Prólogo Champiñón-Parte 1
Ok antes de comenzar esta historia diré algo importante: me base vagamente en la serie de internet Super Mario bros Z. Esta historia será un crossover entre el universo de Mario,el mundo pokémon (del manga) y del mundo de Sonic. Ora sin mas preámbulos comencemos.
Un día en el castillo Champiñon se estaba preparando una fiesta por la victoria número emquien sabe cuánto/em de Mario contra Bowser y de salvar una vez más a Peach pero aun faltaban algunos preparativos. Muchos Toads adornaban cada rincón del castillo con guirnaldas, piñatas y globos siempre con la atenta supervisión del Maestro Kinopio. Incluso Peach les ayudaba a decorar y Mario por su lado estaba sentado en el sofá, resignado ya que Peach le dijo que no necesitaba de su ayuda para decorar. En pocas horas la joven princesa se le acercó. —Querido, lo siento por no dejar que me ayudes, pero el Maestro Kinopio no me deja, según porque el héroe del reino no debe hacer esta clase de trabajos y pues…. Ya sabes cómo se pone cuando se enfada por no cumplir sus "reglas"—Se disculpó la monarca del reino champiñón, soltando una pequeña risita por su último comentario.
—Oh, no te preocupes mi melocotoncito, yo comprendo— El fontanero al decir eso se levantó del sofá y abrazó a su preciosa princesa besándola en los labios. Peach le correspondió rodeando su cuello con sus brazos. Duraron así un buen rato, pero se detuvieron cuando sintieron que se les agotaba el aire. —Oh, Mario, me haces tan feliz— Murmuró la princesa aun abrazándose al fontanero. Él solo comenzó a acariciar sus rubios cabellos con dulzura, haciéndole sentir a ella que abandonaba la tierra y se dirigía al paraíso. Aún asi, no dejaba de sentirse culpable al no dejar a Mario ayudar en la fiesta, hasta que una idea se le vino a la mente. —Querido, hay algo que puedes hacer. Podrías ir a buscar a Luigi y Daisy a Sarasaland. No me gustaria celebrar sin ellos, Daisy es mi querida primita y Luigi es tu hermano, además él siempre le da el humor a la fiesta, jiji.
Mario, al escuchar la petición de ella, sin dudarlo ninguna vez aceptó y se marchó del castillo de camino al aeropuerto del reino para tomar el primer avión a Sarasaland. La princesa veía por la ventana como su amado héroe se alejaba y suspiró. Regresó al salón principal del castillo y ordenó a los Toads que acabaran rápido de decorar todo el lugar. —¡En seguida, princesa!— y así, aun siendo vigilados por el Maestro Kinopio para que no holgazanearan le daban los últimos preparativos al castillo. Por otro lado Peach se dirigió a la cocina para prepararle un delicioso pastel a Mario, y se dijo a si misma que sería el mas delicioso que haya preparado jamás.
Mientras tanto en Sarasaland, Mario ya había llegado al aeropuerto del desértico Reino Birabuto y al salir de allí caminó hasta salir del reino y pasar por el reino Muda y después por el reino Easton hasta llegar al reino Chai en donde se hallaba el Castillo de Daisy. Al entrar encontró a su hermano junto a la princesa Daisy aparentemente a punto de decirle algo importante. Repentinamente antes de hacerlo Mario lo agarró y lo llevó arrastrando fuera del castillo, no sin antes decirle a Daisy que Peach los había invitado a venir a su castillo para celebrar la fiesta que se preparaba. El fontanero de verde oponía resistencia y trataba de soltarse del agarre de su hermano sin éxito. —Vamos, Luigi, esto es importante. —Le dijo Mario a su hermano, aún jalándolo de sus pies. —¡Lo que quería decirle a Daisy también era importante! ¡Suéltame! — Gritaba agarrado de una estatua de Daisy. Daisy por su lado observaba molesta la escena. —Luigi, esto es importante para mi prima y debemos ir— Le explicó amablemente al fontanero verde para luego observar molesta a Mario. —Pero en serio Mario, siempre arruinas todo.
—Cállese loca, que mas quisiera que no vinieras pero mi melocotoncito me pidió que te invitara— Mencionó con fastidio hacia la princesa y debido a su comentario ella se enfadó y lo agarró a golpes de manera brutal al mismo tiempo que gritaba "¡No me llames locaaaaaaaaaaaa!
De vuelta al castillo Toadstool ella al fin había acabado el pastel para su amado héroe y se sentó en su trono para descansar. Los Toads igualmente descansaban acostados en el suelo del castillo, dado que ya habían acabado de colocar todos los adornos en el castillo. —Uf, ya está todo listo aunque… Mario ya se ha tardado— Observó con preocupación hacia una ventana. —Regresa pronto, mi amado caballero en brillante armadura.
En aquel instante algo la estremeció. Un fuerte temblor hizo que ella se levantara de golpe de su trono y todos los Toads se levantaron del suelo asustados. No sabían que había sucedido hasta que escucharon un temible rugido proveniente del exterior. —¿Eh? No, por favor, no él. ¿Por qué tan pronto? —Asustada subió corriendo las escaleras y entró en su cuarto cerrando con llave la puerta y agarró una sartén que tenía escondida bajo su cama para defenderse. —¡T-Tengo una sartén y-y no dudaré en u-usarla!
En los pisos inferiores los Toads corrían como locos de aquí para allá con el Maestro kinopio, igual de asustado tratando de calmarlos. —¡Es Bowser, es Bowser! ¡Huyan!— Gritaban todos desesperados.
—Como siempre ustedes tan valientes— Pronunció con sarcasmo la princesa al escucharlos gritar. Al escuchar que la puerta de entrada era derribada retomó su posición defensiva apuntando hacia el frente con su sartén. Cada vez sentía más de cerca los pasos de Bowser y sus atronadores rugidos. Ella temblaba asustada y deseaba que Mario estuviera aquí para defenderla. Por último cerró sus ojos y pudo oír que la puerta de su cuarto estaba siendo golpeada por el rey Koopa tratando de derribarla. —N-No Bowser, no te atrevas a entrar. ¡Aléjate de mí!— Muchas lágrimas escaparon de sus ojos y temió lo peor cuando se escuchó que la puerta fue completamente derribada.
continuará...
Si, ya sé que es algo corto, pero creanme, valdrá la pena. Acepto cualquier tipo de comentarios, y si creen que debo mejorar algo lo aceptaré igualmente. Me servirá mucho en especial porque está es la primera historia que escribo yo solo sin ser aconsejado por nadie, adiós.
