Disclaimer: El Potterverso no es mío.
Este fic participa para el reto especial de aniversario "Lo bueno viene de a cuatro" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
Como siempre que tengo que hacer un fic de viñetas, busqué un tema en común. En este caso, me decidí por relaciones entre distintas hermanas de la saga. ¿Por qué? Básicamente porque siempre me han gustado, quizás porque tengo una hermana.
Así que dejo la primera viñeta.
#Felices4AñosForoDeLosBlacks
Primavera, verano, otoño, invierno… y otra vez primavera
I
Primavera
—¿Vas al hospital? —pregunta Padma al ver que su hermana se dirige a la puerta de su casa en Leicester.
—Sí.
—¿No quieres que te acompañe?
Su hermana niega con la cabeza. Lleva el pelo en una trenza, pero parece más desordenada de lo habitual. Desde la Batalla, se pasa todo el día en San Mungo, acompañando a Lavender. Nadie sabe si va a sobrevivir o qué pasará con ella si se lo hace. Sus heridas vienen de Fenrir Greyback, después de todo. Ese día no había sido luna llena, pero no había muchos antecedentes al respecto.
Padma la ha acompañado varias veces. Aprovecha de ver a Michael, aunque él no quiere ver a nadie. La última vez, les gritó a ella y Terry que lo dejaran en paz de una vez por todas. Que no perdieran su tiempo con un lisiado patético.
—¿Segura? —insiste con suavidad.
Lavender no habla con nadie. Ni siquiera con Parvati. Cuando algún conocido se acerca a su cama, se gira hacia la pared. Padma quiere decirle a su hermana que no vaya al hospital, porque cada vez que va, termina llorando desesperada. Y ella no puede hacer nada para consolarla.
—De verdad. ¿No vas a ver a Michael?
—Después de la última vez, no sé si puedo seguir con esto.
Parvati frunce los labios y no dice nada. Seguro que piensa que su hermana es una pésima amiga, abandonando al chico en el hospital. La misma Padma lo piensa. Es difícil evitarlo.
Padma recoge las piernas bajo un cojín. Lleva tres días tratando de leer un libro, pero no es capaz de avanzar y concentrarse. Las palabras se le confunden en la cabeza y eso la frustra mucho. Sus padres no hablan mucho con ellas. Se mueven casi de puntillas, porque no saben en qué momento pueden estallar en llanto. La guerra fue distinta para ellos. No tienen pesadillas con los Carrows cada noche.
Su hermana coge la chaqueta del colgador de la entrada y sale de la casa. Padma vuelve a intentar leer.
-o-
Después de llegar del hospital, Parvati se va directamente a su habitación. Padma y sus padres se quedan en la sala, donde están pasando el rato. Se miran y ninguno dice nada. Han intentado hablar de esto otras veces, pero no han terminado bien. Sus padres se sienten culpables por no haber evitado lo que pasó con sus hijas.
Padma no cree que hubieran podido hacer algo.
Al menos están vivas.
—¿Por qué no vas a preguntarle a tu hermana si quiere comer algo? —dice su madre con suavidad. Desde que las dos chicas volvieron a casa, su madre se pasa las horas en la cocina preparando sus platos favoritos: chana masala, palak paneer, pollo tandoori y gulab jamun. Todas las cosas que siempre decía que usaban demasiado tiempo.
Padma al menos hace el esfuerzo de comer, aunque aún se le hace difícil.
Parvati ni siquiera hace el intento. Juguetea con la comida en su plato hasta que se aburre y se levanta de la mesa. A veces, a media noche, Padma la escucha levantarse y bajar a la cocina. Al menos se alimenta de algo.
Ante la pregunta de su madre, se levanta del sillón, dejando la novela a un lado —ha leído cinco páginas desde la tarde— y sube las escaleras. La habitación de Parvati —dejaron de dormir juntas cuando entraron a Hogwarts— está al fondo del pasillo. La puerta está decorada con grandes flores de colores que se mueven como acariciadas por el viento.
Padma toca la puerta con los nudillos.
Silencio.
Vuelve a tocar.
Nada.
—¿Parvati? —musita.
—Estoy cansada, mamá —dice la voz de su hermana desde el otro lado.
—No soy mamá.
Más silencio.
—Pasa, si quieres.
Padma abre la puerta. Su hermana está tirada sobre la cama, con un cojín entre los brazos. Tiene los ojos hinchados por el llanto. Su gemela se sienta a sus pies, sin decir nada. Por unos minutos, las dos están en silencio.
—¿Cómo está Lavender? —pregunta Padma finalmente. Su hermana se incorpora, apoyándose en el respaldo de la cama. No suelta el cojín, que sigue estrechando contra su pecho.
—Mejor, supongo. La sanadora le ha dicho que es poco probable que haya contraído la licantropía, pero la próxima semana es luna llena y van a hacer el experimento —musita—. También le ha dicho que las cicatrices no van a desaparecer nunca. Como mucho, se desvanecerán un poco. Pero las líneas quedarán ahí.
