Nota: Sé que tengo otro Fic de Yoi en proceso, pero no me aguanté. He sabido llevar dos fics simultáneamente en el pasado y los he terminado, así que creo poder con esto. Además, si miran mi perfil verán que de mis casi 50 trabajos solo uno quedó a medias, así que tengo buenas estadísticas. Puedo comprometer una actualización cada quince días y si puedo lo haré antes, espero las actualizaciones de Falling in love ina coffeshop sigan siendo semanales o sino también las iré haciendo cada dos semanas intercalando entre ambas historias; tengo tiempo ya que estoy de vacaciones hasta fines de febrero, no teman por la continuidad.
Como sea. Este fic está basado en Mozart in the Jungle, este primer capítulo es muy parecido a los primeros tres episodios de la serie, pero obviamente mezclado con muchas dinámicas y escenas propias de YOI. Les recomiendo buscar las canciones y referencias que voy nombrando durante el capítulo y al final, porque creo que enriquecerán la lectura, en especial si no saben de música clásica. No solo ocuparé canciones clásicas conocidas, sino que meteré las que son de estilo clásico del soundtrack de YOI como composiciones de originales de Viktor y Yuuri. Y eso, que lo disfruten.
Disclaimer: está demás decir que la trama de ninguna de las dos series me pertenece, esto lo hago porque soy una loca de vacaciones con mucho tiempo libre.
1. Overtura en Mi menor
Nadie valora lo suficiente la vida tranquila de un pueblo pequeño como Hasetsu, hasta que se muda a una jungla de concreto como Nueva York donde las fieras y el miedo a perderse amenazan constantemente. Los edificios se extendían infinitamente hacia arriba y las calles anchas y largas se desperdigaban hacia todos lados. La primera vez que Yuuri viajó desde su residencia al conservatorio, casi no llegó a clases. Eventualmente se había acostumbrado, se hizo rutinas de viaje, se hizo de caras conocidas y Manhattan de a poco se transformó en un hogar; aunque no tanto, porque en realidad él vivía en el sector más barato del sur y tenía clases en la zona norte, así que era como si los buses y trenes fueran su hogar. Cuando egresó finalmente pensó que encontraría un trabajo, pero pronto descubrió que la vida de un violinista de cámara consistía en practicar, tocar muchas puertas, tratar de sobresalir entre los cientos de violinistas que como él buscaban abrirse camino y hacer todos los trabajos que pudiera para no morir de hambre.
Su rutina a los 23 años era hacer un turno en una cafetería tres mañanas semanales, correr al conservatorio a hacerle clases de violín a niños de primaria, ir a la casa de un chico hijo de un empresario japonés a hacerle clases particulares y tratar de tomar las presentaciones pagadas que pudiera en sus horas libres. Corría a todos lados y finalmente se derrumbaba en el departamento que compartía con Phichit para dormir unas pocas horas y seguir corriendo. En esa lucha constante por sobrevivir, rara vez tenía tiempo para pensar en sus sueños: la sinfónica de Nueva York, estudiar para ser director, ir a un concierto dirigido por su ídolo - el maestro Nikiforov - , idealmente tocar en uno de ellos o mejor aún, poder ser su solista alguna vez...
Mientras apretujaba el estuche de su violín en el metro camino al norte, iba pensando en cuál sería la sorpresa que la sinfónica de la ciudad había anticipado por la mañana.
En el Music Hall de la sinfónica de Nueva York, la sala estaba llena. Yakov Feltsman dirigía lo que debía ser una de sus mejores presentaciones en sus casi diez años al mando de la orquesta, una interpretación de la sinfonía número 5 de Beethoven que el público recibió con estruendosos aplausos. Al finalizar, Minako Okukawa - directora de la junta interina de la orquesta- subió al escenario con un extravagante vestido color vino que hacía juego con el ramo de rosas en sus brazos. Desde allí tomó lugar al centro del escenario y entregó las flores al maestro Feltsman con un abrazo y luego este se dirigió al público.
"Como ustedes saben, esta es mi despedida, pero esto no significa un fin, sino un nuevo comienzo, tengo confianza en que mi sucesor sabrá llevar esta gran institución a lugares aún más grandes de los que yo he podido hacerlo..." y con ese suspenso, le cedió la voz a Minako que se ubicó al medio del escenario.
