Disclaimers: Final Fantasy VII no me pertenece a mí, sino a Square.
Notas de autora: El fic está dividido en dos capítulos escritos en primera persona, este desde la perspectiva de Aerith, el siguiente desde la perspectiva de Tifa. Con este fic pretendo recordar algo que muchos fans de FF7 —con sus odios personales hacia Tifa o Aerith por culpa del triángulo amoroso con Cloud— parecen olvidar: que Tifa y Aerith, aparte de rivales en el amor, también eran amigas.
Advertencia: Referencia a Clorith, ya que no he escrito el fic para mí (que soy Cloti a muerte), sino para una amiga que defiende el Clorith a capa y espada xD.
Dedicado a Sakae Kaze ^^
Juntas
por Ayumi Warui
Tifa...
Recuerdo que la primera vez que oí a los labios de Cloud pronunciar tu nombre, supe al instante que serías mi rival. No sé realmente por qué, simplemente lo intuí.
Acababa de conocer a Cloud, sí, pero, no sé... me recordó tanto a Zack... ¡No, no era sólo eso! Cuando nos encontramos en Midgar, la noche del atentado, y fijó sus ojos azules en mí... fue especial. Aun así, en aquella ocasión lo dejé marchar... Y entonces, mientras recordaba en la iglesia aquel fugaz encuentro, preguntándome por qué no intenté permanecer con él un poco más, al menos preguntarle su nombre, ¡de pronto volvió a aparecer ante mí, literalmente caído del cielo! Es como si estuviésemos destinados a conocernos, como si esa especie de ¡magia! que me atraía a él me intentase decir que él era lo que siempre había soñado. ¡Y no estaba dispuesta a renunciar a eso! ¡No me importaba contra qué o contra quién tuviese que luchar! Por esa razón creí que no nos llevaríamos bien...
—¿Tifa?
Era la primera vez que estábamos frente a frente, en la guarida de Don Corneo. Eras más guapa de lo que había temido. Cabellos largos y oscuros, mirada decidida, muy atractiva... Serías una dura rival.
—Encantada de conocerte. Yo soy Aerith. Cloud me ha hablado mucho de ti. —No pude evitar cierto tonito.
—¿Tú eres...? Ey, tú eres la que estaba con Cloud en el parque... —Vi claramente en tus ojos que no te hacía gracia la idea. Parece ser que no me había equivocado con mis suposiciones: Cloud te gustaba. ¡En ese caso, tenía que dejarte claras mis intenciones de luchar por él!
—Sí, con Cloud —remarqué.
—Oh...
Entonces apartaste la mirada, dolida. Me sorprendió tu reacción, no era la que yo había esperado. Parecías una mujer fuerte, pensé que me replicarías ácidamente o que me echarías en cara que tú estabas antes y yo no tenía ninguna posibilidad con él. ¡Incluso se me cruzó por la mente que me prometieses disgustos si intentaba meterme en medio de vosotros dos!... Pero me equivoqué; en realidad eras frágil e insegura...
—No te preocupes, nos acabamos de conocer. No es nada —intenté aliviarte. Te había hecho daño y esa no era mi intención.
En seguida sacaste tu orgullo a flote, me resultó muy gracioso el modo en que negabas lo que era obvio. Parecías una buena chica, al final resultaría que nos llevaríamos bien pese a todo. Eras muy valiente, habías entrado en aquel horrible lugar para poder ayudar a tus compañeros; eras capaz de sacrificarte por los que querías, en eso nos parecíamos. En seguida quise colaborar con el plan, pese a los riesgos...
—¿Confías en mí? —te pregunté. Tú asentiste con la cabeza y me sonreíste.
—Sí. Gracias, señorita Aerith.
—Llámame Aerith.
Estaba en un sótano oscuro, a punto de arriesgar mi vida, pero me sentí feliz. Nunca había tenido una amiga, y entonces supe que acababa de encontrar a la mejor que podría tener.
—Supongo que no será necesario preguntar, pero la otra chica soy... yo... ¿verdad?
Me dirigiste una mirada cómplice.
—Tienes razón, no hacía falta...
—...preguntar —finalicé yo, y las dos soltamos unas risitas a costa de Cloud.
Bueno... A mí me gustaba Cloud... a ti te gustaba Cloud... pero eso no cambiaría nunca lo que había nacido aquel día entre nosotras. Nuestra amistad estaba por encima de esas cosas.
Los hechos se precipitaron: la caída del sector 7, mi secuestro por parte de Tseng, mi rescate, la huida de Midgar, el inicio de nuestro viaje.
