Bien, no sé exactamente por qué, pero lo hice. Mi mente me llevó a imaginar esta pareja a pesar de que soy creyente de que One Piece es un shonen en donde el romance no suele pegar mucho con los personajes, pero en sí, creo que simplemente no pude evitarlo. Esta nueva historia es un LuNa, y simplemente se me ocurrió así. Espero que les guste, es mi primer fic de romance de este Anime/Manga, así que espero que sea bien acogido, sin más preámbulos, aquí está.
PD: Esta historia está ubicada temporalmente en una época parecida al siglo XVIII.
- Una historia romántica con el toque personal de Yume no Kaze-
- Disfrutad de la lectura-
Mediana Fantasía.
-1-
Pesadilla.
Una impresionante estela de fuego emergió en el centro de castillo del rey. Los soldados corrieron asustados para encontrarse con su queridísimo señor, mientras las fuerzas de una oscura conspiración arrasaban con la paz y la frágil armonía de aquel terrible encuentro. Una onda negra se dispersó en medio de todos los presentes y de una manera maquiavélica y escueta las personas fueron alzadas de sus ejes para elevarse al son de la liberación oscura. Los gritos asustados de los súbditos que intentaban rescatar a su rey ahora imploraban por sus vidas al mismo monarca para ser salvados de la perdición.
Una risa llana y soez remplazaba las trompetas de la victoria, pues el reino caía y caía y nadie podía detenerlo. El fuego emergió una vez más y quemó toda oscuridad, derribó las tinieblas y enfrentó al traidor. Los soldados se apilaron en formaciones estratégicas y lanzaron fechas y lanzas, no había problemas, su líder era tan intangible como el fuego, jamás podrían herirle con pequeñeces como estas. En cambio, el enemigo sí podía recibir el daño, podía sangrar, podía llorar lastimeramente y revolcarse en su inmundicia. Pero las armas jamás habrían de tocarlo, nunca podrían herirle, porque no estaba solo.
Al mismo tiempo que las flechas tocasen al enemigo una serie de balas, tan rápidas como el rayo, surcaron el terreno de fuego y derribaron a todas éstas. El grito de la muerte y el miedo reinaron otra vez. El rey estaba solo, sus hombres estaban muertos y ya nadie podría ayudarle. La oscuridad cubrió el castillo y la flama de la esperanza comenzó a hundirse en medio de un tornado negro.
¿Sería esta la última hazaña de aquel héroe?
Entonces, tan fuerte como un huracán y tan fiero como un terremoto, una sombra apareció desde la costa, acababa de llegar el enemigo más destructivo de todos y el de negro, aquel ser malvado y lleno de sombras se arrodilló ante el terrible monstruo que arribaba en el castillo. Una bestia que había llegado desde el profundo océano, un emisario del final. Llegó con sus hombres y arrasaron a los enemigos del rey, molieron a golpes y brujería a aquellos adversarios tan invencibles. El rey quedó de pie, su fuego aún brillaba y creyó que todo estaba terminado. Pero se equivocó. Aquel hombre llegado del mar no era aliado, era otro enemigo y con la convicción de un conquistador atravesó el corazón del káiser para dejarle sin aliento. Ahora pues, aprovechando su cansancio y mal estado físico le asesinó a costa de su avaricia. El rey querido cayó y una nueva sombra se elevó junto a una terrible maldición. Puesto que desde lo más profundo del palacio emergió una sombra terrible y aplastó a los terribles monstruos.
Pero no al líder. No a aquel que mató al rey. Éste simplemente ganó sobre la sombra y después de una lucha sangrienta triunfó, pero no sin antes perder algo. El monstruo perdió a sus hombres y su libertad.
