Este fic lo publiqué antes con otra cuenta (Philana) que fue hackeada, es por eso que se repite, si es que alguien la leyó antes. Saludos!

0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0

Hola, me adelanté unos días e publicar pues este one shot surgió de una aburridísima clase de Ecología en la U, estaba lateada y al fin le encontré un beneficio a esas clases: escribir. Bien, es la primera vez que escribo un One-Shot de esta pareja, así que espero su visto bueno, o su visto malo, ambas cosas serán bien recibidas.

Agradecer a Emic, quien se convirtió en mi guardiana de ortografías, es mi Beta de camino al cielo y de los pequeños proyectos que aparecen de repente en mi cabeza, así que un gran agradecimiento para ella.

En fin, no hay más que decir, así que espero lo disfruten mucho, pues va con cariño.

Con amor infinito a sus lectoras, Philana.

00o0o0o0o0o0o0 Pálpitos del corazón 0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o

Pálpitos del corazón

Solo diez minutos más y ya podría irme a casa. Diez minutos que sumados a las dos horas y cincuenta minutos que llevaba encerrada en la biblioteca, se transformaban en una eternidad. No es que el lugar no me agradara, pues por lo general me pasaba mucho tiempo ahí, pero el motivo por el que se encontraba ahora ahí, era otro y uno que precisamente no era nada de su agrado.

Las clases hace dos horas que habían terminado, pero aún se podían oír los murmullos, gritos, risotadas y escándalos de chicas que ya habían conseguido cita o que aún seguían con la vana esperanza de encontrar a Edward Cullen en algún rincón del colegio para que este las invitara.

Pues en dos semanas más se realizaría el baile de primavera y el escándalo generado por las féminas del lugar fue espantoso, bueno el de la gran mayoría. Ya que de inmediato podía descartar a Alice y a mí misma. Conocía a Alice hace algunos meses, cuando llegué por primera vez a este colegio, aunque en un principio me pareció una chica de lo más extraña, su forma de ser y esa acogida dedicada a mí, una chica que recién conocía, me cautivó por completo y se convirtió en alguien especial en mi vida.

Un ruido a mi lado me desligó de mis pensamientos y me giré un tanto molesta hacia la chica que de modo tan insolente se había atrevido a inmiscuirse en mi espacio.

- ¿Qué se te ofrece Jessica? –le pregunté con una de mis sonrisas más odiosas, pero o ella no lo notó o simplemente lo dejó pasar sin darle importancia.

- Hola Bella –su cínica sonrisa me provocó aún más molestia, pues esa chica jamás en la vida se había dignado a dirigirme la palabra y ahora lo hacía tan descaradamente- verás, me preguntaba si has visto a Edward o si sabes dónde está.

- No Jessica, no lo sé, lo mismo le dije a Lauren hace unos momentos, pensé que te lo diría.

- Sí bueno, yo creí que le mentías para decirme a mí la verdad.

- ¿Y por qué yo haría eso?

- Porque Edward te lo había pedido -¡Dios! Definitivamente esta chica tenía serios problemas.

- Mira Jessica, te diré esto y espero se los digas a las que vengas detrás de ti, no sé donde está Edward y dudo mucho que é me diría donde se esconde de las patéticas chicas que no aceptan la realidad, yo soy amiga de Alice, no de Edward –sabía que tal vez había sido algo cruel, pero ya después de veinte chicas preguntando lo mismo me estaba cansando- ¿Por qué no vas a su casa y me dejas tranquila?

- Vengo de ahí –dijo cortante, luego dio media vuelta y salió de la biblioteca.

Sí, ese era el motivo por el que me encontraba en ese lugar, arrancaba de las fanáticas de Edward, el hermano de mi mejor amiga. Cuando llegué al colegio, supe de inmediato sobre él, su información me llegaba desde el gimnasio por ser el capitán del equipo de basquetbol, desde el baño de las chicas o desde la casa de Alice. Se sabía mucho de su gran talento, pero nadie sabía mucho de su vida amorosa.

Nunca hablaba mucho con él, más allá de un hola y un adiós cuando iba a su casa a visitar a Alice. Pero estas chicas no sabían eso y asumían que yo al ser amiga de Alice, también lo era de su hermano, conclusión bastante errónea, ya que nunca me he atrevido a hablarle.

