Pues nada, aquí estamos de vuelta con una nueva historia... xD No tenía pensado subirla, la verdad, pero por mi querida primita lo haré.

Es una historia cortita, no creo que tenga más de tres o cuatro capítulos. Y no creo que sea muy interesante, la mayoría de personajes son Oc y hay muy pocos personajes canon. Además aquí aparecen personajes míos de una historia que estoy preparando de Inazuma Eleven Go, y bueno, no sé si se entenderá todo xD

Bueeeno, os voy dejando.

Gracias por leer, espero que no os disguste ^^

Historia dedicada a mi querida Nuri, por inspirarme de repente para escribirla después de tanto tiempo estando estancada con ella xD Te quiero, primita.


Yakumo Airi caminaba apresurada hasta su taquilla. Tenía que dejar los libros de la clase que acababa de tener, y coger aquellos de los que tenía deberes para el día siguiente.

Precisamente ese día que tenía unos ejercicios de lo más aburridos y complicados que le iban a llevar horas, la habían llamado para quedar. Esos dos tenían un don de la oportunidad alucinante.

Abrió la taquilla, y dejó los libros ordenados. Se miró un momento en el espejo de la puerta de metal, y se peinó un poco su pelo púrpura con los dedos. Se lo había cortado hacía poco, antes lo llevaba por debajo de la mitad de la espalda. Pero ahora le caía liso hasta los hombros, y se colocaba el flequillo hacia el lado derecho. Le era mucho más cómodo, y no le sentaba tan mal. Pero bueno, seguía sin ser una belleza.

Puso los ojos en blanco, y cogió los libros de sociales y ciencia para poder cerrar finalmente la taquilla. Cuando le estaba poniendo el candado se dio cuenta de que se le había caído un pequeño papel doblado, y se agachó para recogerlo. Comenzó a caminar hacia la salida, abriendo el papel aun sin guardar los libros en su bolso cruzado.

"Estaré en el entrenamiento después de clase durante un par de horas, si quieres ven, y pasamos el rato con los chicos. Un beso, Lis"

Ah, Lisette... Debía de haber metido la nota por la ranura de su taquilla. De nuevo volvió a poner los ojos en blanco.

¿Pero no le podía haber dicho lo del entrenamiento en clase? ¡Si compartían todas las horas, y encima se acababan de despedir!

En fin, así era su querida amiga. Muy tímida y todo eso, pero cuando tenía confianza hacía las cosas más raras del mundo. En realidad en eso eran bastante parecidas, aunque Airi no lo demostraba tan abiertamente. Pero ciertamente con Lisette podía ser ella misma, podía decir lo que quería y de la manera que quería, y ella nunca se molestaba, sino que daba más guerra. La quería muchísimo.

En fin, tendría que mandarle un mensaje al móvil para decirle que no iría a ver el entrenamiento. Menos mal que ya tenía planes. Lo que le faltaba, ir a ver a unos chicos jugando al fútbol. No, gracias. Ya iba a pasar la tarde con dos personas algo tocadas mentalmente, y si tenía que volver a aguantar los entrenamientos tan brutos que tenían esos chicos mientras Lisette intentaba convencerla de que hablara con alguno se tiraba desde el piso más alto de Teikoku.

Cogió su móvil del bolsillo pequeño de la mochila para mandar el mensaje, y mientras lo encendía no se dio cuenta de donde estaba pisando. Y cómo no, al poco tiempo tropezó con alguien y se le cayeron los libros. Estuvo a punto de poner cara de fastidio, pero nada más ver a quien había atacado con su torpeza comenzó a rezar para que se la tragara la tierra.

El chico de pelo añil se quedó parado mirando los libros que se encontraban en el suelo, como si estuviera meditando. por su parte, Airi se quedó totalmente bloqueada, sin saber que hacer.

Miyabino Reiichi. Precisamente tenía que chocar con Miyabino.

