Ambas manos intentaban inútilmente protegerse de la helada nocturna, era imposible, el verdadero frío procedía desde su interior. Dejo salir un suspiro en una nube de vaho, la nieve comenzaba a abundar y pronto caminar sin ninguna precaución supondría un peligro, a él no le importaba, hace varios meses que había sentido que simplemente existía, era como si solo aquellos miserables y siempre escondidos minutos que aquel hombre le brindaba fuesen el único momento de vida.
Hacía todo por no llegar a la conocida torre sin embargo la ventisca incrementaba cada vez más, no quería a la fuerza nacional aérea buscándolo, pretendía pasar desapercibido. Entro de mala gana y de puntillas al edificio.
"Steve ¿Dónde has estado? Con este clima no deberías andar solo en la calle"
Maldita sea, no podía pasar desapercibido jamás. La voz tan familiar de su mejor amigo lo hizo sentir un ligero temblor agónico, forzó una sonrisa.
"Ya no soy un niño Bucks" dijo intentando sonar gentil pero al mismo tiempo cortante, quería irse a su cuarto, cerrar la puerta con seguro y ahogar todos los patéticos recuerdos en alguna especie de llanto sin lágrimas, el arrepentimiento se convertía en la soga suicida de cada madrugada.
"Bucky tiene razón Steve"
Esa voz.
Esa maldita voz.
Steve mantuvo la mirada clavada en el piso, no podía permitirse a sí mismo levantar la mirada y traicionar todos el esfuerzo, todo el trabajo que le había costado mantenerse al margen de él, tragó difícilmente aún con la mirada en el piso, no podía retroceder, volver a encontrar esos ojos castaños y derretirse ante él. Era tan débil, tan patético.
"Tony tiene razón Steve" La manera en que su amigo pronunciaba aquel nombre le hervía la sangre, lo hacía son una seguridad, con una tranquilidad tan estúpida, como si aquel hombre representara algo de eso, como si fuese un nombre tomado tan a la ligera para pronunciarlo dócilmente.
"¿Steve?" De nuevo esa maldita voz.
No podía, no podía encararlo…
Levantó la mirada, sus ojos azules rotos se fundieron en la mirada castaña imponente, era indómita y desbordaba cinismo, tragó difícilmente.
"No soy un niño ¿Sí?" dijo lo último a regañadientes y desesperadamente busco las escaleras, subió a su cuarto.
Bucky dio un paso hacia el frente y Tony lo tomó del brazo.
"No tiene caso" dijo con una sonrisa angustiada y contempló en los ojos oceánicos de Bucky una agobiante preocupación
"Últimamente ha estado tan extraño, ni siquiera le interesa platicar conmigo"
"Eso no es tu culpa"
"No, pero es mi amigo, y me interesa todo lo que le pase. He intentado acercarme a él miles de veces, es inútil"
"Yo lo haré" Tony dijo con una sonrisa sincera en los labios, sin embargo sus ojos chispaban peligro, Bucky ingenuamente sonrió.
"¿Harías eso por mí?"
"Sin problema alguno"
"Eres el mejor ¿Lo sabías?"
"Me lo han dicho" El ingeniero contesto engreído y Bucky torció los ojos, plantó un suave beso en los labios del mayor.
"Volveré en un mes, no más"
"Si no iré por ti, y lo sabes" Tony dijo sonriente y Bucky asintió.
"¿Steve?" Tony preguntó cordialmente mientras empujaba la puerta de su habitación, Steve vestía solo boxers y estaba sentado con ambas piernas cruzadas sobre la cama, un libro abierto en sus muslos.
"¿Tony?" preguntó casi en un aliento, la manera en que el Capitán pronunciaba su nombre siempre iba cargada de una intensidad inexplicable.
El mayor no dijo nada, simplemente caminó hasta él, Steve sintió un nudo en la garganta, una nausea volcar su estómago y un sonrojo involuntario encendió sus mejillas, no pudo objetarse ni pronunciar otra palabra, las manos firmes de Tony lo sujetaban por el cuello y su aliento rozaba peligrosamente su cuello.
Steve quería decir algo, siempre quería detenerlo, empujarlo, gritarle que era un idiota, que no podía restregarle de frente todos los días la relación que mantenía publica y formalmente con Bucky (su mejor amigo para colmo) y venir en las noches de misiones o que Bucks no estuviera y besarlo, tocarlo con una gentileza que lo hacían ingenuamente pensar que al ingeniero le importaba, quería golpearlo, gritarle a todo pulmón, "¡¿Qué no te das puta cuenta de que te amo?!¡¿De qué me tienes a tus pies?!"
Cada vez que esta situación comenzaba el ímpetu de su mente era incontrolable, sin embargo siempre sucedía lo mismo, Steve levantaría la mirada y encontraría esos ojos castaños que ante todos eran hostiles, y ante él… a él lo contemplaba con una dulzura que podía jurar que jamás había visto en su mirada.
Esa mirada era tan dócil, tan entregada, y esa sonrisa tan sincera eran su condena. Cuando esto sucedía era como si sus demonios cesaran y sus ojos se entrecerraban mientras sus labios se entreabrían, y sentía un cálido beso, se tragaba sus palabras al sentir unas manos firmes sosteniéndolo.
Entonces Steve recorría su cuerpo sobre la cama otorgándole un espacio a aquel hombre, y estúpidamente cerraba los ojos y abría el corazón, agudizando sus sentidos, enfermizamente complaciendo cualquier acción que el ingeniero deseara.