"Con esta presentación, damos la despedida a nuestro querido maestro Feltsman, quien nos ha regalado las más bellas presentaciones por años y ahora culmina con la más notable de sus interpretaciones... pero eso no significa un fin, sino un nuevo comienzo. El maestro nos deja algo de su legado, ya que su sucesor o es nadie menos que su pupilo estrella", al decir esto, muchas personas comenzaron a aplaudir por adelantado, Minako esperó silencio y continuó. "Muchos de ustedes ya saben a quien me refiero. Un prodigio del escenario clásico en Rusia: a los 12 años, comenzó a componer y tocar en la filarmónica de su conservatorio; a los 16 era solista en la filarmónica de San Petersburgo bajo la dirección del maestro Feltsman, a los 19, el mismo maestro le entregaba la batuta de esa misma orquesta y ahora, la escena vuelve a repetirse... luego de pasar por la Real filarmónica de Inglaterra, la ópera en Venecia y París, tenemos con nosotros al un músico prodigioso que ha revolucionado la interpretación de la música docta y que ahora es nuestro actual conductor y director musical: el maestro Viktor Nikiforov"
Al mencionarlo, desde la derecha, un joven en traje de pantalón negro y chaqueta púrpura salía al escenario con su largo cabello plateado recogido en una cola de caballo delicada y mechones largos que enmarcaban su rostro de rasgos afilados y ojos azules. El aplauso que lo recibió, acallado por el gesto del maestro Feltsman al entregarle la batuta que fue levantada por el nuevo director. Luego se volvió a la orquesta levantando la batuta y dio inicio al segundo movimiento Scherzo de la sinfonía número 9 de Beethoven. Con energía yendo de messoforte al fortissimo y nuevamente descendiendo. Solo a Viktor Nikiforov se le ocurría hacer su entrada con una pieza tan compleja, de 11 minutos y con una orquesta que no había ensayado jamás bajo su conducción. Fluyó tan maravillosamente, como si se hubieran puesto de acuerdo para probar que la unión funcionaría a largo plazo.
Al salir de su clase particular con Minami-kun, eran casi las diez de la noche, Yuuri encendió su teléfono y vio al menos veinte llamadas perdidas de Phichit y varios mensajes; el primero decía "VIKTOR NIKIFOROV ES EL NUEVO DIRECTOR DE LA SINFÓNICA DE NY" y luego otro que decía "Este año debes entrar" y otro con un "está aquí, dos sueños en uno". Yuuri debió sostenerse de la pared y sin poder contenerse, lanzó unas maldiciones en japonés.
Al otro día, en el conservatorio donde impartía clases, el escándalo por las noticias era palpable. Las chicas suspiraban embelesadas pensando en la posibilidad de ver al soltero más codiciado de la escena clásica en vivo; la mayor parte fantaseaba con tocar bajo su dirección. Yuuri debía confesar que secretamente tenía un pequeño caso de fanatismo con el nuevo conductor. O tal vez un caso grave; era su ídolo, lo admiró desde que lo vio tocar un solo de piano en una interpretación de la Gran Polonesa brillante dirigida por el maestro Feltsman en San Petersburgo. En su habitación, algunos posters del maestro Nikiforov adornaban sus paredes; unas imágenes de cuando estaba recién comenzando con el violín en la filarmónica en Rusia, otras de sus primeras apariciones como director; una foto del ruso junto a la soprano Anna Netrebko luego de haber dirigido la Traviata.
Aún así, Yuuri no quiso mostrar su emoción y se abrió camino estoicamente en medio del revuelo, sin notar que una mano se dirigía a él con intención de agarrarlo y arrastrarlo a un salón. Sorprendido, se vio a solas con su ex maestra de técnica instrumental, Minako-sensei. "¡Te estuve buscando!", exclamó ella.
"Sabías lo que iba a ocurrir"
"Por supuesto, la idea fue presentada a la junta directiva por mí, pero no te podía decir... lo siento", explicó ella mordiéndose el labio, pero luego entusiasmándose, "está aquí Yuuri, debes practicar una pieza que te haga lucirte en caso de que se abran audiciones públicas..."
"No creo que haga audiciones abiertas"
"Si no son abiertas, de igual modo podrías enterarte", contestó ella con un tono cómplice.
"Minako-sensei..."