Comenzó a ponerse nerviosa, pero se dio cuenta de que estando ahí parada no iba a mejorar la opinión que el chico tenía de ella. Bueno, no sabía realmente lo que pensaba de ella, en todos los años que habían ido juntos a clase no habían hablado ni una sola vez, tal vez cuando tenían que hacer juntos alguna actividad. Ni siquiera en la guardería. Él era demasiado serio y ella demasiado tímida como para acercarse a hablar. Pero no le pasaba sólo con él, siempre había sido así con toda la gente que conocía. En el instituto sólo Lisette era su amiga, y si se habían conocido había sido gracias a ella. Era Lisette siempre la que se le acercaba, la que tiraba de ella. No era especialmente sociable, prefería mantenerse aparte, alejada de los demás.

Y Miyabino le imponía demasiado respeto. Siempre tan inaccesible y callado, siempre tan quieto... Incluso cuando le escuchaba en clase responder a alguna pregunta se le ponía la piel de gallina.

Aun paralizada, se dio cuenta de que el chico se agachaba un poco, y cogía los libros para entregárselos.

- Toma -Dijo simplemente, entregándole los libros sin ni siquiera mirarla.

- Gracias... Perdona, no miraba por donde iba... -Consiguió decir hecha un manojo de nervios, por una parte alegrándose de que no la mirara a la cara. Estaba demasiado sonrojada.

Miyabino no dijo nada ni prestó atención a lo que le decía, simplemente cerró los ojos y comenzó a caminar de nuevo en su dirección. Airi sabía que se dirigía al campo, ya llevaba el uniforme puesto. Él era el portero del equipo de fútbol, donde Lisette era ahora la gerente y ayudaba con los entrenamientos.

La chica suspiró mirándolo al alejarse, apretando los libros contra su pecho. El corazón le iba a mil por hora, y se sentía algo triste de repente.

¿Por qué Miyabino la odiaba? Nunca había hablado con él, no podía haberle dicho nada que le disgustara. Pero era obvio que no la soportaba. Dudaba que tan siquiera se acordara de su nombre.

Era invisible para él.

En gran parte cuando Lisette la invitaba a los entrenamientos no iba por él. No quería que le cogiera más manía. Y que su amiga no dejara de insistirle en que hablara con él, y decirle que seguro que en realidad le gustaba no ayudaba demasiado.

Aun parada en el pasillo viendo cómo el chico de pelo añil atravesaba la puerta de salida al capo, suspiró soltando una pequeña y triste risa.

- Sigue soñando, Airi -Susurró mientras guardaba los libros en el bolso-. Mejor dedícate a seguir siendo invisible.

Y se encaminó a la salida.

...

- Deberías haber hablado con él -Resolvió Rima mientras bebía un poco del refresco que Hyoma le había comprado-. A mí siempre me ha parecido muy guapo.

- No seas tonta, ese tipo es un estirado y un aburrido -Dijo el chico cruzándose de brazos.

Airi bajó la cabeza desanimada por las opiniones, aunque en su interior comenzaba a estar de mal humor. Esos dos siempre la mareaban, decían cosas muy distintas.

Kazama Hyoma y Kunisaki Rima no iban a Teikoku con ella, iban a Black Rose. Era como una academia de genios del fútbol, todos con un pasado trágico. Anteriormente Black Rose se encontraba en Teikoku, según le habían contado alguna vez el anterior comandante del equipo de Teikoku había fundado también la academia para ayudar a unos niños o algo por el estilo. Nunca se había interesado demasiado, pero siempre había hecho buenas migas con los chicos de allí. No sabía por qué, pero cuando eran pequeños se habían acercado a ella y había comenzado a ser amiga de los once componentes de su equipo. Esos dos eran los más cercanos. Hyoma tenía quince años, era alto y atlético. Su pelo azul siempre caía desordenado encima de sus increíbles ojos verdes, siendo perfectos con su personalidad despreocupada. Había veces en las que podía ser de lo más repelente y antipático, aunque en realidad era un cacho de pan. A menudo se pasaba por el instituto en su tiempo libre y se dedicaba a jugar al fútbol con los niños del equipo infantil. Siempre decía que no los soportaba, pero realmente se le daban de maravilla. Los niños lo adoraban y no dejaban de pedirle que volviera para estar con ellos. En contraste, Rima era mucho más apacible. Tenía catorce años, la piel pálida, y sus ojos y pelo eran de un color grisáceo con débiles tonos azules. Era siempre muy amable y buena, y su aspecto hacía que pareciese de lo más frágil. Nada que ver, era muy fuerte y todos contaban con ella en el equipo de fútbol. La había visto en algunos partidos, y era asombrosa. La admiraba muchísimo, aunque nunca lo decía porque la chica era demasiado modesta y no le gustaba que la adulasen.

