En una de las praderas a las afueras del pequeño pueblo de Risembuul, se podia ver correr a una pequeña rubia de ojos azules con leves destellos dorados y de no mas de 4 años. La pequeña corria en direccion a la casa de las Rockbell's. La niña corria a una velocidad envidiable pero se notaba que estaba un tanto cansada ya que su respiracion era agitada y su piernecitas ya estaban bastante cansadas pero la niña alfin llego a su destino, en rapido movimiento abrio la puerta y corrio a la misma velocidad hasta llegar a la cocina donde seguramente se encontraria la persona a la que buscaba.
-¡Mami!-llamo la pequeña al ver a una mujer de 22 años, como mucho, cocinando una deliciosa tarta de manzana. La mujer tenia un largo y sedoso cabello rubio claro al igual que su hija, unos profundos ojos azules los cuales demostraban una gran sabiduria y experencia apesar de su corta edad, una piel levemente dorada por culpa del trabajo que, aveces, le obligaba a pasar varias horas bajo el sol, un cuerpo bien formado y proporcionado y unos rasgos que parecian haber sido tallados por el mismo angeles.
-Dime, mi cielo- dijo con tono dulce mientras dejaba la tarta sobre la mesa y miraba el aspecto de su hija con una sonrisilla divertida-Como se nota que es mi hija- penso divertida la joven madre.
-¡El tio Al ya llego!- exclamo la emocionada la pequeña, la cual ya habia recuperado el aliento, la niña se preparaba para correr de nuevo pero tenia que esperar luz verde por parte de su progenitora, la cual simplemente se quito el delantal, ensancho la sonrisa y le envio una mirada a su hija en señal de aprobacion. La infante no espero ni un segundo mas empezo, otra vez, a correr pero esta vez seguida de su madre. Al poco rato madre e hija ya se encontraban en la estacion de tren, ambas miraban a su alrededor hasta que...¡Bingo! Habian encontrado a sus objetivos.
-¡Al!- llamo la rubia mayor mientras se acercaba a su mejor amigo para abrazarlo, un chico de cabello, largo y castaño, hermosos ojos pardos, piel blanca y de gran estatura.
-¡Winry!-dijo mientras correspondia al abrazo de su amiga.
-¿Y yo que?-se quejo el pequeño acompañante de el menor de los Elric, un pequeño niño de no mas de 4 años de cabellos dorados al igual que sus ojos, piel blanca y de estatura, segun el, mas que apropiada y satisfactiria para su edad.
-Anda ven-dijo la Rockbell mientras cogia en brazos al niño y su amigo a la pequeña. Al cabo de un rato los cuatro se dirigieron a casa de los Rockbell's.-Bueno, Al¿Como te fue tu ultima mision?-pregunto la mecanica animadamente ya que quedaba mucho camino para llegar asi que decidio conversar un rato con su amigo.
-Bien, nos costo bastante poder cogerle pero al final lo conseguimos- le respondio a su amiga.
-¿Quienes te acompañaron?- volvio a preguntar pero esta vez mas ansiosa ya que queria saber si estaban alguno de sus conocidos.
-Pues...Maria Ross y Armstrong- contesto mientras enumeraba con los dedos.
-¡Hace tiempo que no veo a Maria ni a Armstrong!- exclamo con melancolia la chica.
-Normal, antes los veias a diario ya que trabajabas para el ejercito y ahora apenas los ves-comento el alquimista con tranquilidad.
-¡Por cierto, mami! Nunca nos contaste sobre como acabaste en el ejercito- dijeron ambos infantes al unisono.
-¡Larga historia!- se excuso la chica mientras adelantaba, repentinamente, su marcha.
-¡Mamá!- se quejaron los dos niños con los cachetes inflados.
-Si quereis yo os lo puedo contar, ya que yo estube trabajando en varias misiones con vuestra madre- les comento Al.
-¿Enserio?-preguntaron ambos con los ojos llenos de ilusion.
-Claro...-la frase se quedo en el aire ya que la rubia mecanica le habia lanzado su famosa llave inglesa a la cabeza en un perfecto e impecable tiro haciendo que el Elric menor cayera de bruces al suelo y en ese preciso instante en la cabeza de ambos mellizos se formo una imagen de como seria su madre en los tiempos en los que trabajaba con los militares. Una mujer rubia y de ojos azul, unos cuantos años mas joven, claro esta, vestida con el uniforme militar, con el cabello recogido en un moño, como el que utilizaba la tia Riza y un par de pistolas o llaves inglesas, no estaban muy seguros. Sinceramente los dos infantes no estaban seguros al 100% de que era mas mortal, ya que desde que tenian uso de razon todo ser que era golpeado con la llave inglesa de su madre caia al suelo inconsiente o medio muerto segun de la fuerza utilizada, solo dos de sus tios, Roy y Al, solian sobrevivir, con suerte, a los mortales ataques de su progenitora.
-¡Tio Al!¡¿Estas bien?¡¿Sigues vivo?-pregunto el niño mientras intentaba ayudar a su tio mientras que su hermana le picaba con un palo.
-¡Hikari, Kenji!- llamo el alquimista-Estoy bien, ya estoy acostumbrado- dijo para tranquilizar a los mellizos.
-Y yo que ya estaba planeando tu funeral- comento una muy divertida Rockbell.
-¡Que joya de amiga!- se quejo el chico, ya recuperado, en el mismo tono que la rubia.
-¿Mama, por que no quieres contarnos lo de cuando estubiste en el ejercito?- pregunto la pequeña rubiecita.
-Tengo mis razones- se excuso la joven madre volviendo a acelerar el paso.
-¡Mamá!- rezongaron los pequeños molestos por que, probablemente, jamas tendrian las repuestas.
-Lo mejor sera dejarla- recomendo el Elric ya recuperado totalmente.-Algun dia os lo explicara- finalizo el chico mientras despeinaba a los infantes.
-¿Enserio crees eso tio Al?-pregunto el pequeño rubio.
-Si- respondio mientras sonreia amablemente el Alquimista.
-Ojala- suspiro la menor
-¡Dense prisa!- apresuro la madre de los pequeños que estaba unos pasos mas adelante.
-¡Si!- dijeron los pequeños que salieron corriendo mientras el mayor se acerco a la mujer a paso lento.
-Win, te tengo una noticia que creo que no te va ha agradar mucho- comento serio el de ojos ceniza cuando ya estaba al lado de su amiga de la infancia.
-¿Que pasa, Al?-pregunto la rubia extrañada por el tono poco usual, en el, de su amigo.
-El..Ha vuelto -dijo el castaño cabizbajo
-N...no...pue...puede ser- musito la de profunda mirada azulina- Dime que es broma- suplico por lo bajo la mujer
-Yo, lo siento- se disculpo el castaña triste, cabizbajo y unn poco culpable por tener que haberle dado tal noticia a su hermana
-Tranquilo, Al- tranquilizo la chica mientras acariciaba la mejilla de su amigo, casi hermano- No es tu culpa, es suya y mia, sobre todo mia- susurro esto ultimo pero lo suficientemente fuerte para que su amigo la escuchara y la abrazara para reconfortarla
-Se fuerte, Win ...
¿Continuara...?
