Capítulo beteado por Martina Bennet, Beta FFAD: www facebook com / groups / betasffaddiction


Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. Estos son de la grandiosa Stephenie Meyer. Tanto la historia como algunos de los personajes que aparecerán a lo largo de esta (ya sabrás cuáles), son de mi total autoría.


Summary:Edward Cullen piensa que es solo un becado en la prestigiosa Phillips Academy, lugar en donde conoce a la dulce y encantadora Bella Swan. Mentir y aparentar no era exactamente el camino que Edward tenía planeado para conquistar a Bella; no obstante, una mentira lleva a otra y de ello se hace una cadena sin fin. ¿Podrá Edward superar sus inseguridades y dejar a un lado las mentiras, sin perder a Bella, incluso antes de habérsela ganado?

Totally Yours: Capítulo 1.

Edward POV.

—¿Y tienes todo, Edward?

Mamá no me miraba, así que rodé los ojos. Sí, lo tenía todo, mis nervios me habían hecho revisar mi maleta por al menos unas cuantas docenas de veces anoche, pero no dije nada e hice como si diera una última revisión a mi lista.

—Sí, mamá. Estoy seguro de que si un par de calcetines se me olvida, sabré vivir sin ellos.

Esme sonrió con lágrimas en los ojos. Ow, no. Otra vez no.

—¡Es que mi bebé se va tan lejos!

No dije nada, solo la abracé tan fuerte como pude. Yo también iba a extrañar a mi mamá. Nunca había estado lejos de ellos realmente, la oportunidad jamás se había presentado. Sin embargo, estaba seguro de que esta vez era el momento, porque una beca en Phillips Academy* era algo que no tenías que pensarlo demasiado. No sabía siquiera que ese lugar fuera un colegio con oportunidad a beca, pero un día una carta llegó a casa con la noticia. Las mejores calificaciones de California fueron sorteadas, así como las de otros estados. Solo diez personas tuvieron esta gran oportunidad, y yo era una de ellas.

Probablemente sería difícil, pero por mis esfuerzos, tanto dentro como fuera de la escuela, sabía que me lo merecía. Mamá y papá también, podía ver en sus ojos el orgullo, el cual parecía que se quedaría ahí casi permanentemente.

Bush había sido un imbécil y aún lo era, pero llegó a ser presidente de los Estados Unidos, ¿y adivinen qué? Él había asistido a Phillips Academy.

Tal vez, en algún sueño fumado, yo podría llegar a ser el próximo presidente —no imbécil— de la Unión Americana.

—Vamos, chico. El avión nos espera.

Papá me palmeó el hombro antes de salir con las últimas maletas para subirlas a la parte trasera de su vieja camioneta. En realidad, era una camioneta de trabajo, pero servía demasiado bien. Cargué a Renata y di vueltas con ella en brazos.

—¡Bájame, bruto!

Reí. Cuando paré y la solté, fingí sobar mi espalda.

—Vaya, Renny, has engordado, ¿eh?

Ella frunció el ceño y me enseñó el dedo medio sin que papá y mamá la vieran. Reí y la atraje a mi pecho para abrazarla con fuerza. Ella se escondió ahí, como siempre lo hacía, y suspiró con pesadez.

—Te voy a extrañar.

—Aún no me voy —murmuré.

Ella bufó y se alejó.

—Solo lo diré una vez, jamás lo admitiría dos veces. —Reí, pero lo acepté.

Renata tenía catorce años, casi quince. Ella era una hermosa señorita, rubia y de ojos color esmeralda. Me daría dolores de cabeza cuando se fijara en lo que los chicos eran. Probablemente ya lo había hecho, así que agradecía su discreción. Era mi hermana pequeña y aunque catorce y diecisiete no fuesen edades realmente compatibles, sabía que con Renny podría hablar y contar para lo que fuese. Ella era única.

Nos subimos a la cabina trasera de la camioneta y emprendimos el pequeño viaje al aeropuerto. A final de cuentas, decidimos que solo papá me acompañaría a Massachusetts. Mamá y Renny se quedarían en California, era un viaje largo y el único que se quedaría por más de una noche sería yo, así que era totalmente inútil pagar por más pasajes.

El Aeropuerto Regional de Monterey se encontraba lo suficientemente cerca de casa, como para no entablar alguna conversación que hiciera a mamá soltar algunas lágrimas más. Tendríamos que hacer escala en Los Ángeles (L.A.), cosa que me parecía pesada, pero ni papá ni yo permitiríamos que mamá y Renny regresaran solas desde L.A. hasta Monterey. Cuando llegamos al aeropuerto, le ayudé a bajar las maletas. Esme tenía a Renny abrazada fuertemente y trataba de contener las lágrimas.