Cuenta la leyenda, que aún hoy en día se puede escuchar su andar en el castillo abandonado. Vigila y resguarda su premio, el tesoro por haber matado al rey y haber vencido la maldición de la sombra. Solo, envuelto en su propia ira…
…
Nami cerró el libro que estaba leyendo y exhaló fastidiada. Ella era una chica que gustaba de leer buenas historias, no estaba interesada en las fantasías de un viejo poblado al que simplemente no conocía. Por mucho tiempo, se dedicó al mercado de prendas de ropa y objetos curiosos. El día de ayer había recibido un libro de un viajero de la zona a la que iría para su recorrido mercantil. Era un libro de pasta gruesa e interesante y en él se narraba la historia de un viejo cuento que según sus expectativas no eran más que ilusiones de personas sin nada mejor que hacer.
—Nami. – la voz inconfundible de su hermana mayor la distrajo y dejó el libro sobre su mesita de noche. —Mamá dice que te duermas de una vez. – le hablaba de la habitación contigua. Acababan de llegar a una acogedora aldea en medio de un valle. Aquel lugar era interesante, después de viajar tanto finalmente cambiaban el panorama.
Aquella aldea estaba a mitad de un valle, al norte de dicha villa estaba un frondoso bosque y después una montaña. Cuando llegaron las personas se mostraron algo hostiles y el casero fue lo suficientemente amable como para indicarles un lugar en donde podría quedarse.
Su familia, compuesta por cuatro personas, su padre y madre, hermana y ella, eran comerciantes nómadas. Viajaban por todo el mundo recolectando y vendiendo diferentes tipos de cosas; desde ropas, joyas, libros, artesanías y objetos raros. Nunca nada era lo suficientemente excéntrico o inútil para ello Nami era una experta. Era la mejor de su familia para hacer negocios y es que, simplemente adoraba su trabajo.
A sus 20 años de edad, nunca había tenido ninguna clase de problemas a la hora de trabajar, había aprendido de la mejor, su madre adoptiva, Bellemere le había enseñado demasiado a la hora de hacer negocios y le dijo, que no importaba cómo siempre debía asegurar al cliente. Claro, con sus excepciones.
Nojiko, su hermana mayor se aproximó a su cuarto y abrió la puerta con cuidado. Estaba vestida con su bata para dormir y se veía un poco somnolienta.
—¿Otra vez estás leyendo hasta tarde? Si no te duermes pronto no te levantarás temprano y tenemos que trabajar mañana. – regañó en voz baja, sus padres ya dormían y no quería que se levantasen a darle un sermón a su hermana sobre las responsabilidades laborales.
—Sí, lo sé. – Nami suspiró. —Es simplemente que no podía resistir la curiosidad. – miró el libro que estaba en su mesita de noche. Desde que habían conseguido ese libro no había podido dejar de leerlo y era porque le llamaban mucho la atención las leyendas y las viejas historias.
—Mmm… ¿Sabías una cosa? Dicen que ese libro fue escrito en esta región. – se hermana se sentó a su lado, la flama de la vela titubeó un momento.
—¿Enserio? – Nami le miró fascinada. —Eso es bueno, quizá pueda conocer al autor; porque sinceramente, para ser un cuento es bastante bueno, aunque un poco cruel. – admitió para ver algunas ilustraciones.
—Vas a tener pesadillas si sigues leyendo esa cosa. – le quitó el libro de las manos. —Duerme, ya casi es media noche. – se levantó y se encaminó a la puerta.
—Buenas noches, Nojiko. – Dijo Nami para después recostarse en la plácida cama.
—Buenas noches. – contestó su hermana y desapareció detrás de la puerta.
A la mañana siguiente todo parecía resplandecer como nunca antes. Nami saludó a sus padres con un beso en la mejilla, ayudó a preparar la mesa y comió en silencio mientras su padre, Gen, le explicaba en donde iban a colocar el puesto y los horarios respectivos para ir a comer y descansar.
—Les llevaré el almuerzo al medio día. – dijo Bellemere una vez que terminó de colar la leche de cabra.
—Gracias madre. – dijeron las muchachas y el hombre de la casa se levantó sonriente.
—Adelantémonos chicas, tenemos que buscar un buen lugar.
Este era otro día en la vida de Nami y su familia. El nuevo pueblo que visitaban se llamaba Fusha, un lugar bastante prometedor, en donde las personas se convencían de las artimañas de los comerciantes y parecían ser ricos en recursos naturales.