Hyoma era el portero de Black Rose, y Rima era la líder de la defensa, con más de un as en la manga. Eran impresionantes, inteligentes y guapísimos. Se habían criado juntos, eran casi como hermanos, y se llevaban de maravilla aun siendo tan diferentes. Siempre le había extrañado que no se interesaran como pareja. Tal vez como vivían juntos no sería buena idea. Nuna se había atrevido a preguntarlo.

- Airi, que no me entere yo de que te ves con Miyabino Reiichi -Determinó el chico con gesto malhumorado.

- Por eso no tienes que preocuparte -Dijo Airi intentando reir-. Miyabino nunca me ha hablado, debo de caerle fatal.

- ¿Quieres que vaya a por él? Puedo hablar con el guaperas para ir a Teikoku a decirle cuatro cosas -Con "el guaperas" se refería a Tatsumaki Shun, el capitán de Black Rose. Era su mejor amigo, y siempre se estaban tomado el pelo y metiéndose el uno con el otro. Chicos.

- Déjalo, no hace falta -Se apresuró a decir alarmada. Ya sabía de lo que eran capaces esos dos cuando hacían de las suyas-. Por cierto, ¿cómo está Shun?

- Está bien, quería venir a verte pero tenía que entrenar. Nos dijo que te saludáramos de su parte -Dijo Rima sonriendo comprensiva.

La chica suspiró, por una parte aliviada. Estaba siendo un día demasiado estresante, si veía a Shun se pondría nerviosa.

Efectivamente, Shun y Airi habían tenido historia. Bueno, no del todo. Siempre se habían llevado muy bien, Airi podía aventurarse a decir que el chico era su mejor amigo de toda la vida. Y nunca se había enterado de que él siempre la había visto con otros ojos.

Cuando le pidió salir sólo sintió ganas de salir corriendo. Años de amistad y cariño y jamás se había dado cuenta, y temía de verdad que el rechazarle acabara con su relación. Pero Shun era bueno, probablemente una de las mejores personas que podría conocer en toda su vida, y no se tomó mal su respuesta en absoluto. Simplemente sonrió como hacía siempre, y la abrazó con todo el cariño del mundo diciéndole que no estuviera triste por él. Y nada había cambiado. A veces sentía haberle dicho que no, era el chico perfecto. Pero no era suficiente para él. No era suficiente para ningún chico, era mejor que no se metiera tanto en su vida. Así encontraría a una chica digna de todo su cariño.

Se dio cuenta de que Hyoma la miraba fijamente, sentado con los brazos entrelazados por detrás de la cabeza, y se forzó a sonreír olvidándose de lo que estaba pensando.

- Bueno... ¿y tú qué piensas de Miyabino, Airi? -Preguntó la chica de pelo grisáceo para romper el hielo.

Hyoma suspiró poniendo los ojos en blanco, y Airi volvió a enrojecer al recordar lo pasado en el pasillo. ¿Que qué pensaba de él? La ponía en un aprieto con esa pregunta...

