Bueno, este fic quiero dedicárselo a Damae, porque ayer fue su cumple y como me estoy integrando en el foro pues me apetecía. Sé que viene un poco tarde pero me puse ayer a escribirlo y no me dio tiempo. Además me he fijado y eres de las que más veo que escribe así que quiero animar el foro con algo. Es más, debería ser un one-shot pero como ya expliqué en las presentaciones, soy de alargarme mucho escribiendo así que veía que iba quedando muy largo y lo he dividido en dos.
Sé que es una tontería pero quería que tuvieses algo por tu cumple.
Espero que te guste y recuerda que es solo una parte.
Una navidad diferente
Parte I
Habían sido unas navidades increíbles; estresantes pero increíbles. Por primera vez desde que había mudado a Estados Unidos había pasado el día de año nuevo con sus amigos de Japón.
Había sido toda una sorpresa. Mimi solía ir a visitarles en Nochevieja todos los años dado que en América esa noche se celebraba con los amigos y era el único día del año en el que sus padres iban de cena con sus compañeros. Ella solía viajar a Japón y se quedaba en casa de Sora, de Kari y Tai o de Yolei (iba cambiando para no ser una molestia más de un año seguido aún cuando no sólo los niños sino los padres de ellos incluso le habían dicho que no había problema alguno en que fuese).
Celebraban la Nochevieja en casa y después solían salir de fiesta hasta buenas horas de la madrugada. (Mimi no sabía aún si se enorgullecía de haberles inculcado esa tradición que tanto se llevaba en otros países). ¡Incluso Joe sacaba la cara de sus libros y salía de juerga! ¡Hasta el serio de Matt se desmelenaba esa noche, e incluso bailado con Sora!
Tenían la tradición también de terminar el día desayunando, aunque solía ser en casa en la que se hospedase la chica ya que todos los años les hacía chocolate con churros (porque es lo que se llevaba en América).
Ese año, en cambio, Mimi se había tenido que quedar en América. Entre todo el tema de los estudios, había ido demasiado tarde a por el billete, y para cuando quiso comprarlo las aerolíneas había vendidos todos. Se quejó, pataleó y lloró, pero ese año el número de aviones había reducido y ella tuvo que quedarse en América.
Las cuatro chicas habían llorado histéricamente en su llamada de grupo por Skype cuando se lo comunicó. Mimi podría jurar que incluso Tai, que estaba con Kari en ese momento, había soltado una lagrimita. (Claro que él nunca lo admitiría porque, con palabras textuales, "él era todo un hombre, y los hombre no lloraban".
Así que la chica había discutido con sus padres, los cuáles querían quedarse en casa y cancelar sus planes para que ella no se quedase sola, y había terminado aceptando la invitación de Michael de ir a una fiesta con él y sus amigos de celebración de año nuevo. No es que no quisiera ir con él, era un muy buen amigo después de todo y desde su llegada a EEUU la había ayudado, pero le daba algo de vergüenza ir con sus amigos (Sí, señoras y señores, Mimi Tachikawa tenía vergüenza). Los había visto solo un par de veces y fue más informal que otra cosa al fin y al cabo.
Cuál fue su sorpresa el 30, cuando su madre le había que la llamaban en la puerta. Se había levantado de la cama extrañada pues no esperaba visita. ¿Sería Michael por algún asunto de la fiesta del día siguiente? Habían quedado en que él la recogería a la noche. ¿Habría habido algún problema? No esperaba para nada encontrarse a todos los niños elegidos en la entrada de su piso.
Se había quedado unos segundos paralizada de la sorpresa, pero inmediatamente después se había lanzado a abrazar a sus amigas. Kari, Yolei, Sora y Mimi había reído y chillado, histéricas, mientras el resto de ya no tan niños sonreían mirándolas y Tai y Tk se quejaban de querer abrazar ellos también a la castaña.
—¡Oh, chicos! ¡Qué sorpresa! —había gritado ella aún sin creerse que estuviesen allí con ella—. ¿Cómo habéis venido? ¿Por qué no me habéis avisado?