Edward llevaba todos estos días escondido, solo aparecía en clases y en sus prácticas y luego desaparecía lo bastante rápido, para no tener que enfrentar a las chicas. Nunca se le había conocido novia alguna y eso desde mucho antes que yo llegara. La razón nadie la sabía y eso de algún modo lo hacía más apetecible para las fieras.

- No sé donde está Edward –dije sin levantar la vista cuando noté nuevos pasos a mi lado. Un gesto de protesta se escuchó, para luego dar lugar a las pisadas que se alejaban de mi lado.

Podía entender el por qué todas querían ser la cita de Edward, él chico era guapo, alto, de contextura atlética, cabello cobrizo y ligeramente despeinado, ojos verdes profundos, sonrisa encantadora, amable, sencillo, inteligente, sí, estaba enamorada de Edward Cullen ¿Desde cuándo? No lo sabía, solo tenía claro que Edward Cullen tenía mi corazón y no lo quería de vuelta.

Y ahora debía admitir que me gustaba la idea de que aún no tuviera cita, no es que tuviera esperanzas de que me invitara, solo era que no quería que fuera con alguien, lo sabía, era egoísta, pero por primera vez no me importaba.

- No lo sé, ni idea de donde está Edward –le dije nuevamente ya cansada, ya basta, por último me iría corriendo mi camioneta para que nadie me detuviera en el camino.

- Si lo sabes Bella, bueno ahora lo sabes conocía perfectamente esa voz, para mí, era inconfundible. Alcé la vista y me volteé. Ahí estaba el chico que inconscientemente había hecho de estos días una pesadilla- siento mucho que tengas que pasar por esta situación por estos días –me dijo con una hermosa sonrisa en forma de disculpa.

- Solo quedan dos semanas –dije respondiendo la sonrisa sin poder evitarlo- a menos que decidas aparecer e invitar a algunas de las chicas locas que te buscan con desesperación –sabía que decir esto me molestaba, pero no quería que él notara que eso me afectaba.

- No quiero invitar a nadie, es decir, no me gustan los bailes –genial pensé, tenemos algo en común- y no me sentiría bien rechazando a alguna chica, no sabría cómo reaccionar al ver el rostro de ellas al tener que decirles que no.

- Vaya, eso es muy tierno –le comenté sonriendo mientras él se sentaba a mi lado- pero sabías que al quedarte aquí te deja expuesto, aún andan chicas rondando por ahí.

- Lo sé, pero ya no quiero que tengas que soportar esto por no ser lo suficientemente valiente, así que la próxima que entre y me pida salir con ella, aceptaré –que cierren la biblioteca, pensé desesperada- ¿Y tú no irás con alguien?

- No –dije simplemente- digamos que el ritmo y la coordinación no van conmigo, así que tengo planeado una sesión de películas en el cine, lo he esperado hace mucho y da la excelente casualidad que es el mimo día del baile.

Solo dos chicos me habían invitado al baile y no había sido tan difícil rechazarlos, como para Edward. Alice casi me había matado cuando le conté mis planes para ese día, pero luego sólo lo aceptó al notar que con nada me haría cambiar de idea.

- ¿Puedo acompañarte ese día? -¿hablaba en serio? Es decir, no eran grandes planes, comparado con una noche de baile de la cual se hablaría por todo el resto del año.

Miré a Edward directamente a los ojos, tratando de encontrar en ellos, algún atisbo de broma que pudiera indicarme que todo esto no se trataba más que un simple gusto por saber mi reacción. Pero no encontré nada de eso, sino todo lo contrario, sinceridad, alegría, entusiasmo y ¿Por qué no? Algo de desesperación, lo que de algún modo me llevó a pensar que su único motivo para querer salir conmigo era el de librarse del resto de las chicas.

- ¿Estás seguro? –le pregunte al fin, tratando de salir de algunas dudas con aquella pregunta- Pues no creo que sea muy entretenido para alguien como tú, estar un día conmigo.

- ¿Alguien como yo? –Él preguntó alzando una ceja, ya por la fuerza de costumbre y sonriendo de medio lado, sonrisa que solo estaba dedicada a mí- ¿Por qué no querría pasar un día contigo?

- Pues eres un deportista Edward, me imagino que la emoción en tu vida, es estar rodeado de gente que te admira y no encerrado en una sala de cine, con Bella Swan, con quien nunca has cruzado más de unas palabras –a veces podía llegar a ser muy desagradable, pero él solo siguió sonriendo.