Luego de buscar, su familia encontró un lugar en los alrededores de la plaza principal. En aquella época, en la que los cuentos fantásticos dominaban el mundo muchas personas solían soñar a menudo con promesas de un mañana lleno de magia. Otras, sin embargo, vivían en el escepticismo y buscaban un lugar acogedor en los templos religiosos, cuyas doctrinas convencían a los creyentes de que seres supremos originaban la destrucción y la dicha de la gente.
Nami, por supuesto, no creía en esas cosas, ella era de las personas soñadoras que gustaban de una buena historia y vivir las propias. Creía que los templos eran una pérdida de tiempo, puesto que había cosas más productivas que hacer que colocarse a rezar por horas.
Así pues, el trabajo era más importante y justo ahora, las cosas no parecían ir muy bien. Su padre y hermana fueron a comprar un poco de chocolate caliente. El invierno estaba por terminar pero no por eso hacía menos fríos.
—Eso que tiene ahí es un libro interesante, señorita. – la voz de una desconocida y posible cliente le hizo reaccionar de repente, dejando de lado el libro.
—Disculpe, no estaba prestando atención. – ella se enderezó y alisó su vestido. —¿Hay algo que le guste? – señaló la mercancía, un montón de objetos curiosos, ropa y accesorios.
—Mmm…- la mujer contempló las artesanías con cuidado y finalmente se interesó por una vieja pipa de hueso de toro. —Esta de aquí. – tomó la pipa y la revisó atentamente. —Es un buen trabajo, ¿De dónde es?
—De la tierra de Murmar, es un país muy lejano, famosos por sus artesanía de hueso de animal. – platicó animada Nami, su típico comportamiento estaba saliendo a flote.
—Murmar, ¿Eh? – la anciana volvió a observarla. —Suena bien. – después buscó en un pequeño morral de cuero de burro que traía consigo y le pagó el precio exacto.
—Si gusta puede ver algo más y…
—Si insistes. – la cliente miró atentamente el libro que la chica había estado leyendo. —Me gustaría comprar ese libro.
—Oh, no está a la venta, lo siento. – le sonrió amablemente mas el caballero no pareció convencido.
—Debo insistir, es una historia muy buena. ¿Sabe algo? Yo tenía un libro así pero me lo robaron, ¿Segura que no puede vendérmelo?
—Es que… aún no lo termino. – dijo en son lamentable. —¿Qué tanto conoce la historia? – intentó averiguar, después de todo el interés que le profesaba aquella mujer le resultaba sospechoso.
—Muy bien debo agregar. – con la vista le señaló más allá del valle, hasta el bosque y la montaña que se visualizaba a lo lejos. —¿Sabía usted, que esta historia fue real?
—¿Real? – Nami le miró incrédula. —Es una buena historia, pero no creo…
—Ah, sí, es completamente real. – la vieja tomó el libro antes de que Nami pudiera protestar. —Ocurrió muy cerca de aquí. – los ojos de aquella anciana parecían decir muchas cosas significativas. —Hace algunos años.
—Ajá. – la chica alzó una ceja.
—No tiene por qué creerme, señorita. – le entregó el libro. —Este pueblo aún no se recupera de dicho desastre.
—Es una leyenda… al menos, eso dicen.
—¿Dónde consiguió este libro? – interrogó el cliente.
—En una taberna, en Arabasta. Un viajero me la entregó, parecía muy molesto cuando me lo dio.
—¿Un viajero? – se llevó una mano a su barbilla. —Suena a que ha estado muy lejos de aquí. – luego sonrió.
—Eso no le importa, ¿O sí?
—Claro que no. – se dio la vuelta. —Antes de que me vaya, me gustaría decirle algo, claro, si no es molestia.
—No adelante. – Nami se cruzó de brazos y alzó una ceja.
—Los demonios existen… sus almas están atrapadas en misteriosos manjares que se apoderan del corazón del amo.
