Advertencia: Todos los personajes son propiedad intelectual de George R.R. Martin.
Redemption
Se decía que nunca sonreía, pero no era verdad. Podía contar con los dedos de una mano las ocasiones que, a lo largo de su vida, habían merecido tal gesto, pero lo había hecho; el día de su boda, cuando nacieron sus hijos.
Sí, las sonrisas eran un bien escaso, pero preciado, sólo para momentos importantes, para situaciones especiales. El resto de veces se convertían en una debilidad; era algo que había aprendido de su padre, todo cortesía y amabilidad, de quien todos se aprovechaban y reían, de quien se burlaban a placer a sus espaldas, porque era de sonrisa simpática y presta, porque confiaba en todos por igual.
Y él había sonreído aquella noche, bajo la lluvia, mientras lo veía arder, sus cabezas cortadas y expuestas, con sus gritos ahogados aún resonando a lo lejos, entre las paredes lamidas por el fuego. El placer de la venganza, el cumplimiento del deber, la dulzura de la victoria, el agua resbalando sobre sus sienes mientras lo contemplaba abrasarse hasta las cenizas, hasta la nada. Y ya nadie dudaría más de su familia, nunca más se volverían a reír del león, porque allí donde una vez hubieran castillos, familias y señores, ahora no quedaba más que el recuerdo, una sonrisa y una canción.
