N/A: Este fic es ficticio, al igual que todos sus hechos y personajes son propiedad de Masami Kurumada.

Capítulo uno

Seiya caminaba un poco apresurado por los jardines de la mansión, esperando poder librarse de la presión que suponía tener que permanecer en la fiesta que se daba un segundo más, ya que, a pesar de que el ruido que provenía de aquella casa era estruendoso y alegre, para el caballero era todo menos eso.

Al llegar hasta una banca escondida entre unos setos del jardín que lo doblaban en altura se sentó exhalando un hondo y profundo suspiro que hubiera sido mal visto por varias personas de la mansión.

¡Pero no lo podía evitar! Luego de su cumpleaños, Saori lo había invitado a él y a sus compañeros a una fiesta de negocios, la cual se era para celebrar el aniversario de la Fundación; cosa que él hubiera rechazado olímpicamente de primera mano, pero la mirada con que la chica se lo pidió lo desarmó por completo y terminó aceptando.

Él imaginaba con una sonrisa cómo debían estar pasándola sus amigos en estos momentos, pues sabía que Ikki, con su actitud de "malo", no soportaba las reuniones sociales de ese tipo, ¡Y menos usar traje! Y aunque Hyoga y Shiryu no se comportaban igual que el fénix, no se podía negar que odiaban aquel tipo de eventos tan formales; por suerte Shun siempre era el más útil en esos casos para convencer a sus amigos.

Otra cosa que le molestaba también era el hecho de tener que soportar la mirada inquisidora de Jabu cuando se acercaba a Saori, pues desde que todo el rollo de Cronos y Zeus había terminado, Saori y él estaban más unidos que nunca, cosa que ponía al caballero de unicornio de muy malas pulgas.

Respirando profundamente, el caballero de Pegaso miró las estrellas con tal de des-estresarse un poco, por lo que admiró con calma y tranquilidad el pabellón celeste que se extendía sobre su cabeza; aún sin poder imaginar que todo lo que observaba era el resultado de todas sus luchas por la justicia, y aunque no se quejaba, sí lamentaba el hecho de no poder haber estado con Seika y sus compañeros en una situación más tranquila en el pasado, puesto que así tal vez hubiera podido expresar sus sentimientos de forma más tranquila a la mujer que le robaba el corazón.

Seiya se sacudió la cabeza en señal de auto reproche con tal de reprimir de alguna manera esos sentimientos inapropiados para muchos, sobre todo para Tatsumi y Jabu, quienes de seguro pegarían el grito en el cielo antes de aceptar algo entre él y Saori.

Un ruido entre los matorrales hizo que tomara conciencia del presente, por lo que se colocó en posición de guardia, atento ante la procedencia de ese sonido y maldiciendo en voz baja a aquél que interrumpía su tranquilidad.

Después de un rato de sonidos incoherentes, vio que los matorrales se abrían para dar paso a una hermosa mujer de cabellos púrpuras y hermosos ojos azules que contrastaban con el vestido de color crema que llevaba puesto. Esta se abría paso de manera brusca por entre las crujientes ramas del seto, lo cual consiguió segundos después; pero en un acto gracioso del destino, su tacón se enredó en una rama traicionera y salió de su pie, haciendo que perdiera el equilibrio poco después.

— ¡Diablos! —exclamó en voz alta la chica mientras que al caer se rasgaba lo que quedaba de su vestido.

Seiya abrió mucho los ojos al notar de quién se trataba, e inmediatamente se apresuró a correr en su ayuda y levantarla rápidamente, mientras que, por su parte, la chica se sorprendió al sentir que alguien la aprisionaba con fuerza, por lo que se sonrojo con intensidad y exclamó sin levantar la mirada:

— ¡Genial! ¿Por qué alguien tenía que verme así? —se lamentó Saori con el rostro sonrojado y sin percatarse de que era Seiya quien la ayudaba.

—Saori, ¿Estás bien? —preguntó el caballero de Pegaso captando la atención de la sorprendida diosa, quien lo miró con los ojos abiertos de par en par.

— ¡Seiya! —exclamó muy nerviosa de repente y tratando de recobrar la compostura— ¿Qué haces aquí?

— Eso te iba a preguntar yo —respondió él con una sonrisa que hizo que ella apartara la vista apenada.

