la intención es lo que cuenta, pero eso es una mierda, pues si le das a tu novia un maldito chicle masticado con las mejores intenciones no creo que la pongas muy feliz, así que quien diga "la intención es lo que cuenta" debe irse a la…
Beep beep beep
Oh, mi teléfono. Lo tomo y al ver la pantalla resplandece una foto de Cat mandando un beso hacia la cámara. Sin poder evitarlo una furtiva sonrisa -muy pequeña, en mi defensa- se instala en mis labios.
—Hey, Cat— Intento ocultar el nerviosismo que siento al no tener un regalo siendo ya 14 de febrero y a punto de verme con Cat en unas escasas 4 horas.
—¡Oye, eso no es justo! ¿Cómo supiste que era yo?— Contrólate, Jade, no hagas ningún comentario que pueda llegar a exteriorizar lo tonto de esa pregunta.
—Tuve una corazonada— Aunque mi sarcasmo sea evidente sé que para ella pasará desapercibido.
—¡Entonces hay que hacerlo de nuevo, desde el principio!— ¿A qué se refiere con…? Colgó. No pasan ni dos segundos cuando mi teléfono comienza a sonar de nuevo y otra vez veo la fotografía de Cat en la pantalla.
—Hola, ¿Quién es?— Sí, creo que es mejor para todos si continúo con su juego.
—¡Soy yo, Jadey!— Pero qué sorpresa —¡Feliz día de Cat!— Su entusiasmo y la esplendida -nótese el sarcasmo- coincidencia con su apellido por alguna razón me parecen más tiernos que de costumbre. Ugh, estúpido día —Apuesto a que no lo viste venir—
—Me tomaste desprevenida— Sus risillas al otro lado de la línea confirman lo triunfal que debe estar sintiéndose aunque para cualquier otra persona sea obvia la falsedad en mi voz. Seguro está sonriendo tan ampliamente que sus adorables hoyuelos se notan en sus mejillas y sus ojos se… ¡Ay, demonios, estúpido día! ¡Y no vamos ni a la mitad!
—¿Qué haces?— Ahora que lo mencionas cambiando drásticamente de tema y sacándome de mi estupor… a punto de salir desesperada a encontrar un regalo en menos de cuatro horas, ¿y tú?
—Nada realmente, yo sólo…—
—¡Frankie, no! ¡Baja eso!— ¿Qué demonios?
—Cat, ¿Qué diablos hace tu hermano esta vez?— Pregunto sin siquiera una pista de qué clase de locura esté haciendo ese fenóm… chico. De repente, al otro lado de la línea se escucha un ruido muy estridente, algo así como una podadora combinada con un maldito helicóptero o tal vez…
—¿Qué dices? ¡No te escucho! ¡Frankie tiene la aspiradora en…!—
—¿Sabes qué, Cat? No quiero saberlo— Mientras menos sepa, mejor —Nos vemos en un par de horas, ya debo irme, y suerte con el estú… con tu hermano— Cat odia cuando maldigo, y aun más si se trata de su hermano; "podrá estar algo… desorientado, pero es un buen chico", sí, claaaaaro.
—¡No te escucho nada! ¡Pero espero tener suerte con mi hermano, y no olvides que nos veremos en un par de horas! ¡Adiós!— A veces me pregunto si hace este tipo de cosas a propósito, pero luego recuerdo que para ella no existe el sarcasmo y se me pasa.
—Adiós…— Cuelga. Muy bien, eso fue lindo… ¡Maldito día hijo de…!
Beep beep beep
—¿Hola?— No vi quién era antes de contestar.
—¡Casi lo olvido!— Y es ahí cuando escucho la voz de Cat y un sonido muy largo de ella mandando un beso a través de la línea —¡Te amo, Jadey, nos vemos!—
—Eh, yo…— Cuelga sin esperar una respuesta y yo me quedo observando el pequeño aparato durante unos segundos cuando empiezo a ser consciente del calor en mis mejillas —¡Mierda!— Vuelvo a tirarme en la blanda superficie de mi cama cubriendo mi rostro con una almohada. Si tengo suerte tal vez me asfixie.
