El hombre que Amo
Por Mayra Exitosa
Un fic inspirado en gemelas, espero les guste, es romántico y tranquilo, los personajes pertenecen a sus creadores, mis historias solo son parte de la imaginación que Dios me permite compartir con aprecio para ustedes, suplico consideración ante mi redacción y ortografía, no estudie para escritora, un abrazo a la distancia.
Capítulo 1
Una decisión inteligente
- Sabes que no nací para el matrimonio, me vi obligado a casarme por nuestra situación, no pienso ser un cobarde que deja sin padre a sus hijas, ni creas que voy a soportar que me exhibas como un estúpido cuando te ves a escondidas con Richard.
- Yo… no tengo por qué soportar esta humillación, ni tus celos tontos, mucho menos a un tonto ranchero como tú, que no sabe que es solo una amistad, que una mujer como yo jamás te haría semejante cosa, me iré de aquí, no voy a soportar esta insinuación.
- ¿Insinuación? Te estaba abrazando Doty, una mujer casada no se deja abrazar por un hombre que no es su marido.
- Me voy. No te pedí que nos casáramos, fue tu idea, mis hijas y yo no te necesitamos.
- ¡Estás loca! , si crees que mis hijas serán alejadas de mí, soy su padre y tengo derecho a ellas.
- Sé un poco más civilizado, estás haciendo un huracán en un vaso de agua Peter, no sabes todo lo que deje atrás por ti, por ese supuesto amor que me tenías, pero cada vez estas más lejos, como veras a tus hijas crecer si todo el tiempo estas de un lugar a otro dejándonos solas, crees que puedo quedarme aquí como una mujer sumisa, encerrada en estas cuatro paredes, en espera de … solo Dios si volverás… una angustia constante, esto no es para mí Peter, lo siento, no puedo seguir así, esto fue la gota que derramo el vaso, tenemos dos hijas, tu sabrás, quieres que no tengan a su madre para que las eduque y las haga mujeres de bien. Pues quédate con ellas, quiero ver cómo vas a cuidar de mis hijas, cuando nunca estas en casa.
- Por favor… Dorothy, mis hijas son mi vida
- Y también la mía. Tú decides, nos pierdes a todas o te quedas con ellas.
- Con que civilizado eh. Está bien, déjame a una de las niñas, e iré a verte y las educaremos los dos separados, al final lo cornudo ya lo tengo, tu… me demostraras que Richard es el mejor, yo te demostrare que puedo ser un buen padre para mis hijas.
Dorothy y Peter se separaron, el acuerdo sería que se quedarían con la responsabilidad compartida de las menores, la distancia entre ellos era demasiada, Peter White estaba en Colorado, Texas en Norteamérica, mientras Dorothy Spencer, sufría al no poder tomar a una de sus hijas y dejarle a otra para regresar con su familia a Inglaterra, donde su padre la apoyaba determinado y realista.
- Llévate a la mayor hija, siempre suelen ser las más fuertes.
- Por eso debía dejársela a él, porque se parecerá a él.
- A un año de edad ¿ya puedes saber qué carácter tendrán?
- Papá solo estoy adivinando, amo a mis hijas, las amo a las dos.
- ¿Y el sabe que también lo amas a él?
- El piensa lo peor de mí, cree que lo engañé con Richard.
- Porque no le dices la verdad.
- Porque quien desconfía de su mujer, jamás podrá confiar en ella, Richard está casado y tiene una familia.
Afuera de la habitación, Peter bajaba el rostro al escuchar esa declaración, su suegro se había encerrado con su esposa, y él la había acusado de un engaño que no era tal, el hombre que vino a verla era el que llevaba los bienes de su padre, solo había pasado una visita formal y le dio un abrazo de cortesía, pero como estaba sola y era fin de semana, donde no había servidumbre, el pensó lo peor. Ahora tenía que reconquistar a su mujer, pero ya estaban en el proceso de divorcio, no había marcha atrás, el juez permitió dejarles una hija a cada uno, y ella no le pidió nada, se separaron en común acuerdo.
Por fin salió y la pequeña que estaba dormida fue la que se quedo en la cunita, mientras la que se había despertado, fue a la que se llevó con ella, al salir se vieron a los ojos. Robert Spencer, no estaba de acuerdo con el divorcio, conocía los sentimientos de su hija por Peter, pero no podía meterse en su decisión.
