CAPÍTULO I: PREFACIO
Nunca entenderé lo retorcido y complicado del destino de una persona, el dolor que a veces se genera, los continuos obstáculos y trampas a las que nos vemos sometidos...
Siempre estamos posponiéndolo todo, pero si tuviera que adivinarlo diría que tiene mucho que ver con el miedo; el miedo al fracaso, el miedo al dolor, el miedo al rechazo.
A veces es miedo a tomar una decisión porque... ¿Y si te equivocas y cometes un error sin solución? Sea lo que sea lo que nos da miedo, una cosa es cierta: Cuando el dolor de no hacer algo es más insoportable que el miedo a hacerlo, es como si cargáramos con una pesada carga. Quien duda está perdido.
No podemos fingir que no nos lo dijeron. Todos hemos oído los proverbios, a los filósofos, a nuestros abuelos advirtiéndonos sobre el tiempo perdido. Hemos oído a los poetas malditos instándonos a vivir el momento. Aunque, a veces, debemos escucharnos a nosotros mismos. Debemos cometer nuestros propios errores. Debemos aprender nuestras propias lecciones. Debemos dejar las posibilidades de hoy bajo la alfombra del mañana hasta que no podamos más, hasta que comprendamos por fin que es mejor saber que preguntarse, que despertar es mejor que dormir, y que fracasar y cometer un error enorme es mucho mejor que no haberlo intentado.
Sea cual sea el error aunque te encuentres en un túnel sin luz, infinitamente largo, agonizando y rompiéndote a pedazos por el dolor que te embarga…al final siempre hay luz y esperanza…y lo más importante de todo es que sacas una valiosa moraleja.
Si bien las grandes heridas no desaparecen al menos cicatrizan... aunque al recordar te sigue doliendo y te cueste respirar, aun así no puedes evitar pensar e imaginar que hubiera sucedido de ser diferente, de haber tomado otra decisión...
CAPÍTULO II: RECORDANDO
Había pasado ya mucho tiempo desde que Edward salió de mi vida; Cinco años para ser exactos desde aquel mes de septiembre de 2004, en que me dejo sola en el bosque de enfrente de mi casa.
¿Qué había sido de mi? ¿Qué hice durante todo ese tiempo? Me quedé en blanco mirando la pantalla del ordenador, tome un trago de té helado y respiré profundamente… ¡Dios Mío, esto era un martirio, justo cuando las musas han de aparecer me bloqueo!
Decidí que ya era suficiente trabajo por hoy, mire el reloj de la pantalla del ordenador, era diez de febrero. Suspire y tras eso cerré el procesador de textos con las escasas líneas que había escrito para mi última novela. Pensé que era una hora excelente para mi ritual (un buen baño caliente con espuma y una tarrina de helado) encendí unas cuantas velas y prendí la llama de una de una barra de incienso; he de reconocer que siento cierta debilidad ante este extraña rutina, tomar el baño en la penumbra y dejarme llevar por los sentidos, la oscuridad me relaja, hace que fluya y que mis ideas tomen consistencia.
Tras un lapso de tiempo en el que la música sonaba deliciosamente en el cuarto de baño me fui desvistiendo para disfrutar de mi momento de Relax…
Una vez el baño estuvo listo, me introduje lentamente en él, notando como cada fibra de mi ser era acunada por el agua caliente y como cada pequeña tensión comenzaba a disiparse.
Una vez dentro, moje mi cabello, repose mi cabeza, cerré los ojos y me sumergí en mis recuerdos.
