Capítulo 1: La vida continúa
Había transcurrido 4 años desde su salida de Seigaku. Su último año había sido un reto para él dado que dejo de ser un titular más en el equipo para subir de nivel y volverse el capitán, tuvo que dirigirlo para ganar diferentes partidos en medida que avanzaba el año escolar. Estar en el puesto fue todo un desafío para él porque sus superiores se habían graduado y dejaron en sus manos el de guiar a los nuevos jugadores del Seigaku.
Los retos que vinieron después fue por su propia decisión de continuar con sus estudios en una secundaria alta (Chugakko o Upper Secondary School) para así continuar estudios universitarios y poder concluir una profesión, lo cual siempre estaba en equilibrio con sus entrenamientos de tenis que trataba de seguirlos en escuelas privadas dedicadas en su totalidad al desarrollo de sus habilidades.
"Kaidoh ¿Hasta cuándo pretendes mirar hacía la ventana?" – Escuchó una voz varonil al costado de él, lo que hizo voltear y fijar su vista en un muchacho de lentes con cabello marrón desordenado. Su mirada no dejaba de ser muy fuerte y penetrante. "¿¡Por qué me ves de esa manera!" – Preguntó el muchacho con una mano en forma de defensa, era como si un rayo invisible destellaran fuera de los ojos de su compañero.
"Es la única mirada que tengo…" – Siseó en forma baja al centrarse nuevamente en el grupo que se encontraba.
"Bueno, entonces sigamos en lo que estábamos…" – Señaló el muchacho al arreglarse los lentes y continuó hablando a mil palabras por hora sobre el nuevo proyecto que harían. Las 5 personas que estaban a su alrededor estaban haciendo cualquier cosa menos prestando atención a sus palabras. "Por eso votemos por la idea que he propuesto…" – Preguntó solemnemente al terminar de hablar esperando la respuesta de sus compañeros, pero la mayoría cogieron sus cosas dispuestos a salir del lugar. "¡A donde creen que van! ¡Aún no hemos terminado con la reunión!"
"Olvídalo Kenichi, ya es salida y todos quieren comer… sigamos con esto mañana" – Se escuchó decir a una persona del grupo cuando salía por la puerta seguido por los demás. "¿Les parece a las 9?" – Opinó el muchacho al dirigirse hacia todos que afirmaron.
"¡Porque siempre ignoran lo que digo!" – Dramatizó en un estado sombrío haciendo circulitos en su suelo. "¿¡Tú aceptas la idea verdad!" – Preguntó inesperadamente ilusionado a Kaoru que se encontraba arreglando su mochila de raquetas para irse.
"Tengo entrenamiento… fshhhh" – Respondió pacientemente a su compañero, su mirada seguía siendo intimidante, causando un sensación de miedo.
"¿¡Por qué me miras así!"
"Ya te dije que es la única que tengo…" – Murmuró cansadamente para después dirigirse hacia la salida.
Ignorando la reacción trágica de Kenichi en el salón de clase, sus pasos lo llevaron hasta el final del pasillo y caminó entre la zona más pacífica del campus, donde los árboles eran una buena compañía para los alumnos que estudiaban a esa hora deseando tranquilidad. Después de recorrer el lugar se encontró al final del edificio en el cual se podían ver los campos de atletismo, beisbol, futbol y sobretodo el de tenis.
A esa hora el tennis court se encontraba con solo un par de aficionados jugando a manera de entretenimiento, lo cual hizo que una sonrisa melancólica apareciera en su rostro, gesto que no hacía muy seguido pero en ese momento nadie lo observaba así que no se preocupaba por ello.
Mientras se encaminaba hacia los camarines de hombres para cambiarse y poder seguir con su entrenamiento de tenis, pensaba en las nuevas experiencias que vivía ahora. Había tenido que elegir entre seguir una profesión en la universidad o seguir con el tenis, pero optó por darle equilibrio a los dos, ya que se sentía capaz de darlo todo por cumplir su sueño de convertirse en jugador profesional y a la vez de tener un entretenimiento al estudiar lo que le gustaba. ¡Porque después de todo Kaoru Kaidoh no se daba por vencido sin dar la lucha hasta el final!
Todo ese tiempo se había dedicado un 100% a su entrenamiento como tenista. La universidad en donde se encontraba recibía estudiantes becados con la única condición que terminaran sus estudios en conjunto con un deporte a nivel profesional. En ese aspecto eran muy exigentes por cuestiones de imagen y de incentivos a los estudiantes a desarrollar otras habilidades aparte de solo estudio intelectual.