- Mi vida no es sólo el deporte Bella, me gusta la música y amo leer, creo que incluso más que los deportes, y es sólo que estos dan becas para la Universidad y lamentablemente los libros y la música no –dio un corto suspiro, jugueteó un poco con sus dedos, como si hubiera encontrado en ellos algo de lo más interesante- y sinceramente deseo conocerte.

Si antes estaba sorprendida, ahora estaba impactada, las palabras de Edward eran sinceras, llenas de ese misterio natural que emanaba de él y que había sido una de las características que me había enamorado.

- Quiero conocer a aquella chica por la que mi hermana siente adoración, la que día a día la espera sentada en la banca fuera del casino con un libro en sus manos que misteriosamente me llamaban a leerlo, descubriendo que posees un exquisito gusto por la lectura, que coloca que una de mis bandas favoritas en la radio de Alice mientras esperas a que esta termine de hablar con su novio al teléfono –cada cosa que enumeraba hacían que las palpitaciones de mi corazón se hicieron cada vez más rápidas.

Hablaba de cosas tan simples que nunca pensé que alguien llegara a notarlas y él si lo había hecho, de una manera tan detallada que llegaba a asustarme.

- ¿Qué dices Bella, me permites hacerte compañía ese día? –le respuesta en mi corazón era clara, pero mi mente quería decir otra cosa, pero justo en el momento preciso en que iba a dar mi negación ante esta propuesta, algo cambió mi parecer.

- Edward querido, al fin te encuentro –Jessica volvía a aparecer en la biblioteca de espalda a él. Dio un respingo y con un suspiro se volteó para mirarla.

- ¿Qué se te ofrece Jessica? ¿Para qué me buscabas? –Edward preguntó esto de forma cansina.

- Pues he sabido por ahí, que aún no invitas a alguna chica al baile y venía a informarte que no te preocupes pues he rechazo a algunos chicos, así que estoy disponible –ella hablaba con tal naturalidad del mundo y yo, sin poder evitar sonreír ante la situación.

- No debiste rechazar a los chicos Jessica, pues no iré al baile –Edward de verdad parecía apenado. Se puso de pie y se acercó a ella- en realidad tengo otros planes para ese día.

- ¿Tienes otra cita? -¡Dios! La chica aparecía a punto de llorar- ¿Con quién saldrás Edward?

- Yo, bueno, verás… -así que ahí estaba la estrella del basquetbol, incapaz de inventar alguna escusa para sacarse a una chica de encima.

- Saldrá conmigo –le expliqué a Jessica saliendo en su rescate, provocando que ambos se voltearan a mirarme. Edward con una sonrisa agradecido y Jessica con incredulidad. Y claro, era entendible, después de todo, era difícil de creer que un chico como Edward saliera con la aún chica nueva y extraña.

- ¿Con… tigo? –estaba quieta, desviando la mirada de un lado a otro, de Edward a mí, de mí a Edward ¡Dios! Como estaba disfrutando esto.

Jessica nunca había sido de mi agrado, su altivez para mirar a los demás, su interés por aquellas personas de las cuales podía obtener beneficios. Era la típica chica, que sus padres le consentían todas las cosas que pedía, era poco inteligente, guiada por la moda sin tener la capacidad de conseguir un estilo propio y perfecta candidata para menospreciar a los que fueran diferentes a ella.

- Sí, voy a salir con Bella, pero no iremos al baile, no es algo que nos llame mucho la atención, es demasiado banal y solo es para entretener a los alumnos y chantajearlos con ello –Edward caminó lentamente a mi lado y sonrió antes de volverse nuevamente hacia Jessica- lamento esto e verdad, pero los planes con Bella han estado hace mucho tiempo y aunque ella quiso rechazarme para no perderme esta genial velada, logré convencerla –una extraña sonrisa apareció en el rostro de Jessica asustándome, pues de alguna manera me imaginaba con claridad lo que estaba pasando por la mente de ella.

- Puedo ir con ustedes, tal vez si voy te entretengas más, después de todo el baile no es tan importante –sin poder controlarlo apreté ligeramente la mano de Edward, gesto que no paso desapercibido para la chica frente a nosotros. No quería que ella nos acompañara, bueno en caso de que realmente fuera a ir conmigo.

- Es imposible Jessica –Edward respondió mi gesto tranquilizándome- a donde vamos se necesitan entradas y ya están agotadas y buena ya se nos hace tarde, por mi culpa he tenido a Bella entretenida en este lugar. Un gusto verte.

