En picada.

¿Cuál fue el motivo?, ¿el deseo, el amor, o acaso un acto desesperado para que se quedara a tu lado? Y, al menos por tu parte, ya no hay marcha atrás.

Los personajes de esta historia y todo el material intelectual le pertenecen a Rumiko Takahashi.

El material aquí expuesto es para mayores de 18 años, cada persona lee bajo su propia responsabilidad.


Prólogo:

She was a corpse and I was a living girl... and he loved her more than me.

Ella era un cadáver, yo era una chica viva…y él la amaba más que a mí.

—George R.R. Martin, Canción de hielo y fuego.

En un segundo todo fue silencio, luego pudo escuchar su respiración cansada y también la de él, ambos agitados, ambos inexpertos. Ella lo amaba, y quería creer que él sentía lo mismo.

Había perdido fuerza el abrazo con el que se aferraba a él, pero se negaba a soltarlo, se negaba a abrir los ojos, tenía miedo de que fuera un sueño y, si acaso lo era, tenía miedo de que eso la alegrara. Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando lo sintió salir de su interior, como reacción inmediata se aferró a él con fuerza, seguía negándose a abrir los ojos.

El silencio fue poco a poco siendo invadido por la realidad, podía escuchar a los grillos cantarle a la luna de esa noche, el viento soplaba con tranquilidad meciendo las hojas de los arboles creando susurros agradables. El mismo viento tocaba su piel desnuda refrescando el sudor que la perlaba. ¿No podía vivir en aquella burbuja de irrealidad para siempre?

—Kagome —lo escuchó decir su nombre casi en un suspiro, podía escucharlo tratando de tranquilizar su respiración—. Kagome, mírame.

No, tal vez no podía…

Ella accedió a abrir lentamente los ojos, se encontró con esos orbes dorados que la miraban sin titubear; lucía serio o incluso preocupado, rezaba porque luciera como fuera menos arrepentido. Las palabras no salían de su garganta, ni siquiera su mente podía acordar lo que quería decirle, sólo una cosa tenía clara: no quería soltarle.

El relajó la mirada, al parecer había entendido lo que ella no podía decir, le dio un beso en la frente y descansó su mejilla en sus pechos. Ella lo tomó como un triunfo, ahora él también la abrazaba con fuerza, y le permitiría quedar así aunque fuera unos minutos más.

Se permitió observar a su alrededor, el claro del bosque lucía bañado por la blanca luz de la luna, alzó su mirada y observó las frondosas ramas del enorme árbol en el que ambos se encontraban. Aquél árbol que los unía una y otra vez de diferentes maneras.

Aquél árbol que iniciaba los ciclos en sus vidas…y los terminaba.

Su cuerpo entero tembló al pensar aquello y lo miró a él: se había quedado dormido y su respiración era tan pacífica que sólo quería sentir un poco de esa paz, pero por alguna razón no podía del todo. Llevó su mano derecha hasta una de las finas orejas de él y la acarició con cuidado, como si fuese de delgado papel.

Kagome, Kagome —canturreó su propia mente— pájaro encerrado en su jaula…

¿Qué has hecho, Kagome?

¿cuándo la abandonarás?... —siguió cantando su cruel mente.


N/A: Quise iniciar mi primer fanfic con el pie derecho, espero haberlo logrado. Esta historia pretendo que sea profunda, llena de cambios para los protagonistas. Espero lograrlo.

Agradeceré cada uno de sus reviews, hasta la próxima actualización.

Florence.