— Pues es una larga historia —respondió ella sin muchas ganas de hablar, mientras él la levantaba aún más por su cintura, cosa que sólo sirvió para sorprenderla más.

—Tenemos mucho tiempo, ven siéntate conmigo y relájate un rato —le indicó él con una sonrisa mientras la conducía al banco en el que estaba sentado hace unos minutos—. ¿Y qué pasó? ¿Por qué apareciste así? —inquirió luego de acomodarla a su lado.

—Pues… me sentía muy cómoda en la fiesta hace un rato, pero, luego de un tiempo todos empezaron a acosarme con preguntas acerca de la fundación y otras cosas sin sentido. Mi cabeza no podía más, por lo que me escabullí y me dirigí hasta aquí con tal de despejar la mente, pero cerca de los setos de ahí —Señaló con su mano con tal de que él colocara su mirada en el lugar—. Mi pie se hundió en la hierba, por lo que me tropecé y caí sobre los setos con fuerza; traté de librarme de las ramas, pero mientras más intentaba zafarme, más me enredaba, entonces decidí cruzar al otro lado y llegar hasta aquí —terminó ella con una extraña mirada en el rostro, entre divertida y apenada.

—Ah, con que fue por eso —comentó él con una sonrisa divertida en el rostro, luego de procesar la información y tratando de no reírse.

—No es gracioso —apuntó ella con molestia al notar su expresión.

—Lo siento, pero es que nunca me imaginé verte en ese tipo de situaciones… tan poco peculiares —comentó él con una sonrisa, haciendo que ella también hiciera lo mismo, logrando ambos se rieron después de esto.

—Supongo que ni yo misma lo imaginé. Por cierto… ya te lo había preguntado pero, ¿qué haces aquí? —comentó ella con curiosidad mientras limpiaba un poco su vestido con ligeras sacudidas.

Seiya se sorprendió un poco por la pregunta, pues hacía un minuto había estado pensando en ella con gran intensidad, tratando a su vez de olvidar los sentimientos que sentía con más fuerza en ese preciso momento, aunque obviamente no le iba a decir eso.

—Estaba igual que tú. Supongo que hoy tuvimos la misma idea, pues las chicas de la fiesta no paraban de lanzarnos miradas coquetas a mí y los chicos, aparte de que me sentía asfixiado ante todo ese alboroto, por lo que me harté y decidí salir a un rato, como ya te conté—explicó Seiya sonriendo y mirando el cielo, invitando a ella a hacer lo mismo.

—La luna esta preciosa esta noche —dijo Saori al notar ese hermoso detalle, luego de unos minutos de silencio.

Seiya sonrió con calidez ante el comentario, pues sintió que comenzaba a crecer de nuevo aquel sentimiento tan bello que había pensado hacía unos momentos y que lo mantenía unido desde hacía mucho a Saori.

—Sí, sobre todo porque la estoy viendo con… —comentó él callándose antes de terminar la oración con: "contigo" y volteando el rostro tan sonrojado como el propio tomate.

Saori oyó cuando Seiya se detuvo abruptamente y volteó a verlo con curiosidad, pues ella esperó en lo más profundo de su ser que él hubiera terminado esa oración con un contigo.

— ¿Qué? —preguntó ella extrañada y esperanzada.

—Nada, es solo que… tú… ¡No tienes tu zapato todavía! —Soltó él con tal de librarse del apuro y señalando el pie desnudo de su diosa—. "Que estupideces estoy diciendo" —pensó con vergüenza.

— ¿En serio? ¿Me ayudas a buscarlo? —le pidió ésta con mirada suplicante y avergonzada.

—Claro —aceptó aliviado de no tener que dar más explicaciones de su forma de actuar al ver que ella ignoró su mentira.

Al iniciar la búsqueda del zapato, Seiya se preguntaba por qué todavía no podía dejar de pensar en Saori. Comenzó a recordar los momentos que tuvieron en el pasado, de cómo siempre existió en su corazón aquel sentimiento de protección, de seguridad que tuvo hacia ella, y que con el tiempo fue evolucionando hasta el amor. Seiya desechó esos pensamientos, pues todavía trataba de convencerse de que era incorrecta la manera en que pensaba hacia su diosa, y se dedicó a seguir buscando al dichoso zapato con más ahínco, con la esperanza de olvidar de lo que pasaba por su mente con más facilidad.

