Naruto y sus personajes no me pertenecen. Son creaciones de Masashi Kishimoto. Yo solo escribo este FanFic con fines recreativos.

Rating: M por contenido sexual, violencia (leve) y lenguaje vulgar.

Advertencia: Posibles spoilers de los capítulos actuales del Manga.

Primavera Marital será un short-fic, del que no estoy segura cuántos capítulos tendrá, pero serán menos de 10.

¡Disfruten la lectura!

"[…]… Llévanos de lo irreal a lo real. […]… Llévanos de la oscuridad a la luz."

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Una vez que el último enemigo cayó y la Alianza Shinobi pudo alzar la bandera de la victoria, todos supieron que podrían tirarse al piso y descansar sus agarrotados músculos. Pero que si seguían teniendo todas sus extremidades y eran capaces de caminar, al día siguiente estarían trabajando de nuevo para reconstruir todo lo que la guerra acabó, para enterrar a los muertos y mostrar sus respetos a los familiares, amigos y compañeros que no volverían a ver a esos héroes de combate que donaron sus vidas por un bien mayor. El equipo siete, que a pesar de los problemas que los separaron por caminos distintos, estaba junto de nuevo y con un mayor número de miembros. Sakura y Naruto no podían hacer otra cosa que mirar con agradecimiento y alivio a Yamato y Sai, que a pesar de todos los acontecimientos del último año, aceptaron de buena gana tener a Sasuke entre sus filas. El equipo siete ahora tenía seis miembros tan distintos entre sí, que formaban una buena armonía.

Pocos compartían la tristeza de Kakashi por la muerte de Obito –fueron tres días de largo luto a los caídos, y el equipo siete honró a los suyos al último-, porque pocos entendían el trasfondo de la historia. Y no se les podía culpar. Naruto estuvo allí con él, con una mano apoyada en su hombro ante el nuevo monumento de los caídos. Sasuke también estaba allí, observando con la pesada nostalgia y tristeza aplastándole el pecho, el nombre de su hermano. Itachi Uchiha –había leído una y otra vez- y las lágrimas que no lloraba desde ese día en las rocas amenazaban con salir de nuevo. Pero una suave mano se depositó en su hombro, y se deslizó trémulamente por su brazo hasta entrelazar los dedos con los suyos. Era una mano más pequeña que la suya, poblada de varias raspaduras como estaban las de él a causa de las batallas. El Uchiha ladeó la mirada para encontrarse un par de orbes jade mirarlo con comprensión. Tenía señales de cansancio en los ojos, ojeras y zonas rojizas, que evidenciaban la falta de sueño y el desgaste emocional. Mientras ellos ayudaban a reconstruir, Sakura estaba con los demás médicos ninja en el hospital –o lo que quedó de él- y curar a los sobrevivientes, brindarles apoyo, debía ser agotador. Muchas de esas personas no pensaban que estarían con la espalda contra la pared, que lo podrían perder todo. Pero así era el mundo shinobi. Las gotas de lluvia comenzaron a golpearlos, humedeciéndolo todo. Sakura miró un momento al monumento, a su maestro y a Naruto, y luego volvió a concentrarse en él, con el hijo prodigo que volvió al hogar.

—Nos recuperaremos, Sasuke-kun—musitó, y le ofreció una agotada, pero sincera sonrisa.

El Uchiha le estrechó la mano, apenas. Aquello le parecía una promesa. Algo de lo que se quería sostener para seguir adelante.

Sakura sintió el nudo cerrándole la garganta de nuevo, pero no lloró. Si bien no terminaba, ahora sin el calor de la batalla por delante, los intentos que tuvo Sasuke de asesinarla a ella y a Naruto –sin mencionar a demás aliados implicados- tampoco podría soportar ver al Uchiha marchar, revivir ese terrible momento que la marcó desde la adolescencia. No podría soportar su propio pesar y el de sus compañeros. Nunca más, se prometió, volvería a ver la espalda de Sasuke y relacionaría eso con una despedida.

365 días después, más o menos.

