Bueno este es mi primer fic. No se cuan largo sera en verdad, solo vamos viendo lo que se va ocurriendo en el camino. Espero que lo lean y que, tanto si les gusta como si no, dejen algun review para saber que les gustaria o que opinan. Cualquier critica es bien recibida!.
Por supuesto, todos los personajes pertenecen a J.K Rowling, yo solo los pido prestados jiji.
Bueno, a leer y disfrutar. Consejo, para leer este capitulo, podrian escucha la cancion Say something de cristina aguilera y a great big world. Disfruten :)
La noche oscura acompañaba el latir desenfrenado de su corazón. El frio envolvía su cuerpo cual abrazo antes de morir… porque él iba a morir esa noche y no importaba. Había entregado todo, como jamás antes se había atrevido, había entregado su alma a esa mujer que lo había traicionado. Lo había dado todo por ella, y solo había perdido. Había apostado a perdedor. El sonido del silencio comenzaba a desesperarlo, rompiendo su cordura, destruyendo su serenidad. No había nada que hacer, no había vuelta atrás. Estaba pagando todo lo que había hecho, estaba pagando con su vida todas aquellas que había arrebatado. El nudo en su cuello dolía, y solo logro aliviarlo cuando dejo que las lágrimas brotaran libres de sus ojos. Sin poder aguantarlo mas, cayo de rodillas sobre la fría piedra, ahogando los sollozos que brotaban de su garganta, mientras cientos de lágrimas mojaban sus mejillas. Su respiración se agito y su corazón se desbordaba dolorosamente. Con cada latido sentía como se quebraba más… si era eso posible. Golpeo la piedra con sus puños, rompiéndolos, mientras la sangre brotaba abandonando su cuerpo. Aquella noche parecía que todo lo que alguna vez le había pertenecido, quería abandonarlo. Maldijo internamente todo lo que había ocurrido, la maldijo internamente a ella, la culpable de todo su dolor. Si solo hubiese seguido siendo el estúpido arrogante, egoísta, frio y pretencioso, quizás no estaría ahí esa noche, si tan solo hubiese resistido la tentación de enamorarse, de entregarse ciegamente a alguien… si tan solo ella no hubiese aparecido en su vida.
Pero ahí estaba, a punto de morir, y solo había un pensamiento rondando en su cabeza. ELLA. Necesitaba verla, sentirla, abrazarla, besarla, olerla, acariciarla, amarla por última vez. Pero sabía que no era algo posible. Ellajamás iría a despedirse de él, jamás volvería a acercase a él, al asqueroso y despreciable mortífago que era.
-Malfoy – grazno un hombre del otro lado de la celda. -Llego la hora – fijo sus ojos en la muralla frente a él, y con el dorso de su mano seco sus mejillas. Ya no le importaba que lo vieran débil, no importaba que lo vieran destruido y humillado. No importaba, porque esa noche iba a morir. Se levantó con toda la calma, y alisando las arrugas de su sucia ropa, se acercó a la reja.
En silencio, salió rodeado de 2 aurores. Caminaron por los pasillos, solo rodeados por el resonar de los zapatos en la piedra. A lo lejos escuchaba los delirios de aquellos que estaban condenados a vivir su vida en esa asquerosa prisión. En esos momentos se sentía afortunado de haber sido sentenciado a muerte, y no a una vida en Azkaban. Si, a veces era afortunado.
Llegaron a un cuarto donde solo había una mesa y dos sillas. La sala de los interrogatorios. Había estado ahí tantas veces, y no entendía porque estaba ahí justo antes de morir. Como si fuese a abrir su boca justo en ese momento. Sin que le dieran indicaciones, tomo asiento donde siempre, esperando a quien iría a interrogarlo esta vez.