No es la primera vez que ella me lo dice, y tampoco es la primera vez que no le respondo… con palabras, por lo menos. Veamos: la primera vez fue luego de los tres meses, habíamos ido a un parque de diversiones y al dejarla en la puerta de su casa lo dijo tan naturalmente que prácticamente me quedé en shock durante unos segundos, en parte por asimilar lo que dijo y por lo abrumada que me sentía al darme cuenta que deseaba decirlo de vuelta; sin embargo las palabras se atoraron en mi garganta y no salió ni un sonido, por lo que fue casi un impulso automático lo que hice después: la besé. Lenta, suave y lo más gentil y amorosamente que pude durante un largo rato. Al separarnos la recuerdo sonriendo tan ampliamente que me permití a mí misma hacer lo mismo; luego nos despedimos y ella entró a su casa mientras yo seguía sonriendo estúpidamente mientras caminaba hacia la mía.
Todas las veces siguientes eran tan casuales y cada vez más comunes y sin embargo nunca pude decirlo en alto. No es que no quisiera decirlo -por muy raro que eso pueda parecer- pero por algún motivo me bloqueo, aunque también podrían ser nervios de admitir mis sentimientos y… ¡Ay, pero ¿qué demonios me pasa?! ¡Soy Jade Maldita Sea West! Yo no me pongo nerviosa… además, aunque así fuera -que por supuesto que no lo es- ya lo tengo todo planeado, lo único que me falta es un estúpido regalo y mi mente está tan seca como el maldito Sahara.
Piensa, Jade, piensa… ok, es Cat de quien estamos hablando, quien adora el color rosa que lastima los ojos y todas esas cosas tiernas que provocan nauseas, los dulces independientemente de la diabetes, los animales… ¡Hey, un animal! ¡Cat adora los cachorros! Y hay como, no lo sé, varios refugios de animales en la ciudad, ¡solo necesito encontrar al cachorro adecuado y listo! Jade West, eres una genio.
Sin pensarlo un minuto más tomo mis llaves y salgo de la casa, acelerando hasta casi sobrepasar el límite de velocidad en el auto y en peligro de provocar un accidente pues sostengo mi teléfono en una mano mientras localizo la dirección del refugio más cercano. Se encuentra a unos cuantos minutos de aquí así que a la velocidad que voy no puedo tardar demasiado.
—Me estás jodiendo, ¿verdad?— Le pregunto una vez más al puberto frente a mí en la recepción, conteniendo lo mejor que puedo -mas no muy exitosamente- la ira que siento —¿Cómo demonios me dices que no hay ni un solo maldito cachorro en este asqueroso lugar?— Me acerco amenazantemente, fulminando al pobre idiota con la mirada y tomándolo por el cuello de su camisa, a lo que este se aleja tragando saliva en seco -y juraría que con los pantalones mojados-.
—E-es la-la ve-verdad, to-todos lo-los ani-animales fu-fueron lle-llevados…—
—¿Sabes qué? Solo olvídalo, no soporto tu tartamudeo y tengo el tiempo contado— Lo suelto rudamente y me dirijo a la salida con inmensas ganas de golpear algo. Ya llevo cinco, cinco jodidos refugios en los que no hay un jodido animal y los empleados son unos jodidos idiotas que no saben -o no pueden decir, como este imbécil- dónde están.
Al cruzar la calle me encuentro con el gran parque que vi hace unos cuantos minutos antes de prácticamente correr hacia el refugio y que es en el que exactamente voy a verme con Cat en… 15 minutos. Perfecto. Esplendido. Maravilloso. Día hijo de perra.
Llego a una banca bajo la sombra de un árbol y me tumbo ahí como una condenada a muerte esperando por el verdugo. No debería importarme tanto, es solo un estúpido día, pero pienso en Cat y en lo mucho que debe haberse esforzado en su regalo y en lo mucho que -aunque no lo admita- debe estar esperando el suyo, y en lo linda que va a verse vestida con ese color rosa chillón que le sienta tan bien y sus… repito, día hijo de perra. Lo único que pude conseguir -pensando que encontraría a un cachorro- fue una pequeña camiseta para perros que…
—¡Jadey!— Demonios, ya está aquí. Me levanto de la banca y ella corre hacia mí con una enorme y luminosa sonrisa en el rostro. Se ve tan hermosa con ese atuendo insoportablemente rosa y brilloso, su fulgurante cabello ondeando mientras se dirige a toda velocidad hasta mi posición… Dios, no me importa cómo suene, simplemente es embelesante, Cat es lo más bello que pudiese existir.