"¿Listo para un partido Kaidoh?" – Preguntó una voz a sus espaldas, causando sobresalto en él porque no se había percatado de otra presencia en el lugar.
"Entrenador Mori…"
"No gastemos palabras Kaidoh, dejemos que nuestras raquetas hablen por nosotros" – Propuso seriamente al coger las pelotas de tenis que se encontraban en el asiento del lugar y dirigirse a la salida.
Era extraño que el mismo entrenador se encontrara en el campus pasadas las 5 de la tarde, más aún que deseara jugar contra él. Siempre le decía que se esforzaba demasiado en cada juego, aunque era eso lo que más admiraba de él porque le hacía recordar sus tiempos de juventud. Cuestión que no entendía mucho porque contaba con 25 años, uno de los pocos profesores jóvenes en deportes que tenía la institución, que además obtuvo premios de los abiertos de Australia.
Esa era una motivación más por el cual no dejarse vencer contra su entrenador que lo asesoraba en lo que podía en sus tiempos libres, además de darle un menú de entrenamiento personal para que pudiera seguir después de las clases.
…...
Ya eran las 9 de la noche y por fin su juego infernal había terminado con un reñido Tie Break entre él y su entrenador. Lo que más deseaba era irse a descansar para poder seguir corriendo mañana temprano, no era que se sintieses cansado pero al parecer el sueño se le había vuelto pesado por el desgaste físico de los últimos días.
Un sudor frío le paso en esos momentos al recordar la oferta que le había hecho Inui la semana pasada al proponerle el enviarle por correo electrónico recetas de sus última invenciones para su desgaste físico, el cual rechazo al enterarse que su antiguo compañero de Seigaku estaba estudiando Ingeniería Química, así que no quería imaginarse que preparados podía enviarle.
"¿Crees que me puedas pasar mi banda por favor?" – Preguntó una voz femenina desde la zona de atletismo que se encontraba cerca del tennis court, mientras él estaba alistando sus raquetas para irse. Su vista se posó fijamente en los ojos violetas de la muchacha que le había hablado. "¿Eres Kaidoh Kaoru verdad? Soy Emi Asano de la clase de estudios generales..." – Se presentó un tanto nerviosa quitando unos mechones azulados de su rostro debido a la falta de su banda que se encontraba al otro lado del cerco enrejado alrededor de toda la zona de atletismo, muy cerca de Kaoru. Quiso seguir hablando pero escuchó voces que la llamaban desde atrás. "¿Crees que me puedas pasar mi banda que está cerca de ti por favor?"
"Claro…" – Respondió en voz baja al tomar la banda rosada y dársela en sus manos
"¿Sucede algo?" – Cuestionó con curiosidad por la actitud de Kaoru al verla tan fijamente con el seño fruncido hasta más no poder.
"No, nada"
"¡Gracias!, suerte en tu entrenamiento. Bye" – Se despidió la chica al retornar rápidamente hacía su grupo de amigas que la estaban esperando.
"Creo que estoy perdiendo el efecto de mi mirada…" – Pensó para sí al no notar cambio alguno en el rostro de la joven cuando la miró fijamente.
Restándole importancia al asunto coloco su mochila en su hombro y se dirigió a la salida del campus, no sin antes echar un último vistazo al campo de atletismo donde ese grupo de chicas aún seguían tomando tiempo son su cronómetro entre ellas. Eran las 9 de la noche y no parecían querer moverse del lugar.
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Ya eran las cuatro de la mañana y era la hora perfecta para salir a correr. El sol todavía estaba oculto entra las nubes, así que la luz no lo molestaría mucho para correr con tranquilidad. Su destino era la playa que se encontraba a 10 kilómetros desde su apartamento y es que la vista del amanecer reflejado en el mar le agradaba.
"Tendré que ordenar después de llegar de entrenar" – Se dijo a sí mismo en voz baja al ver su pequeño apartamento un desastre, hace días no hacía una limpieza apropiada del lugar por estar ocupado con otras cosas. Felizmente no era demasiado grande, con una hora bastaría para terminar de verse presentable.
Ya estaba casi listo para salir, una remera sin mangas, unos shorts cortos y sus zapatillas deportivas eran parte de su atuendo, además de su inseparable bandana verde en su cabello. Después de hacer una imagen mental de lo que tenía que hacer al regresar de su corrida matutina su teléfono celular sonó. Se le hacía extraño que lo llamaran a esa hora, pero ya sabía de quien se trataba: su madre, que después de mudarse a ese lugar no había parado de llamarlo para saber cómo pasaba sus días en la universidad, cuestión que molestaba a su padre porque no lo dejaban dormir sus horas completas por la voz aguda de su esposa. Pero él entendía que su madre se preocupaba mucho por él y hacía lo posible por levantarse a las cuatro de la mañana para hablar con él, era la única hora que podía encontrarlo en el apartamento. Sus hábitos eran muy rutinarios.
