"CUANDO LLEGA EL AMOR"

Lady Sakura Lee

"Inuyasha Taisho y Kagome Higurashi no eran alma gemela... al menos eso pensaba la muchacha cada vez que lo veía. Él era petulante, algo engreído y muy mal educado... y con un nulo interés hacia ella... hasta que tiempo después todo cambió."

Capítulo 1: "La cuarta vez es la vencida"

Las nubes oscuras y espesas desfilaban ante sus ojos casi haciéndole mofa por no dejar mostrar el tan ansiado cielo azul y brillante.

- Maldito clima...- Masculló Kagome, volteando el rostro hacia la pantalla de su computador.

Arrugó la frente cuando notó que todas las letras se unían, bailaban y luego se volvían borrosas ante su mirada. Apartó el rostro y se movió en la silla giratoria, restregándose los ojos con los dedos. Cansancio, sin lugar a dudas necesitaba descansar. Estuvo tentada a alejarse, ir a su cama y dormir hasta cuando le placiera, podría hacerlo, seguro que podía hacerlo ya que la tesis final había decidido realizarla sola, sin compañero, así que todo dependía de ella. Si se atrasaba, a nadie más perjudicaba salvo a ella, lo meditó, pero no demasiado. Su sentido de responsabilidad era más grande ahora, tenía que seguir y terminar de una vez por todas. Reprimiendo un bostezo y haciendo caso omiso al ardor en los ojos y al cansancio de su cuerpo, siguió tecleando para acabar pronto lo que se estaba convirtiendo en una tortura.

- ¿Kagome?

- Un segundo, mamá...- Masculló, con la vista fija en la pantalla y dando luego los toques finales a su trabajo. Sonrió y suspiró en cuanto tecleó el punto final. Se recostó en la silla tanto que estuvo a punto de perder el equilibrio y caer.

Miró a su madre algo avergonzada y sonrió cuando ésta pareció no darse cuenta de su torpeza.

- Sango al teléfono, querida.- Dijo la mujer, con voz cansada y somnolienta.

Se retiró con pasos lentos casi a rastras, Kagome arrugó la frente y miró su pequeño reloj en forma de huevo que estaba sobre su mesita de noche. Abrió los ojos de forma desmesurada cuando éste le develó la hora.

- ¡¡¡2 de la madrugada!!!

Luego de la sorpresa sintió pena por su mamá… con razón lucía tan abatida… haberse despertado para atender el teléfono… y ella había estado tan concentrada que ni siquiera lo había escuchado.

Bajó los pies envueltos en calcetines de la silla y caminó aprisa hasta el recibidor. Sintió el frío de la noche calar sus huesos. Diablos, ni siquiera se había puesto el pijama, aun llevaba la bermuda media raída y la camiseta blanca de mangas cortas. Se sobó los brazos rápidamente y luego tomó el auricular. Su corazón latió aprisa al darse cuenta que debía ser algo MUY importante como para que la llamara a esa hora.

- ¿Sango?- Preguntó en un susurro, para no despertar a los demás, aunque su tono de voz era levemente elevado, debido a la sorpresa que le causaba su llamada.- ¿qué ocurre? ¿qué pasó?- Su corazón comenzó a latir más fuerte al escuchar un ruido estrepitoso, como si algo se hubiera caído, el ruido casi la ensordeció, escuchó el sonido de cristales al quebrarse y luego un quejido de dolor, Kagome palideció- ¿Sango?!!

- Espera… - Entonces se apartó el auricular del oído, a pesar de haber tapado la bocina con su mano, Kagome escuchó claramente el grito de advertencia que dio- ¡¡Inuyasha por favor!! ¡Quédate donde estas o juro que te lanzo por el balcón!

La muchacha frunció el ceño, contrariada, luego, ya más tranquila, se dio cuenta que en realidad su amiga no estaba TAN en problemas. Un alivio.

- ¿Sango?- Repitió otra vez, en un susurro contradictorio. Se escuchó un par de voces lejanas, un susurro débil, un gimoteo después, una voz femenina que intentaba consolar, silencio...

- Lo siento, discúlpame por despertarte a esta hora Kagome, pero no tenía a quien acudir...

- No estaba dormida, terminaba mi tesis...- Se explicó la muchacha. Alzó la mirada cuando vio que la luz del dormitorio del abuelo se encendió, se acercó más el auricular a la boca-... ¿qué sucede?

- Inuyasha Taisho esta aquí, necesito que me ayudes por favor... esta... ebrio... no te molestaría si Miroku estuviera hoy pero tenía turno... realmente necesito que me ayudes... vives cerca...

