Perfecta Negación
Fanfic by Delyneko-chan
Dely: Holas!! Otro fic! xD Pero este es un tanto especial por que no es de Digimon!! Chachachachaaan!! Es de HunterxHunter!!
Cri cri cri cri...
Dely: Ok! sigamos con esto u.ú Les leeré la ficha nOn El personaje principal es Kurapica °¬° seh, otro amor platónico xD
Kurapica: Hola (saluda con la mano)
Dely: Kawaii... :3 Ehm... a ver si aparecen Killua, Gon o alguien más de la serie.
Izuna: Sí!! que salga Izoka!! °¬°
Dely: ¬¬U No, él no saldrá ¿¿Y tú que haces aquí?? ¡Fuera! (la quita del pc) Ah! También estará una Oc de la cual jamás he hablado con alguien por que... ella si fue mi primer Oc de todos los Oc de mi vida u.u cof!!
??: Holas!! (saluda efusivamente con la mano, ve a Kurapica y se avalanza sobre él) Kawaiiii!! X3
Kurapica: n.nUU
Dely: Sehh kawaii n/n Ah! HunterxHunter y todos sus personajes no son míos, pero Guiselle sí, así que nada de plagios ¬¬
Guiselle: Seh nOn
Dely: Ehm... No, creo que no hay ninguna advertencia o.o y... ya saben, la misma metodología de siempre xD Ah! Es en primera persona, y el protagonista es... ¡Kurapica! xD ¡Le agradezco a ese diario de antaño que encontré el otro día buscando mi perdido cuaderno de dibujo! Que aún no encuentro, en todo caso u.ú Dedicado a todas las chicas que alguna vez amamos a Kurapica y sus ojos rojos x333
Kurapica: Cómo pueden amar mis ojos rojos?? o-OU
Dely: Es lo tuyo, Kurapica-sama (babea)
Kurapica: u/u
Dely: ¡¡Que les guste este enrrollado fic!! n/n
Episodio I
Cómo la conocí.
I
Estoy en un tren, camino a cualquier lugar, no me importa. Aunque tengo ganas de visitar tantos lugares... Mi licencia de Cazador me ayudará a solventar los gastos.
Bueno, soy Kurapica y estoy en un tren que ha frenado en una estación. Cumplida mi venganza con la Araña, ahora tengo tiempo para dedicarme a otras cosas. Observo por la venta a gente que se baja, saluda a más gente y luego se marcha. Gente que se despide de más gente que sube al tren. De seguro que son familiares... Familia.
Ya cumplí mi venganza pero mi clan no ha vuelto, mi familia. Los Nostrade se han ido a la quiebra por que la hija de Nostrade perdió su habilidad que lo llevó a la riqueza. Seguí como su guardaespaldas fiel, pero me ha dado la oportunidad de salir, así que la aprovecho viajando a ningún lugar fijo.
Pensaba en eso cuando una maleta cayó encima mía, y alguien cayó al suelo. Acto reflejo la sujeté de los brazos.
-¿Te encuentras bien?- pregunté.
-¡Lo siento, no me fijé donde iba!
Era una chica. Tenía el cabello castaño claro y sus ojos azules se reflejaron en los míos, aunque los suyos parecían brillar más que mis ojos.
-Te ayudo.- le dije, levantándola.
-No hay cuidado.- respondió ella poniéndose de pie a mi lado. Llebava un sweter a pesar de la calor y una falda escosesa roja- A ver si encuentro mi boina...
Se agachó mientras yo levanté sus maletas. Estaban bastante pesadas.
-¡Aquí está!- era una boina blanca.
-Será mejor que te ayude a llevar tus maletas.- le ofrecí.
-¡Oh, no te preocupes! De seguro que mi asiento no está muy lejos. Es el número 23.
-Ahm... este es el asiento número 23.- apunté al asiento que estaba frente mía.
Dejé sus maletas arriba y nos sentamos en nuestros asientos.
-Disculpa, no me he presentado. Soy Guiselle Amstrong. (N/A: Sí, les sonará de algún lado ese apellido? xD)
-Soy Kurapica.
-¿Kurapica?- puso un dedo sobre su barbilla- Ese nombre me suena a comida con mucho picante.
-Esto... Sí, mi nombre es algo raro.- ¿Quién le dió permiso para decir que mi nombre parecía nombre de comida?