"Hola madre. ¿Como estas?"
"¡Hijo como te ha ido en el tiempo que no he podido hablar contigo!" – Preguntaba su madre emocionada al otro lado del teléfono
"Estoy bien… bastante ocupado con los cursos que llevo ahora, estaba a punto de salir a correr" – Explicó tratando de detallar lo mejor posible, no estaba muy acostumbrado a hablar mucho, pero con su familia siempre era totalmente diferente.
"Si, lo sé. Por eso llamaba temprano para saludarte… pero debes estar contento de poder ir a estudiar a Chiba… las playas deben ser hermosas"
"Mmm siempre intento correr por ahí, está a unos 10 kilómetros de aquí"
"Hodzumi deja a Kaoru en paz y ya ve a dormir" – Escuchó a su padre decir con una voz alejada, era obvio que intentaba dormir.
"Ay no hagas caso a tu padre. ¿Vendrás en vacaciones verdad?
"¡Se acaba de ir y quieres que regrese!"
"Si… cuando acabe el semestre iré a casa para navidad"
"¡Es cierto! Tus clases terminan el 20 de diciembre y ya estamos octubre, es una buena noticia… entonces te esperamos Kaoru, toma las cosas con calma, recuerda que siempre te estaremos apoyando"
"Claro Madre. Nos vemos" – Finalizó al escuchar a su feliz madre colgar el teléfono. Sabía que para ella estar lejos de él era difícil, pero son su hermano menor Hazue en casa que aún estaba en secundaria no se sentía muy sola. Siempre habían sido una familia muy unida, así que el cambio en el que vivían era un poco tedioso de afrontar pero lo estaban logrando.
Después de varios minutos de pensar se percató que eran las 4:30 y debía apurarse para poder llegar a tiempo e irse a su bendita reunión a las 9. "¡Daría lo que fuera para no verlos!" – Murmuró cambiando su gesto a uno de resignación, y era que sus compañeros eran los más habladores de toda la clase, pero por no quedarse sin grupo tuvo que reunirse con ellos. No tenía otra opción.
…...
Al parecer aún tenía tiempo de recuperar los minutos perdidos. Había logrado hacer los 10 kilómetros en menos de una hora, así que ahora se pondría a hacer los ejercicios que tenía planeado ese día.
"Me queda una hora para el amanecer" – Pensó al seguir corriendo por el área cerca del mar y era que eso ejercía más presión en sus zapatillas para un mejor efecto. Miraba a su alrededor y no se veía ningún alma, solo el sonido de las olas lo alejaban de la realidad.
"¡Cuidado!"
Escuchó una voz a lo lejos y sintió un golpe en su pecho de un objeto extraño que venía volando a velocidad hacía él que lo hizo tambalearse un poco para caer sentado en la arena.
"¡Lo siento! ¿Estás bien?" – Dijo otra vez la misma voz a escasos metros de él y un ladrido de un perro después.
"Si, eso creo" – Respondió al levantarse de la arena y coger el objeto que lo había golpeado – "¿Esto es tuyo?" – Cuestionó a la muchacha que se encontraba a un metro de él, la miró con el seño fruncido y con una cara que asustaría a cualquiera.
"Es que me encontré con este perro y su frisbee, no aguanté las ganas de jugar con él, pero lo lancé demasiado fuerte. ¡En verdad lo siento!" – Confesó apenada haciendo una pequeña reverencia para después volver a su estado normal. "¿No te lastimó verdad?" – Preguntó preocupada acercándose un poco más a él.
"¡Estoy bien!" – Expresó al sacudirse la arena de su ropa. No notó que un ligero sonrojo se estaba presentando en su rostro, solo sentía que parte de su sangre se le acumulaba en su cabeza. "Toma" – Le dirigió el frisbee hacia ella para que lo tomara, pero el perro que se encontraba ahí se abalanzó a Kaoru, obviamente con ganas de jugar con él.
"Creo que este perro no conoce los límites jajaja" – Rió la muchacha al ver que Kaoru se había caído otra vez sentado en la arena y el perro trataba de quitarle el frisbee de sus manos.