Hubo un silencio, Nami le miró sin entender.
—¿Qué?
—Fue un placer conversar con usted, señorita. – comenzó a caminar. —Cuídese de la luna nueva. – empezó a alejarse.
—¡Oiga, espere! ¡¿Cuál es su nombre?! – gritó intrigada al momento que la mujer se detenía por unos segundos.
—Me llamo Kureha. – y dicho esto se perdió en las calles de la villa.
—¿Kureha? – conocía el nombre; era la autora del libro que tanto le encantaba. Contuvo la respiración y lo buscó desesperadamente entre las personas de la plaza. No lo pensó mucho, tenía tantas preguntas respecto a esa historia que salió de su puesto y avanzó unos pasos para continuar buscándole, no se dio cuenta que una persona estaba frente a ella y terminó chocando. Cayó al suelo de sentón y le dolieron las posaderas por el golpe seco. Alzó la vista, dispuesta a regañar al tonto pero se contuvo cuando contempló la visión de un hombre estrafalario y bastante extraño.
—¡Oh, pero mira nada más! – se inclinó sobre ella ofreciéndole la mano. —Mía culpa, jovencita, mía culpa. – rio con gracia mientras Nami aceptaba la ayuda y se levantaba. —No me fijé por donde iba, ¿Se encuentra bien?
—Sí, gracias. – le miró mejor, era regordete y parecía y tenía una nariz puntiaguda con un par de colmillos superiores que emergían de entre sus labios como si fuera un vampiro.
—Permítame presentarme, soy el profesor Hogback, ¿Y usted?
—Me llamo Nami, mucho gusto. – fue cortés, pero le causaba una mala impresión. Se veía bastante extraño a pesar de su traje de etiqueta y su sombrero de copa. El profesor Hogback se llevó una mano a sus pequeñas gafas oscuras mientras sonreía, mostrando su dentadura completa y un juego de colmillos tanto superiores como inferiores.
—El gusto es mío. – ajustó los tirantes de sus pantalones que sobresalían de aquel saco de terciopelo café y le miró de pies a cabeza. —¿Es comerciante?
—Así es. – Nami desistió mentalmente de su búsqueda y se dispuso a venderle algo al extraño, después de todo seguía trabajando.
—Muy bien, muy bien. – Hogback se acercó a su pequeña tienda y echó un ojo a las cosas. —¡Ah, pero qué tenemos aquí! – miró casi aterrado el libro que la chica estaba leyendo y lo sostuvo entre sus manos con una intensa vehemencia.
—Disculpe, pero no está en venta. – inmediatamente negó ella, mas el personaje le miró rencoroso.
—¡¿Acaso no sabes lo que estás haciendo?! – gruñó a la par que siseaba su lengua puntiaguda. —Está prohibido introducir todo objeto que nos recuerde a Nightmare. – al pronunciar esa palabra las personas alrededor se voltearon escandalizadas, mientras un gran silencio se instalaba. Nami parpadeó sin entender.
—¿Nightmare? – miró a todos lados, la gente exclamó asustada al escucharle. —¿Se refiere al personaje del libro? ¿Está bromeando? Es sólo una historia, no es real.
—¡Ah, extranjera ignorante! – Hogback lanzó el libro al suelo. —¡Debería deportarte inmediatamente!
—¿Qué está sucediendo aquí? – todo quedó en silencio cuando el Gen-san, el padre adoptivo de Nami y su hermana llegaron a la escena.
—¿Quién es usted? – señaló Hogback al hombre de las cicatrices.
—Su padre, ¿Tiene algún problema con mi hija? – instintivamente se colocó frente a ella.
—Sí, son unos ignorantes. – se agachó y recogió el libro para enseñárselo. —Todo objeto que nos recuerde al… al monstruo no puede ser visto en esta villa. Temo que tendré que quemar el libro y pedirle a su familia que abandone este lugar inmediatamente.