Siempre que hacíamos una pausa en alguno de los pueblos, cuando nos dispersábamos en busca de víveres o simplemente para reposar un poco antes de continuar nuestro camino, de un modo u otro, acabábamos juntas. Cuando no me buscabas tú a mí, te buscaba yo a ti. ¡Era tan fácil estar contigo! Siempre había algo que comentar, algo que compartir; ambas amábamos al Planeta y a las criaturas que vivían en él, ambas estábamos dispuestas a luchar hasta nuestro último aliento. Pero ahí acababan las semejanzas: yo activa y arrojada, tú tranquila y reflexiva... Y aunque éramos completamente distintas, había algo que nos unía: nuestra amistad y nuestro amor por Cloud. Hablábamos tanto de él... Era imposible que no acabase convirtiéndose en tema de conversación, era demasiado importante para las dos. Y, aunque cada una de nosotras era perfectamente consciente de los sentimientos de la otra, nunca ninguna hizo mención de ello. Era como un pacto no pronunciado.
—Ey, Tifa —empecé una tarde como cualquier otra, una de esas tantas veces que las dos estábamos solas, juntas—, ¿has pensado en lo que harás cuando este viaje acabe y el Planeta esté a salvo de la amenaza de Sephiroth?
—Mm... —Te pusiste a meditarlo en ese instante, alzando la mirada al cielo. Luego te volviste hacia mí y me sonreíste—. Supongo que volveré a levantar el Séptimo Cielo... en algún lugar. —Pude ver una pequeña sombra de dolor en tus ojos, el recuerdo de cómo perdiste tu anterior bar y a toda aquella gente que querías, bajo la placa que Shinra os echó encima. Pero tu sonrisa no vaciló—. Tú sabes... Conociendo a Barret como lo conozco, estoy segura de que enseguida se embarcará en otro proyecto para cuidar del Planeta, y necesitará un lugar donde dejar a Marlene y dinero con el que financiarse.
Eras tan generosa... Siempre estabas pensando en los demás, cuidándolos. En cierta forma, eras como una madre para todo el grupo, alguien que siempre estaría ahí para escucharnos y dispuesta a todo por nosotros. Mi gran amiga...
Si yo hubiese sido Cloud, sin duda alguna, te habría escogido a ti... Y sé que, si tú hubieses sido él, me habrías escogido a mí.
—¿Aerith? ¿No puedes dormir? —Tus preguntas me sobresaltaron, creía que ya no quedaba nadie despierto.
Era por eso que había escogido ese momento para dejar de fingir que dormía con un único fin: marcharme sola de allí, hacia la Capital Olvidada, la Antigua Ciudad de los Cetras, el lugar donde podría usar Sagrado para detener a Sephiroth. No podía seguir arrastrándoos conmigo. No importaba lo feliz que me hacía estar a vuestro lado, ser una más del grupo, no importaba lo mucho que necesitaba tener a Cloud junto a mí para seguir adelante, no importaba el miedo que sentía... Sólo yo podía hacerlo, y no era justo que os pusiese en peligro. Vosotros podríais cuidar de Cloud, averiguar qué le pasaba y ayudarlo a superarlo. Mientras, yo me ocuparía de Sephiroth. Era mi deber como cetra.
—Había salido a dar una vuelta, pero ya regresaba —mentí con una sonrisa ensayada. Tú, sin sospechar nada, me la devolviste.
—Yo... —dudaste—. Yo había ido a buscar algo para Barret. —Me mostraste un termo e intuí que contenía café—. Ya sabes que está empeñado en vigilar a Cloud en todo momento... Si quieres... Si quieres puedes llevárselo tú, yo estoy un poco cansada...
Me ofrecías la oportunidad de poder estar junto a Cloud, de velarlo en su convalecencia. Desde que Cloud cayó inconsciente, en el Templo de los Ancianos, no había sido capaz de acercarme a él, temiendo que verlo hiciese flaquear mi resolución. Pero tú probablemente pensaste que era tu presencia la que me detenía. Aquello no tenía ni pies ni cabeza para mí, pero sé que tú, de estar en mi lugar, habrías actuado exactamente así.
—¡Oh, no, mejor llévaselo tú si puedes, ¿vale?! —Fingí un bostezo—. Estoy muy cansada y seguro que Barret me entretiene demasiado.
—¡De acuerdo! —te volviste a animar—. Entonces, buenas noches, Aerith. ¡Que duermas bien!
—Buenas noches.
Si hubiera sabido entonces que aquella sería la última vez que te vería, la conversación hubiese sido distinta. Te habría hablado de lo feliz que me hacía ser tu amiga, de lo mucho que te quería, de cuánto lamentaba que amasemos al mismo hombre, de lo mucho que desearía poder estar allí para celebrar contigo la inauguración de tu nuevo Séptimo Cielo... Te habría dicho tantas cosas...
Pero, ¡bueno! ¡No es como si no fuese a poder decírtelas nunca más, ¿no?! Aquel "buenas noches" sólo fue un "hasta pronto". Algún día, ¡espero por tu bien que muy, muuuy lejano!, nos volveremos a encontrar aquí, en la Tierra Prometida. Y entonces podré decirte todo lo que quiera decirte, podré escuchar todo lo que tú quieras contarme, volveremos a reír, a bromear, a conversar, a jugar, a llorar...
Volveremos a estar las dos... juntas.