Apretó los labios y lo meditó un par de segundos. Sango vivía en un departamento un par de cuadras más allá, sí, vivían cerca... pero ir a esa hora...

- Él esta muy mal... y estoy sola aquí...

- Voy para allá- Dijo segura y enseguida cortó el teléfono. La habitación del abuelo se había oscurecido nuevamente, la casa entera quedó en penumbras, develando que todos dormían. No preocuparía a su mamá por la salida nocturna, apuesto que ni siquiera se iba a dar cuenta que no estaba en casa.

Tomó un sweater del closet y se calzó zapatillas, soltó rápidamente la coleta de sus cabellos y bajó rauda al jardín, en donde estaba la bicicleta. Torció la boca al darse cuenta lo oscuro que estaba, pero se mentalizó que a las 2 de la madrugada ni los ladrones estaban despiertos, así que pedaleó con rumbo a la morada de su amiga con sólo un pensamiento: ¿qué diablos hacía ese chico llamado Inuyasha a esas horas en casa de Sango?

Tocó el timbre y enseguida la puerta se abrió, Sango la tomó de una manga de su sweater y la tironeó sin delicadeza hacia el interior. Lo primero que vio Kagome en el departamento fue a un hombre tendido de forma descuidada en el sofá más grande, no vestía mal, pero sí su ropa estaba toda arrugada, él tenía una mano posada sobre el rostro, el cabello negro estaba desordenado y caía en el respaldo del sofá con descuido, en el aire sintió el leve olor a licor que la hizo arrugar la nariz.

- Gracias por venir... se ha tranquilizado, le he dado como media docena de tazas de café...

Kagome apartó la vista del estado deplorable de ese hombre y miró a su amiga muy seria.

- ¿Qué hace él aquí?- Susurró extrañada.

Sango suspiró. Lucía cansada y se notaba que había estado durmiendo antes de que él la molestara. Llevaba una pijama roja de seda y los pies desnudos, estaba despeinada y ojerosa. Bostezó antes de responder a su amiga.

- Ebrio... demasiado... siento molestarte, Kagome...- La miró enfocando sus ojos color chocolate-... pero estaba haciendo mucho escándalo y podían llamar a la policía...

- ¿Escándalo? ¿aquí?

- En realidad...- Musitó, desviando un momento la mirada-... en el departamento de abajo...

Kagome arrugó la frente.

- Mmmm no entiendo...

- En el departamento del piso de abajo vivía ella...- Susurró aun más bajo. La otra se estremeció-... la que murió...

La muchacha entreabrió los labios y lo comprendió, volteó para mirar al hombre que parecía una perfecta estatua sobre el sofá. Sango se alejó de ella y se aproximó a Inuyasha, lo observó un instante y luego caminó hacia un extremo de la habitación, la que era la cocina, desde el umbral le hizo una seña para que se acercara, Kagome obedeció y caminó casi en puntitas.

- Pobre...- Dijo al fin, tragando apenas y viendo como Sango bebía una sorbo de café-... me da... pena... qué terrible... ¿entonces por eso vino para acá?

- Claro... llegó hace como una hora, gritando, golpeando la puerta, me desperté ante el ruido y fui a mirar... no es la primera vez que lo hace ¿sabes? Ha venido en otras ocasiones, pero nunca lo había visto tan bebido como ahora, ni siquiera puede ponerse en pie y esta más sensible que nunca... ese hombre nunca se recuperará de la muerte de Kikyo.

Kagome dejó de respirar unos instantes. Sólo imaginar su dolor la hacía sentirse triste, impotente...

- Pobre chico... debe... haberla querido mucho...- Musitó, con la vista perdida.

- Se iban a casar, creo que alguna vez te lo comenté, claro que la quería.

Kagome suspiró y afirmó la espalda en la fría pared de la habitación, se cruzó de brazos recordando la primera vez que lo vio. Unos tres años atrás, en una cafetería, mientras Sango y ella charlaban, Miroku, el que ahora era el novio de su amiga, se acercó a ellas acompañado de ese hombre inventando una excusa boba... obviamente el objetivo era entablar conversación con Sango.

Los cuatro, sentados en la mesa, charlaron amigablemente... bueno... ni tanto, más que amigablemente era un cortejo. Lo fue, por su amiga y el apuesto hombre de ojos azules que se desempeñaba muy bien en su papel de galán... en cambio Inuyasha... a él no le quedó otra más que preguntarle un par de cosas a ella sin importancia... algo molesto... incómodo... irritado quizás... impaciente... bueno, era lógico que el papel de celestino le molestaba y estaba ahí sólo por su amigo. Kagome pensó en ese momento que era un chico bastante petulante. A pesar de lo guapo que era.