Miyabino... No quería pensar en él, y menos aun hablar de él. Ya tenía bastante con ser invisible para ese chico, y saber que le caía mal. ¿Cómo podría permitirse pensar en Miyabino sabiendo que él no podía ni verla? No debía hacerlo. No debía hablar de ese chico sin ser algo suyo.

¿Qué podía decirle a Rima? Si le decía que prefería no responder a lo mejor se lo tomaba a mal, y no quería parecer una borde con ella... Sobre todo mientras la chica la miraba con esa sonrisa a la que nadie podía resistirse.

Menos mal que Hyoma estaba ahí para salvarla.

- Rima, querida hermanita, ¿hoy no nos tocaba entrenamiento intensivo? ¿Cuanto queda para que tengamos que volver a la academia?

- ¡Ah, es verdad! -Exclamó la chica sacando un pequeño horario de su bolso, y mirando un momento su reloj-. A ver... Vaya, nos queda poco tiempo. Tal vez deberíamos irnos. Lo siento, Airi. Si eso te llamaremos otro día.

- Claro, cuando queráis -Contestó la chica de ojos turquesa, sonriendo amablemente.

Ambos la abrazaron, y Hyoma le guiñó un ojo sonriendo divertido. Le prometieron llamarla en unos días, para que fuera a ver el partido que tendrían pronto. No le dijeron contra quién sería, pero ya presentía que sería impresionante. Los chicos de Black Rose nunca habían sido normales, sus partidos siempre eran demasiado increíbles. Los dos comenzaron a caminar, y Airi les despidió alzando el brazo.

- ¡Por cierto, decidle a Shun que le llamaré pronto y que tengo ganas de verle! -Exclamó.

Hyoma no se giró, pero alzó la mano levantando el pulgar. La chica sonrió a sus amigos aunque ya no la estuvieran mirando, y decidió encaminarse a su casa.

Airi comenzó a caminar hacia su casa, dándose cuenta de que al final no había avisado a Lisette de que no iba a ir al entrenamiento. Se apresuró a coger el móvil para llamarla y disculparse. La chica no tardó ni dos segundos en responder a la llamada de su amiga.

- Bien, por fin me llamas. Espero que tengas una buena excusa, señorita.

- ¿Has estado esperando todo este tiempo a que te llame para poder decirme eso? -Preguntó Airi poniendo cara de circunstancia, sabiendo de antemano la respuesta.

- Estarás contenta por dejarme sola con esta tropa. Airi, si vieras hasta qué punto me estoy aburriendo aquí tan solita, sin nadie con quien hablar... -Susurró la chica haciéndose la víctima.

- Vale, lo siento... Iba a llamarte, pero me choqué con alguien en el pasillo y no me volví a acordar.

- ¿Con quién te has chocado?

Airi comenzó a ponerse nerviosa, y decidió que era mejor omitir a esa persona en su historia.

- Nadie, no me fijé.

- Ah, bueno. ¿Y qué has estado haciendo hasta ahora?

- Estuve un rato con los chicos de Black Rose, me llamaron para vernos.

- Qué bien. ¿Y ya no estás con ellos? Porque de ser así podrías apiadarte de mí y venir al entrenamiento.

Mala idea. Una malísima idea, no debía ir.

- Es que tengo muchos deberes, Lis...

- No seas exagerada, tienes los mismos que yo y sólo son unos ejercicios de ciencias.

- Claro, a ti te resultarán fáciles, pero a mí no me hacen ninguna gracia.

- Vengaaa... Anda, ven, todos están muy serios por aquí, seguro que les alegra ver a una chica tan mona como tú animándoles.

- Desde luego... Ahora Yakumo Airi es la chica más guapa del instituto que se dedica a ir a animar los partidos. ¿Quieres que lleve también una minifalda y unos pompones?

- Bueno, en realidad hay alguien que no necesita ánimos... -Susurró la chica ignorando el sarcasmo de Airi-. Es raro, Miyabino parece estar de buen humor hoy. ¿Le habrá pasado algo?