—¿Con qué autoridad me pide eso? – Gen le arrebató el libro de un solo movimiento y se lo entregó a su hija. —Si piensan que leyendas como éstas son reales lo siento mucho, pero no pienso interponerme en los gustos de mi hija sólo porque su sociedad lo demande. – eran palabras muy valientes para un hombre como él, sin embargo, las personas alrededor estaban más que molestas por ello.
—¡Insolente! – Hogback se preparó para darle una buena bofetada pero su mano fue detenida inmediatamente por un joven.
—¡Alto! – todos miraron al comisario local acompañado de su lacayo y amigo. —¿Qué está sucediendo aquí? – miró a los aludidos. —Soy el oficial Coby y él es mi compañero Helmeppo. – se presentó para que tuviesen la confianza de hablar.
—Sólo un malentendido oficial. – se apresuró a decir Gen. —Nada más. Este hombre agredió a mi hija, pero parece ser que fue un malentendido. – lo último que necesitaban eran problemas serios con la ley del lugar.
—¿Eso pasó, Profesor Hogback? – Coby liberó su brazo.
—Claro que no, esta mujer tiene en su poder un objeto prohibido. – le mostró el libro y Coby no tuvo reacción alguna, lo tomó entre sus manos y lo hojeó. —Según lo dictado por la iglesia, debemos quemar todo objeto que tenga que ver con el monstruo.
—Así es. – Coby le entregó el libro a Nami. —Pero es obvio que estas personas no lo sabían. Además, la iglesia y la ley judicial son entidades de diferente distrito, no las combine.
—Sí, pero…
—Usted no se preocupe. – tranquilizó Coby. —Esta dama no volverá a mostrar el libro mientras esté en el pueblo, ¿No es así? – la chica asintió. —¿Ve? El problema está resuelto.
—Mmm… Bien, me retiraré, pero más vale que no lo muestre, sólo atrae la mala suerte. – el profesor se fue y con ello las personas que estaba reunidas alrededor. Coby suspiró y le sonrió a la familia.
—Deberá comprender que vivimos en un estrés constante. Lamento las molestias, pero me temo que tendrá que acatar más las tradiciones de la población.
—Sí, entiendo. – Gen hizo una reverencia. —¿A que le tienen tanto miedo?
—La leyenda es una forma de recordarnos los peligros de las sombras. – le dijo Helmeppo.
—¿Cuánto tiempo se quedarán aquí? – interrogó Coby, impidiendo que Gen preguntase otra cosa.
—Una semana, señor. Después nos iremos al siguiente pueblo.
—Está bien, escuche con atención. – el oficial señaló su puesto comercial con una mueca. —Como es su primer día entiendo que no lo sepa, pero el toque de queda es al atardecer. No debe quedarse en la calle durante la noche por ningún motivo, ¿Me entiende? No quiero asustarlo, pero hoy es luna nueva, si se atreve a irrumpir en la calle cuando el sol haya caído lo arrestaré a usted y toda su familia. – se dio la media vuelta. —Ah, y una cosa más… hoy deberá pasar la noche con las luces apagadas, no encienda ni una sola vela, ¿He sido claro?
—¿Ni una sola vela? – las hermanas preguntaron inmediatamente.
—Así es, si lo hace se arrepentirá. – los oficiales continuaron caminando.
Para cuando el oficial Coby había abandonado la escena las personas se alejaron de ellos precipitadamente. Gen miró a sus hijas y suspiró, no creía que un simple libro le causaría dichos problemas. Recogió todo, ayudado por sus hijas y caminaron de regreso a casa, la tarde estaba cayendo y tal como el comisario dijo las personas corrían a sus casas y cerraban todo con cerradura.
Nami estaba aún afuera de su casa contemplando la puesta de sol, no podía entender por qué esas personas se comportaban de esa manera. Tal como había advertido el oficial ninguna casa tenía luces, Nami chistó y entró a la suya. Su padre estaba sentado en la mesa, lamentándose por que el casero les había subido la renta por la semana dado el escándalo que ella armó.
