Aclaraciones:
Gestos o explicaciones:
En los textos: (…)
En los diálogos: -…-
Pensamientos: "en cursiva"
Gritos: en mayúscula y entre signos de exclamación.
El inicio del fin
Al comienzo de nuestra historia, encontramos a toda la pandilla caminando en búsqueda de Naraku y del fragmento que falta. Hacia poco más de dos semanas que fue el último encuentro entre ellos y el demonio, en el cual se había visto envuelta Kikyo. El resultado fue que Kagome quedara con una herida algo profunda en su brazo derecho y varios raspones en las rodillas, manos, brazos y cara.
Desde entonces, InuYasha había estado actuando de una forma muy extraña: desde hace varios días (cuando dejaron de preocuparle un poco las heridas de Kagome) que se encontraba muy callado y concentrado, y además iba caminando o más adelante o más atrás que el grupo. Era evidente que estaba pensando… y mucho.
-"Puede que sea por nuestro último enfrentamiento con Naraku, pero vale la pena preguntar…" –pensó Kagome, a pesar de que ya casi no le preguntaba por nada, sólo lo dejaba en paz- Oye InuYasha ¿estás bien?
-¿Qué¡Ah! Sí, sí. Claro que estoy bien –respondió InuYasha algo sorprendido, dado que estaba demasiado ocupado en pensar y no se esperaba la pregunta, sin mencionar que Kagome se había estado mostrando algo fría y distante con él-. Sólo estaba pensando.
-¡InuYasha es un mentiroso! Nunca pasa tanto tiempo pensando –le susurró Shippou a Miroku, Sango y Kagome-.
-Creo que en eso tienes razón, Shippou –le devolvió el susurro Miroku-.
-Sí, es cierto -afirmó Sango también-. Normalmente solo va quejándose y enojándose con todos. ¿Por qué estará tan extraño?
-Es probable que sea por lo que sucedió. Al fin y al cabo, nadie se esperaba algo así –sugirió Kagome, volviéndose hacia los otros tres-.
-¡Es verdad! Casi nos quedamos sin Kagome, y todo fue por culpa del tonto de InuYasha –comentó Shippou, olvidando susurrar para evitar problemas y sin notar que una sombra empezó a cernirse sobre él a partir de ese momento.
Kagome:- No digas eso, Shippou. No todo es culpa de InuYasha. "Sin embargo, tienes algo de razón" –pensó, mirando hacia el cielo.
- Sí, Shippou. La señorita Kagome tiene razón.
- Y además, él fue quien nos salvó a todos.
- Pero InuYasha sigue siendo un completo tonto. ¡Esa bestia nunca va a cambiar! InuYasha no tiene remedio, siempre será un tonto.
- ¿A quién le dices tonto, eh!
:- ¡Pues a ti, tonto!
- ¿Ah, si? –dijo, tomando a Shippou por el cuello y poniendo cara de quererlo matar con la mirada.
- ¡Suéltame, InuYasha¡Suéltame¡¡¡SUÉLTAME!
- ¡Ayy, cállate! –se quejó, empezando a darle golpes a Shippou en la cabeza para que cerrara la boca, mientras este protestaba por ser tratado así por él.
- ¡InuYasha¡Suéltalo ya y déjalo en paz! –lo regañó, con un pequeño dejo de frialdad en la voz.
InuYasha sólo se quedó mirándola sin prestarle atención a Shippou, que siguió forcejeando hasta lograr soltarse del doloroso abrazo e irse corriendo hasta estar en la seguridad del hombro de Kagome, que se adelanto un poco al grupo.
-Gracias, Kagome.
-De nada, Shippou. Pero no deberías decirle eso a InuYasha porque ya deberías de saber que si lo haces, él te golpeará –y, bajando la voz hasta convertirla en un susurro apenas audible por Shippou, agregó-. Ni siquiera cuando sea verdad.
-Está bien, Kagome.
Por la noche, en una de las casas que Miroku "exorcizó" para poder pasar la noche bajo techo...
-¡Ay, Excelencia! Usted no tiene remedio –le regaño Sango-.
-Pero Sango¿es que acaso te gusta dormir fuera siempre? –replicó Miroku-.
-No, claro que no. Pero eso es aprovecharse de la amabilidad de los aldeanos, y eso tampoco me agrada –respondió Sango con furia.
-Oigan¿alguien ha visto a InuYasha? –se dejó escuchar la voz de Kagome, que se había vuelto algo callada-. Desde hace un rato que no lo veo.
-Sí, yo tampoco lo he visto desde que llegamos –dijo Miroku, haciendo oídos sordos a las réplicas de Sango por su maña de inventar monstruos inexistentes para no tener que dormir fuera- .
-¿Dónde se habrá metido ese tonto? –saltó la voz de Shippou, dejando de prestar atención a la discusión que tenían Sango y Miroku.
-La última vez que lo vi fue al atardecer. Me pareció que se dirigía hacia allá. –dijo Sango, que se había dado por vencida con Miroku y ahora señalaba hacia un bosque que había cerca de allí.
-"¿Dónde te has ido, InuYasha? No es tu costumbre irte así sin decirnos nada..." -pensó Kagome, mirando atentamente en la dirección que Sango había indicado.
