Shingeki No Kyojin no es de mi propiedad. Pertenece a Hajime Isayama.
Advertencias:
Lenguaje Soez. Insinuaciones sexuales. Mucho mas lenguaje soez.
Especial dedicatoria a:
Charly Land.
Patatapandicornio.
Maka Kagamine.
Luego de haberme leído las muchísimas novelas de romance pertenecientes a Hanji, llegué a la conclusión de que, pensara el mundo entero lo que quisiera pensar, acudiría al día siguiente a la convocatoria del ala experimental de mi hospital para someterme a las pruebas.
Joder, en casi cien novelas de idilios románticos, los Alfa terminaban o una, violándose a los omegas y embarazándolos, o dos, tirándose a los omegas para preñarlos, sólo para que mágicamente esos idiotas se enamoraran de los enfermos posesivos y viviesen felices para siempre.
No había variante.
Y joder, no iba a quedarme cómo esos pobres imbéciles imaginarios, no, nunca, jamás. Negativo. No me iba a someter al yugo de un idiota impulsivo y violento, no iba a embarazarme cada año para acabar pariendo a más de seis niños a lo largo de mi vida, y mucho menos, terminaría con el culo dolorido luego de una de esas sesiones de sexo que los alfa tanto necesitaban para andar por el mundo sembrando arcoíris y cultivando nubecitas homosexuales.
Oh, no.
Me pasé la mañana entera arreglando los papeleos que, según las hojas, eran necesarias para registrarme en el programa. Un programa, que viejas omega chapadas a la antigua, cómo lo era mi madre, tacharían de blasfemia. Ya podía escucharla. "¡Herejía, has cometido una herejía!" O a la tía Rose, que me señalaría con el dedo y exclamaría, furiosamente "¡Exilio, deshonra, desgracia! ¡Quémenlo! ¡Quémenlo!"
Bien, quizás exageraba, pero joder, estaba tan decidido a hacerlo que ni siquiera la expectativa segura de un sermón de una hora de duración patrocinado por Kuschel Ackerman me hizo desistir.
En pocas palabras, estaba muy decidido.
Era un programa médico-experimental que los betas, criaturas bondadosas y consideradas, habían propuesto para que aquellos omegas que se negasen a seguir el patrón habitual de concepción, que, para desgracia de… casi todos, en realidad, era meramente instintivo.
Ósea, no importaba si el alfa en cuestión era tu hermano, tu hermana, alguien no muy agraciado o un asesino lunático destripador, si el instinto te llamaba, te llamaba y fin del asunto. Te embarazabas y tu opinión quedaba gentilmente archivada en el cajón de, "A nadie le importa un pedazo de carajo"
Dado el caso que mi madre me exigía ya darle un nieto, y ya que de ninguna jodida manera accedería a salir por ahí a ver si con suerte y tino me hallaba a mi destinado que peligro y fuera un loco, decidí acudir al ala de experimentación, con papeles ya firmados y toda la cosa. Los betas estaban felices, y me agradecieron unas siete veces antes de conducirme hasta una sala elegante y moderna con maquinaria médica de la que reconocí sólo alguna que otra, porque a uno de mis niños de pediatría le tenían conectado a una, y me explicaron de qué trataría la intervención.
Una inseminación artificial y el suministro de un suero supresor que omitiría al celo por lo menos, durante un año, para que tras el nacimiento del bebé, no hubiese distracción alguna para la madre en cuestión. Decir que aquello me pareció el canto más hermoso de los ángeles de Dios, se hubiese quedado corto.
Acepté, entregué mi papelería, el cheque y mi cita fue acordada para el veintitrés de Abril del año en curso, ósea dentro de... dos semanas, si mi almanaque no me mentía.
-En cuánto al donador...—Habló el joven doctor de inmediato, un muchacho beta de cabello castaño y mirada gentil.—Se le enviarán los datos dentro de una semana de una laminilla de siete sujetos de los cuáles usted podrá escoger al que más le parezca.
Asentí, agradecí, casi besé los pies de los betas y salí más feliz que… Pues que alguien muy feliz, joder.
Una semana más tarde, recibí los archivos que prometió el beta del centro médico y luego de revisar meticulosamente su historial, me decidí que escogería al que tuviese los ojos más, más bonitos para que fuese el elegido en cuestión de ser el donador para que pudiese tener a mi bebé.
El tipo de cara de loco y pelo castaño no me agradó en lo absoluto, pero el color de sus ojos era fenomenal y pensé, dejando de lado el hecho de que fuese un mocoso sin mucho futuro por delante, que tener a un precioso bebé con esos ojos, sería excepcional. Lo seleccioné, reenvíe el archivo y luego, un correo me llegó para especificarme los datos del donador de esperma.
Nombre:
Eren Yaeger.
Edad:
Diecinueve.
Lugar de Residencia:
Estado María.
Me sentí satisfecho. ¿Estado María?