Se recostó sobre la silla, cerró los ojos y dejo volar su imaginación… a ella. Su cabello castaño, domable pero salvaje como lo había sido desde que tenía memoria. Su rostro inmaculado, sus cejas arqueadas cada vez que algo le intrigaba. Sus ojos marrones, aquellos ojos marrones que lo observaban con tanto anhelo, tan sinceros y llenos de emociones… tan falsos. Relamió sus labios al recordar su boca, rosada y suculenta, experta en volverlo loco con cada tierno y casto ósculo, o con aquellos apasionados y placenteros besos. Las manos le hormiguearon de pensar en cómo sería recorrerla una vez más, como sería tocar su suave piel, su cuello, sus majestuosos pechos, su vientre plano y terso, sus piernas… esas eternas y pules piernas. Como seria estar dentro de ella una vez más, sentirse albergado en su interior como tantas veces había estado, perdido en las profundidades de su ser. No había forma de olvidarla, solo morir podría significar la liberación de aquella prisión llamada Hermione Granger. Otro par de solitarias lagrimas derramaron de sus ojos, delatando el dolor que sentía en cada célula de su cuerpo. No podía haber dolor más profundo que ese. No podría sentirse más arruinado que en ese momento.
-Malfoy – su corazón se detuvo y dejo de respirar. Debió haber muerto ya y no se dio cuenta. Pero cuando sintió que latía rápido y veloz en el centro de su pecho, supo que aún estaba en este mundo sufriendo, llegado el punto en que estaba alucinando. No quiso abrir los ojos, ya había vivido aquello. No quería abrir los ojos y descubrirse solo una vez más. Pero es que el dulzor de su voz, la calidez de sus palabras, aunque solo fuese su apellido, podía llevarlo a volar lejos de aquella pesadilla. -Malfoy-
Abrió los ojos intempestivamente, y ahí la vio. Hermosa como la recordaba, mirándolo con aquella desconocida frialdad. Estaba más pálida que de costumbre, y aunque llevaba una túnica encima, podía apostar a que estaba más delgada. Su corazón parecía querer salir de su pecho y correr a su encuentro, abrazarla y no soltarla jamás. Su alma tiraba por su gemela frente a él, y su cuerpo reaccionaba al aroma de rosas que emanaba. No había aroma más exquisito a sus sentidos que ese. Se sentó recto en el asiento, ocultando cualquier señal de debilidad, aunque sabía que ella lo conocía perfectamente. Y el rastro de las lágrimas derramadas lo delataba.
- ¿Qué haces aquí Granger? – pregunto con inusitada frialdad. La vio moverse en la pequeña habitación y tomar asiento justo frente a él. Su aroma lo embriaga y lo hacía perder la cordura. Estaba haciendo acopio de todas sus fuerzas para no lanzarse sobre ella.
-Tenemos que hablar, antes que… - podría haber jurado que se le quebró la voz en ese momento. Intento encontrar sus ojos, pero lo esquivaba ávidamente.
-Antes de que me muera – aclaro, y no le pasó desapercibido el rictus de dolor en el rostro de su amada.
-Sí, antes que te mueras – finalmente sus ojos se encontraron, y la electricidad que recorrió su columna vertebral lo hizo estremecer. Respiraba agitado. Y como si de un adolescente se tratara, le sudaban las manos.
- ¿Qué quieres hablar? Tuviste tu oportunidad hace años, no diré más de lo que ya dije – volvió a adquirir aquel frio y despectivo tono de voz.
-Hay algo que necesitas saber – sus marrones ojos brillaron. Nerviosa, mordió su labio inferior como siempre.
-No hay nada que quiera saber ahora Granger, no ahora que voy a morir – al terminar la frase, esbozó una sonrisa irónica. No quería morir sabiendo nada. No quería escucharla más.
-No podría vivir sabiendo que jamás te lo dije – estaba nerviosa, ansiosa y asustada. Lo sabía por sus movimientos, como movía un rizo entre sus dedos. Se mordía el labio constantemente. No podía mirarlo fijamente por miedo a su reacción. Miedo. Le tenía miedo, siempre lo había tenido.
- ¡Oh! Créeme, podrás vivir. Ya te lo dije, no quiero saber absolutamente nada – comenzaba a sentirse furioso. ¿Por qué demonios iba justo en ese día? ¿Por qué no fue meses antes y así podría haberle dado las fuerzas para luchar por salir de ahí? Cerro los puños y se puso de pie. - ¡Guardias! Quiero salir de aquí – grito perdiendo los papeles. ¿Qué iba a decirle? Quizás pensaba que no le había quedado suficientemente claro el desprecio que sentía por él. Camino a la puerta, pero se detuvo brusco cuando una pequeña y suave mano, aquella que tantas veces había besado, se cerró en torno a su muñeca, deteniéndolo.