-Pero en todo caso, Kurapica, tu nombre puede ser tan especial como tú.
¿A qué vino eso? Levanté una ceja y ella se sonrojó notablemente.
-Ehm... ¡ejem! Déjalo, no he dicho nada.
Y así nos conocimos.
II
Guiselle tiene esa manía de preguntarlo todo y pensar en voz alta, metiéndose en varios líos. Recuerdo que cuando le dije que no iba a ninguna parte, ella me convenció para bajarme en el mismo lugar que ella, un lugar llamado Silewood (N/A: inventado, obviamente. Se lee "Sailwood"). Apenas el tren se fué, me dí cuenta de que no había nada después de la estación. Sólo árboles.
-¿Y qué se supone que venimos a hacer aquí?- pregunté.
-Siempre es bueno volver a las raíces, ¿no?- eso lo dijo más para sí misma que para mí. En su voz había algo de melancolía.
-Bueno, será mejor que vayamos andando.- dije, pero hizo un gesto y me detuve.
-Escucha.- musitó, cerrando los ojos.
Presté atención a mi alrededor, entonces el viento comenzó a envolvernos. El sonido que producía al entrar y salir de los troncos huecos de algunos árboles se parecía mucho al susurro del viento entre las espigas del campo. De pronto recordé que me gustaba jugar entre el trigo cuando era niño.
-Vamos.- dijo ella, tomando sus maletas.
Caminamos por un bosque que parecía no tener fin. Los árboles eran enormes, y las flores también. El bosque era espeso, pero era agradable estar ahí. Hasta que llegamos a una especie de mansión en medio de toda esa vegetación.
-¡Bien, hemos llegado!- sonrió.
-¿Y qué se supone que es esto?- pregunté. No entiendo cómo me dejé convencer para que me trajera hasta aquí.
-Una casa.
-Eso lo sé.
-Entonces para qué preguntas.
-No me refiero a qué es, si no que a qué vinimos aquí.
-Pues, a desconectarnos un poco de todo el mundo, ¿no?
Entramos. Sigo sin comprender por qué me dejé venir hasta acá. Pero ya estaba aquí, así que no había vuelta atrás.
En verdad era una enorme mansión. Tenía de todo, y también muchos cuadros colgados en las paredes. Estaba impecable.
-Bienvenido a mi casa.
-¿¡Tu casa!?
-Sí.- respondió ella con total naturalidad.
-Supongo que vivirás con tus padres.
De pronto su rostro se ensombreció. Ocultó sus ojos de mi vista.
-Papá y mamá ya no están aquí...- masculló.
-¿Están muertos?
-¡Bueno!- dijo de repente, con una gran sonrisa- Debes estar hambriento. Iré a la cocina a preparar algo. ¡Ponte cómodo!
-¿Y las maletas?
-¡Déjalas ahí, no te preocupes!
Acto seguido abrí una puerta, y cual sería mi sorpresa al ver que todo estaba decorado al más puro estilo antiguo. Ángeles pintados en las paredes y techo, sillones con almohadas mullidas y cuadros familiares. Comencé a observarlos. En uno salían varias personas: dos personas mayores, una mujer con un niño en brazos, un hombre a su lado y dos pequeñas. Ambas tenían cabello castaño claro y ojos azules, como Guiselle.
-Ven, Kurapica. La mesa está servida.
Abrí otra puerta y me encontré con una gran mesa con muchos platillos en una esquina, y dos asientos.
-¡A comer!- dijo ella.
Le ayudé a sentarse a la mesa y después me senté yo. Mientras comíamos...
-Tu cuarto ya está listo, así que puedes subir a descansar. A un lado se encuentra el baño y al otro un balcón. Espero que tu estadía sea agradable aquí.
-Gracias.- respondí- Ehm... Guiselle, ¿te puedo hacer una pregunta?
-Claro, la que quieras.
-¿Por qué me trajiste a este lugar, si apenas nos conocemos?
-Hummm.- llevó una mano a la frente, como tomándose la fiebre- No lo sé.
-¿Cómo que no lo sabes?
-¡En serio, no lo sé!- volvió a insistir. Su sonrisa era tranquilizadora.
-No comprendo.
-¿Entonces por que tú me hiciste caso?
-No lo sé. Tal vez por que me lo insististe tantas veces que por cansancio dije que sí.