"Toda tu vida has ensayado para un momento como este, es injusto que no tengas la oportunidad de probarte a tí mismo... como sea, venía a hablar con Takeshi, parece que comenzaré a hacer clases de nuevo, aunque sea un curso, echo de menos el movimiento"
"Pensé que la orquesta te daba suficiente trabajo"
"Mi trabajo en la orquesta es administrativo, no tiene nada de cercano a la música y me estoy muriendo en vida, como sea, el tiempo apremia, veré a Takeshi y tu tienes clases..."
"Ojalá puedas volver", le deseó Yuuri y Minako le guiñó el ojo y declaró. "Te estaré avisando si pasa algo interesante".
Luego de acabar esa clase debió correr hacia el otro extremo de la ciudad donde tocaría para grabar el sountrack de una película. Estaba harto de esas carreras, de llegar a lugares a tocar con músicos que no conocía, seguir a un director al que no admiraba, tocar canciones que no sentía y todo por cobrar unos pesos. A veces debía tocar en galas de gente rica, como música de fondo, nadie le ponía atención y pensaba que la música debía ser mucho más que eso. En la calle, un poster gigante de la sinfónica de la ciudad le hizo detenerse. Se veía el escenario del music hall, las sillas e instrumentos en la oscuridad y delante de ellos, de espaldas, en un plano principal, la inconfundible melena plateada de Viktor Nikiforov cayendo en cascada grácilmente como si creara una melodía con ella. Yuuri se detuvo a contemplarla un momento, en su mente podía escuchar el Reverie sonando en una versión orquestal con un violín como principal, el arpa de fondo (1), los vientos entrando después. Pensó como sería tocar el violín principal bajo la dirección del ruso. 'Ya basta de soñar despierto', se dijo 'debo hacer que ocurra'.
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En la primera reunión de la junta directiva se discutían las fechas de la nueva temporada. Viktor escuchaba en silencio las decisiones administrativas que le parecían molestas. A él no le interesaban esos aspectos. Él solo quería hacer música, estas reuniones eran una pérdida de tiempo. De pronto Minako descubrió un poster erguido en un atril que mostraba una imagen suya de espaldas, su cabellera en primer plano dirigiendo instrumentos solos en sillas y el slogan.
"Hear the hair (Escucha el cabello)...", musitó el ruso, incrédulo, molesto.
"Me gusta, es divertido", expresó Minako embelasada tocando el cabello impreso en el afiche.
"Creo que le quita protagonismo a lo importante... la música"
"Es solo el promocional, los posters con las fechas serán avisados cuando tengas claro los programas..."
"No, no, esto es superficial, barato, vulgar incluso y Viktor Nikiforov no hace cosas vulgares ni se amarra a programas", contestó Viktor poniéndose de pie "Y no me gusta lidiar con estos asuntos administrativos, así que voy a hacer lo que se supone que es mi labor, voy a revisar posibilidades para armar un programa... eso no significa que no incluya sorpresas dentro de él... llama a la orquesta para su primera práctica en dos días más y a una audición mañana por la mañana"
"Pero Maestro...", protestó el subdirector de la junta.
"¡No soy tu asistente!", protestó Minako.
"Maestro", los miembros de la junta intentaron retenerlo y el ruso le dedicó un guiño cómplice, seductor, a Minako y disparó.
"Confío en tí, Minako", la mujer casi se cae sobre la silla y exclamó "Sí, sí... yo lo hago, tú anda tranquilo"
Entonces la reunión siguió en una lucha por defender el presupuesto de la orquesta, en que se insistía en que no se podían contratar nuevos músicos, que el maestro no podía tomar esas decisiones y que no puede tener un programa flexible. La directora finalmente logró que se permitirían dos contrataciones nuevas, el benefactor más importante aceptó siempre y cuando fuera un concurso cerrado y con invitaciones a músicos de elite de la ciudad; Minako accedió regañadientes y acordó que hablaría con el maestro para tener un programa lo más fijo posible para la temporada nueva. Luego llamó a Takeshi al conservatorio. No tenía el número de su ex-alumno Yuuri; el casting era cerrado, pues ella también podía hacer sus propias invitaciones.