-Por favor Draco, solo escúchame – Draco, Draco, Draco, Draco… solo quedaba eso en su mente. Su nombre sonaba tan dulce en su boca. Sus ojos se buscaron hasta encontrarse, y cuando vio la angustia y desesperación en ellos, supo que no podía negarle nada.
Se soltó de su agarre. Quemaba como los mil demonios. Le dio la espalda y espero que comenzara a hablar.
-Cuando te atraparon… -
-Cuando me entregaste – sentía la furia apoderarse de su ser nuevamente. Así era ella. Podía hacerlo sentir el hombre más feliz del mundo un momento, y al siguiente despertar su bestia dormida.
-Cuanto te atraparon hace 2 años, supe algo que cambio mi vida entera – su voz estaba tranquila, pero tenía cierto tinte de melancolía que lo intrigaba.
-¿Qué cosa? Déjate de rodeos y habla de una maldita vez –
-Tu no cambias – se cruzó de brazos y tomo asiento sobre la mesa. Seguía dándole la espalda. No podía verla y estar tranquilamente escuchándola. – Hace dos años me entere que estaba embarazada – sus ojos, hasta ese momento cerrados, deleitándose solo con su voz, se abrieron de par en par. Un hijo, su hijo.
- ¿Me estás diciendo que…? –
-Si Malfoy, un hijo tuyo – volteo brusco y se acercó a ella en dos grandes zancadas. Las lágrimas inundaban sus marrones ojos. Sentía aún más amor por ella, le había dado un hijo, su primogénito. Pero la ira que sentía era aun mayor… dos años, dos malditos años sin saber que tenía un hijo, dos malditos años en los que pudo haber luchado por salir de esa estúpida prisión. Pero no, ella le había ocultado algo tan maravilloso y único como el saber que había sido padre.
- ¡Por qué demonios no me lo dijiste antes! – grito comenzando a zarandearla.
- ¡Cómo se supone que te lo diría! ¡Intentaste matar a todos aquellos que amaba! – grito ella de vuelta, llorando desconsoladamente.
- ¡Se trata de mi hijo, maldita sea! – la soltó bruscamente. Se agarró el pelo y comenzó a jalarlo de desesperación. Ese día iba a morir, y no podría conocer jamás a su hijo. -Vienes… vienes y me lo dices ahora que voy a morir. ¿Por qué justo ahora Granger? –
-Porque no podría habértelo dicho antes, no sabiendo que habrías querido conocerlo – se cubrió el rostro con las manos, sollozando.
-Claro que habría querido conocerlo… quiero conocerlo – la miro fijo. Cuando ella alzo su mirada, encontrándose con la de él, el vacío en aquellos ojos hizo que le doliera el corazón.
-Eso es algo que jamás podrá pasar – bajo de la mesa y se acercó a la puerta.
-Granger, no me hagas esto – se acercó a ella, tomándola de los hombros la obligo a mirarlo. Sus ojos estaban inundados de lágrimas. Si su corazón ya estaba destruido, ahora ya no quedaba nada de el en pie.
-No puedo Draco – contrario a lo que podría haber imagino, ella se refugió en su pecho, buscando consuelo. Aunque tardo unos segundos en reaccionar, la rodeo con sus brazos, embriagándose con el calor que emanaba de su cuerpo. Afirmo su frente en la de ella y cerró los ojos con fuerza.
-Por favor Hermione, necesito verlo. Te daré toda la información que necesitas para destruir al señor tenebroso, pero no me niegues a mi hijo – apenas le salía la voz. Tenerla así de cerca, sabiendo que tenía un hijo, el brillo de la esperanza se asomaba frente a sus ojos. Cuando la sintió relajarse entre sus brazos, imagino que accedería al fin, pero nunca imagino lo que vendría…
-No puedo porque lo di en adopción al nacer -
Espero les haya gustado! y no olviden bajar un poquito mas y dejar un review, diciendo que les parecio :) Besos!
