Mañanas Tranquilas
Son las nueve y diez y la fría luz matutina de marzo atraviesa las ventanas de la habitación, las rayas horizontales de las cortinas creando patrones en el suelo a la vez que mutan la luminosidad, convirtiéndola en penumbra.
Richard Castle se encuentra tumbado de costado mirando la persona a su lado. Todavía está dormida, acurrucada contra él, con una mano empuñando la manta bajo la barbilla, la otra extendida en la almohada bajo su mejilla. Su cabello cubre parcialmente su cara y él no se atreve a apartárselo aún, deseando disfrutar de la vista un poco más antes de estorbarla.
Su respiración es profunda, lenta, un aleteo suave de los rizos cerca de su boca delatando cada exhalación. Él apenas puede distinguir las sombras suaves de sus pestañas contra sus mejillas o el plano suave de su frente, pero eventualmente necesita verla con toda su belleza, sin la tela de araña de rizos pálidos que en estos momentos cubre su cara.
Alcanza con un dedo y recorre suavemente la cara de ella, recogiendo su cabello y colocándolo tras su oreja. La respuesta de ella es un gemido suave y una mueca deliciosamente infantil que frunce su rostro. Él contiene el aliento y luego lo suelta lentamente al ver que ella vuelve a hundirse en su sueño.
Pierde la noción del tiempo al observarla con asombro, devorando esta visión de ella, su mente recorriendo todos los escenarios que han llevado a este momento, a estas mañanas tranquilas que pueden compartir, el milagro que es Kate Beckett en su cama, o él en la de ella.
Su respiración cambia ligeramente, se hace menos profunda, más rápida y Castle ve el movimiento de sus ojos tras los párpados mientras empieza a emerger de su sueño. Su mano deja de empuñar el edredón y él sonríe acercando su cabeza un poco más hacia la de ella, sus ojos se centran en sus párpados. La punta de la lengua de Kate se desliza de su boca y recorre el borde de su labio superior antes de desaparecer de nuevo, deja escapar un suave suspiro y aún con los ojos cerrados murmura un cansado "Perturbador, Castle", pero la sonrisa de sus labios desmiente sus palabras.
Él suelta una risa y se inclina para rozar sus labios contra los de Kate. Ella suelta un gemido de protesta y entierra su cabeza en la almohada, aunque desliza su mano hacia arriba y por encima del hombro de él, acercándole.
Él espera con paciencia, lentamente rozando su mano por la espalda de ella, sus dedos trazando círculos sobre su piel. Eventualmente, ella vuelve la cabeza y le mira con ojos aún medio dormidos, una sonrisa curvando sus labios "¿Qué hora es?"
Castle se encoge de hombros, sin molestarse en mirar el reloj de la mesilla de noche "Sobre las nueve y media"
"Hmmm" Ella se acerca más hacia él, deslizando su pie entre las piernas de Castle y colocando su cabeza bajo su barbilla. Le besa el cuello y él siente un escalofrío que recorre su cuerpo y hace que ella suelte una risita de satisfacción. "Un café?" murmura contra su pecho.
Él gruñe y se echa un poco hacia atrás, "Tú ... tú eres malvada Detective Beckett!"
"Tráeme un café y tal vez tengas suerte", dice ella con los ojos todavía cerrados.
Soltando un suspiro Castle se gira, se baja de la cama y camina hacia cocina. En la puerta se vuelve y mira hacia atrás. Su musa se ha dejado caer boca abajo, tumbada en el hueco que él acaba de abandonar, sus brazos extendidos sobre la sabana y la cara hundida en la almohada. el edredón sólo le llega a la mitad de la espalda, mostrando una extensión de piel hermosa que se vuelve a esconder bajo la cascada de pelo castaño claro.
"El café, Castle!" el gruñido algo sofocado emitido desde la almohada le hace salir a la cocina con una gran sonrisa en la cara ... le encanta su Osa Beckett ...