Edward tomó mi mano más firme, agarrando mis cosas con su otra mano y arrastrándome casi, salió hacia la salida.

- Ella tiene coche ¿Por qué mejor no me llevas a mí a casa? –Jessica nos había seguido hasta la salida.

- Su camioneta está mala –estaba cansado y se notaba que ya se comenzaba a frustrar. Nunca lo había visto enojado y debía admitir que verlo con el ceño fruncido y respirando agitado, se veía increíblemente sexy. No me había soltado y mis cosas en sus manos, me daban el cuadro perfecto que me hacía ilusionarme más- Jessica por favor, tú tienes tu coche y yo decido a quien llevo en mi cocha, quien me divierte más, con quien salgo y a quien pido que sea mi novia, bueno… cuando lo haga –se había puesto nervioso ante esto y el sonrojado en mi rostro se hizo presente- vamos Bella, ya es tarde.

Llegamos hasta el estacionamiento en silencio, ninguno comentaba algo. En sólo quince minutos habían pasado bastantes cosas como para estar histérica hablando con Alice durante mucho.

Cuando noté que ambos nos dirigíamos hasta su coche, me detuve. Esto estaba mal, pues lo de la avería de mi coche no era cierto, solo había sido una excusa para sacarnos a Jessica de encima.

- No creo que ella esté cerca, ya puedo irme a casa –tomé mis cosas de sus manos y me acomodé el bolso- supongo que ya tienes un pretexto, ahora podrás pasar más tiempo en público, nos vemos Edward.

-No quiero que sea una excusa Bella –me detuve en ese instante- de verdad quiero salir contigo ese día –me di vuelta con calma y lo miré incrédulo- Bueno, solo si así tu lo quieres –él sonrió con timidez y yo simplemente no pude negarme.

- Muy bien, pero no te seguro que lo pases muy bien –le sonreí de vuelta, con nerviosismo, alegría, temor y muchos otros sentimientos que no sabía identificar.

- Eso ya lo veremos Bella, tenemos un cita –Edward dijo esto con una seguridad increíble que me asombró. Y sin decir nada más, para no darme tiempo a retractarme se subió a su coche y se fue, dejándome sola, con una sonrisa estúpida en el rostro.

0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0

Necesitaba llegar luego a casa, los acontecimientos recién pasados me tenían al borde de la locura, lo había querido hacer todo el día y precisamente había sido ella quien me había dado el impulso para atreverme a hablarle, de otro modo que no era por ser la amiga de Alice.

Había estado escondiéndome todo estos días, de las chicas que querían ser invitadas por mí, pero la idea que rondaba mi cabeza no era el baile. Escuché como cada chica se le acercaba y preguntaba por mí y ella cansinamente decía que no me había visto. Como deseé poder tomarla y traerla a mi escondite, para bueno, que no debiera tener que soportar más días en esas condiciones.

Llegué a casa en pocos minutos, aparqué el coche y corrí hasta mi habitación, en donde me encontré sin sorprenderme a Alice sentada sobre mi cama, leyendo el libro que estado sobre mi velador.

- ¿Cómo te fue? –Preguntó- Imagino que bien, pues la cara de idiota que traes es increíble.

- Sí, me fue bien, aceptó que la acompañara, ¡Dios! Alice no sé que hacer, es decir, nunca he tenido una cita –todo esto había pasado tan rápido que no me había puesto a pensar en que haría ¿cómo reaccionaría? ¿De qué hablaríamos?

- Tranquilo, ya sabrás que hacer, ustedes están destinados a estar juntos, sólo les hacía falta un empujoncito, me debes un favor muy grande, al decirte cuales serán sus planes para ese día –ella me dio un fuerte abrazo y salió cuando su teléfono comenzó a sonar, pero no alcanzó a bajar la escalera cuando ya estaba de vuelta.

Su rostro no me decía mucho y a la vez lo decía todo. Sabía que algo estaba pasando y ella no quería decírmelo, en ese momento mi corazón se detuvo.

- Debemos ir al hospital –dijo finalmente- Bella tuvo un accidente en su coche, hace pocos minutos cuando iba camino a su casa.

Tomé mi chaqueta y solo corrí, reprochándome por no haber seguido con la idea de llevarla yo, hasta su casa. MI corazón después de salir de casa no quería responder. Mi corazón después de ese día no volvió a latir.