Yuuri descendió en la parada más cercana a su barrio , hecho polvo. El estuche de su violín pesaba una tonelada colgando de su hombro izquierdo; estaba seguro que apenas llegase a casa se derrumbaría. No bien abrió la puerta, la voz de tenor de Guang Hong haciendo malabares vocales con la Habanera de Carmen, Phichit le grababa y Leo con las manos simulaba conducir, Otabek acompañaba con su viola y otros del conservatorio hacían las segundas voces, muy mal, ya que el único con entrenamiento vocal era Guang. (2)
"Yo quería dormir", resopló el japonés. Phichit le hizo señas con su mano libre y el japonés sacó su violín y se unió a la improvisación. Una vez acabada la canción, Phichit exclamó "Esto será un viral" y salió corriendo con el tenor chino atrás. "¡No, dijiste que no lo subirías!"
"¡Mentí!", gritó el tailandés encerrándose en el baño.
"Becka cumple 18 hoy así que nos lanzamos", dijo Leo pasando un shot de tequila al recién llegado.
"Oh, no, yo no puedo, tengo clases a las 11 con Minami y..."
"¡No seas niñita!", gritó Leo, "Tómalo todo, ¡Eso chingao!", le golpeó la espalda a Yuuri, que casi se ahogó con la bebida aún quemándole la garganta. "Además Phichit y Becka me desafiaron a un duelo de ruleta así que debes ser mi wing man"
"¿Qué?, tengo clases mañan..."
"¡Dijo que sí!", gritó el latino revolviéndole el pelo al japonés y antes que este pudiera protestar, ya estaban instalando la ruleta en la mesa y Guang explicaba:
"Yo giraré la ruleta y lo que salga deberá ser improvisado por cada pareja, deben decidirlo en diez segundos y tocar al menos dos minutos sin pausas, cada estilo tiene cantidades de shots asociadas, los primeros en quedar en blanco, fallar o morir pierden..."
"¿Morir?", preguntó Yuuri alarmado. Nadie contestó. Leo se sentó con su guitarra clásica al lado de Yuuri que estrangulaba su violín. En frente Phichit ensamblaba su clarinete y a su lado Otabek tomaba posición con su viola; el resto de los invitados se sentaba alrededor y la ruleta comenzó. Primero Yuuri y Leo tocarón algo de Verdi, luego vinieron los otros con Bach, y luego siguieron Debussy, Beethoven y el tequila iba bajando y aún nadie cometía errores. Yuuri, como siempre que bebía, olvidó todo detalle de esa noche y despertó en un sillón entre medio de Leo y Phichit que estaban roncando con la boca abierta y los instrumentos tirados en el suelo. Yuuri miró la hora y eran diez minutos para las diez de la mañana. Se levantó lo más rápido que su resaca se lo permitió, guardó su violín caminando en medio de los borrachos caídos, se dio una ducha rápida y corrió a la estación. Una vez en el tren texteó a Minami avisándole que iba en camino, eran las 10 y veinte y de milagro llegó en menos de una hora al norte de la ciudad donde Minami le abrió la puerta y se sonrojó al notar que Yuuri venía ojeroso y con el pelo mojado.
"Te ves trasnochado", comentó el menor a su maestro, quien musitó.
"Tuve visitas inesperadas... apurémonos, tu presentación es hoy en la tarde ¿no?"
Se ubicaron en la terraza, Yuuri bajo la sombra, alejándose del sol y alistó las partituras. "Desde el principio", indicó y Minami comenzó a tocar la sonata para violín en A menor de Taneyev. Yuuri le ayudaba tarareando la parte del piano para guiar a su estudiante, cuando el teléfono interrumpió; el instructor lo puso en silencio, pero seguía insistentemente llamando el mismo número desconocido, por lo que decidió contestar pidiendo disculpas al menor.
"¡Yuuri!" se escuchó el grito de una mujer desde el otro lado.
"¿Minako-sensei?"
"Lo que sea que estés haciendo, déjalo ahora, Viktor Nikiforov está haciendo audiciones para la sinfónica en el Sinphony Hall, no lo has oído de mi"
Yuuri colgó incrédulo, con su mirada ausente, su corazón latiendo a mil, la ansiedad crepitando lentamente y amenazando con devorarlo. Minami entonces interrumpió su tormentoso flujo de pensamientos.
"Se escuchaba todo... tu maestra grita mucho", comentó el adolescente, tímidamente. Al ver la indecisión de Yuuri, tomó su mano y le aconsejó "Anda". El joven profesor se sorprendió y negó.
"Claro que no, tu madre pagó esta lección y aún nos queda una hora de prática, además íbamos a ensayar para tu presentación..."