"¿¡No puedes controlar a tu perro!" – Exclamó con cara de pocos amigos a la muchacha. No era que le molestara jugar con el perro, es más su debilidad por los animales era muy grande que no aguantaba jugar con ellos, pero en ese momento había un espectador y no quería mostrar esa debilidad.
"Lo siento" – Dijo al poner su mano en su boca para dejar de reírse. "Es que no es mío, lo encontré en mi camino cuando corría…"
Kaoru solo levantó una ceja y fijo su mirada en el perro que tenía enfrente con ganas de jugar con él, se movía de una posición a otra con intenciones de quitarle el objeto de juegos. Resoplando resignado le quitó el frisbee de su hocico y lo lanzó lejos de su vista.
"Mmm ¡Ya recuerdo! Ayer te vi en el tennis court practicando" – Señaló la muchacha con su mano en el mentón recordando sobre los acontecimientos de ayer y como sus amigas le habían advertido de no hablar con Kaidoh. "Soy Emi Asano, tal vez no me recuerdes pero voy en tu mismo salón de cursos generales… gracias nuevamente por alcanzarme mi banda" – Le agradeció sonriéndole y le extendió su mano para saludarlo.
Kaoru miró a la chica fijamente con el ceño fruncido, quería ser cortes y recibir la mano extendida pero le parecía extraño que una mujer se dirigiera a él. Es decir, nunca en su vida una chica le había hablado por cuestiones obvias de su actitud áspera para formar nuevos amigos.
"¿Sucede algo malo?" – Preguntó extrañada otra vez la chica al no ver respondido su saludo por lo que bajo el brazo. "Mmm no estoy muy acostumbrada a como saludan aquí… ¿tal vez una reverencia era lo más adecuado?" – Se cuestionó a sí misma en voz alta algo pensativa.
"Tu perro está de vuelta" – Señaló Kaoru un tanto confundido por lo último dicho, pareciera que no era de ese lugar o tal vez no era de Japón.
"¡De verdad! Tengo que devolver al perro a su casa, quizás pueda encontrar su dirección en su collar" – Dijo al arrodillarse en la arena y buscar en el amuleto que traía en el cuello. "¡Ya tranquilo! ¡No hagas eso! Jajaja" – Reía la joven ante la áspera lengua del perro en su mejilla.
Kaoru la miraba raro desde su lugar junto a ella. Se sentía extraño estar tan cerca de una chica y que esta no se haya ido corriendo con tan solo verlo. La observó más detalladamente y pudo notar que al final de toda su ropa deportiva en sus tobillos se encontraban 2 pesas. Al parecer ella también había elegido este lugar para entrenar. "Debe estar en el equipo de atletismo" – Murmuró entre dientes al recordar que la encontró ayer en ese lugar.
"¿Me preguntaste algo?" – Preguntó Emi al escucharlo farfullar.
"No dije nada" – Se escuchó decir algo sonrojado. No creyó que ella lo escucharía.
"Bien, ya pude encontrar de donde es nuestro amigo… será suficiente tiempo hasta el amanecer para llevarlo a su casa" – Explicó al soltar al perro y dejarlo correr libremente por la arena. "Mucho gusto en conocerte Kaihoh. Nos vemos en clase. ¡Bye!" – Se despidió de él. "Ven pequeño. ¡Vamos a tu casa!" – Le habló al can mientras movía el frisbee de un lado a otro para que el animal la siguiera lejos de la playa.
Kaoru observó como la muchacha se alejaba por la acera aún jugando con el perro. Resopló vencido por haber perdido el tiempo de esa manera y no haber cumplido con su menú de entrenamiento. Su reloj ya marcaba casi las 6 de la mañana, así que determinó esforzarse el doble si quería terminar su entrenamiento matinal, ahora ya sin interrupciones.
"¡Kaidoh Kaoru! ¡Detrás de ti!"
Escuchó decir una voz a lo lejos, para ser más exactos de la chica que había conocido hace unos momentos. "¡Acaso se ha confabulado para no dejarme entrenar tranquilo!" – Pensó molesto al querer reanudar su camino, pero una luz muy peculiar lo alertó detrás de él. El sol se veía reflejado en el mar dando una sensación de felicidad dentro de él ante tal espectáculo. No era que no lo haya visto antes desde que vivía ahí, pero el hecho de fijarse más atentamente era como si nunca lo hubiera visto. Cuando regresó la vista para ver si la chica aún seguía ahí, no vio a nadie.
"Ahora si podré entrenar tranquilo" – Se dijo aliviado y reanudó sus ejercicios matutinos.
-TBC-