Lástima que yo era un chico alérgico a las mujeres muy sensibles. Amaba a mi mamá pero… prefería mantener distancia en esos casos.

Nos dirigimos adentro del gran lugar cargados con el equipaje, mientras mamá y Renny nos seguían de cerca. Nos documentamos y luego de eso solo quedó esperar.

El vuelo salía a las dos con veinte y el tiempo de este con escala en L.A. era de siete horas y media. Más las tres horas agregadas al horario del este, llegaríamos alrededor de la una de la mañana a Boston. Nos quedaríamos en un hotel barato y por la mañana, emprenderíamos el viaje de treinta minutos a Andover. Después, papá realizaría el viaje de vuelta.

Tenía un plan. Las cosas iban a salir bien. Enorgullecería a mis padres y saldría vivo de esa escuela de niños ricos.

Mi plan tenía muy buena pinta.

.

.

.

Bella POV.

—¡Se suponía que eras mi mejor amiga, Alice!

La impotencia se acumulaba como un remolino en mi garganta. Como un serio nudo sin forma de soltar. Lágrimas de coraje y decepción bajaban por mis mejillas. Lo creería de James, ese hombre era un cerdo, aun así era mi novio, ¿no? Probablemente yo era muy estúpida por estar con él pero… ¿De Alice?

—¡Bella, lo sé! Pero…

—¡Te estabas follando a su novio, Alice! —gritó Rosalie desde el otro lado de la habitación.

—¡Cállate, Rosalie! —gritó Alice de vuelta.

Tomé mi cabello entre mis manos y lo tironeé. Se suponía que Alice había sido mi mejor amiga desde que teníamos cinco años. Cuando entramos al Andover conocimos a Rosalie, y ella completó el cuadro. Mi confianza con la rubia nació desde el primer minuto, pronto fuimos las tres contra el mundo.

Ahora no sabía qué pensar. No amaba a James, eso estaba claro. Éramos novios desde el año pasado y en todo el verano no nos vimos ni cinco minutos siquiera, pero al parecer mi supuesta mejor amiga hizo algo para resolver aquello. Cuando Rose y yo llegamos a nuestra habitación, no imaginé jamás ver a Alice y a James teniendo relaciones.

¿Tomábamos partidos ahora y hacía equipo con Rosalie? Mi confianza estaba hecha añicos y aunque Rose no tenía la culpa de nada, yo no quería confiar en nadie ahora mismo.

—¡No! No me voy a callar. ¿Pensaste en Jasper? ¡Es mi hermano y se supone que estabas con él desde hace cinco meses!

Jasper.

Jasper no me agradaba mucho. De hecho, ni él ni Emmett lo hacían. Emmett era el novio de Rosalie, él también era amigo de Jasper y James, fue por él por quien conocimos a los chicos. Alice a Jasper y yo a James. No obstante, parece que Alice también hizo algo al respecto y conoció a James por su cuenta. De una u otra manera, James me agradó por sobre los otros dos chicos y en menos de unos dos meses, ya estábamos saliendo.

Pronto descubrí que no todo era color de rosa y que James era un bastardo. Pero le había tomado cariño de cierto modo, y al final del día él me engatusaba con palabras lindas y olvidábamos los líos con una buena sesión de sexo.

Al menos, me agradaba pensar que no fue James quien me robó la virginidad, sino otro chico del cual no recuerdo su nombre siquiera. Eso sonaba muy bien ahora que lo meditaba.

—Bella… —Negué con la cabeza.

—Solo… Solo aléjate, Alice —musité antes de salir de la habitación.

Me dolía por mi "amiga", no por mi "novio". Suponía que a James le había quedado claro que lo nuestro estaba totalmente terminado.

¿Desde cuándo? ¿Desde cuándo nos habrían visto la cara de imbéciles a Jasper y a mí? ¿Debería ir a decírselo? No, definitivamente no. Alice tendría que hacerlo, James jamás lo haría y seguiría siendo el hipócrita con la sonrisa socarrona. En todo caso, Rosalie lo haría.

James era tan cobarde como Alice, pues muy en el fondo, mi ex novio era una persona insegura que se escondía tras la típica faceta de chico malo. ¿Cómo no lo vi venir antes? ¡Pero claro! Jamás lo hubiera imaginado. Nunca viniendo de Alice.