"La clase podemos retomarla otro día, llevamos casi dos semanas ensayando", razonó Minami, "pero la audición a la sinfónica con Viktor Nikiforov no volverá a ocurrir este año... además, si quedas, podré presumir que me hace clases un violinista de la Filarmónica de Nueva York"
"Gracias, Minami-kun" dijo Yuuri, con sincera emoción, abrazando al menor, sin notar su ofuscación y sonrojo. Guardó apresuradamente su violín en el estuche y corriendo escalera abajo, se lanzó a la calle. Corrió hasta la estación de metro y viajó impaciente por cinco estaciones antes de descender y luego seguir en una avalancha loca hasta la calle Jaffe jr donde se encontró con la sede de la orquesta filarmónica de la ciudad. Una vez allí, preguntó al guardia por las audiciones y este lo guió hacia el teatro, advirtiéndole que las pruebas estaban por terminar. Yuuri, hizo un último esfuerzo y llegó al escenario, sobre el cual un biombo cubría la silla donde debía situarse el músico a prueba. No había nadie en ese lugar; tampoco en las graderías. Viktor Nikiforov no estaba. Se había ido. Yuuri había atravesado media ciudad corriendo para nada. Sin darse cuenta, sus ojos se humedecieron de frustración, aún así, se sentó en la silla tras el biombo. Ya que había llegado hasta allí, se daría el gusto de tocar en ese escenario, aunque fuese para contentar su ilusión. Ilusa.
Abrió al medio la partitura que llevaba, hojeando para saltar directo a su parte favorita, la segunda mitad de la Sonata para violín en G menor, "Devil's Trill", de Tartini. Sus dedos bailaron frenéticamente por las cuerdas mientras con la mano derecha movía el arco, con las lágrimas ya saliendo sin vergüenza, se perdió en la fantasía de que estaba ante una audiencia que lo aclamaba; en un mundo paralelo en que él no tenía pánico escénico, en que el escenario era suyo, él brillaba y su ídolo estaba delante suyo con la batuta y los ojos clavados en él. La pieza era compleja pero Yuuri la había ensayado desde que entró al conservatorio, estaba seguro de que solo esa canción podría hacerle mostrar sus verdaderas capacidades y la había estado aprendiendo con tanto fervor que sus dedos casi se despellejaban; pero Yuuri siempre ignoraba el dolor y seguía, porque debía salir perfecto. La última nota abandonó su violín y junto con ella, resonó un solitario aplauso, sospechosamente cerca de donde él estaba.
El biombo fue apartado por una mano pálida y Yuuri se encontró a una distancia de un metro del maestro Viktor Nikiforov, con su cabello suelto cayendo por su hombro derecho; demasiado etéreo en medio de las luces del escenario para ser cierto; el japonés cayó en cuenta de que no estaba soñando cuando el maestro tomó su mano derecha y expresó emocionado.
"Gracias por lo que acabo de escuchar, fue hermoso, conmovedor, sentí tanto dolor, desesperación en cada nota..." dijo pausando de pronto para cerrar los puños y los ojos en un gesto que indicaba intensidad.
"eh... gracias"
"¡Tú nombre!"
"Yuuri Katsuki..."
"!Yuuri!", el japonés no sabía si sus fantasías de pronto se habían tornado en algo salvaje, o si en la realidad Viktor Nikiforov lo estaba mirando de frente, había tomado su mano y canturreado su nombre usando una melodía de Debussy "suena hermoso, ven mañana al ensayo de la orquesta, te daré una posición, ensayarás con el resto"
"¿Eh?, ¿Eso significa que...?"
"¡Estás dentro!", exclamó el ruso emocionado y comenzó a salir del teatro.
"¡Espera!, qué debo ensayar para mañana"
"Eso lo veremos mañana, les traeré una partitura, hoy descansa y celebra, nos vemos, Yuuri"
Yuuri se pasa la noche en vela, pensando en qué podía ser lo que les harían tocar en el primer día de práctica. Phichit le obligó a dejar de dar vueltas por la sala y le prohibió "tocar a lo loco" así que no le quedó otra que revolverse en la cama hasta dormirse apenas unas dos horas. A las ocho de la mañana Viktor pedaleaba en su bicicleta de paseo color magenta que jalaba de una correa que al otro extremo tenía un poodle café. Una gran boina cubría su cabellera y al llegar a su despacho dejó caer la maleta, la gorra y su cabello mordisqueado torpemente estaba a la altura de su mentón. Se mordió el labio en un gesto de arrepentimiento y en eso lo pilló Minako que aguantó un grito horrorizado y luego exclamó: "¡Qué has hecho!"