— ¡Aquí está!

— ¡Qué bueno! —dijo ella mientras él lo traía de regreso a su dueña, la cual se levantó la falda para recibirlo.

Cuando empezó a colocarle el zapato, Seiya pudo ver la hermosura del pie de Saori; pequeño, moldeado y hermoso, lo cual hacía imaginar a su mente unas largas y esbeltas piernas que terminaban en una bella y perfecta cintura.

El joven Pegaso se apresuró a terminar con su tarea, pues comenzó a notar que la chica empezaba a respirar nerviosamente ante su mirada exploradora, y él por su parte comenzaba a estremecerse al tocar su piel con sus dedos. Luego de terminar, se levantó con la cara ardiendo debido a la situación, cosa que también ella notó, pero con bastante disimulo fingió no darse cuenta.

El moreno le ofreció el brazo a Saori, quien muy gustosamente aceptó con una sonrisa en silencio, pues las palabras sobraban en ese momento. Ella no imaginaba estar en otro sitio que no fuera al lado de Seiya, ya que en esos momentos sentía que su lado humano la dominaba completamente y que ella preferiría ignorar todos sus deberes con tal de pasar la noche a su lado y olvidarse de aquella fiesta donde la gente paseaba de manera banal y pedante frente a uno, con tal de demostrar que eran superiores a los demás en todo sentido.

En ese momento en otra parte del Salón

Shunrei admiraba el espléndido salón de baile muy impresionada, pues ella pocas veces había estado en un sitio como este, pero en ninguna de esas ocasiones, había tenido la oportunidad de apreciar toda la majestuosidad de la estancia.

Cuando se sirvió un poco de ponche, pensó un poco en el vestido que llevaba puesto, debido a que fue un regalo de Saori, ella no quería ensuciarlo con nada, pues era tan hermoso que ella sintió que iba a romper en lagrimas cuando lo recibió por primera vez.

A decir verdad, cuando Shiryu la invitó a la fiesta en la mansión, su primera reacción fue abrir los ojos como platos ante la sorpresa que esto le suponía, nunca había ido a ninguno de esos eventos formales, pero como Shiryu le dijo que Saori les permitió invitar a quienes ellos quisieran y que iba a hacerse cargo de todos los gastos, no tuvo más remedio que acceder.

—Te ves muy hermosa —dijo una voz muy conocida a su espalda.

Shunrei soltó una exclamación de sorpresa al darse cuenta de que era aquel mismo hombre que ocupaba siempre sus pensamientos, he invadía todos sus sentidos.

—Shiryu —comentó ella sorprendida y sonrojada mientras se volteaba y veía como el caballero de Dragón le besaba la mano con una sonrisa galante.

De repente, sintió algo extraño en su cuerpo, pues el caballero de Dragón la miraba con total y absoluta adoración, detallando cada una de las curvas que aquel vestido acentuaba.

—Tardaste mucho en bajar, pero creo que tanto esperar valió la pena —reprochó él con una sonrisa seductora que hizo que ella se pusiera aún más roja.

—No me digas esas cosas.

—Es la verdad —aseguró mientras la agarraba de la cintura y la llevaba a bailar—. Te ves muy bien con el cabello suelto, por cierto, tenía mucho tiempo sin verte así.

—Supuse que te gustaría —agradeció ésta con más seguridad en su voz y viéndolo a los ojos.

A la vez que la música sonaba, Shunrei se sentía a sí misma volar entre los brazos de Shiryu, ya que sentía que el más oscuro o molesto de los lugares podía ser el más hermoso y bello estando con él.

— ¿Sabes? Unos cuantos años atrás esto no estaría pasando —comentó Shiryu mientras se mecía al compás del vals.

Shunrei vio la nostalgia en los ojos de su amado, por lo que se apresuró a desviar el tema hacia algo más alegre.

—Eso ya no importa —lo tranquilizó ésta mientras le daba un beso en los labios que se volvió un poco más apasionado poco segundos después.

— ¿Cómo está el lugar del maestro? —preguntó Shiryu al separarse de ella con un poco de resistencia.

—Le dejé flores antes de irme de los picos, pero sé que está cuidándonos desde muy lejos —admitió Shunrei con mirada triste al recordar al que fue prácticamente su padre—. Lo extraño.

