NOTA:

Clasificación K+

Disclaimer: Los personajes están basados en The Song of Ice and Fire en personajes de los cuales solo e conocido mediante pequeños recuerdos de terceros.


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Capitulo Único

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"Una flor comun"

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En Dorn, el sol siempre estaba en lo más alto, el clima era seco y el aire olía a sal. A Rhaegar no le agradaba para nada Dorn, pero le impresionaba, las mujeres eran apasionadas y vestían tan ligera que se podían comparar con las rameras. Eran picaras y desconocían la vergüenza. Los hombres, carecían de escrúpulos o delicadeza, hablaban tan directamente que en más de una ocasión lo dejaron sosegado.

Y los príncipes, Dorn no era gobernado por reyes, si no por príncipes o princesas, valientes y temerarias, o eso pensó que era la princesa cuando le ofreció a su hija.

Elia Martell, no era bonita, su piel era canela y sus ojos comunes, su cabellera era larga y lacia, del color de la oscuridad y su cuerpo era menudo, sin grandes cualidades que observar. Aun así, cuando la veía, en su pecho se abría paso la ternura.

Mientras que las mujeres del Dominio se jactaban de ser hermosas rosas con espinas, ahí, en Dorn, era predecible a simple viste que si eran rosas con espinas. Pero no Elia. Elia no era una rosa, no, ella era más bien una florecilla común crecida en los arbustos, cándida y delicada, con una sonrisa amable y una lengua suavizada.

Cuando su padre, Arys, le comunico que los Martell ofrecían a su hija como su futura esposa, el renegó. Dorn era caluroso, sus ropas solían pegarse a su cuerpo cuando iba ahí, y las mujeres, le aterraban. Nunca solían callar sus pensamientos, eran tan directas que le era más penoso a él rechazarlas que a ellas hacerle las propuestas. Aun así, su padre le obligo a ir, sin una hermana que pudiese ser su esposa, él fue a donde la única princesa de los siete reinos estaba disponible.

Lo recibieron como si fue un pariente que habían tardado años en volver a ver, tan calurosamente y afables que le resulto desconcertante. Los hijos del príncipe eran siempre retadores con él y aun así amigables, jugaban como si hubiesen crecido a su lado y le alagaban su aspecto, dándole más de un comentario subido de tono. Eso lo alarmo, jamás en su vida un hombre le había dicho cuan atractivo era, comparado sus ojos con gemas amatistas y alabado su cabello. O bien, nunca un hombre le había acariciado el rostro y besado en los labios.

Pero según supo, eso era normal en Dorn.

Cuando le presentaron por primera vez a Elia, él la admiro fríamente. No era bonita, era común. No llamaba la atención y no parecía una princesa, aun así, cuando la joven lo miro temerosa y aparto inmediatamente la mirada, la curiosidad lo lleno.

Elia era dulce, tímida e ingenua. Siempre tratando de ser amable y cuidadosa, nunca mirándolo fijamente y siempre sonrojada. El acepto su mano enseguida.

Elia era una esposa perfecta, amable, callada, lo dejaba vagar por el reino recitando canciones. Jamás le pedía nada. Él creyó que la amaría. Lo esperaba.

Hasta que sus ojos se posaron en Lyanna Stark.