No quiso decir nada más, fue a su habitación, encendió una vela y se puso a leer su libro. La historia de un reino que caía ante la conspiración de un lacayo infiel, así como la aparición de un héroe que resultó ser un antagonista que mataba al rey y se convertía en una terrible bestia: Nightmare. Según la historia, lo describían como un gran y robusto individuo, su piel, ennegrecida por la maldición de la sombra, tenía la capacidad de repeler los golpes fuertes como si estuviera hecha de un material elástico y resistente. Sus enormes manos eran capaces de aplastar una casa entera, de derribar un castillo con sus puños y de su voz, ahogada entre un mar de lamentos, lograba intimidar hasta las fieras del bosque.
Nami miró por la ventana de su cuarto, tal como le habían advertido, todas las casas estaban en absoluta penumbra. Sintió un poco de pena por la gente, que se dejaba engañar por cosas sin sentido, sólo leyendas regionales; y para ella, las leyendas no eran más que cuentos, fantasías que, si bien le gustaban, no era del todo crédula, porque, aunque su madre le había enseñado a querer los cuentos, su padre siempre insistía en que las cosas debían ser físicas para ser del todo creíble, quizá por eso le gustaban las fábulas, porque en ellas no necesitaba probar nada, sólo sentir.
Su familia ya se había ido a dormir y ella era la única despierta. Sintió sed y fue a la cocina. Hoy habría luna nueva, la noche más oscura del año, puesto que no había luz lunar que iluminase la penumbra. Llegó con su con una taza llena de agua a su habitación y se apresuró a cobijarse, hacía frío. Estuvo a punto de apagar su vela para conciliar el sueño cuando escuchó algo realmente tenebroso.
Pasos. Pesados y retumbantes como el sonar de un tambor y con ellos, un escalofriante gruñido. Nami no movió ni un solo músculo, se quedó tiesa mientras veía cómo el agua de su taza comenzaba a crear ondas. Era definitivo que algo tremendamente pesado se acercaba a su casa. Su respiración se aceleró, sin entender exactamente por qué y miró por la ventana para seguir escuchando los pasos fuertes de un ser increíblemente grande.
La voz se escapó de su garganta cuando desde la calle una silueta colosal emergía. Se dirigía directamente hasta ella y… por algún motivo no podía moverse de donde estaba. Logró verlo con claridad, pues la única luz que le acompañaba le ayudaba a amplificar su vista. Una figura enorme, humanoide, de grandes brazos, pues un poco más pequeños, grandes músculos, demasiado alto para ser un hombre común, estaba tan oscuro que no podía contemplar con claridad el color de su piel, pero era obvio que estaba algo oscurecida por la noche.
Los pasos se hicieron más sonoros y un temblor involuntario acompañó a Nami junto a un escalofrío horripilante. Lo escuchó bufar como si fuera un toro molesto y ella se encogió en su lugar. La luz de su pequeña flama titubeó mientras la masa enorme se acercaba a su ventana, sintió su corazón en su garganta y terribles ganas de gritar, pero no lo hizo.
Entonces lo vio más claramente y le dieron muchas ganas de llorar. La piel de aquel ser era tan negra y azul como la de la muerte. Sintió un escabroso aire que se colaba por su ventana abierta, el gran ser respiró un espeso vaho mientras bajaba su cabeza lentamente para poder verla. Estaban a escasos centímetros de distancia, él fuera de su ventana y ella dentro, aún en las mantas, muerta de miedo.
Sus ojos se encontraron, era el rostro de un monstruo, un abominable criatura que, seguramente su historia era tan terrible como su aspecto. El aire salió de su pecho como una ventisca invernal y la luz de su flama se apagó.
Tragó saliva y juntó valor para poder musitar una mísera palabra antes de que el terror se apoderara de sus sentidos.
—Nightmare.
Estaba perdida.
Continuará…
¿Y bien? ¿Que les ha parecido? Bueno, a mi me ha gustado, creo que logré darle el enfoque que quería. Muchas gracias por leer hasta este pedacito. Les agradecería mucho sus comentarios. Gracias por todo, nos veremos en el próximo capítulo.
¿Merece un comentario?
Yume no Kaze.