"Ahora no podrán escuchar mi cabello", dijo volviéndose hacia a ella, inexpresivamente.
"¿No podías simplemente ir a un estilista?"
"Fue una cosa del momento", contestó él tocando sus puntas. La mujer había decidido ignorarlo y hacer una llamada, alterada.
"Aló, ¿sí?, Richie, cielo, necesito que vengas al Music Hall ahora... ¡ahora!"
"¿Quien era ese?"
"Llamé al mejor estilista que conozco en este lado de la ciudad para que venga a arreglar este desastre...", contestó Minako y luego alargó su mano hacia donde debiesen estar los largos mechones plateados de Viktor. "Pero qué desperdicio más grande..."
"Ahora tus feos afiches no sirven de nada", se burló el ruso; Minako pensó que le daría una bofetada, afortunadamente un joven de aspecto andrógeno se acercó llamándola por el pasillo y ella se vio forzada a salir a buscarlo. Al ver al maestro, el estilista se cubrió la boca con ambas manos y ella indicó.
"Sí, lo hizo... ahora solo queda arreglarlo, haz algo elegante, pero juvenil, creo que un flequillo se vería bien, con movimiento porque cuando está en el podio la estética es igualmente importante..."
"Haré lo que pueda" contestó sacando las tijeras y peines de su bolso. Viktor tenía un gesto de adolescente caprichoso, pero igualmente hizo caso, sentándose quieto mientras pequeños mechones de su cabello caían por sus hombros. Luego de casi media hora, el espejo le devolvió una imagen de sí mismo renovada, un largo flequillo caía desde su lado izquierdo, casi cubriendo su ojo, por el otro lado, su frente casi despejada y el corte disminuyendo paulatinamente hasta llegar a su nuca. No era a lo que estaba acostumbrado; pero estaba listo para una nueva era. Por años había dirigido siendo precedido por su imagen, su reputación y siendo bañado con elogios, suspiros, propuestas incedentes y la gente arrojándose a sus pies. No podía ser igual en Nueva York. En esta nueva versión de sí mismo su imagen no sería el centro de la atención, él solo se limitaría a ser el pegamento que uniría las piezas de un puzzle perfecto.
Agradeció al estilista que luego se fue con Minako a su oficina, probablemente para ver el pago por el corte y Viktor por su parte indicó a su perro que fueran al auditorio "Nuestra nueva familia nos espera".
Yuuri entró al auditorio inseguro, al verlo, algunos de los presentes comenzaron a murmurar; una chica morena llegó a saludarlo tentativamente "¿Eres Yuuri?"; ante eso el japonés asintió y ella dijo "Soy Sara Crispino, primera violinista, Viktor me envió un mensaje diciendo que había reclutado un cuarto violinista, no sé si es eso posible en Rusia, pero acá es nuevo... como sea, acomódate acá, el maestro debiese estar por llegar...". Yuuri se sintió un poco menos intruso ante esa bienvenida, aunque desde la sección de viento madera, un jovensísimo oboísta seguía mirándolo con rabia mientras ensamblaba su instrumento. "oh, no le hagas caso, ese es Yuri Plisetski, primer oboe, los odia a todos, pero a nadie tanto como a JJ, primer clarinete; se pelean los solos desde que llegaron... ese es Emil, de la sección de trombones, y ese es Seung-gil Lee, primer flautín, también nos odia a todos... ese mi hermano Michele, segundo violín y ese de allá es Chris de la sección de percusiones, no te acerques mucho, es un fetichista... es el único que conoce al maestro desde antes, creo que ya han trabajado juntos en la ópera en Italia antes... oh, ahí viene"
La orquesta guardó silencio y un poodle entró corriendo entusiasmado hasta quedar en el podio del director. El perro era conocido en la escena musical clásica, Makkachin, el poodle el maestro Nikiforov, presencia constante en los ensayos e incluso en las presentaciones; todo el mundo sabía que el maestro lo llevaba siempre consigo y que el perro esperaba pacientemente echado mientras era arrullado por sinfonías y arias. Todos esperaban que hiciera su entrada después del perro, así que miraban atentamente al lateral derecho, no obstante, desde la parte trasera del escenario, de donde estaban las percusiones, se escuchó el estruendo del gong y todos se dieron vuelta para descubrir a Viktor saludando efusivamente a Chris y luego avanzando entre medio de los otros músicos.