Las grandes extensiones verdes de Andover muchas veces me desesperaban. No veía algún lugar a donde ir a menos que fuera ya a medio camino. Phillips Academy era enorme. La verdad es que nunca me aprendí de memoria los nombres de los múltiples edificios, solo los distinguía por descripciones particulares y sí, peculiares también.

Amaba estar en Andover, mas a veces, deseaba estar en otro lugar. Uno muy lejos de aquí.

Muchos chicos y chicas iban de aquí a allá, saludando a todas esas personas que no habían visto durante el verano. Era viernes y se suponía que el alumnado comenzó a llegar desde hacía ya dos semanas. Yo apenas había llegado hacia algunas horas, encontrándome con la grata sorpresa.

Mi gran sudadera con una "A" blanca al frente sirvió como un buen pañuelo. Limpié mis mejillas casi secas y respiré hondo antes de saludar con una sonrisilla a Yuki, su padre era un embajador… ¿Chino? ¿Japonés? Lo que sea, todos se parecían. Pasé por el campo de fútbol y pude distinguir a la gran manada del equipo, todos y cada uno con sus chaquetas azules y blancas. Por otro lado, las chicas que practicaban patinaje artístico se pavoneaban por aquí y por allá.

Eran como las perras de un instituto común. Solo que, según ellas, con clase.

Claro.

Gracias a Dios no vi a Emmett, ni a Jasper. Ni a James.

Después de un gran, gran, gran recorrido, llegué a las oficinas de control estudiantil. Varias personas estaban sentadas en las sofisticadas sillas laterales a la oficina de la señorita Johnson, la coordinadora de las residencias.

Distinguí a varias de ellas como nuevas estudiantes. Era lógico.

Sonreí socarronamente. No muchas veces lo hacía a decir verdad, pero me gustaba usar todos aquellos beneficios que venían de la mano de mi apellido. ¿Para qué esperar cuando podía saltar a todas aquellas muchachitas y pedir mi cambio? Consideraba esto realmente importante. No podría dormir más en la misma habitación con Alice. Es más, no podría simplemente estar en una habitación en la cual ella estuviera también.

No solo era mi confianza la que estaba dañada. Era mi orgullo, mi ego y parte de mi autoestima.

Una chica rubia salió refunfuñando de la oficina de la señorita Johnson. Caminé con decisión hacia la puerta y una pelirroja ceñuda me bloqueó el paso.

—¡Oye! Hay muchas más detrás de ti, ¿sabes? —me informó.

Le sonreí mientras abría la puerta.

—Lo sé. Espera con ellas.

Se escuchó un suspiro pesado a mis espaldas, dentro de la oficina, y cerré la puerta en las narices de la pelirroja. Miré a Claire y noté su cansado rostro. Ella no tendría más allá de los treinta, era castaña y siempre la comparaba con una versión formal de Rachel McAdams. Claire Johnson era muy guapa.

—¿Qué pasa, Bella? —dijo antes de teclear en su portátil.

Ni siquiera se molestó en joderme por lo anteriormente sucedido. Yo, por mi parte, ni siquiera me molesté en tomar asiento.

—Necesito un cambio de habitación.

Claire me miró con los ojos muy abiertos y con una expresión abatida.

—¿Qué? No, Bella. Por favor no me hagas esto. Tengo al menos a unas cincuenta chicas que piden el cambio —bufó.

—¿Cincuenta? ¡Vaya! Son todas las chicas nuevas entonces. ¿Uh? —bromée. Ella me fulminó con la mirada. Traté de ponerme seria y me envaré de una—. Claire, es de vida o muerte. En serio.

—¿Qué hay de malo con la habitación que tienes ahora? La tienes desde noveno grado. ¡Alice es tu mejor amiga! —exclamó.

Pude jurar que sentí cómo mi rostro se ensombreció, por patético que suene aquello.

—No más, creo —murmuré, mordiendo mi labio.

Miré a Claire y me di cuenta de que ella me examinaba con ojo crítico.

—¿Has estado llorando, Bella?

—Claire, una habitación individual. Nada más —rogué.

Tecleó algo en su portátil.