Padma siempre había tenido a Lavender como una chica superficial, a pesar de ser amiga de su hermana —y quizás porque Parvati sí que era un poquito vanidosa—. Al menos hasta que la guerra había empezado y la chica había demostrado tantas agallas como cualquier otro, a pesar de ser un tanto cursi. Las cicatrices en su rostro seguro que serían un golpe duro.
—Padma… ¿puedo preguntarte algo? —dice bajito su hermana.
—Sí, claro.
—¿Qué pasó con Smith?
—No lo sé… —responde ella, en el mismo volumen de voz—. Fui a su casa el otro día. Su madre me dijo que no quería verme. Estaba llorando.
—¿Por qué no?
—No lo sé. No me lo dijo. Sólo que Zach le había dicho que no quería saber nada de mí.
No puede evitar sentirse culpable. Porque Zacharias Smith no quería quedarse a pelear, lo había dejado en claro. Incluso había intentado convencerla de huir del castillo con él, pero ella se había negado.
La última vez que lo había visto había sido en una camilla, con los heridos más graves que se llevaban a San Mungo. Lo había buscado en el hospital después, pero le habían dicho que se lo habían llevado a casa.
—Lo siento… —murmura Parvati estirándose sobre la cama para buscar la mano de su hermana. Padma sabe que se está aguantando el decir que Zacharias es un estúpido y que no vale la pena.
—No es tu culpa, Par.
—No. Tampoco tuya. Nadie lo obligó.
—Si yo no me hubiera quedado, él tampoco lo hubiera hecho —replica Padma con una mueca.
—Nadie lo obligó —repite Parvati, acariciándole la mano. Padma se mueve en la cama, apoyándose en el respaldo junto a su hermana. Cuando eran pequeñas, solían acostarse en la misma cama para hablar por las noches. No recordaban la última vez que lo habían hecho.
—Es una mierda —declara Parvati mirando al techo—. ¿Puedo decirte algo? Pero no puedes decirle a nadie…
—Por supuesto que puedes decirme lo que sea.
—Yo… creo que quiero a Lavender… pero no como amiga… Como algo más.
Padma alza una ceja. De todas las cosas que su hermana le podía haber confesado, esa era seguramente la que menos esperaba.
—¿Sí?
—Sí. Aunque a ella le gusten los chicos…
—¿Y desde cuándo lo sabes?
—No sé. —Parvati sigue mirando al techo—. Desde el baile de Navidad, creo.
—¿Por qué nunca me lo habías dicho?
—Nunca se dio el momento —replica—. Y tampoco estaba segura, pensaba que era una fase o algo.
—Ya.
Más silencio. Pero es un silencio agradable, muy distinto al que se ha instalado entre ellas desde hace años. Es un silencio cómodo. Parvati apoya la cabeza en el hombro de su hermana y le estrecha la mano con cariño.
—Merlín, creo que me he quitado un peso de encima —dice finalmente—. ¿Debería decirles a papá y mamá?
—Si te sientes lista, claro.
—No todavía, pero pronto.
—¿Quieres que esté contigo?
—Sí, por favor.
Padma le aferra la mano —tan igual a la suya, aunque ahora tengan cicatrices diferentes— y la estrecha con fuerza. Después de todo lo que han pasado juntas, lo mínimo que puede hacer es acompañarla en eso. Aunque no cree que a sus padres les importe demasiado. Después de todo, vienen saliendo de una guerra. Tienen suerte de haber sobrevivido y de estar enteros —más o menos—, sus padres son personas razonables.
—Mamá quiere hacer gulab jamun de nuevo —comenta despacito. Siempre ha sido el postre preferido de Parvati, desde que era muy pequeña. Su madre nunca lo hacía porque decía que era mucho trabajo.
—Chachi. Llevo semanas comiendo sándwiches de queso —bromea su hermana—. Creo que tengo hambre por primera vez en semanas.
Más silencio.
—Se han llevado a Michael a casa —comenta la joven después de la pausa, como quien no quiere la cosa—. Terry estaba ahí y me dijo que te dijera que tienen que ir a visitarlo en casa. Tiene una idea.
—¿Una idea?
—Y necesita tu ayuda, al parecer.
—¿Por qué?
—No me lo dijo. Pero creo que sería bueno que le echaras una mano. Es para ayudar a Michael.
—Michael no quiere ayuda.
Parvati la mira con esa expresión que parece decir que sabe más que Padma acerca del mundo. Es verdad. Siempre ha sido mejor que ella para entender a las demás personas.
—A veces es mejor ignorar esas cosas —musita—. Puede que no quiera ayuda, pero sí que la necesita.
Padma asiente y apoya la cabeza en el hombro de su hermana.
Padma y Parvati son lof. Y Parvati es totalmente lesbiana en mi versión, aunque también podría ser bi. Aún no lo he decidido, pero en todo caso su amor por Lavender no es correspondido. Al menos en esta línea temporal.
¡Hasta la próxima viñeta!
Muselina
