Spencer sabía que lo que estaba haciendo estaba mal. Prácticamente la estaba acosando, el echo de pasar casi todas sus horas libres sentado en la misma mesa, del mismo café y pidiendo exactamente lo mismo a aquella joven mujer durante casi un mes lo confirmaba.
Había empezado hace 1 mes, la primera vez que entro solo fue para tomar un café y poder aclarar su cabeza, el caso de ese día había sido difícil. Ella lo atendió, y fue por ella que el joven doctor comenzó a frecuentar ese lugar. Empezó a ir todos los días, excepto cuando estaba fuera de la ciudad por algún caso, claro. Al principio el que fuera ella quien lo atendiera todas las veces que iba le pareció mera coincidencia, no fue hasta el decimocuarto día que se dio cuenta que no lo era.
Ese día había entrado y se sentó en su lugar de siempre, una mesa para 2 al lado de la ventana y bastante cerca de la barra para que lo vieran. Buscó con los ojos a la mujer, pero al no encontrarla llamó a otra camarera que parecía desocupada. Nada más verlo, la chica se dio vuelta en dirección a la cocina y gritó: "Lindsay, tu hombre esta aquí!" y de la cocina salió la joven que Reid estaba buscando, sonriendo. Sonriéndole. Ahí se dio cuenta que no era un simple cliente más, y eso, franca y sencillamente, lo ponía nervioso.
Y ahí estaba, exactamente 19 días después de ese encuentro, parado en la puerta del local mirando disimuladamente a la persona por la que llegaba 10 minutos más tarde de lo normal al trabajo. Y lo peor, todavía no sabía como se llamaba o su edad (aunque según el doctor, parecía de 17 y eso lo hacía sentirse algo pedófilo) o nada de nada. Suspiró y decidió entrar, ya estaba ahí así que sería estúpido irse.
-¡Hey! Me preguntaba si vendrías hoy, lo de siempre no? Ya te preparo el café, quieres algo para comer?- Apenas había entrado en el lugar ella se había acercado y lo acompañó a su lugar de siempre.
-No, solo café. Gracias.- Le sonrió a la pelinegra que tenía enfrente mientras se sentaba. Ella garabateó un poco en su libreta y se alejó murmurando un "En seguida!".
Spencer en verdad sabía que eso estaba mal. Lo sabía con solo ver como sus caderas se movían al alejarse, lo sabía al darse cuenta que no había apartado la vista de su cuerpo hasta que desapareció tras la puerta de la cocina, lo sabía al ver la sonrisa divertida de las otras 2 meseras y el ceño fruncido (como amenazándolo, y al doctor no le gustaban esa clase de amenazas) del hombre detrás de la barra. Pero simplemente no podía evitarlo, todas las mañanas se encontraba caminando hasta la cafetería. Cada vez que estaba fuera, con la UAC en algún caso, contaba los minutos para volver a Quantico y ver esa amable sonrisa otra vez. Y él se daba cuenta que era una estupidez, ella le dedicaba esa sonrisa a todos sus clientes (lo pudo apreciar un par de veces).
-Aquí tienes, tu café y tu pastel de chocolate.- La chica le estaba poniendo un café negro, sin leche, y un pedazo de pastel de chocolate con una cereza encima y un tenedor al lado.
-Pero... yo no pedí un pastel de chocolate.- El doctor la miró con una sonrisa confundida, señalando el trozo de pastel. La joven ladeó el rostro con una sonrisa divertida y amigable.
-Oh, no lo hiciste? Es una lástima que no pueda devolverlo a su lugar.- Llevó 2 dedos a sus labios haciendo una mueca pensativa. Un par de segundos después, golpeó su mejilla con una sonrisa.- Te diré lo que haremos: Tú comerás ese pastel y cambiarás esa cara algo alterada y yo haré como si nunca pediste ese pastel y no te lo cobraré. El chocolate siempre sube el ánimo de las personas.- El joven doctor sonrió sonrojado.
-¿No eres muy joven como para intentar... algo con un hombre de 30?
-¿Muy joven? Hombre, tengo 26.
-¡¿26?! Pero... pareces de 20 como mucho.- La sonrisa de la chica se agrandó considerablemente, pero en vez de divertida y juguetona, esta era feliz y tranquila (como las de García ante buenas noticias).
-Eso es lo más lindo que me dijeron en, prácticamente, todo el mes. También es lo más decente que un hombre joven me dijo en el trabajo, en realidad. Soy Lindsay, Lindsay Taylor.