Peter entraba viendo a su pequeña, era la menor de las gemelas, la más dormilona de las dos, sonrió al verla como aun dormida parecía un angelito, su pequeña tan confiada, cuando despertara y no encontrara a su madre, ni a su hermanita, cómo reaccionaría, tenía que estar con ella por un tiempo, no podía dejarla solita ahora que más lo necesitaba, sin soportar más se asomaba por la ventana viendo como Dorothy aun antes de subir al auto lloraba, y como la pequeña Candy Elizabeth miraba hacia arriba abriendo sus grandes ojos, observándolo con insistencia. El ya no pudo más apretando los labios soltó las lagrimas al ver al amor de su vida y a su princesa irse lejos, dividiéndose la familia.
Con el llanto y los sollozos, la pequeña Candy Alexandra despertaba girándose para levantarse tomando con sus pequeñas manitas los barrotes de su cuna, haciendo pequeños ruidos. Peter giro y limpiándose el rostro fue hasta ella, la elevo en sus brazos haciendo que la pequeña sonriera emocionada al ver a su papá y reconociéndolo.
- ¡Dada!
- Mi amor, mi pequeña princesa, Papá siempre vera por ustedes. Perdóname por esto mi cielo, tu si sabrás cuando las amo.
Pasaba el tiempo, nadie tiene una bola mágica para ver los pensamientos, ella lloraba por él todo el tiempo y él por más que buscaba la forma de ir a verla, poco a poco fue cediendo, al fin había una Navidad, lo había preparado todo, Candy Alexandra por fin tenía pasaporte, iban a viajar, volvería a ver a su amada, le pediría perdón, le diría cuando la amaba y que esos meses, se han hecho eternos sin ellas.
Un accidente y todo cambiaba… El auto que llevaba al padre e hija al aeropuerto derrapaba, Peter cubría a su bebita para que nada le pasara, el auto quedaba sobre sus piernas, después de salir, tratando de que los cristales no le alcanzaran a la pequeña, la metía en su abrigo.
La pequeña lloraba, el estuvo en cirugía, por fin era navidad y en Inglaterra ella ya no soportaba más, le marcaba al teléfono y él no le respondía, la tristeza la deprimía de tal manera que ya nada era igual, la distancia y las malas decisiones pesaban por más tiempo, los negocios de la familia de los Spencer se complicaron, Richard Grandchester administraba cuando las cosas salieron mal, el abuelo se puso enfermo y fue a dar al hospital, Dorothy estaba muy preocupada, si su padre faltaba ella tenía que tomar las decisiones de los bienes de su padre. Como extrañaba a su esposo, Peter era muy bueno para esas cosas. Aun el tiempo y la distancia, no lo olvidaba, pero las cosas de la vida poco a poco los distanciaron más.
- Doña Mona, vea que mi hija se encuentre bien, si no tráigala a mi habitación aquí la reviso.
- Si señor, está nevando, le traeré a la niña.
- Dígale a Ben que por favor no falten troncos para la chimenea.
- Ya lo revisamos, ahí suficiente para todo el fin de semana. ¿Quiere que le deje cerca la silla de ruedas, señor White?
- Si, por favor. Y después vaya a descansar. Mona le trajo a la pequeña quien todavía estaba despierta, apenas llegaba a la cama y con una energía superior gateaba hasta su padre quien la veía y la tomaba en sus brazos
- Hola pequeña bribona, no te has dormido eh ¿Quieres un cuento de Papá? Ven aquí estarás conmigo, hija. Te prometo que tendré tu leche caliente a tiempo. Moviéndose con agilidad preparaba todo cerca de su cama, un biberón listo y ella que cada día parecía más glotona, le arrebataba el botecito y se dejaba caer de espaldas a su almohada a un lado de la de su padre. Satisfecho por el logro en minutos, se volvía con cierta incomodidad y dolor en las piernas, para poder entrar en la cama y hacer repetir a la nena. - Eres la mejor pequeña del mundo, que nadie te diga lo contrario, mi princesa hermosa.
CONTINUARA
Esperando que sea de su agrado esta historia es una que ya tenía desde hace tiempo guardadita en mi memoria y mas vale tenerla aquí para ustedes, deseando sea de su agrado, y sabiendo que debo actualizar no solo esta sino todas...
Un abrazo a la Distancia
Mayra Exitosa