La segunda vez que lo vio fue en la fiesta de cumpleaños de Miroku. Ella no pensaba ir, pero Sango la había convencido... cuando lo vio él pareció no reconocerla, lo saludó por cortesía y estaba segura que Inuyasha había respondido por que ella lo había saludado, era probable que ni siquiera la conociera...

- Anda... baila con él, están solos los dos...- La instó en algún momento Sango.-... estoy segura que ustedes están hechos el uno para el otro, apuesto a que es tu alma gemela.

Kagome se había reído.

- De ninguna manera... yo no le intereso, créeme...- Respondió, encogiéndose de hombros y haciendo como si no le importara el asunto.

La verdad es que le atraía... quizás era su belleza física, Kagome nunca había se había sentido tan abrumada por el físico de un hombre... jamás sus hormonas habían saltado como lo hacía ahora que lo veía... como la primera vez... quizás era su cuerpo, el cual no era ni delgado ni demasiado musculoso, era como debía ser, pensó... o el cabello largo y negro que le daba un toque exótico a su estampa... o el hermoso color de sus ojos que cada vez que se posaban con descuido en los suyos hacía que su piel se erizara.

Pero era engreído... no, más bien... desdeñoso... como si se supiera superior... no hablaba mucho y su voz tenía un tono rudo y algo altanero o autoritario... Kagome estaba segura que ese chico se creía superior a los demás y que era muy mal educado.

- No seas tonta, estoy segura que si lo conocieras...- Y en ese momento él pasó por su lado, con una bebida en su mano y Sango lo detuvo, para vergüenza de Kagome-... ey amigo, ¿te acuerdas de Kagome?...- Inuyasha la miró y alzó una ceja, pero no dijo nada-... bueno, quédate con ella ¿si? Anda sola, como tu, yo ahora voy con Miroku...- Se alejó y Kagome la miró con deseos de asesinarla, la otra sólo sonrió-... ¡que se diviertan!

Se quedaron ahí, sin saber qué decir. Lo miró de reojo y lo vio irritado. Sango estaba loca, era obvio que entre ellos no había nada. Nunca se había sentido más humillada en la vida. Engreído, pensó, apretando los labios.

- Y... ¿eres amiga de Sango?

Qué pregunta más tonta. Si no fuera amiga no estaría ahí, además se supone que eso quedaba claro la primera vez que se vieron... ahhh... pero seguro él ni se acordaba. Lo miró con desdén.

- Sí.

- Ah.

Esto era absurdo. No tenía porqué forzarlos a estar juntos. No se llevaban, él no hacía ni el mínimo esfuerzo por ser cortés.

- Quieres...

Kagome suspiró y lo miró fijo sin darle tiempo a terminar la frase. No la iba a invitar a bailar ¿o si? Si lo estaba haciendo era puro compromiso. Le sonrió aunque pensó que más bien era una mueca.

-Tengo que marcharme. Estoy cansada y mañana tengo clases.

- Ah... bueno...- Él sólo se encogió de hombros.

Ella pensó que se sentía aliviado. Trató de no odiarlo ¿por qué? Hay personas que se llevaban bien, otras mal y otras simplemente eran indiferentes. No quería llevarse mal con él porque Kagome no odiaba a nadie, así que pensó que lo mejor era ser indiferente. Le hizo una seña con la mano y él sólo alzó la barbilla. Mientras se iba pensó que la situación era irrisoria... jamás en la vida había conocido a alguien tan complicado y gruñón como ese hombre.

La última vez que lo había visto había sido en el departamento de Sango, ahí mismo. Kagome había ido para pedirle un favor a su amiga. Y lo vio ahí, no, no estaba en el departamento de ella, sino afuera, en la terraza del edificio ¿qué hacía allí? Quizás esperaba a Miroku... se encontraba afirmado en la pared, con los brazos cruzados, la mirada en frente pero no parecía observar nada, lucía diferente a las veces en que antes lo había visto... lucía... normal.

Su rostro era tranquilo y tenía un aire de lo más despreocupado. Cuando lo vio había pasado un año desde la última vez... no supo cómo lo había reconocido, pero en cuanto lo hizo su corazón dio un brinco desbocado. No supo porqué. Ella se había detenido de pronto y lo observaba sorprendida. Sintió las mejillas enrojecer... ¿por qué? Pestañeó y se recuperó de inmediato. Se acercó y saludó. Él pareció despertar de su ensueño, la miró y de inmediato se tensó.

- Ah, hola.