"Hola a todos, es un gusto por fin conocerlos, he escuchado mucho de ustedes y probablemente ustedes han escuchado mucho de mí", al llegar al podio, Makkachin se hizo a un lado y su amo se subió a donde estaba él y continuó... "Aún así, quiero que olviden todo lo que saben y creemos algo nuevo, no quiero que se comparen con otras orquestas ni con versiones anteriores de esta, seremos algo distinto, sorprenderemos a todos... muy bien, comencemos, Yuuri, estás ahí, dame un mi menor y todos desde allí", el mentado, tomó su violín y dio la nota que todos siguieron desde sus secciones y el mi menor resonó por todo el auditorio sincronizadamente y fue descendiendo hasta ser inaudible, a orden del director.
"Bien, eso estuvo bien, ahora empecemos con Lemminkäinen Suite de Sibelius uno, dos tres...", todos se alistaron y el sonido comenzó a escalar con suavidad, hasta que una nota alta desafinó. Todos miraron a la sección de violines, específicamente en dirección al nuevo. Yuuri se limpiaba las manos contra el pantalón y Viktor, condescendiente instruyó, "Vamos una vez más". La melodía comenzó a escalar majestuosa, resonando bellamente hasta tropezar en la misma nota. Yuuri nuevamente se vio enfrentado a las miradas recriminatorias. "Lo siento, esto nunca me pasa, me sudan las manos y..."
"Yuuri... Por favor sal de tu puesto por ahora y hablaremos luego..." El japonés se apresuró a recoger sus cosas y salió a tiempo antes de que lo viesen llorar. Caminó casi veinte cuadras hasta llegar a un parque donde se sentó intentando calmarse. "Eso fue todo..."
Intentó seguir con el resto de su rutina por ese día, pero finalmente la frustración término ganándole y no fue al bar donde tocaba jazz con Leo y Guang. Entró al apartamento lo más silenciosamente que pudo, para no ser interceptado por Phichit y se echó sobre su almohada donde el llanto lo arrulló a un profundo sueño.
Viktor, siendo el alma distraída que siempre fue, ya había olvidado el incidente y su promesa de hablar con el japonés. Luego del ensayo, salió a caminar por el Times Square con Makkachin donde se tomó unas selfies y dejó que algunas personas que lo reconocieron lo fotografiaran.
Por la noche, antes de dormir estaba concentrado leyendo y estudiando partituras cuando una notificación de mensaje sonó. Un gemido. El tono personalizado de los mensajes de Chris. Viktor dejó lo que estaba haciendo para leerlo y solo decía "deberías darle otra oportunidad al chico" acompañado por un link de YouTube. Movido por la curiosidad, Viktor abrió el video y se encontró con Yuuri Katsuki, borracho, con la camisa abierta y una corbata en la cabeza bailando lentamente por la sala de un pequeño, desordenado y muy poblado apartamento, mientras tocaba el Reverie acompañado por una guitarra clásica (3). Su interpretación no seguía los tempos adecuadamente pero eso incluso lo hacía interesante , imprimiendo una intensidad especial a cada nota, mientras cerraba los ojos y tocaba de memoria. Los ojos del ruso brillaron, porque eso. Eso era lo que él estaba buscando. Escribió a Minako "necesito que busques como contactarme con un violinista japonés llamado Katsuki Yuuri". A los dos minutos, recibió un número de teléfono y tomó una determinación.
Al día siguiente Yuuri no tenía ganas de levantarse, pero logró arrastrarse hasta el conservatorio donde debía realizar su clase de Violín para los de primer año; en el receso miró su teléfono. Tenía llamadas perdidas de un número desconocido; pensando que podía ser un dato laboral, devolvió la llamada y una voz conocida con un característico acento eslavo le contestó "Yuuri Katsuki, el hombre que quería ubicar... ¿estás ocupado?"
"¿Viktor?", preguntó incrédulo.
"Pareces sorprendido"
"Ayer me echaste del ensayo, pensé que..."
"Te dije que hablaríamos, ven a mi oficina apenas te desocupes, estaré acá hasta las 20 horas... si no puedes nos vemos en otro lado..."