—¿Esa pelirroja que está allá afuera…? —inquirió retóricamente, cuando imprimía un papel—, ¡ella me matará, Bella! Les dije a sus padres que haría todo lo posible por conseguirle una individual, pero estamos en pleno inicio de clases con una demanda enorme. Jamás habíamos tenido este número de estudiantes, no solo de noveno grado, sino de muchos otros. El programa de becas fue un éxito y ellos también tienen derecho a elegir una habitación de su agrado —divagó—. ¿Qué hay de malo en compartir habitación? ¿Por qué todos los jóvenes de ahora quieren una individual? ¿Independencia? ¡Pff! Si fuera independencia la lavandería de la escuela no estaría tan llena…

—¿Claire?

—Firma aquí. Dormitorio individual —decía mientras yo firmaba con gusto—. Tendrás que ir y reportarte con la cabecera del edificio, Irina Denali. —Mi rostro decayó.

—¡Me has acomodado con las patinadoras! —chillé.

—Lo siento, Bella. Era de los últimos disponibles. Ronald Hall está reservado para…

—¿Quién?

Ella entrecerró los ojos.

—Lo ha pedido un chico de California. Edward Cullen.

Fruncí el ceño, mas una idea cruzó por mi cabeza y esbocé una gran sonrisa.

—¡Te conseguiré reservaciones para Mistral! —grité contenta y orgullosa por mi idea—. Aún recuerdo cómo el año pasado no conseguiste una y según mis cuentas, el cumpleaños de George está cerca, ¿no? ¿No eran para eso? ¿Su cumpleaños? —Saqué mi móvil—. Las estoy consiguiendo —anuncié, escribiendo un mensaje en mi celular.

—Yo estoy imprimiendo para Ronald —anunció ella de vuelta. Escuché cómo rompía el papel anterior y sonreí triunfal.

Claire haría cualquier cosa por su marido.

Problema número uno del año escolar: resuelto.

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.

.

—¡Bella, por aquí! —Traté de caminar más rápido pero Jessica me alcanzó.

No es que ella no me agradase, es que a veces hablaba mucho. Simplemente eso.

—Hola, Jess. ¿Qué tal el verano? —Ella sonrió soñadora.

—¡He ido a Praga, Bella! Mi sueño se cumplió. —Sonreí sinceramente, feliz por ella—. Mamá cumplió su palabra y salimos juntas por tres semanas seguidas. Algo después, me arrepentí un poco pues juntas no somos el mejor equipo. ¡Pero lo disfruté tanto! Claro, no contando la torcedura de tobillo que me gané en Aspen y a la insoportable de la hijastra de mamá. Esa chica, es una… ¡Uy, uy, uy! Bombón a las diez en punto.

Hice una mueca extraña pero seguí su mirada, todo para toparme con un chico guapísimo que lidiaba con dos bolsos enredados por la correa. Su cabello estaba muy despeinado para ser uno de los chicos-prolijos-de-Andover y hacía gestos entre guturales y adorables.

¿Guturales y adorables?

Varias chicas pasaban muy pegadas a él, mirándolo descaradamente. El pobre muchacho no se había dado cuenta de que se había convertido en una presa para las rubias de Andover.

No podía dejar de mirarlo, lo cual al darme cuenta de ello, me hizo sacudir la cabeza. ¿Por qué no podía dejar de mirarlo? No es como si la mayoría de los chicos en la academia no fueran del todo guapos. Incluso, tenías de dónde escoger: rubios, castaños, pelirrojos, morenos, altos, no-tan-altos, ingleses, franceses, suizos…

Sí, Bella. Deja de pensar en muchachos.

Deja de pensar en ese muchacho. ¡Acababa de sufrir una decepción amorosa! O algo así.

—Uhm, creo que será mejor irlo a ayudar.

—¿Ayudar? Jessica, no creo que a Jared le agrade que quieras ayudar a un chico. Conozco tus maneras de ayudar.

Jessica rio por lo bajo.

—Amo a Jared, un coqueteo inocente no hará que lo deje de amar —replicó, encaminándose hacia el chico.

Fui tras de ella porque no quería quedarme como la idiota que soy hablando sola. Y también porque quería ayudar un poco.

—¡Hey! Hola. ¿Problemas tan pronto? —Jessica elevó la voz llamando la atención del chico, incluso cuando estábamos a una distancia prudente.

Él sonrió levemente.

Oh, cielos.

Cuando llegamos ahí, el chico aún nos sonreía amablemente, pero sus manos no dejaban de intentar desenredar las correas.

—Hola, sí… Uhm. —Frunció el ceño y miró los bolsos—. Un poco, sí.

—Eso se ve grave. ¿Cómo has llegado ahí? —inquirió ella de nuevo.