—Era una sorpresa —contestó Yolei contenta mientras arrebatada a su ídola de los brazos de Izzy, a quien estaba abrazando en ese momento.
—Es cierto —asintió Sora—. No podías venir a pasar la Nochevieja así que hemos venido nosotros.
—¡Nochevieja sin Mimi no es Nochevieja! —gritó Tai agarrándola por los hombros haciendo que Yolei lo mirase mal—. ¡No por algo nos enseñaste a disfrutarla! Tú ya me entiendes…
Mimi sonrió al tiempo que se sonrojaba al reconocer internamente que los chicos disfrutaban de esa fiesta loca por ella, y que era el único día del año en la que se emborrachaban y salían hasta el amanecer.
—¡Mimi! —gritó su madre desde la cocina, donde se había retirado para dejar privacidad a su hija con sus amigos—. ¡Venid al! ¡He hecho pastel de chocolate! Quizás tus amigos quieran un trozo.
—¡Pastel de chocolate! —gritaron Tai, Davis y Yolei al tiempo que se olvidaban de Mimi y corrían en busca de la madre de la castaña.
Todos rieron mientras seguían a los tres chicos amantes del pastel. Los encontraron ya sentados en la enorme mesa del salón de los Tachikawa, con una encantada Satoe sirviéndoles ya pastel y animando al resto a sentarse con ellos.
—Las chicas pueden quedarse a dormir aquí —les estaba diciendo mientras miraba amorosamente a Yolei, quién asentía con estrellitas en los ojos—. Podemos buscar algún sitio para ellos, aunque sois muchos.
—Alquilaremos un piso —explicó Joe sentándose al lado de Izzy en la mesa—.Tenemos uno mirado para entrar mañana. Iremos a un hostal hoy.
—¡Ni hablar! ¡No podéis gastar más dinero con lo que habréis gastado en el avión para venir a visitar a mi pequeña flor —negó el padre vigorosamente—. Haremos una cosa; tengo un amigo que tiene un piso libre porque está de vacaciones y le pediré que me deje su piso. ¿Hasta cuándo os quedáis?
—Hasta el día 4, señor Tachikawa —contestó Kari educadamente—. Todos menos Joe que tiene que irse directamente el día 2.
Mimi no pudo más que mirar a sus amigos. Esos que habían hecho el esfuerzo de dejar a sus familias en la otra punta del punto para poder pasar esa noche tan especial con ella.
—¡Oh! —exclamó de repente haciendo que todos la mirasen; a Tai se le cayó un trozo de bizcocho mientras masticaba—. ¡Tengo que avisar a Michael!
—¿Michael? —Yolei se olvidó del dulce repentinamente.
—Me ha invitado a una fiesta mañana a la noche —explicó levantándose—. Ya sabéis, para celebrar año nuevo. Voy a llamarle para decirle que hay un cambio de planes. Voy un segundo a mi habitación.
Mimi desapareció de la cocina mientras el resto seguía comiendo. Yolei la siguió dando saltitos mientras murmuraba "Michael… Michael…" soñadoramente.
No habían pasado ni cinco minutos cuando un grito estridente se escuchó desde alguna parte de la casa. Todos se levantaron corriendo de la mesa y siguieron a TK y a Kari por la casa en busca de la habitación de la castaña ya que éstos eran los únicos que sabían dónde estaba por la visita que le hicieron. Ninguno estaba preparado para lo que encontraron al llegar al dormitorio.
Una histérica Yolei abrazaba a Mimi y daba saltitos a intervalos irregulares mientras balbuceaba algunas frases de las que se podían escuchar palabras sueltas sin significado alguno. La castaña reía mirando a su feliz amiga, aún con el teléfono en mano. Cuando llevó la mirada a la puerta, pudo ver a todos sus amigos en ella, algunos con cara de sorpresa, otros de preocupación y otros de incomprensión. Ella les sonrió, haciéndoles ver que no pasaba nada.
—Chicos —les llamó—, ¿qué os parece la idea de una fiesta privada mañana después de las campanadas en times Square?
Bueno, espero que os guste y que me pongáis algún comentario dando vuestro punto de vista u opinión.
¡Gracias!
¡Nos leemos!
Mid.