Airi suspiró comenzando a retorcerse un mechón de pelo. Miyabino... Espera. ¿Miyabino? ¿De buen humor? No sabía que eso fuera posible. ¿Qué le habría pasado? Tal vez... ¿podría ser por lo ocurrido en el pasillo?

Sí, claro... y después se caerían juntos por las escaleras y entonces él le pediría matrimonio. Vamos, era el colmo de romanticismo. Estúpidos manga shojo. Debía dejar de leerlos, le hacían pensar cosas extrañas.

- ¿Airi...? ¿Sigues ahí? -Preguntó Lisette extrañada al otro lado de la línea.

- ¡Sí! ¡Sí, sigo aquí!

- Vale, vale... Venga, no seas aburrida y vente, al entrenador Kido no le importará. ¿Tú no eras la prima pequeña de un amigo suyo?

- ¿Si lo sabes para qué me lo preguntas?

- ¡No te vayas por las ramas, ven al instituto de una vez!

- ¡Que sí, que ya voy! ¡No seas pesada y haz tu trabajo de gerente!

- ¡Bien, te quiero, nos vemos en breves!

Y colgó la llamada sin más. La chica de pelo púrpura debía reconocer que sus instintos asesinos salían a menudo cuando Lisette estaba cerca... Pero bueno, ya sabía que no podía hacer nada contra ella. ¿Por qué siempre dejaba que se saliera con la suya?

Lo último que quería era ir a ver el entrenamiento de Teikoku... Encima Miyabino estaba de buen humor y estaría jugando de maravilla. Siendo así en cuanto llegara ella comenzaría a estar de malas, y todo se iría al traste. En fin, intentaría pasar desapercibida. Ser invisible. Eso era lo mejor para todos.

...

- ¡Airi!

Lisette corrió para recibir a su amiga en cuanto la vislumbró bajando las escaleras del campo de fútbol, y la abrazó con todo el cariño del mundo.

- Creía que ya no vendrías. Mírate, qué guapa te has puesto para los chicos.

- Lis, estoy como cuando nos vimos en clase hace unas pocas horas...

- Da igual, estás guapa. Me da que alguien no podrá resistirse a ti... ¿Dónde están tu minifalda y tus pompones?

- No empieces. Bueno... creo que iré un momento a saludar al entrenador Kido. Tengo que dale un saludo.

Se separó de su amiga, y fue junto al entrenador para hablar unos minutos con él. Le dio saludos de parte de su primo Mark, que vivía en América. cuando eran más jóvenes habían jugado en un torneo internacional de fútbol, y ella siempre servía de mensajera entre ellos. Era un poco cansino estar mandando saludos una y otra vez, pero no le importaba. Le gustaba el entrenador Kido, siempre era amable y la trataba bien. Incluso le había propuesto ser gerente del club de fútbol con Lis. Después de unos instantes hablando, comenzó a caminar para volver con Lisette y estar con ella un rato en el banquillo, y mientras andaba se distrajo mirando a los chicos jugar. Hacía mucho tiempo que no los veía entrenando, y se le puso la piel de gallina al comprobar que esos chicos tenían una fuerza increíble.

Ladeó un poco la cabeza para mirar a la portería. Y ahí estaba Miyabino. No pudo evitar asombrarse. Normalmente no era nada expresivo, pero sí cuando jugaba al fútbol. ¿Sería por lo que había dicho Lisette, que estaba de buen humor?

Se sorprendió muchísimo al ver la fuerza con la que paraba el balón.

Nunca había visto los partidos de Teikoku, y aunque había ido a un par de entrenamientos nunca le había visto jugar así. Era impresionante, no conseguía apartar la mirada.

Cuando llegó al banquillo, la chica morena la miró divertida con sus ojos de color avellana.

- Hoy está impresionante, ¿verdad? ¿No te parece que está más guapo cuando juega?-Le preguntó sabiendo que estaba distraída.