-¿En serio?
-Sí, en serio.
-Vaya... no lo recuerdo.
-¿Cómo que no lo recuerdas?
-Decididamente no.
-¡Guiselle!
Comenzó a reír. Su risa era dulce, y me gustaba escucharla reír. Era como escuchar un cascabel.
-Creo que ya es hora de irnos a dormir, ¿no crees?
¿Tan tarde es? Miré por la ventana. ¡Ya era de noche! ¿A que hora oscureció, que ni siquiera me di cuenta?
-En Silewood los días son cortos.- dijo, como respondiendo mis pensamientos. Di un respingo.- ¿Por qué tan asustadizo?
-Es que... Nada, no te preocupes.
-Bueno, ¡Buenas noches!- dijo ella, levantándose de la mesa.
Me levanté yo también, y ella me condujo hasta mi habitación.
-Ni se te ocurra hacerme algo pervertido, ¿eh?- dijo con picardía.
-¡Cómo se te ocurre!- me defendí, algo sonrojado.
-Era broma.- rió nuevamente. Me tranquilicé.- Que pases buena noche.
-Igualmente.- respondí. Cerró la puerta y entonces recordé de qué había dejado mis maletas. Miré hacia un rincón y me di cuenta de que las maletas estaban ahí y las cosas en su lugar.
Era extraño. ¿A que hora dejó mis cosas aquí? Ni siquiera vi sirvientes o algo por el estilo. ¿Qué está pasando?
III
Bueno, esa noche dormí bien, aunque las interrogantes no dejaban de darme vueltas en la cabeza. Guiselle de por sí era extraña, pero su casa era peor. ¿Por qué no tenía parientes? ¿Por que vive sola en medio del bosque, en un lugar que parece abandonado? ¿Por qué?
Al otro día bajé las escaleras, pero Guiselle no aparecía en ningún lado. La busqué por todas partes, hasta que escuché a alguien cantar. Salí afuera al patio, y me fijé que Guiselle era la que cantaba y estaba al lado de una fuente, de la cual emergía agua. Sólo podía ver su espalda, e iba vestida con un hermoso vestido celeste. Su canto era armonioso, como el trinar de los pájaros en primavera. Me quedé a una distancia considerable, desde donde podía escuchar su voz sin problemas y ella, tal vez, no sentía que yo estaba allí. Hasta que dejó de cantar.
-Buenos días, Kurapica.
Me sobresalté nuevamente. ¿Cómo se dió cuenta de que yo estaba aquí, si ni siquiera me había visto?
-Bu- Buenos días.- respondí algo tartamudo. Sentí que mis mejillas se acaloraban un poco.
-¡Vamos, no es cómo para que te pongas así!- volvió a reír, y les puedo confesar que su risa me tenía algo loco.
-Bueno...- no paraba de reír. La miré detenidamente. Sus largos cabellos castaños los tenía tomados en una coleta baja
-Está bien, está bien.- dijo, levantándose de su asiento.- A veces me recuerdas a Mouswell.
Otra vez ese nombre.
-¿Me puedes decir quién rayos era ese tal Mouswell?- no pude evitar que mi voz sonara algo celosa. ¿Pero celoso de quién? ¿Yo celoso? ¿Quién dice?
-Mouswell era un amigo, un buen amigo.- sonrió con algo de melancolía- Siempre conmigo, ¿eh, Mouswell?
-No logro comprenderte.- dije, pensando que quién fuera que sea ese Mouswell, si le había echo algo lo pagaría con su vida. ¡Rayos, que diablos estoy pensando! No Kurapica, tú jamás habías sentido esto en tu vida.
-Ven.- me tomó de la mano y me condujo adentro de la casa. Confesaré que el hecho de que me tomara de las manos me hacía estremecer. Llegamos al mismo lugar donde estaba yo ayer observando los cuadros.
-Él es Mouswell.- apuntó a un cuadro que yo no había visto ayer- Aunque su nombre es Claus Mouswell, yo le llamaba por el apellido.
El chico parecía tener mi edad. Y era rubio como yo, efectivamente, pero con los ojos verdes. Claro que llevaba una coleta no muy larga, pero se parecía en algo a mí.
-Guiselle, ¿quiénes son los de ese cuadro de allá?