"¡Sí puedo!, ¡voy ahora mismo!", recién diciéndolo, se estaba levantando para avalanzarse a la calle. Tenía dinero suficiente para un taxi, así que paró uno y se apresuró al edificio de la sinfónica que quedaba a unas treinta cuadras de donde estaba. Apenas, descendió y pagó y se arrojó hacia dentro del edificio buscando la oficina del maestro. En su loca carrera por los pasillos, vio a algunos miembros de la orquesta, pero no se detuvo a saludar. Al llegar sin aliento al despacho del conductor, fue a golpear cuando Viktor abrió la puerta y el poodle se lanzó sobre el recién llegado a lamerlo, muy contento. Yuuri se agachó a la altura del perro, sonriendo y acariciando su cabeza sin notar cómo el director lo observaba evaluativamente. "Makkachin anunció tu llegada, pasa, pasa... ¿agua? ¿vodka?"
"Agua", jadeó el japonés.
"Toma asiento... wow, ¡como has corrido!, ¡impresionante!, tienes pulmones dignos de la sección de vientos, pero no me desconcentro, no, tenemos que hablar, tengo planes para tí"
"Ayer...", comenzó Yuuri.
"Lo de ayer fue un error, de mi parte, al ponerte a ensayar con el resto", lo interrumpió Viktor y al ver la expresión dolida del violinista se explicó. "No me malentiendas, te he escuchado y eres talentoso, pero claramente no tienes experiencia en orquestas tan grandes, ayer te sudaban las manos, no puedes tener esa ansiedad cuando tocas en un grupo como este porque los afecta a todos, me doy cuenta de que no estás listo"
"Entonces ¿eso es todo?, ¿estoy fuera?"
"Sí y no..., estás fuera de la orquesta por ahora, pero no te dejaré ir, te propongo otro cargo, necesito un asistente, alguien que me ayude con mis horarios, con mis reuniones, a organizar los programas a estudiar las partituras..."
"¿A estudiar las partituras? ¿Eso lo hace un asistente?"
"No, pero tu sí porque eres músico, la cosa es que serás mi asistente y a cambio te pagaré un sueldo de media jornada y te prepararé, ensayaremos y te ayudaré a mejorar, te haré tan bueno que llegarás a ser el solista de la orquesta"
"¿No necesito ser tercer, segundo violín y primer violín antes de ser solista?", cuestionó Yuuri.
"De hecho, sí, pero ni siquiera el segundo violín trabaja tan duro para ser el segundo... tu tampoco ¿verdad?"
Yuuri negó con la cabeza.
"Lo imaginé, entonces ¿aceptas mi propuesta?"
"Claro... me parece bien"
"¡Perfecto!" Aplaudió el ruso, "Nos vemos mañana, ya verás como nos divertiremos".
"¡No te defraudaré!", expresó Yuuri, casi gritando, en una reverencia dramática, antes de salir corriendo. Minako, lo vio desde su despacho y atravesó los pasillos hacia donde estaba el joven conductor tomando un cargado café y revisando partituras.
"Veo que tienes mascota nueva"
"¿Lo viste?, es oriental, son adorables"
Minako levantó una ceja, dándole a entender que su chiste era racista y algo grosero, considerando que ella también era japonesa.
"Ups", se disculpó Viktor.
"Ahora, en serio, ¿por qué quieres conservarlo?, es bueno, pero no tiene experiencia suficiente en orquestas, tendrás que limar muuucho para poder pulirlo"
"Transformar un cerdito en un principe...", murmuró Viktor para sí, dándole la espalda para ordenar sus papeles. La directora lo observó espectante, "¿Por qué lo conservo preguntas?" Viktor terminó de arreglar las partituras en una carpeta, las guardó en su maletín Prada y como si fuera lo más evidente del mundo contestó volviéndose a Minako, dando énfasis a sus palabras con el puño apretado, con un tono entusiasta que marcó aún más su acento eslavo "Porque toca con sangre".
(1)la versión de Reverie de Chopin de la Royal Philarmonic Orchestra, es la que tocarán más adelante en esta historia
(2)Para imaginarlo mejor, vean en ytube: Helmut Lotti - L'amour est un oiseau rebelle 1999
(3)Para referencia vean en ytube: Rêverie - Claude Debussy - Leonardo Padovani e Diogo Carval