- Sí, es verdad... -Comenzó a decir, hasta que se dió cuenta de lo que estaba haciendo-. ¡No! ¡Lisette, no me líes!

- ¿Yo? Si yo no estoy haciendo nada...

Airi puso los ojos en blanco, y se sentó en el banquillo junto a su amiga. Estuvieron un rato comentando cosas, y en cuanto Lisette intentaba llevarla a hablar de los chicos del equipo, la chica de pelo morado contraatacaba hablando de las clases del día. Hasta que la morena tuvo por fin la oportunidad que buscaba.

Miyabino había sido relevado de la portería, y le habían dicho que descansara un rato. Ya comenzaba a caminar hacia el banquillo.

La chica aprovechó, y cogió una botella de agua y una de las toallas. Se las ofreció a Airi, que en un principio no comprendió qué le quería decir con eso.

- Venga, llévale la bebida a Miyabino.

- ¿¡Qué!? -Exclamó la chica de ojos turquesa enrojeciendo nerviosa.

- Aprovecha, hoy está de buenas y ha jugado genial. Ve a hablar con él antes de que vuelva a salir.

- Lis, no, no puedo hacerlo...

- Claro que puedes, no seas plasta. Da el primer paso, no te va a morder.

Con lo que la odiaba, veía más probable que empezara a darle balonazos nada más verla. Sería más eficaz para poder librarse de ella. Pero no lo dijo en voz alta, Lisette comenzaría a hablar y hablar hasta que le hiciera caso.

- Ve con él o te castigaré en el rincón -Dijo Lisette con firmeza.

- ¡Agh, está bien! -Exclamó Airi molesta, cogiendo la botella y la toalla blanca de las manos de la chica morena.

Comenzó a caminar con los nervios a flor de piel al ver que el chico también se iba acercando. Cuando Miyabino llegó al banquillo sintió la tentación de echar a correr en dirección contraria, pero al girarse un poco y ver a Lisette sonriendo divertida se armó de valor y continuó caminando lentamente. Llegó junto al chico, que estaba de espaldas a ella en ese momento. No, tendría que hablarle...

Vale, puedes hacerlo. Sólo debes llamarle, darle las cosas e irte por donde has venido. Vamos allá.

- Esto... Miyabino -Susurró en voz baja, dándose cuenta de que tal vez no la escucharía.

Pero la escuchó.

El chico se giró hacia ella, y la miró extrañado. Claro, no se la esperaba a ella. Airi no se atrevía a mirarle a los ojos, y de pronto se había olvidado de lo que iba a hacer.

- ¿Quérías algo? -Preguntó el chico de pelo añil mientras se quitaba los guantes.

La chica se estremeció, se estaba dirigiendo a ella de forma un poco brusca. Bueno, siempre era así, era su forma de hablar. Pero encontraba tan extraño que le hablara a ella que de repente le dio miedo. Pero no quería aguantar una charla de Lisette de nuevo. Se armó de valor, y extendió las manos con las cosas hacia el chico.

- To... toma, me han dicho que te traiga la bebida -Consiguió decir al fin, aunque sin atreverse a levantar la cabeza.

- Ah, bien. Gracias, Yakumo -Dijo sin perder la expresión, aceptando la botella y la pequeña toalla blanca.

Vale, Airi. Tienes una oportunidad. No te gusta que te llamen por tu apellido, debes decirle que te llame por tu nombre.

Se quedó parada, mientras el chico se limpiaba un poco el sudor del cuello con la toalla y se sentaba. Debía hablar con él, decirle lo que quería... Tenía que hacerlo.

Puedes llamarme Airi. Venga, podía hacerlo. Sólo eran tres palabras. No quería que la llamara por su apellido, quería que la llamara por su nombre. Vamos, dilo. Puedes llamarme Airi.

Abrió la boca para decir la frase. Pero no salió ningún sonido.

No... No podía hacerlo. Ni siquiera habían tenido una conversación en toda su vida, no podía decirle eso con tanta normalidad. Bajó la cabeza avergonzada, sin saber qué hacer. Sería mejor que volviera con Lisette...