Sí, ahí en dónde daba vuelta el viento. ¿Diecinueve? Un mocoso que seguramente necesitaba el dinero. ¿Eren Yaeger? Un placer no conocerte, sólo necesito algo de tu esperma y listo.
Estaba tan emocionado ante la expectativa de tener un bebé sin tener que mancillar mi honor, ni quedar paralítico o resultar bañado en repulsivos fluidos ajenos, que no pensé en que el mundo, sí, el mismo mundo que me vio nacer a mí y a mi hermana melliza, era un lugar bastante retorcido. Y no, no a la buena manera, sino a la mala.
El destino le seguía el juego y jodía a quién se descuidase con una saña sin igual.
Pero en esos instantes sólo pude comenzar a pensar en nombres, colores para la decoración y tiendas exclusivas de ropa para bebé, dejando de lado la estúpida posibilidad de que dos personas, desconocidas la una para la otra, pudiesen encontrarse teniendo medio mundo de distancia.
Era una estupidez, por dónde se viera.
Ah, pero la perra de la vida me escuchó y luego de alzar su milenaria ceja, preguntó "¿Oh, eso es lo que crees, bastardito omega? Pues bien, veamos que tanto pueden hacer un mínimo de posibilidades y dos personas destinadas, renuentes a cooperar. Será mejor que te inclines, que esto dolerá"
Me la metió parado y sin saliva, y luego de haber ido a mi cita al centro médico, mientras regaba mi bonito y nuevo jardín, en compañía de mi amiga Hanji, la de las novelas románticas perturbadoras, pude ver qué tan jodido se puso todo cuándo un camión de mudanzas se estacionó en la acera del frente, poco antes de que un destartalado coche aparcara justo detrás de él.
Desaliñado, despreocupado y con esa cara de loco que apenas podía con ella, Eren Yaeger, de diecinueve años, residente del Estado de María, se mostró frente a mí, totalmente ignorante que dentro de mi aún plano vientre, cargaba a un hijo suyo resultado de una inseminación artificial, de mi necedad en contra de encontrar un destinado y su clara necesidad de dinero para seguramente comprarse algo de crack.
Joder.
Improbable Probabilidad
Capítulo I
"El Vecino de enfrente"
Sí, el alto. El de ropa de vagabundo y cara de loco, ese mismo.
Era un imbécil.
Lo odiaba. Ugh.—Todo lo que tocas perece, ¿sabes?—Me miró con burla.—Es la quinta vez en esta semana que entierras a un pez.
-Vete a la mierda.
-¿Por qué peces, a todo esto? Te quedaría mejor algo así cómo una serpiente, o quizás una tarántula.
-Vete a la mierda, de nuevo.
-Pobre del desgraciado que se enamore de ti, enano.
-Joder, me estoy cansando en mandarte a la mierda.
-Pues no lo hagas. ¿No se supone que los omegas, y más si son omegas embarazados son amables, dulces y sumisos?
-¿No se supone que los alfas son vigorosos líderes? Aquí sólo veo un vago adicto al crack que viste mal y huele peor.
-Ya quisieras oler cómo yo, chaparrito.
-Voy a meterte la pala por el...
-¿Por dónde algún día te la meterán a ti? No, gracias.
Era oficial.
Odiaba al papá de mi bebé. Bueno, al que dio el esperma y eso.
-¿No tienes algo más qué hacer que no sea joderle la vida a los demás, vago?
-Nup.
-Pues yo tengo una apretada agenda…
-Y no dudo que un culo igual…
-…y no puedo darme el lujo de seguir escuchando sandeces. Que tengas buenos días, espero y mueras por ahí.—Decididamente entre a mi hogar y cerré con un potente golpe la puerta. Aún podía sentir su repulsivo olor cerca, cosa que indicaba que seguía en mi jardín.—¡Vete!
-¿Me estás espiando, enfermo?
-¡Estás en mi propiedad! ¡Te dispararé sino te largas!
-Te faltan huevos...—Sus palabras casi me hacen llorar de la rabia. Maldito, maldito, maldito...
-Llamaré a la policía. Te arrestarán por allanamiento y por posesión de crack y morirás en prisión. ¡Vete ya!
-Ahora dilo sin llorar, gorda.
¡Hijo de puta!
Salí a volandas de mi bonita casa, tomé la pala y se la lancé a la cara. La evadió porque el maldito ha de ser el hijo de Flash y se rió con descaro.—No estoy gordo, estúpido. ¡Estoy embarazado!
-Y gordo…
-¿Y qué esperabas, ah? ¡Estoy cargando con un bebé! Y me estás incordiando. Oh, me estoy mareando. Oh, creo que moriré. Será por tu culpa. Oh...—Me incliné dramáticamente hacía adelante, sujetándome de la verja blanca de mi hogar y suspiré con pesadez.
Sólo un idiota creería en mi barato teatro.