Aun si no soy fanática de las muestras públicas de afecto, cuando salta y enrolla sus brazos en mi cuello abrazándome con fuerza no puedo hacer otra cosa más que devolver el abrazo envolviéndola por la cintura y aspirando el dulce aroma que desprende su cabello.
—Te extrañé mucho, Jadey— Me besa fugazmente.
—Pero nos vimos ayer— A pesar de mi tono burlón no la suelto ni me alejo de ella más de lo suficiente.
—Pero, ¿Sabes cuánto es eso en años de perro?— ¿Por qué tenía que mencionar a esos animales?
—Eh… nop, no lo sé, Cat, ¿Cuánto es?—
—No lo sé, por eso pregunté— Ríe ligeramente. Pero… ay, mejor olvídalo, Jade —¡Oh, Feliz Día de San Cat, Jadey!—
—¿"San Cat"?— Casi no puedo contener la risa.
—Así es… toma— Se separa de mí y me extiende una caja con colores abigarrados al estilo "Jódeme la pupila" y que ni siquiera noté que traía en las manos —Espero que te guste, lo hice yo misma—
—Cielos, Cat, no debiste molestarte…— Al abrir la caja me encuentro con algo sumamente inesperado —En serio, no debiste molestarte— Hay dentro de la caja un par de tijeras de un gran tamaño y que podrían ser perfectamente funcionales si no parecieran dos trozos de metal doblados, mal hechos y real, realmente deformes unidos por un tornillo un tanto muy grande, y si no estuvieran adornadas con toneladas de diamantina, lentejuelas, macarrones coloreados, pequeñas perlas de fantasía y hasta creo que algunas calcomanías de unicornios, flores, corazones y muchas otras cosas indescifrables. Brilla tanto que refleja la luz del sol y debo entrecerrar los ojos para no quedar ciega.
—¡Ta-da! ¿Te gustan, Jadey? Trabajé cerca de un mes en ellas— El brillo en sus ojos chocolate y su esperanzada sonrisa con esos tiernos hoyuelos me hacen pasar por alto lo llamativo y demasiado rosa de su regalo. Con que por eso es que entró al taller de máquinas y herramientas —Nunca pensé que "manipular metal" fuese tan complicado—
—Son… muy bellas— Le sonrío de vuelta. Bueno, de una u otra manera estas tijeras me traerán un buen recuerdo, y ya empiezo a creerme aquella mierda de "la intención es lo que cuenta". Hey, entonces yo también tendría que irme a la…
—¿Y cuál es mi regalo?— Y ahí es cuando se rompe el momento. Demonios, ¿Por qué tiene que parecer una niña a punto de conocer a Santa Claus justo ahora?
—Escucha, Cat…— Tomo una gran respiración antes de proseguir —La verdad es que yo…—
—¡Me trajiste un cachorrito!— Su grito fue demasiado agudo pero lo que más me sorprende es el pequeño y robusto bulto debajo de Cat color café, esponjoso, lanudo y por lo visto muy alegre ladrándole y saltando a su alrededor.
Woof woof woof
—¡Ay, por Dios, es tan lindo!— Se agacha para acariciar al eufórico animal.
—Sí, vaya que lo es…— En ese momento se acerca corriendo a nosotras un chico de más o menos nuestra edad.
—Oh, qué bueno que lo encuentro, estaba…—
—Cállate— Cat nos mira interrogante pero yo solo le sonrío y me volteo para hablar con este tipo —Te daré lo que quieras por ese saco de pulgas si me dejas conservarlo—
—¿Qué? Oh, la verdad es que no es mío, estamos en la campaña de Adopta a tu mejor amigo en la que todos los refugios de la zona traemos a los perros a una expo aquí en el parque para que las personas vengan y los adopten— Su sonrisa de chico bueno es bastante estúpida pero sus palabras me hacen querer golpearlo. Por eso es que todos los malditos refugios estaban vacíos.
