A/N: Esto está ligeramente basado en un capítulo de Catch me (letgolaughing)
David yacía en la cama con la cabeza acomodada en el brazo. Sabía que no conseguiría dormir hasta que ella regresara. Se había ido muy enfadada. ¿Y si volvía a encerrarse en sí misma y lo apartaba? Eran ya las 23:30h. ¿Qué estaría haciendo? ¿Y si no volvía? Se revolvió en la cama, maldiciendo su suerte y lo que los había llevado a ese punto. Todo volvía siempre, y sin pretenderlo, a Snow. Él le dijo a Regina que no lo hiciera, que no le dijera a la mujer rota de al otro lado del teléfono una broma cruel porque si lo hacía, habría una semana de abstinencia y ella lo hizo de todos modos. Él tenía que demostrar que era fuerte, pero ahora no se sentía así en absoluto. Se deslizó hasta la otra parte de la cama y olió las sabanas, aspirando el aroma de la mujer que amaba.
Estaba ya medio dormido, cuando la oyó entrar.
Regina entró sigilosamente en la habitación y lo que vio la enterneció bastante. Él estaba ocupando el lado que era de ella, abrazando la almohada. Parecía un alma en pena. Maldito Charming, se dijo para sí. Pensó de forma cruel no hacer ruido e irse a dormir abajo, dejándolo sufrir. Pero la escena que encontró fue demasiado devastadora y decidió tragarse el orgullo y acabar con su tormento.
Se deslizó por las sabanas y lo abrazó por la cintura, posando la cabeza en su pecho. Él no dijo nada, estaba demasiado aliviado. La apretó fuerte contra sí, con una felicidad difícil de explicar cuando no quieres a nadie de esa manera tan intensa, como si te hubieras tragado un ladrillo y lo llevaras siempre en el estómago. Ella por su parte, le acarició la mejilla con los dedos y le susurró:
―Mañana.
El castigo de abstinencia acababa mañana, ciertamente. Pero lo que ella decía iba más allá de todo eso. Alzó la cabeza para dejar un beso en su mejilla, tranquilizándolo más. Él debía conciliar el sueño mejor ahora, pero estaba tan consciente de lo mal que lo había pasado que solo quería alagar ese momento. Apartándole el pelo de la cara y acariciándolo somo si fuera el más preciado tesoro, le dio un suave beso en los labios. Luego otro. Y otro. Quería morderla solo para asegurarse de que no era un sueño. Siguió besándola hasta que ella le correspondió y entonces el alivio que sintió fue completo. Estaban dejando que el beso de buenas noches se les fuera de las manos.
―Te tengo en mis manos ahora ¿eh?-dijo ella entre besos- Podría hacer contigo lo que quisiera... incluso romper el castigo a falta solo de diez miseros minutos. Pobre Prince Charming.
Él no dijo nada y siguió acariciándola. La quería tanto que dolía cuando cometía estupideces que ponían en peligro la relación. Pero ella también lo quería demasiado para dejar que incumpliera su palabra. Así que se hizo la fuerte y volvió a acariciarle la mejilla.
―Mañana-está vez lo dijo más convencida, dándole a entender que era lo que ella quería también.
Él la apretó fuertemente una vez más, besando su hombro. Ella se apartó lo suficiente para que pudieran dormir y no lo bastante como para no abrazarle. Y así como David consiguió dormir aquella noche, solo cuando ella se había dormido antes en sus brazos.