—Todo venía junto y revuelto en el auto —murmuró él—. Creo que ese fue el problema. —Unas chiquillas pasaron junto a él, riendo tontamente.

—Chiquillas tontas —masculló Jessica, rodando los ojos.

—Ajá… Soy Edward Cullen, por cierto.

—Jessica Stanley y ella es mi amiga, Bella Swan.

—Hola, Bella —saludó Edward.

Le sonreí por inercia, mas en mi cabeza rondaba otra cosa.

¡Oh mierda! Él era el Edward de Ronald. Mientras Claire no abriera la boca, todo estaría bien. Él jamás se enteraría. Y no es como si fuera grave, pero sería demasiado vergonzoso quedar así frente a un muy-sexy-chico.

Porque no podrían existir más de un Edward Cullen en Andover, ¿cierto?

—Hola, Edward.

Jessica turnó su mirada entre ambos, y decidí entonces que era momento de cortar el contacto visual. Aunque estaba segura que mi rostro no se encontraba cien por ciento embobado con los recién descubiertos ojos verdes de Edward, no querría darle algo a Jessica de lo que hablar.

Edward soltó los bolsos y suspiró cansado.

—Supongo que es algo tonto que esté haciendo esto aquí cuando puedo hacerlo en mi habitación. —Se rascó la cabeza un poco, haciendo de ese un gesto encantador—. Supongo que son los nervios de…del primer día y eso. Sí —divagó.

Aww.

—Oh, sí. Será solo eso. ¡Pero no te apures! Cederán —le animó Jess, señalando a los bolsos—. Son solo unos tontos bolsos. Como sea. ¿Sabes el camino hacia tu habitación?

Edward le sonrió en agradecimiento antes de fruncir el ceño y buscar algo en su bolsillo trasero.

Yo también fruncí el ceño.

¿Por qué putas le sonreía a ella?

Diablos, Bella.

Edward sacó un papel arrugado de su bolsillo y lo desdobló, aún con el ceño fruncido.

—Había pedido una individual en Ronald, pero me dijeron que fue tomada —masculló—. Me han dado una en Cliffton Hall —anunció.

—Oh, bueno. No es tan malo. Después de todo Cliffton y Ronald están cerca. Muy cerca, es prácticamente lo mismo —dije algo nerviosa.

Edward me miró con un gesto extraño.

—Sí, supongo.

—¡Jess, Bella, por acá! —gritó una voz a nuestras espaldas.

—¡Charlotte! —chilló Jess. Se volvió hacia Edward y habló con decisión—. Que tengas suerte en tu primer día, Edward. Nosotras nos retiramos. ¡Nos vemos!

—Nos vemos, Edward —me despedí.

—Adiós, Jessica, Bella —se despidió él de vuelta.

Me quedé mirándole más de lo debido y le sonreí levemente antes de que Jessica me jalara del brazo, sacándome de ahí.


*Phillips Academy:Phillips Academy (también conocido como Andover, Phillips Andover, o simplemente PA) es un colegio internado ubicado en Andover, Massachusetts (cerca de Boston) para estudiantes de noveno a duodécimo grado de bachillerato. Phillips Academy es el cuarto internado privado más antiguo de los Estados Unidos. El presupuesto era de aproximadamente 622,8 millones de dólares el 5 de junio de 2005. Esto es casi 600.000 dólares por estudiante, mayor que el presupuesto por estudiante de la mayoría de las universidades americanas.


¡Hola! Aquí una vez más con una nueva idea. La verdad, no recuerdo mucho de donde surgió esto .-., pero usualmente suelo juntar muchas de mis ideas para hacer una en concreto, creo que esta salió de ahí.

Muchas gracias a las chicas de las cuales obtuve una maravillosa respuesta al plantearles mi idea:3, significa mucho ese apoyo. Gracias a Martina por betear este capítulo, estoy aprendiendo mucho con ello:) y... solo espero que les guste el fic y cumpla con sus expectativas. Tendremos drama, humor y estoy segura de que querrán matarme -o a los personajes- en algún punto de la historia.

Les dejo el link del grupo para las que quieran unirse:

www . facebook groups / Ivy Fawkes FF /

Sin espacios, ya saben. Este grupo no solo es dedicado para este fic, sino para todos los demás que escribo y que -ojalá y en un futuro cercano- comience a escribir. :3

Ahora sí, nos leemos en el próximo capítulo.

¡Besos!

Ivy, xx