Bueno... era obvio que ella no le simpatizaba... Kagome suspiró pesadamente. Quizás si hubiera sido bonita... o con un cuerpo atractivo, él... arrugó el ceño y aferró los libros más a su pecho. ¿Qué estaba pensando? ¿por qué tendría que ser así para agradarle a ese chico?

Él de pronto fijó su vista en sus libros, alertado por cómo ella los había acercado a su pecho, frunció el ceño, luego la miró, la arruga en su frente pareció distenderse.

- ¿Lees historia medieval japonesa?

- Ehh... sí...

- ¿Es esa edición de Takashi Ikeda?- Volvió a preguntar, esta vez, agitado, no, impresionado.

La joven se sorprendió.

- ¿Lo conoces?- Alejó el libro y se lo tendió. Inuyasha dudó en tomarlo, la miró a ella y luego miró el libro. Finalmente lo tomó.

- Sí... vaya... este libro... es muy antiguo...

- Pensé que eras...- Murmuró sorprendida-... ¿cómo conoces esta edición?

El hombre alzó el rostro y la miró. Kagome se sintió extraña cuando él la miró a los ojos. Era como si fuera primera vez que lo hacía... qué absurdo, su mirada era distinta a la de otras veces, era... hermosa... atrapante... tranquila... la dejó sin aliento.

- Me gusta la historia...- Respondió- ¿en qué trabajas?

Ella sonrió avergonzada.

- No... yo... estudio licenciatura en historia antigua... me falta poco para terminar.

Inuyasha alzó ambas cejas, estaba sorprendido. Le entregó el libro y por un segundo su mano rozó la suya. Kagome sintió que las mejillas le ardían más.

- Vaya... increíble... – La miró fijo-... no te imaginaba interesada en la historia... – Y por primera vez le sonrió.

Cuando lo hizo, Kagome se quedó sin aliento otra vez. Pero el encanto no duró demasiado, en aquella oportunidad y justo cuando él iba a hablar para proseguir la conversación, salió del edificio una hermosa mujer alta y bien vestida. El perfume que dejó como una estela a su alrededor era fuerte y abrumador, pero al parecer no lo pensó así Inuyasha, él en ese mismo instante la había mirado, a la mujer se le cayeron las llaves con las que jugueteaba, él se acercó solícito y las recogió, entregándoselas en las manos. Kagome observó a la mujer. Y supo porqué Inuyasha se quedaba a su lado, entablando conversación. Era hermosa, casi irrealmente hermosa, alta, de piel muy clara, un maquillaje perfecto, una voz suave y coqueta, un cuerpo de modelo, ropa de diseñador. ¿Y quien era ella? Una chiquilla delgada y mal vestida, sin una gota de maquillaje y sin la labia de esa mujer por supuesto... esperó unos segundos, creyendo que él terminaría la conversación con la mujer y volvería a su lado... craso error... y eso que esperó por más de 5 minutos, cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo ahí, parada, impaciente porque Inuyasha volviera a su lado, se lo reprochó y decidió marcharse, olvidando su cita con Sango. Ni siquiera cuando pasó por su lado él la miró para despedirse... nada... obvio, estaba completamente hipnotizado por esa bella mujer.

Se había sentido desilusionada, enrabiada, tonta, muy poca cosa... y luego se había reprochado a sí misma ¿por qué tenía que afectarle su indiferencia? él no era nada, ni siquiera era su tipo de hombre, un engreído, un petulante como ese... trató de olvidar el asunto... nunca le comentó lo sucedido a su amiga... tiempo después supo que Inuyasha se iba a casar con la vecina de Sango... debía ser aquella mujer... luego se enteró del accidente, pero Inuyasha apenas formaba parte de sus recuerdos.

Tres veces se habían visto… y ahora, con la cuarta, aun seguía teniendo un muy mal concepto de él.

- Tengo trabajo mañana... debo madrugar... Inuyasha también debe hacerlo...- Murmuró Sango, haciéndola volver a la realidad.

- ¿Quieres que lo vaya a dejar a su casa?- Preguntó, no supo cómo.

Su amiga le sonrió.

- Te lo agradecería mucho. Ven, toma las llaves de mi auto.

Entre las dos lo sacaron al exterior, afortunadamente él ya volvía en sí. Al menos dio un par de pasos sin caerse... subió al automóvil y Sango lo ató al cinturón de seguridad. Detuvo a Kagome antes de que ella subiera al vehículo.

- Toma, estos son sus documentos, ahí esta la dirección... son como 5 minutos, no es tan lejos... y en verdad te estoy agradecida... con el sueño que tengo no hubiera podido manejar sin tener un accidente.

