Visitante Nocturno

Los personajes de Kuroshitsuji no me pertenecen

Corría por el campo disfrutando el sentir de los rayos del sol en mi piel, me sentía libre y ligera como una pluma, como si todo fuera posible, como si ninguno de los problemas de mi vida tuvieran importancia alguna ahora que estaba aquí, y sobre todo me sentía protegida porque él estaba conmigo. Me detuve en seco y me giré a verlo, podría pasarme la eternidad viéndole pero era algo que no estaba mi alcance... así que mientras podía lo hacía cada que tenía la oportunidad. Y ahí estaba el, con esa mirada penetrante y misteriosa que me desnudaba el alma, esos ojos color rubí que me miraban con deseo y pura lujuria, adoraba esos ojos, y adoraba todo de el, su cabello negro y lacio, su piel blanca y cremosa y su esbelta figura que me provocaba ganas de besarle hasta el mas recóndito lugar de su cuerpo. Seguía mirándome sin decir nada, pero yo podía ver le fuego en sus ojos, el deseo y yo también ardía en deseo, porque eso era en lo que se basaba esta extraña relación, en nada más que lujuria. Estaba condenada al infierno, lo sabía, incluso ahora me estaba quemando en las llamas de exquisito placer.

Se acercó lentamente a mi, acechándome como si yo fuera una presa indefensa que estaba apunto de devorar, y es que eso era exactamente lo que yo era, su presa. Me tomó de la cintura y me besó arrancándome de mi sueño lucido y trayéndome de vuelta a la realidad, a la mitad de la noche en mi habitación. Abrí los ojos de golpe y pude sentir como prácticamente me arrebataban la cobija para después arrojarla al suelo, no podía verlo pero sabía que era él, parado al pie de mi cama justo frente a mi, y yo estaba totalmente expuesta ante el, pero lo que menos sentía en ese momento era miedo. Lo sentí acercarse y recorrer mi pierna derecha con la yema de los dedos, sólo atiné a cerrar los ojos y suspirar sintiendo como reemplazaba sus manos con su boca haciendo un recorrido de lujuriosos besos desde mi pierna hasta mi obligo y después a mi cuello mientras posaba una de sus manos en mi seno derecho y con la otra sostenía su peso. Abrí los ojos y ahí estaba esos penetrantes ojos rubí, ansiosos y llenos de pasión, su cabello me rosaba las mejillas y podía sentir su aliento en mi cara, cerré los ojos nuevamente y lo bese con desespero, con ansiedad y unas ganas locas de que me hiciera suya de una vez por todas aunque sabía que aun no había llegado el momento para eso. El beso era sediento y salvaje, y yo me aferraba a su espalda como si temiera morir con la sola idea de que se alejara de mi. podía sentir su lengua en mi boca y después sus dientes mordiéndome los labios hasta hacerlos sangrar, y al mismo tiempo masajeaba mi seno con maestría haciéndome soltar pequeños gemidos que eran acallados en su boca. Cuando mi necesidad de respirar se interpuso a mis mas bajos deseos se detuvo, y se dirigió a mi cuello en donde dio otra salvaje batalla de besos, lamidas y mordidas, y yo solo me dejaba hacer, no hacía mas que revolcarme de placer y pegarme a su cuerpo como una gata en celo.

Un grito se escapo de mis labios cuando sentí uno de sus largos dedos en mi interior, entrando y saliendo lentamente, pero me volví loca cuando acompañó ese dedo con su lengua, recorriendo mi vagina de una manera deliciosa mente lenta y a la vez desesperante, mi espalda se arqueaba y mis gemidos empezaron a llenar la habitación.

-Por favor!-

-¿Por favor que?- Su voz era otro incentivo que incrementaba mi placer, era tan sensual que me derretía.

-Sebastian! más rápido por favor!- le rogué y así lo hizo, pude sentir como aumentaba la velocidad con la que entraba y salia su dedo y también la intensidad de sus lenguetadas, y yo lo sentía venir, el calor empezaba a acomularse en mi bajo vientre y mi cuerpo no tardaría mucho en explotar, estaba cada vez mas cerca, podía sentirlo... y justo cuando iba a llegar, el se detuvo, levantó la mirada y pude ver como se relamía los labios mientras me miraba fijamente, de pronto, se puso de rodillas y me dio la vuelta poniéndome en cuatro y penetrándome de una sola estocada, salvajemente y sin piedad. La sensación de tenerlo por fin dentro de mi fue incomparable y me encontraba gimiendo como loca su nombre una y otra vez con cada embestida que recibía, mas profundo, mas fuerte, mas salvaje, y otra vez la sensación del orgasmos hacía acto de presencia, estaba segura de que no aguantaría mas y me correría que cualquier momento, y una vez mas no me dejó hacerlo, se detuvo justo antes para darme la vuelta y volver a entrar en mi de una sola embestida mientras nuestras miradas chocaban, rubí contra gris. Envolví sus caderas con mis piernas para hacer la penetración mas profunda y le arañaba la espalda, no sabía si estaba en el cielo o en el infierno, pero joder que podría quedarme ahí por siempre, las sensaciones eran deliciosas y yo no podía hacer mas que gritar de placer mientras lo sentía hundirse en mi interior.

-Oh Sebastian!-

No podía parar de nombrarlo, como suplicándole que no se detuviera, que me dejara llegar, estaba mur cerca del limite otra vez y lo necesitaba desesperadamente. Sus embestidas empezaron a tomar una velocidad sobre humana haciéndome desfallecer, pero lo que termino por enloquecerme fue que de un momento a otro mordiera mi pezón hasta el punto de hacerlo sangrar, eso hizo que el mas potente orgasmo que había sentido en mi vida me golpeara haciéndome temblar frenéticamente, condenándome a las llamas del infierno y quemando cada parte de mi cuerpo. Podía sentir como cada parte de mi cuerpo se tensaba para después relajarse al máximo, y como mi sexo se inundaba de mis fluidos y sobre todo, como mi energía vital era absorbida por él. Y así como los estragos de mi orgasmo desaparecían, desapareció él, pero yo aguardaría la siguiente noche por su llegada, porque me encantaba ser su presa, estar indefensa en sus brazos y que hiciera de mi lo que se le antojara... aguardaría por mi visitante nocturno.

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Esta historia la escribí hace varios años y fue la primera que me atrevía publicar en esta pagina, pero quise reinventarla y mejorarla ya que tenía muchos detalles que no me gustaban. Espero que sea de su agrado.