—¿Entonces simplemente puedo quedarme con esa cosa? Genial, ya puedes irte, yo adopto a… eso— Apunto al perro que se encuentra siendo acariciado por Cat.
—Oh, primero necesitaría que me firmaras este formato en el que aceptas los términos de…— Se empieza a acercar a Cat para explicarle.
—Escúchame, imbécil— Lo tomo de la camiseta parando sus movimientos —O me das a ese maldito animal ahora y sin complicaciones o juro que dejaré tu escuálido y lánguido cuerpo tan inservible que durante los próximos tres años de tu vida no serás capaz ni siquiera de limpiarte tu estúpido trasero por ti mismo— Al idiota se le puso pálido el rostro y como si hubiese visto al mismo diablo -que realmente así es- se aleja en cuestión de milisegundos.
—¡Fue un placer, disfruten a su mejor amigo!— El pobre correrá hasta llegar a Canadá, pero no es como si me importara. Camino hacia Cat quien ya está sentada bajo la sombra de un árbol con el perro sentado en su regazo.
—¿Quién era?— Pregunta distraídamente mientras juega con los risos chocolate del cachorro.
—Nadie importante, ya no volverá— Me acerco más a ella —¿Así que…?— Enarco una ceja.
—Muchas gracias, de verdad, es el mejor regalo que me has dado, además del Señor Morado, claro— Sonreímos ante la memoria de aquel peluche de felpa —Es hermoso, y tan suave, y tan bonito y tierno y…—
—Entiendo el punto— Ríe un poco antes de voltear a verme y acortar la distancia entre nosotras para sellar nuestros labios. Luego de unos momentos el contacto me parece insuficiente y justo cuando estoy a punto de profundizar y entrar en ese dulce parámetro el molesto ladrido del cachorro nos interrumpe, y por supuesto que Cat enseguida vuelve a mimarlo y este deja de ladrar. Pero qué bastardo —Empiezo a creer que dártelo no fue una muy buena idea—
—¿Qué es lo que pretendes decirme?— Usa su línea característica mientras me observa asustada abrazando al perro contra su pecho.
—Olvídalo, no fue nada— El terror en sus ojos se desvanece tan rápido como apareció.
—Oh, bien— Y vuelve a sonreír como si nada hubiese pasado. Me pregunto si esos cambios de humor son sanos —Debo ponerte un nombre…— Sostiene en alto al cachorro frente a su rostro, analizándolo —¡Ya sé, Señor Valentine!— ¿Qué tiene con los nombres que llevan un "Señor" antes?
—¿Segura? ¿Por qué ese nombre?— Baja al perro y lo deja juguetear un momento con su cola.
—Porque así será oficialmente parte de mi familia, ya sabes, mi apellido— Asiento —Y además porque… así, cada vez que lo llame me recordará a ti y al mejor día de San Cat de la historia— De repente me invade una presión muy fuerte en el pecho, como cuando llenas con demasiado aire un globo y amenaza con explotar.
—Casi lo olvido— Saco de mi bolsillo la pequeña prenda canina y llamo al perro para colocársela sin permitir que Cat lo vea hasta que termino, y cuando al fin la dejo verlo sus ojos se abren desmesuradamente y podría jurar que se humedecen ligeramente.
—Jade, tú nunca… esta es la primera vez que…— Le sonrío, satisfecha con su reacción. La pequeña camiseta blanca dice en letras de un color rojo muy grandes y llenas de corazones "I LOVE YOU". Me sonríe tan hermosamente que todo lo demás desaparece, solo quedamos nosotras dos y el abrazo en el que ahora me envuelve.
—Feliz San Cat, Jadey—
—Feliz San Cat, Kitty Cat— Y dicho esto la beso profundamente, con todo el amor que puedo expresar.
*~*FIN*~*
Muuuuuuy bien, algo cursi pero me ha gustado, así como espero que a ti, Caheri, te guste; más vale tarde que nunca, eso sí, jaja, pero de verdad que te deseo lo mejor y que todas las cosas mejoren; me ha costado mucho y por fin aquí está.
Compañera o compañero, a ti también espero que te haya gustado y si podrías darme un regalo que para mí vale como un abrazo en el día de San Valentín deja un comentario, eso me haría MUY feliz :D
¡GRACIAS POR LEER!