- Lo sé. Tu horario de enfermera es extenuante. Duerme, yo me encargo de ésto.

Su amiga se lo agradeció y no se marchó hasta que ella salió a la calle en su pequeño citycar.

Kagome trató de llegar lo más pronto posible, uno, porque no andaba con documentos y en realidad ni siquiera tenía licencia para conducir y dos... mañana debía ir a la universidad y entregar la tesis. Tenía tantas responsabilidades como su amiga... pero no tenía corazón para negársele...

El viaje fue corto e Inuyasha no despertó hasta que ella lo casi zamarreó para que bajara.

- ¿Quién eres?- Preguntó él de pronto, cuando Kagome lo instaba a entrar al ascensor. Había visto en su credencial que vivía en el 5to piso.- ¿Quien eres tú?

En ningún momento la había mirado... bueno... era imposible en su estado de ebriedad que él siquiera fijara su vista en algo.

- Vamos... vamos... un paso más... ya pronto estarás en tu departamento...

- No quiero...- Sollozó él, bajando la cabeza-... no quiero... la extraño... ¿dónde estas Kikyo? Seguro vendrás esta noche... como siempre... sí....

Ella se mordió los labios. Sentía mucha tristeza por él... qué afortunada había sido esa mujer, de alguna manera... ese hombre la amaba tanto...

Abrió la puerta del departamento y buscó a tientas el interruptor de la luz, con una mano lo sujetaba de la cintura y él tenía un brazo alrededor de su cuello para no caer, su peso le estaba provocando dolor en los huesos. Al fin encendió la luz y lo condujo al sofá más grande en donde lo recostó. Con eso bastaba, pensó, mientras le quitaba los zapatos y le acomodaba algunos cojines en la cabeza. Lo miró mientras él mantenía los ojos cerrados y murmuraba palabras incomprensibles. Tuvo pena por ese hombre, nada más. Hubiera tenido el mismo sentimiento con cualquier persona desconocida, el corazón de Kagome era compasivo y bondadoso. Mientras lo observaba pensó en que esa noche oraría en el altar de su templo por el alma de esa mujer para que descansara en paz.

Lo vio fruncir el ceño, Kagome se acercó a él, solícita como era, para ayudarle.

- ¿Te encuentras bien?

Inuyasha al fin abrió los ojos e inevitablemente la miró. Ella quedó paralizada ante su mirada, como aquella vez y su corazón dio un latido doloroso. Kagome admiró el hermoso color ámbar de sus grandes ojos, de la sensación cálida, hipnotizadora, cautivadora del efecto de su mirada.

- Tú...- Musitó él, en un susurro profundo y apasionado.

Kagome pestañeó despertando de aquel momento, como si hubiera estado en trance, lo miró contrariada y justo cuando iba a alejarse él levantó el rostro y la besó con impetuosidad.

El impacto en la joven fue tremendo. Ni siquiera reaccionó, porque de pronto sentía los labios de Inuyasha posados sobre los suyos como si fuera a dejarle una marca ardiente, dulce y aterradoramente provocadora que casi la hizo perder la conciencia... casi... porque Kagome reaccionó y lo apartó con violencia empujándolo del pecho. Lo miró asustada mientras él entrecerraba los ojos y se quedaba dormido, olvidándola... y dejándola a ella ahí, aturdida, turbada y sintiendo todas aquellas cosas que desde el día en que lo conoció tuvo la voluntad de no hacer aflorar en su ser... hasta ahora…

Continuará...


N/A: Hola a todos nuevamente, me alegra estar por aquí otra vez. Este fic no era del que les hablaba antes, es otro, pero igual tiene una trama algo veraniega, se me ocurrió porqué sí simplemente, es una historia de amor simple de época actual, que le pudo haber pasado a cualquiera pues a veces los amores no son a primera vista... o quizás sí pero uno se ha dado cuenta jeje, en fin, demoré en publicar porque a pesar de tener mi cabecita con tramas nuevas y todo eso, no me sentía con fuerzas ni motivación para escribir... no sé, supongo que todos pasamos por eso ¿verdad? en fin, ya estoy aquí, como siempre les digo, disfrútenlo, si les agrada me dejan su comentario y si no pues no importa, sabemos que todos tenemos distintos gustos. Yo sólo escribo porque me gusta y nada más.

Y por ultimo, si desean dar a conocer este fic en otro lugar pueden dar el link (la dirección), nada más, si lo copian es plagio y eso es delito.

Gracias por leer hasta aquí y por su eterno apoyo.

Lady Sakura Lee