—Yo también lo extraño —admitió Shiryu abrazándola con fuerza.

—Igual yo, pero tengo fe en que él siempre va a estar feliz por nosotros —explicó ésta con algunas lágrimas en los ojos, que fueron secadas por su amado antes de darle otro beso.


Shun y Hyoga conversaban tranquilamente y, a su vez, varias miradas de chicas enamoradas los rodeaban, sin atreverse ninguna de éstas a acercarse a los guapos caballeros, como siempre, Ikki permanecía aparte de todo ese ajetreo en silencio, mientras tomaba con tranquilidad una botella de cerveza de la mesa de bebidas.

— ¿Desde cuándo tu hermano toma? —preguntó Hyoga al notar al Fénix y su cerveza.

—No lo sé, no le he preguntado todavía; pero le comenté que no estaba bien para su salud tomar alcohol, y me dijo que él nunca se sobrepasaba con ese tipo de bebidas —explicó Shun encogiéndose de hombros.

— ¿Le creíste? —preguntó el Cisne incrédulo.

—No, pero ya sabes cómo es él —dijo con una media sonrisa.

Hyoga no pudo evitar sonreír un poco al saber exactamente a lo que se refería el chico.

—Supongo. Oye… y ¿A quién invitaste? —preguntó Hyoga interesado.

—Pues… invité a June, pero me dijo que tal vez no podría venir ya que estaba entrenando muy duro en el santuario con Shaina cuando tenía tiempo libre, aparte de que tenía que trabajar —comentó éste sin mucha importancia y con un poco de decepción en su voz.

—Es una lástima. Yo no supe a quién invitar, pues Natasha me dijo que tenía que organizar una excursión con Miho para los niños (ya sabes, por su trabajo) y Yakoff tenía que cuidar a su abuelo que tenía gripe —contó el caballero de Cisne algo desilusionado por no tener a su novia allí.

—Qué mal; pero al final están bien todos en la villa, ¿No? —preguntó Shun sonriendo.

—Bueno… sí, pude visitar a mi madre un rato cuando pasé por allá y conversé también con el hermano de Natasha un rato para… eh… ¿Shun? —soltó Hyoga con los ojos abiertos de par en par y algo sonrojado.

— ¿Sí? —terció éste, extrañado por la actitud del cisne.

— ¿No dijiste que June tal vez no vendría? —recordó el cisne mirando fijamente atrás del caballero de Andrómeda.

—Sí, ¿Por qué? —comentó extrañado ante la pregunta.

—Pues porque acaba de llegar —admitió el rubio señalando atrás del joven con las mejillas sonrojadas.

— ¿Eh? —dijo Shun antes de voltearse y abrir los ojos y boca como un idiota.

Y es que no era para menos, la chica tenía un porte impresionante para alguien que no era adepto a esas reuniones, ya que ella vestía un vestido de cóctel negro que marcaba sus piernas, por encima de la rodilla, zapatos de tacón negros, labios rojos y el cabello arreglado; todo esto sumado a un escote algo pronunciado que dejaba ver su piel bronceada y algo más de la cuenta.

Y aunque nuestro amigo estaba embobado totalmente, lo que no notó fue que todos los hombres se voltearon a verla en cuanto entró y pusieron la misma cara que él.

— ¡Cierra la boca, que se te cae la baba! —bromeó Hyoga al ver la expresión de su amigo, quien estaba con una cara propia de una persona que no había comido en días y ahora miraba un manjar.

Shun se apresuró a hacer lo que decía, pues lo que menos quería hacer, era el ridículo.

—Gracias —dijo recobrando la compostura al ver que June se dirigía hacia él.

— Hola, Shun —saludó su amiga con una gran sonrisa.

Shun sintió como si sus cuerdas vocales le hubieran jugado una mala pasada en ese momento, ya que no podía hablar apropiadamente a su amiga por más que quisiera.

—Ah… ah… —fue todo lo que salió de la boca del peli verde, quien balbuceó como todo un idiota.

— Hola, Hyoga, ¿Cómo has estado? —saludó ésta al dirigirse al Cisne y sin notar el estado de estupidez de Shun.

— Hola, June, tiempo sin verte. Estoy muy bien ¿Y tú? —respondió el cisne al darle un apretón de manos y recibir un beso en la mejilla por parte de ella.

