Axis Power Hetalia pertenece a Himaruya Hidekaz

Advertencias: Universo Alterno, Aparición de personajes OC (y no daré más porque le restaría suspenso :3 )

¡Hola de nuevo! He estado molestándolos este ultimo mes con dos one-shots, pero a decir verdad había extrañado escribir un USAMex más extenso desde que terminé "Miedo a sentir" ¡y aquí empieza uno nuevo! (no está totalmente desarrollado aún, así que ustedes como yo, veremos que irá surgiendo) XD

¡Espero que lo disfruten conforme avance! de momento los dejo con esto ¡Bye-Bye! :3


Prólogo


Eran alrededor de las seis treinta cuando llegó. ¿Por qué estaba allí otra vez? Para hacer alarde de su insensatez, seguramente. Y lo aceptaba. Aquello no era más que una verdadera idiotez. ¿A dónde se había ido el orgullo que lo distinguía y del que siempre presumió?

Ah, sí...se lo habían arrebatado.

Las sombras de los árboles se proyectaban sobre el suelo del parque, alargadas por la luz del atardecer que daba a la escena un efecto de fotografía en sepia. Una ligera brisa movió las copas de los árboles, haciendo bailar cientos de motas de luz en la sombra bajo la que estaba sentado.

El mismo lugar…la misma hora… ¿Qué había de diferente en estar allí entonces? ¿Qué hacía de ello la más grande de las pendejadas cometidas en toda su vida? ¿Y por qué ahora se fijaba en todo ese montón de cosas insignificantes?

La simetría del adoquinado, el contrastante color rojizo de la hojarasca sobre el verde del pasto, la gradual llegada del otoño… ¿desde cuándo prestaba atención a esas mierdas? ¡Era solo el puto cambio de estación, maldita sea! Y aún con ese pensamiento, sus ojos seguían buscando en el parque todo detalle que su memoria pudiera retener.

¿Pero para qué necesitaría él grabar en su mente cosas sin importancia? No era como que no pudiera volver cualquier otro día a ese sitio que, desde la infancia, frecuentaba más que su propia casa. Tenía la completa certeza de que fuera cuando fuera, iría allí siempre, para alejarse un rato de todo lo que no fuera él mismo o simplemente de paso. Siempre lo había hecho y así seguiría.

Empero, en esa ocasión no estaba muy seguro de ello.

¡Deja de pensar en estupideces! Se repetía mentalmente una y otra vez.

Metió una mano en el bolsillo izquierdo de su chaqueta. Era extraño no sentir la superficie lisa y fría de su fiel compañera al hacerlo, pero ―por motivos que le había costado entender― se sentía tranquilo no llevando ese peso, que tan habitual se había vuelto, consigo.

Tranquilo… ¡Si, claro! ¡Se había ablandado, eso era!

Una sonrisa cansada asomó en su expresión.

Que patético debía verse. Él, que tanto había dicho y hecho para hacerse del renombre por el que era respetado, e incluso, en algunos casos, temido. Todo se fue a la mierda.

Cerró los ojos, haciendo un esfuerzo por recordar lo completo que lo hacían sentir esos días: Nadie podía seguir su paso. Imperioso, altivo, intimidante. No necesitaba a nadie para obtener lo que quería, pues la compañía equivale a peso muerto cuando de alcanzar objetivos se trata. Pasar sobre todos cueste lo que cueste y haciendo lo necesario, esa era su filosofía. Esa era su vida.

Pero… ¿por qué dejaban un sabor tan amargo esos recuerdos?

Sabía la razón. Conocía al que había echado de cabeza su mundo entero; el que jugó con él; el que lo cambió por ese sujeto débil que se sentaba a ver el atardecer en el parque, esperando por quién-sabe-qué

― Maldito seas, Jones ―musitó, mientras la imagen el susodicho aparecía en su mente―. Gringo imbécil…