N/A: Hola, aquí yo aportando otro One-Shot; esta vez siendo Miroku el protagonista.
Disclaimer: InuYasha y compañía no me pertenecen, ellos son de Rumiko Takahashi.
Aviso: Este fic participa en el "Mini-Reto del mes de Marzo: Drabbles" del foro de InuYasha: Hazme El Amor.
¡Leer y Comentar!
Capitulo Unico: ¿Le temes a la Oscuridad?
El dolor punzante en la palma de su mano descubierta se extiende al resto de su cuerpo sin que él fuese capaz de actuar, la voz de Naraku burlándose de su sufrimiento no hace más que el dolor se sienta peor y el que sus amigos le estuviesen viendole morir consumido por su propia maldición solo hace que la tortura le quite todo rastro de aliento que ya poco conserva.
¿Como habían llegado hasta ese punto?
Se suponía que debía ser una misión de rescate. Se suponía que habían llegado hasta aquel claro en el bosque para rescatar a Shippo que había caído en garras de Naraku tras su ultima batalla en la que había muerto Kikyo definitivamente.
Todo había sido una trampa.
Naraku lo había planeado con anticipación; o aquello era lo que el monje se repetía en su mente cuando siente su estomago retorcerse del dolor y su rostro deformarse por la agonía. Una sonrisa débil adorna su rostro al sentirse objetivo principal del medio-demonio, y no le culpen, el que el villano te pusiese en el blanco era algo de alago. Ya que en un mundo donde Naraku solo fijaba su vista en la difunta Kikyo, en Inuyasha y la señorita Kagome, el que él te pusiera como objetivo de un plan claramente pensado hacia que su ego se saltara al creerse fuerte.
El miasma y el veneno obligan a la risa que pugnaba por salir de su boca a atorarse en su garganta y apretar más fuerte su mano para así evitar que el Agujero Negro pudiera absorber a alguno de sus amigos.
Miroku grita y sostiene su propia muñeca intentando mantener controlada las corrientes de aire que absorbe todo a su paso, sin lograrlo del todo. Si intenta no pensar en el dolor, perderá el control del Agujero Negro. Si intenta no pensar en el Agujero, el dolor le atravesara como dagas.
Ya no sabe cuanto tiempo a tratado de controlar la maldición.
Lo único que sabe es que los gritos desgarradores de Kagome, llamándolo por su nombre una y otra vez, están demasiado lejos como para escucharlos con claridad, al igual que el llanto sin fin de Sango. El monje piensa que a sido Inuyasha quien las a alejado para no terminar siendo absorbidas por la maldición de su mano.
Miroku no puede evitar soltar un pequeño gemidito que se asemeja mucho a un sollozo.
Ahora por su culpa, Inuyasha cargaría con su muerte aun cuando no tiene la culpa. Ni él mismo fue capaz de salvarse.
El monje sabe que ya no puede resistir más, es totalmente en vano seguir resistiéndose a ser consumido en totalidad. Por lo cual, con sus últimos momentos de aliento, se concentra únicamente en recordar a sus amigos. En recordarla a ella, a Sango.
Un manto negro se cierne sobre él, llenandole de frió y vació.
Y lo único que es capaz de oír es la risa de Naraku susurrándole cruel.
-¿Le temes a la oscuridad, monje?-
N/A: ¿Que les a parecido?
¿Chocolates?
¿Tomatazos?
¿Comentarios? ¡Todo vale!