—Muy bien, casi no llego aquí, pero Shaina me dijo que aprovechara para salir un rato pues hoy terminamos el entrenamiento temprano y, aparte de eso, mi jefe me dijo que ya era obsesión lo que tenía con el trabajo, por lo que ya imaginas el resto… —admitió ella con una sonrisa.

—Ya veo… te dejo para que hables con Shun a solas; nos vemos luego —dijo Hyoga ante la mirada desesperada de Shun que le pedía que no lo dejara solo con esa hermosa diosa.

—Adiós. Bueno, dime ¿Cómo has estado? —preguntó June con tranquilidad y viéndolo a los ojos, pero él mismo no salía de su trance.

"—Ay, Dios, ¿Por qué te vestiste así? Tan arrebatadoramente bella, ¿Qué me pasa que no puedo hablarte y decirte lo bien que te ves?" pensó el caballero de Andrómeda con la cara sumamente roja.

June suspiró con un poco de tristeza en su rostro.

— ¿Es el traje, no? Le dije a Shaina que no te gustaría, pero ella me insistió que…

— ¡Te ves muy bien! —exclamó de golpe el joven sin poder evitarlo.

— ¿En serio? —dijo muy ilusionada y llena de alegría.

— ¡Sí! —admitió Shun como un estúpido, y sonrojado al máximo.

"— ¿Bien? ¿BIEN? ¿Qué quise decir con eso? Se ve más hermosa que nunca. ¿Por qué no me percaté de eso antes?" —Gritó en su interior con fuerza.

— ¿Te parece si hablamos por allá? —propuso June luego de un rato y señalando las afueras de la mansión.

—De acuerdo —tartamudeó éste después de un momento, mientras que June lo agarraba del brazo para su total agrado y desesperación, todo esto ante la vista de un ceñudo Ikki quien no quitaba su mirada de ese par.

Poco después, en la Habitación de Saori...

—Fue un bonito paseo —dijo Saori en la puerta de su habitación y sonriendo con gratitud—. Aún no puedo creer que hayamos tenido que entrar a escondidas a la mansión, aunque debo admitir que fue algo divertido —comentó ella con una sonrisa agradable.

—Yo tampoco lo creo —bromeó él de la misma manera—. Pero no iba a permitir que nadie te viera en ese estado y se burlara de ti.

La chica se conmovió por su preocupación, pues ella amaba ver ese brillo de amor cada vez que se preocupaba por ella.

—Gracias—comentó conmovida.

—No hay por qué —sentenció Seiya muy feliz de haber pasado toda la noche con ella.

—Pero es que también le mentiste a Tatsumi para que no me molestara en mi habitación cuando te encontraste con él —añadió ella riéndose de nuevo al recordar este hecho.

Seiya también rió ante lo fácil que el mayordomo se creyó su mentira.

—Sólo le dije que tenías dolor de cabeza y que te fuiste a dormir; nunca pensé que se lo creería de verdad —admitió con humor y riendo de nuevo al recordar la cara de desesperación del mayordomo ante la noticia de que su "señora" estaba enferma.

—Tatsumi siempre ha sido así (siempre se preocupa por mí), pero en realidad no lo hace con malas intenciones, aparte de que esa mentira no está muy lejos de la realidad, la sola idea de regresar a la fiesta, con o sin vestido, hace que me palpiten las sienes —señaló con una mueca en el rostro.

—Pero aun así fue divertido estar juntos un rato —dijo Seiya, muy contento, pero triste al saber que tenía que despedirse de su amor.

—Fue un paseo muy divertido —afirmó Saori algo cabizbaja al tener que separarse de él, mientras abría la puerta de su habitación.

— Para mí también lo fue —admitió Pegaso con una sonrisa triste y tratando de alargar un poco más el momento.

—Bueno, entonces yo creo que… me retiro. Adiós —se despidió Saori con tristeza al tener que dejarlo.

—Adiós —se despidió Seiya con la misma renuencia que ella.

"¿Qué estás haciendo?" Dijo una vocecita al lado de su oreja en forma de diablo al ver como Saori desaparecía al cerrar la puerta.

—Nada —respondió Seiya extrañado ante la aparición de su conciencia mala "no interna".