-Doc... Spencer Reid. Lo siento, normalmente me presento como doctor en mi trabajo.
-¿En que trabajas? Y, ¿en qué tienes un doctorado?
-Trabajo en el FBI, en la Unidad de Análisis de Conducta, y tengo 3 doctorados en Matemática, Química, Ingenieria y Folisofía*.- Lindsay pestaño varias veces y lo miró fijamente. Spencer río- Todos reaccionan así.
-Tienes 30, trabajas en el FBI y tienes un montón de doctorados. Yo tengo 26, terminé la secundaria y trabajo en el restaurante de mi hermano. Prácticamente desperdicié mi vida al lado tuyo.- Spencer bajó la cabeza con una pequeña sonrisa sin saber que más decir ant la atenta mirada de la joven.- Hey, si no tienes que ir a trabajar, mi turno termina en una hora pero puedo pedirle a mi hermano que me deje salir antes y podemos hablar. Me encantaría saber como es el trabajo en la UAC.
-Yo... tengo que ir a trabajar en realidad. Pero podemos hablar en otra ocasión, como te habrás dado cuenta vengo casi todos los días por el delicioso café que sirven.
-Lo hago especialmente para ti.- Se miraron a los ojos con una sonrisa que no pasó desapercibida para sus algunos clientes y compañeros de trabajo de Lindsay.- Esperaré con impaciencia nuestra charla, Doctor Reid.
-Puedes llamarme Spencer, ...Lindsay
-Entonces, disfruta tu café y tu pastel Spencer.- Ella se alejó de vuelta a la cocina, donde su hermano la miró fijamente serio.
-Lindsay...
-Pasaron 10 años, Kev, tengo 26. Ya crecí, puedo cuidarme sola.- Kevin acarició la mejilla de su hermana menor y le sonrió con ternura.
-No lo arruines.- El hombre imprimió el ticket de Spencer y se lo dio a Lindsay, junto con un bolígrafo.
-No me lo arruines tu.- Ella le quitó ambas cosas de la mano y, después de garabatear algo en el papel, fue a llevárselo a Spencer, que ya estaba terminando su pastel y había tomado media taza de café.- Aquí tienes. Tienes que ir a trabajar, así que creo que no pedirás nada más, como siempre, y sería una pena que llegues tarde. No querrás hacerlos esperar.
-Gra-gracias.- Spencer buscó su billetera y le dio el dinero del café y un poco más por el pastel, obviamente.- Supongo que hablaremos después.
-Claro, no olvides el ticket.- Lindsay le guiñó un ojo y volvió con su hermano mientras Spencer revisaba con curiosidad el papel. Alejó la taza, ahora vacía, de sus labios y en su lugar se apreció una gran sonrisa.
Guardó cuidadosamente el papel en su bolsillo, aún sabiendo que no iba a olvidar lo escrito ni con un fuerte golpe en la cabeza. En cuanto llegó a la oficina, JJ se acercó avisándole que había un nuevo caso, él simplemente asintió y fue a reunirse con los demás mientras la rubia lo seguía y miraba algo (bastante) confundida al de cabello castaño, quien continuaba sonriendo. Y nadie podía culparla, todo dirigieron sus ojos al mas joven cuando entro y los saludó a todos, incluso en el avión seguía sonriendo. Recostado en el asiento, con la carpeta del caso en la mesa, sacó el pequeño papel de su bolsillo para leerlo nuevamente, aunque ya sabía lo que decía y como estaba escrito. "Salva muchas vidas, Spencer. Bonito nombre, por cierto. Llamame cuando quieras que hablemos, esperaré tu llamado. Lindsay." y luego su número. Después de un mes de observarla de lejos y algunas sonrisas y miradas, hablaron y ahora tenía su número.
Volvió a guardar el papel ya que Hotch se había levantado para que repasaran la información y decidió poner toda su atención en el caso. Como Lindsay había dicho, tenían que salvar muchas vidas. Y podía llamarla cuando volviera a Virgina, porque claro que iba a llamarla. Ella lo estaba esperando.
*Saqué la información de Wikipedia, además de los doctorados Spencer es licenciado en Psicología y Sociología, aunque no lo menciona.
N/A: No se si debería continuarlo o dejarlo ahí, realmente quisiera continuarlo pero no estoy segura si a alguien le interesaría leerlo. Digamos que este prólogo es como una prueba, espero pasarla como las otras 2 de que tengo :P