Miyabino bebió un poco de la botella, y después de un pequeño trago se quedó mirándola por un momento.

- Perdona, ¿podría llamarte Airi? Supongo que es más cómodo para ti, todo el mundo te llama por tu nombre.

La chica se sorprendió tanto por la pregunta que alzó la mirada. Sus ojos de color turquesa se encontraron con los del chico, y por un momento le sostuvo la mirada sin enrojecer. Pero duró poco. Al instante volvió a bajar la cabeza, asintiendo levemente.

- Sí, claro... Llámame Airi.

- Bien. Entonces puedes sentarte conmigo, Airi. No tienes que estar ahí plantada mientras descanso.

- ¿Sentarme...? Es que... tal vez...

- Venga. No me molestas. Siéntate de una vez.

- Está bien... -Susurró intentando no enfadarle. No parecía estar molesto, pero no quería estropear su buen humor.

Se sentó con él, guardando las distancias con un asiento entre ellos. Se agarró las medias que cubrían sus piernas hasta la mitad de los muslos por las rodillas, y apretó con nerviosismo.

No alcanzaba a entender por qué de repente Miyabino le pedía que se sentara un rato con él. Pero ya le daba suficiente vergüenza estar cerca de ese chico, no sería capaz de preguntarle algo tan grande.

- Siento curiosidad por algo.

La voz de Miyabino la sobresaltó demasiado, tuvo que contenerse para no saltar y caerse del banquillo. Pero hizo lo que pudo para no moverse y atenderle, aunque al sentir los ojos del chico clavados en ella no consiguió levantar la mirada.

- Tú no eres del club de fútbol. ¿Por qué estás aquí?

Sintió que la pregunta tiraba de ella. ¿La hacía con tono acusador? No, en realidad no parecía que le hablase mal... Vale, tal vez era una pregunta inofensiva. Debía responder. Responde, Airi, responde... Aprovecha ahora para mejorar su opinión sobre ti.

- He... he venido por Lisette. Me dijo que viniera para estar con ella, y así ayudarla un poco.

- Ah, claro. Es verdad que sois buenas amigas.

Airi asintió, aun sin levantar la mirada. Vale, esa era la conversación más larga que había tenido con él. Era muy extraño. ¿Debería decirle algo más? No quería molestarle ni parecer pesada.

Se atrevió y poco a poco giró un poco la cabeza, hasta lograr mirarlo de reojo. Ya no la estaba mirando, se encontraba atendiendo al campo donde sus compañeros seguían entrenando. La chica aprovechó la ocasión para poder observarle bien.

La respiración de Miyabino aun era algo acelerada por el entrenamiento. Tenía el pelo revuelto, y de vez en cuando se limpiaba el sudor que caía por su cara con la toalla blanca que le había llevado. Nunca había estado tan cerca de él, era increíble verle así. De esa manera, tan activo y concentrado... le parecía aun más guapo. Le sorprendía lo mucho que le atraía.

El chico ladeó la cabeza para mirarla, y Airi se giró con rapidez, avergonzada por lo que estaba haciendo. Cielos... La tensión era insoportable, ¿le diría Miyabino algo más? ¿Qué debería hacer?

- Oye, ¿tú estás en algún club?

Otra pregunta. Bueno, al menos esta no era tan comprometedora... Aunque seguía poniéndola nerviosa. No le gustaba hablar de su club.

- Soy del club de teatro -Susurró rezando para que no la escuchara.

- Eh, eso es interesante. Aunque la verdad no tienes mucha pinta de saber actuar -Dijo simplemente, hasta que se dio cuenta de algo que tenía que corregir-. No te ofendas.

- No, no me ofendo... Todo el mundo me dice lo mismo -Contestó Airi intentando quitarle algo de tensión a la situación. Algo difícil, al menos por su parte. Se preguntaba si el chico también se daba cuenta de lo extraña que era esa situación. Los dos sentados juntos, conversando tranquilamente. Si es que a eso se le podía llamar conversar-. Pero... me gusta el teatro.