"Estás dejando ir la oportunidad de tu vida con la mujer que amas, eso haces."Le recriminó el otro Seiya en sus pensamientos.

— ¿En serio? —preguntó éste incrédulo y sin poder creerse lo que decía su conciencia.

"No digas esas cosas. Saori es nuestra diosa y no debemos verla así "Explicó su conciencia "buena" en forma de ángel.

"Pero ésta es una oportunidad que hemos desperdiciado durante mucho tiempo, ¿lo harás otra vez?"—Preguntó el otro Seiya.

"Pero…" Comenzó a protestar el "buen Seiya", pero fue interrumpido por el "otro" antes de que terminara.

"Además, no, no hay veces en las que hay que decir…"

— ¡Pero qué…! —comenzó a decir Seiya muy seguro, hasta que se vio interrumpido por Saori.

—Seiya, ¿pasa algo? —preguntó ella al abrir la puerta, pues sentía que él no se había ido ante las incesantes conversaciones con sus "yo" interiores.

—No, no pasa nada —respondió él acercándose y tomando su rostro con una mano decidido luego de tener ese "episodio".

—Seiya… —exclamó Saori, sonrojada al ver el fondo de sus ojos y la manera en cómo se comportaba.

El moreno tomó una gran bocanada de aire para decir lo que rondaba su cabeza desde hacía mucho.

—Saori… ¿sabes? Yo siempre te he amado y este tiempo de paz que hemos tenido, me ha ayudado ver que llevo mucho negándome a lo que siento; mi corazón no puede vivir sin ti un día más, sobre todo ocultando algo que desde hace tiempo me carcome como un ácido, por eso es que te pido que me digas una sola cosa, ¿De acuerdo? Sólo dime si me amas tanto como yo a ti, y yo haré lo que tú quieras, incluso aunque signifique apartarme de tu lado —le pidió él con sus ojos penetrantes sobre los de ella, a la espera de una última respuesta, que podía ser la más decisiva en su vida hasta el momento.

Saori se quedó petrificada ante su declaración, la cual había soñado en sus noches más locas, pero que nunca esperó que fuera de la manera más tierna e improvisada posible, aunque debía de haberlo sabido desde un principio, pues se trataba de Seiya. Aun así, sólo atinó a sonrojarse como una niña tonta y decir la respuesta que él ansiaba:

—Seiya…, yo… yo… te amo —admitió Saori, dejando con los ojos abiertos al caballero de Pegaso—. Siempre lo he hecho, pero mi condición de diosa, junto con los ideales que me impusieron desde pequeña, me obligaron a retraer mis sentimientos, pero ahora me doy cuenta de mi error, por eso te pido perdón —se disculpó ésta bajando la mirada, apenada.

—No sabes lo feliz que me haces —respondió él después de un momento, haciendo que ella levantara su cara y mirara la suya, la cual reflejaba pura felicidad, dejándola dejo momentáneamente en shock.

—Para mí lo más importante tu felicidad, pero ahora que sé que sientes lo mismo, puedo dormir sabiendo que mis sueños se han vuelto realidad —recalcó Seiya con una sonrisa y acercándose aún más a la chica.

—Seiya… —gimió Saori mientras pegaba más su cuerpo al de su amado.

—Saori…

Fue lo último que dijo antes de fundirse con ella en un beso apasionado que los llevo a ambos al interior de la habitación de ésta, a la vez que cerraban la puerta.

Lejos de terminar, Saori comenzó a sentir una desesperación interna por tener y sentir a Seiya cerca de ella, por lo que pronto sus ropas se hicieron innecesarias. Con un poco de nerviosismo comenzó a retirarle el saco, mientras que él desabotonaba su camisa, presuroso. Después de eso, comenzó a despojarla de su vestido sucio para pasar sus manos por su espalda, causando que ésta soltara un gemido en señal de respuesta.

—Te amo —dijo él mientras la recostaba en la cama, después de darle otro beso.

—Igual yo —respondió ella con el mismo tono enamorado antes de fundir sus cuerpos en unos solo.

N/A: ¿Y qué opinan?, espero sus criticas, quejas o comentarios ya que con ellos tal vez pueda ampliar la historia, eso si ustedes apoyan la propuesta claro, les agradezco que hayan leído y nos vemos después, ya que creo que esto recién empieza.