Y bueno, Eren es un idiota congratulado…
-Sólo bromeaba, ¿estás mal? ¿Llamo al médico? Joder, sólo bromeaba…
Y de pronto Dios me castigó por decir mentiras y de verdad tuve un jodido retortijón marca Ackerman.—¡Joder!
-¿Ya va a nacer? Oh dios, oh dios...—Su cara se llenó de pánico y de inmediato me sujetó de la espalda. Para mi sorpresa, no era un bruto y su tacto fue suave y gentil. Ironías de la vida...
-¡Llévame al médico!
-Lo haré, oh dios, lo siento tanto, oh dios...—Ambos fuimos a parar a la clínica de la comunidad, dónde me atendió una menuda muchacha rubia. Sonreía cómo si la vida fuese color de rosa y los productos de limpieza de la tienda Sina estuviesen a mitad de precio.—Fue sólo un movimiento algo brusco, señor Ackerman...
-¿Algo brusco? ¡Casi me parte por la mitad!
Eren bufó.—Eres un exagerado.
-Cierra el pico.—Miré a la doctora.—Le digo enserio, casi me desmayo.
Ella sonrió. ¿De qué coño sonríes, eh?—No digo que no sea cierto, señor Ackerman. Usualmente no suelen ser tan dolorosas, pero hay estudios comprobados que en ocasiones, la magnitud del dolor junto con la fuerza del movimiento pueden llegar a indicar a qué raza pertenecerá.
-¿Y eso significa qué...?
-Posiblemente esté esperando a un pequeño alfa.
Eren se echo a reír.
Y yo casi me echo a llorar. ¿Alfa? ¿Un alfa?
-¿Un omeganazi cómo éste tendrá a un alfa? ¡Justicia divina!
La doctora Reiss lo miró, curiosa.—¿Usted es el padre?
Oh, este bruto me las iba a pagar.
-Lo es.—Respondí con dramatismo.—Y es tan… ¡tan difícil! ¡Él provocó todo esto! ¡Me hizo enojar, me llamó gordo desagradable!—Una de las cualidades de mi raza era que cuándo eras omega, eras omega hasta la médula, y era más sencillo para nosotros echarnos a llorar por cualquier estupidez. Yo y muchos otros lo controlábamos, claro, pero no era difícil hacer quedar mal a María Magdalena cuándo queríamos.
Y en ese momento me tocó a mí.
-¿Qué? ¡¿Estás loco o qué?!—Eren rugió escandalizado, haciendo sobresaltar a la doctora Reiss. Yo lloré aún más.—¿¡Lo ve?! ¡Nunca para de insultarme! ¡No me quiere, ni quiere al niño!
-¡Señor Yaeger! ¡No lo…! ¡Señor Yaeger, no lo asfixie! Oh, Jesús, ¡Señor Yaeger!
Al final de aquella tranquila cita, ambos salimos del consultorio en el mas absoluto de los mutismos. Luego de unos instantes, mientras caminábamos rumbo a la salida, me giré hacía él. Eren se detuvo unos momentos y me dijo—Me debes la cena, gorda.
-No te debo un carajo, vago.
-A los ojos del mundo, soy el padre de tu engendrito.
-¿Cómo, en el nombre de Higia, llamaste a mí bebé?—Sí, Levi, el Melodramático Ackerman.
-En-gen-dri-to.
-¡Celoso! ¡Mi engendrito será mucho más guapo que tu! ¡Un alfa guapo y grande!
-¡Teniendo a una enana gorda de madre como tú, lo dudo mucho!
Y entonces me imaginé todo gordo y lonjudo y me eché a reír. Eren me siguió y al salir de la clínica ambos aplaudíamos como focas amaestradas.
-Como te iba diciendo, me la debes.
-¿Qué?
-Pues la cena. Dado a que el alfa que te preñó te abandonó, cosa que entiendo, por Dios en la cruz que lo entiendo, y tenías que darle cara al padre de tu bebé y yo te salvé, me debes la cena.
Que idiota era Eren y que loco estaba el mundo.
Mira que ponernos cara a cara a ambos luego de una inseminación artificial…
-Vale, te invito la cena.
Sus grandes ojos, verdes, verdes y bastante bonitos debo admitir, brillaron con emoción.—¿De verdad?
Asentí al momento que subía a su sucia carcacha y me permitía sonreír un poco.
Ojalá y el engendrito tuviese esos mismos ojos.
Repito, el mundo estaba pirado.
Pirado a niveles tan grandes como mi talla justo en estos instantes.
Continuará.
¡Feliz Casi-Año Nuevo!
Espero de todo corazón que esta cosita sea de su agrado. Tengo muchas ideas en mente para este fic, y de verdad deseo que les parezca suficiente.
A quienes lean Mad First Love y The Land Of The Gods, la actualización estará lista para la próxima semana. Dedicado especialmente a Charly Land, a Patatapandicornio y a Maka Kagamine. ¡Actualicen todos sus fics! ¡Tengan piedad!
Les quiero con todo mi corazón, Elisa.
