La Predicción de Trelawney
Capítulo 1
Draco Malfoy maldijo el día en el que decidió continuar tomando las clases de Adivinación. Era una clase inútil, una rama de la magia que se basaba más bien en los dotes del mago como adivino para sacar provecho de esta.
Dotes de los cuales, sin lugar a duda, su chiflada e idiota profesora carecía. Seguro todo lo que decían acerca de la profecía de Potter y el Señor Tenebroso que la vieja había predicho era solo un rumor. Sybill Trelawney jamás sería capaz de hacer una predicción correcta en su vida. No después de lo que predijo en su última clase de Adivinación.
Recordó con horror la escena. Todavía recordaba como la vieja se había parado frente a él, delante de toda una clase llena de Gryffindors, y le había pedido su mano derecha. Draco se la extendió de mala gana. Lo peor que pudo haber hecho en su vida. La mujer tomó su blanca y delgada mano entre las huesudas suyas y la miró con sus ojos gigantescos a través de las estrafalarias gafas con atención. Luego frunció el ceño, hizo una mueca y su rostro se coloreo de un rosa tenue.
-¡Oh, querido!- exclamó en un tono que hizo que la clase entera se volviera hacia ellos. Draco la miró con fastidio. ¿A dónde se dirigía la mujer con todo ese show? -Veo un futuro rojo y dorado para ti – comenzó con un dejo de misterio – lleno de pecas.
Los ojos plateados del joven Malfoy se oscurecieron a un gris metálico por la rabia. Qué coño quiere decir.
-¿Le molestaría explicarme a que se refiere? – preguntó con falsa amabilidad. Más tarde deseó no haberlo hecho.
- No es algo difícil de ver, señor Malfoy. Una vez abra su ojo interno, claro.
-Pues resulta que mi ojo interno está cerrado ahora mismo- contestó con desdén. La profesora Trelawney suspiró y murmuró algo sobre como los jóvenes magos no apreciaban el arte de la Adivinación.
-Lo que quiero decir señorito – ahora ella entonaba cada sílaba con malicia – es que dentro deun mes exactamente, perderá su virginidad a manos de cierto pelirrojo de la casa de los leones, que se encuentra en esta clase.
Las curiosas miradas se volvieron todas hacia el mencionado pelirrojo. El rostro Ronald Weasley adoptó un color rojo intenso. Estaba tan avergonzado que hasta las orejas se le enrojecieron. ¿Por qué a mí?
Durante unos instantes no se oyó en el aula más que el ruido de las teteras al fuego. Entonces, Harry Potter estalló en carcajadas. El resto de sus compañeros lo imitaron.
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Pretendía escribir un capítulo más largo, pero por el momento estoy bloqueada. Prometo que el siguiente no será corto y estará más picante ;)
Gracias por leer.