Apunté al cuadro que observé ayer. Guiselle me soltó la mano y me miró con una mezcla de furia y sorpresa.
-Eso es algo que no te incumbe.- me dijo.
-Pero Guiselle...
-La familia siempre está donde uno está, aunque no estén.- otra vez volvió a hablar para sí misma. Ocultó sus ojos de mí nuevamente.
-Guiselle, ¿qué ocurre? ¿Tu familia está muerta? ¿Quién los mató?
-La muerte tenía en ese entonces doce patas, sigilosamente corrían de aquí para allá. Mató a todos, pero una logro sobrevivir...- seguía murmurando para sí misma. Un momento... ¿dijo doce patas?
-¿Doce patas? La araña...- murmuré.
-Mouswell... papá... mamá... hermana... no...- se tomó la cabeza, al mismo tiempo que lanzaba un grito desgarrador.
-¡Guiselle!- le grité, tomándola en brazos. Se había desmayado.- ¡Guiselle, reacciona!
La miré. A pesar de ser tan pacífico el lugar, de seguro que la Araña también masacró a su familia. Pero ya no van a volver... nunca más.
Destruyeron tantas familias, incluida la mía. Y la de Guiselle también. No pude evitar enfurecerme, y mis ojos se tornaron rojos. Traté de calmarme para que cuando Guiselle despierte no se de cuenta de mis ojos. Comenzó a moverse en el mismo instante en el que yo lograba calmarme.
-¿Mouswell...?- murmuró, mirándome.
-No, soy Kurapica.- respondí. Rayos, me había confundido con el chico de la pintura.
-Ah, Kurapica.- dijo, y comenzó a mirar a todos lados, como buscando algo.-Bueno, creo que lo mejor será preparar el almuerzo, ¿no crees? Debes estar hambriento.
Le ayudé a levantarse y me quedé solo en la habitación nuevamente. Volví a observar el cuadro. A pesar de ser gemelas, una tenía una diferencia bastante marcada, y era una mechita tipo antena que salía de su cabeza. Y es la misma mechita que Guiselle tiene, así que puedo decir que la niña de la derecha era ella... ¿Y la niña de la izquierda?
IV
Decidí salir de la habitación y me dirigí hacia otro lugar: la biblioteca. Ayer me había mencionado algo sobre ella. Abrí la puerta y me sorprendí ante la cantidad de libros. Era una biblioteca enorme. Entre todos los libros hubo uno que me llamó la atención, por que no tenía nombre. Lo abrí y cual sería mi sorpresa al leer en la portada "Familia Amstrong"
Me senté en un sillón de la biblioteca y comencé a leer.
"Desde épocas remotas, la familia Amstrong vivía en Sperville. Uno de los hijos de esta ilustre familia, llamado Helder, se enamoró de una mujer llamada Hasper, perteneciente al clan de los ojos rojos.
Considerado ese amor como un insulto a la familia, Helder fue desterrado, llegando hasta lo que hoy se conoce como Silewood. Con ayuda de su hermano Edel construyeron lo que se conoció como la mansión Amstrong de Silewood.
Helder Amstrong buscó a Hasper, encontrándola en el examen del cazador, prometiéndole riquezas y un amor eterno, se casaron y tuvieron dos hijos, a los cuales llamaron Gabrielle y Hasper, en honor a su madre.
Todos crecieron en armonía, hasta que Edel falleció. Los padres de ambos hermanos le cedieron todos sus bienes al mayor cuando fallecieron, pero no sabían que Edel había fallecido. Como no había heredero, Helder tomó posesión de las riquezas, logrando trasladar su antigua casa de Sperville hasta Silewood.
Gabrielle se casó con una mujer llamada Magdalene, teniendo tres hijos. Las gemelas Isabella y Guiselle y el pequeño Konrad. Se dice que una de las gemelas heredó la habilidad de los ojos rojos de su abuela, sin saberlo.
Cuando las gemelas cumplieron los diez años de edad, ocurrió lo que se llama "Asesinato Amstrong". La Araña, en búsqueda de todos los pertenecientes a los ojos rojos, llegó hasta Silewood. Por más que se defendieron, la Araña logró acabar con todos, a excepción de una. Una debía quedar, para seguir con lo que sus abuelos habían soñado: un lugar apacible donde vivir.