- Seguro que es divertido.

Airi asintió algo sonrojada, y se sorprendió al notar que estaba sonriendo. Estaba hablando con Miyabino, tenía una conversación con él... Jamás habría esperado algo así. La estaba tratando... ¿bien...?

A lo mejor se había estado perdiendo muchas cosas en los entrenamientos y no se había dado cuenta... A lo mejor Miyabino no la odiaba después de todo.

Pasaron unos cuantos minutos. Ambos estuvieron en silencio, sin decir nada. Airi rezaba para que Miyabino no estuviera esperando que ella dijera algo. Seguramente aun no sabía que si quería tener una conversación con ella siempre debería iniciarla él. Pero bueno, la verdad es que poco le importaba no hablar con él. Ya había tenido suficientes nervios por unas pocas frases, no quería correr el riesgo de decir algo extraño y que se pensara que era rara. Bueno, más rara de lo que debía paecerle ya. Pero los minutos siguieron pasando. Finalmente sonó un pitido, y el portero que ocupaba el lugar del chico de pelo añil abandonó el campo para poder descansar él también. Miyabino cerró los ojos por un instante, y luego se levantó recogiendo sus guantes y dejando la toalla y la botella ya vacía sobre el banquillo.

- Pues nada, creo que ya me toca volver a la portería. Gracias por traerme las cosas -Comentó.

- Sí, no ha sido nada... -Susurró Airi, comenzando a tocarse un mechón de pelo.

Miyabino la miró de reojo por un momento, y cuando iba a comenzar a caminar para entrar en el campo, se detuvo y dio media vuelta hacia ella. Airi aun estaba sentada, y levantó un poco la mirada para asombrarse al verle frente a ella. Seguía sin mostrar niguna expresión, pero parecía querer algo de ella.

- Oye -Comenzó a decir con un tono tranquilo-, quizás pasado mañana podrías venir a ver el...

- Hey, Airi -Le interrumpió alguien de repente, sorprendiendo a ambos.

- Ryuuzaki... -Susurró la chica sorprendida.

El chico de pelo largo y ojos morados miraba a la chica con seriedad mientras se acercaba a ella. Se dio cuenta de que Miyabino también se encontraba ahí, y se quedó mirándolo fijamente. El chico de pelo añil se puso los guantes sin apartar la mirada del defensa, finalmente alzando las cejas y volviendo al campo sin decir nada más a Airi, que comenzó a extrañarse. Vio al chico alejarse, y no supo si debía hacer algo. Le estaba proponiendo algo... Podría ser ir a ver el partido que iban a tener. Si no se equivocaba, iban a jugar contra Raimon.

Pero no pudo moverse. Se sentía demasiado avergonzada, y ahora debía prestar atención a Ryuuzaki. Con el asco que le tenía... que además era mutuo, él tampoco la aguantaba.

- Hacía tiempo que no te pasabas por aquí.

- Ya, me han arrastrado. ¿No deberías volver al entrenamiento? -Dijo intentando sonar borde, para que así se fuera más rápido.

- Sí, volveré en unos minutos. Sólo quería saludarte, y...

La chica miró por encima del hombro de Ryuuzaki sin prestar atención a sus palabras, que poco le importaban, y se fijó en la portería. Miyabino estaba de brazos cruzados, mirándolos de reojo. Y de nuevo ahí estaba. No era el chico con el que acababa de hablar en el banquillo, sino que volvía a ser el Miyabino de siempre. Frío como el hielo, sin ningún ápice amistoso en sus ojos oscuros.

Continuará

Inazuma eleven Go y los personajes de Teikoku no me pertenecen a mí, sino a Level 5

Kukuri Lisette es una chica creada por Lovelygirl84 :)

Yakumo Airi y los chicos del Black Rose son personajes creados por mí.