Besaba sus labios y a veces deseaba tanto morder su cuello, sin embargo no podía, no podía dejar marcas sobre un cuerpo que no le pertenecía, cuando entre el placer y la pasión la cordura hacía presencia, entonces sentía unas inmensas y patéticas ganas de llorar, a veces soltaba algunas lágrimas, entre el sudor pasaban desapercibidas. Otras veces ahogaba sus gritos en besos necesitados y Tony, Tony entendía perfectamente y sucumbía ante su descontrol emocional.
Abría las piernas y arqueaba la espalda procurando ser todo y más de lo que Stark pudiera haber deseado alguna vez, jadeaba su nombre pidiéndole auxilio, odiándolo a cada penetración que lo hacía temblar, amándolo cuando sus miradas se encontraban.
Así pasaban las noches, Tony se quedaba por breves minutos, a veces le decía que era hermoso, otras veces hablaba de trabajo y algunas otras ocasiones le preguntaba cosas. Sin embargo su estadía después del sexo jamás era mayor a media hora.
Y cuando la puerta se cerraba y Steve se encontraba de nuevo solo, enloquecía.
La mayoría de las veces optaba por no bañarse, el penetrante aroma de Tony lo torturaba toda la noche, sin embargo se sentía de alguna manera acompañado, era patético sin embargo cuando cerraba los ojos y aspiraba sus sabanas imaginaba que sería tenerlo.
Cuando la mente divagaba inevitablemente tenía dos pensamientos, el primero era Bucky, ese maldito suertudo que sabía que era tener esto todas las noches, y no solo esto, sino el cariño, la atención, las diversas citas… En ese momento el segundo pensamiento lo agitaba: ¿Podría haber sido él en vez de Bucky?
Si su moralidad no lo hubiera cegado, si su amor por Tony lo hubiera hecho decirlo y no ocultarlo o crear esta absurda tensión entre ambos, si le hubiera dicho lo que sentía años atrás ¿Estaría él durmiendo en aquel Penthouse?
Era un maldito infierno.
Lo peor de todo era que se encontraba ahí por decisión.
"¿Cuándo vuelve Bucky?" Steve preguntó intentando sonar casual, Tony levantó la mirada de los papeles que leía en la cocina.
"El Jueves voy por él al aeropuerto"
"Oh" Steve no supo que más decir, faltaban 2 días.
Dos días más de Tony.
Sintió un dolor punzocortante humedecer sus ojos, se volteo algo agresivamente, dándole la espalda a Tony, no quería, no quería que lo viera llorar.
"¿Estas bien?" Tony preguntó y Steve sintió como se fracturaba más, asintió y con su taza de té en mano decidió huir de la cocina, al tercer paso sintió una mano firme sosteniéndolo no tan gentilmente de la muñeca, Steve volteo por impulso y la mirada castaña de Stark se rompió al verlo llorar.
"No llores Steve, no lo merezco" dijo lo último en un tono lúgubre y lo abrazó, al principio el cuerpo del Capitán estaba rígido e incluso hostil, sin embargo al sentir al hombre de menor estatura envolviéndolo en un abrazo no pudo hacer más que romperse.
"Ven, acompáñame" el ingeniero dijo y lo tomó de la mano, ambos caminaron al ascensor, en breves segundos se encontraban en el penthouse, Steve había fantaseado demasiadas veces con subir ahí, las veces que Bucky se lo había ofrecido él había rechazado la oferta de subir, esto era tan diferente.
Todo el espacio olía a Tony y el diseño de interiores era simple, elegantemente modernista. Reconocía a la bauhaus en todo el mobiliario, sonrió complacido, era mejor de lo que había imaginado.
No dijo nada, se dejó guiar por la mano que lo sostenía, el hombre de sonrisa amplia que lo guiaba hasta la habitación principal.
La puesta de sol entrando por el muro de cristal había sido el perfecto fondo para ambos, las horas transcurrieron y la noche había caído, Steve lo contemplaba con ojos chispeantes de alegría, eran nítidos, azul cielo con una pupila enormemente dilatada. El ingeniero masajeaba su cabello y contemplaba atentamente el cielo estrellado.
"Ya es tarde, si quieres puedes pasar aquí la noche" Tony dijo y comenzó a moverse entre las cobijas, era su inevitable huida.
"No… no te vayas"
Lo dijo.
Después de debatirse durante meses en decirlo, al fin un impulso de adrenalina lo hizo hablar, el ingeniero lo vio extrañado.
"Steve… yo"
"No, no digas nada. Sé… sé que esto no es amor, solo… solo quédate conmigo. Aunque sea esta noche"
Steve pudo notar pigmentos de lastima en la mirada de Stark, sin embargo hizo su mejor esfuerzo en ignorarlos.
"¿Para ti tampoco es amor? ¿Qué sientes tú Steve?" Tony preguntó encarándolo y Steve sintió las palabras en la punta de la lengua, sin embargo decirlo apartaría a Tony de su lado, patéticamente prefería tenerlo por lo menos estas breves horas que no tenerlo en lo absoluto… se mordió la lengua.
"No importa lo que sienta, solo si puedes… quédate"
El ingeniero se mantuvo de pie durante unos segundos, su mirada confusa y sus labios tensos, Steve estaba a punto de salir corriendo, de romper en llanto, de pedirle perdón por quién sabe que cosa, sin embargo el ingeniero sonrió y caminó de nuevo a la cama, se metió entre las cobijas y Steve rápidamente lo envolvió en un abrazo, aspirando ya no solo el aroma de Tony, sino por primera vez su piel, escuchando cada respiro del ingeniero, entrelazando sus manos.
Era patético, sí. Pero al menos por ese instante, era real.