El sacrificio de Mouswell logró salvar a Guiselle, teniendo apenas diez años tuvo que acostumbrarse a vivir sola."
Asesinato Amstrong... Ojos rojos. ¡No lo puedo creer! ¡Una de las mujeres de nuestro clan es abuela de Guiselle! ¡Eso significa que...!
"Exacto, es lo mismo que estás pensando."
-¿Qué demonios?- pregunté al aire. ¡El libro había respondido mis pensamientos!
"No te preocupes. Soy un libro algo especial. Logro leer los pensamientos de la gente, y respondo sus interrogantes. Llevo más de dos siglos bajo la posesión de la Familia Amstrong. No creí que un verdadero ojos rojos llegara a Silewood. Veo que Guiselle tampoco lo sabe. Sólo te trajo por que te pareces a Mouswell... y por que necesitaba compañía. Y por que vió en ti el cansancio y la necesidad de relajarte. Puedes quitar ya esa cara de espanto. La casa Amstrong guarda más de un secreto, pero no te los puedo decir. En todo caso... todos creemos que eres bienvenido, sino te hubierámos echado apenas pisaste el umbral."
-¿Todos?
-Bueno, creo que es hora de presentarnos.- escuché a mis espaldas. Me giré en el sillón, y cuál sería mi sorpresa al ver osos de felpa y muñecas de porcelana de distintos tamaños.
-¿Qué es esto? ¿La mansión de los juguetes encantados?- pregunté.
-Algo así.- respondió un gato de felpa que se adelantó. Era el mismo que había hablado recién.- Somos los juguetes que alguna vez pertenecieron a las gemelas Amstrong. Cuando Helder estaba moribundo, lanzó un encantamiento sobre todos nosotros, haciéndonos vivir para servir y acompañar a la señorita Guiselle.
-Relamente esto no puede ser cierto. ¿Cómo unos juguetes van a estar...?
-¿Kurapica?- Era Guiselle que estaba en la puerta. Los muñecos inmediatamente se inclinaron ante ella.- ¿Qué haces aquí?
-Esto... yo...
-Veo que no resistieron la tentación de conocerte más de cerca.- sonrió- Vamos chicos, no tienen por qué reverenciarme, no soy ninguna princesa.
-¿Cómo no me habías dicho que tenías juguetes encantados en tu casa?
-No es necesario decir eso, ¿no? Sabía que no se resistirían. ¿O en serio crees que las comidas, el aseo y todas esas cosas las hago yo sola? Tengo un poco más de ochenta peluches y cientos de muñecas de porcelana a mi servicio. Es un regalo que me ha dejado mi abuelo Helder. Ven, te las mostraré a todas.
Nuevamente me tomó de la mano, llevándome hasta el vestíbulo. Aplaudió dos veces, y ante nosotros aparecieron cientos de muñecas, peluches y soldados.
-¡Estamos a su servicio, señorita Guiselle!- dijeron todos al unísono.
-Amigos, espero que le den una buena acogida a Kurapica, él se quedará con nosotros por algún tiempo.
-Bienvenido a la mansión Amstrong.- dijeron todos nuevamente, al mismo tiempo que hacían una reverencia.
-No es necesaria la formalidad.- respondí.
Bueno, nuevamente me sorprendí con Guiselle, que hasta el momento no me había revelado nada de su vida. Hizo un gesto y todos se fueron, dejándonos solos.
-Y bien, es hora de almorzar.
Dely: Bien! Creo que he acabado hasta el momento xD
Kurapica: Parece cuento de princesa de muñecas ¬¬
Dely: Oye!! la creé cuando tenía doce/trece años, ¿qué esperabas?
Guiselle: A mí me gusta :3
Dely: Gracias por el apoyo n/n Sólo espero que al resto le guste.
Guiselle: Sí!! Dely-sama promete llenar Fanfiction de buenos fics.
Dely: Sólo lo haré si más gente lee mis fics ToTU
Kurapica: Si son de esta tónica nadie querrá leerlos u.u
Dely: o.o BUAAAAAA!! TToTT (se va a llorar a un rincón)
Guiselle: Pobre Dely-sama ó.ò Kurapica eres malvado ¬¬"
Kurapica: No soy malvado, soy realista u.ú
Dely: (desde el rincón) Sólo despidánse y ya!! TTOTT
Todos: Matta ne!!