Un año después, la aldea estaba recuperada en infraestructura, Konoha volvía a tener sus comercios abiertos a jornada completa y los edificios estaban poblados de aldeanos. Sin embargo, la población shinobi había mermado bastante, no sólo en Konoha, sino en todas las demás villas que fueron parte de la guerra. Recuperar el equivalente al volumen militar perdido tardaría hasta seis años como mínimo, si se le exigía al máximo a los alumnos de la academia, y a los shinobis con niveles inferiores a Jounin.

Técnicamente el equipo siete estaba disuelto. Tal y como había dicho Kakashi durante la guerra, la última misión juntos ya había sido cumplida, y gracias a ello vivían en la relativa paz que tenían en esos momentos.

—¡Pero Kakashi-sensei!—quejó el único rubio de la oficina, y tironeó de su chaleco verde para darle énfasis a sus palabras—. Somos Jounins, el equipo siete es el mejor equipo élite de Jounins. Tenemos que trabajar juntos, ¡Podemos hacer hasta dos misiones simultáneas! ¡Dos!

—No—contestó simplemente Hatake, y despegó la vista de los papeles que firmaba sólo para fijarla en Sasuke, que observaba con fastidio el vuelo de las aves a través de la ventana. Naruto no lo llamaba 'Hokage-Sama' como los demás shinobi, y Sasuke lo ignoraba monumentalmente. "Me pierden el respeto" pensó, con un suspiro–. Una de las razones es obvia. Ustedes ahora dirigen misiones, deben comandar a los ninjas de menor rango. No puedes limitarte a trabajar sólo con Sasuke y…—se dignó a pasear la mirada por la oficina, una importante ausencia que no había notado hasta ese momento se abrió paso en su mente—. ¿Dónde está Sakura? Tanto ajetreo por esta misión y ni sabes dónde está tu equipo completo.

Naruto estrelló las manos contra la mesa del Hokage, formando un estruendo. El hijo del Cuarto tenía un gesto deindignación.

—¡Claro que sé dónde está Sakura-chan, 'ttebayo!—respondió con terquedad—. Sakura-chan está… ella… Sakura-chan me dijo—balbuceó, con los ojos cerrados para concentrarse. Pero las ideas simplemente no le terminaban de llegar. Por el sabio, odiaba cuando entraba en su estadía de piloto automático y no escuchaba nada de lo que le decían. Kakashi suspiró y volvió a sus firmas, tenía trabajo atrasado, y sus concejeros lo regañarían de nuevo si entregaba los permisos luego de la fecha límite. Con suerte Naruto se cansaría de molestar o Sasuke optaría por ser el héroe del día y se llevaría al huracán rubio lejos de la oficina.

—Está atendiendo un parto—comentó simplemente el Uchiha, balanceando el peso del cuerpo de una pierna a la otra, y metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón con tranquilidad e indiferencia. La tensión de sentir dos fuertes miradas sobre él le hizo virar el rostro y encontrarse con la expresión de sospecha de Naruto y la aparente felicidad del Hokage. El heredero del clan Uchiha se encogió de hombros—. Me dijo que estaría ocupada con eso, esta mañana.

—Esta mañana estabas conmigo, teme—quejó el Uzumaki, con los ojos entornados, sospechando.

Sasuke suspiró y comenzó a caminar hasta la puerta, hizo un pequeño asentimiento al Hokage, en señal de respeto, y la abrió. Naruto lo seguía de cerca y si las miradas mataran, seguramente el chaleco de su amigo tendría un gran agujero digno de un Rasengan.

—Contéstame, teme

—¿El qué?

—Esta mañana estabas conmigo, ¿En qué momento la viste a ella, eh? ¿EH?

La puerta se cerró tras ellos, y Kakashi apenas y pudo escuchar la respuesta del pelinegro.

—La vi en la madrugada, ¿Contento?

Y luego el escándalo.

2 años después.

En la habitación principal, las prendas estaban regadas por el brillante piso de parquet, y aunque no formaban un patrón específico, las prendas íntimas sí llevaban hasta el enorme futón que era el centro de la estancia. Las coberturas del mismo estaban revueltas y dos cuerpos descansaban allí luego de una extenuante sesión de entregarse el uno al otro. Las hebras rosadas le hacían cosquillas en el rostro a Sasuke, pero desprendían un olor tan embriagante que le era casi imposible alejar el rostro de allí, gruñó por el placer que le seguía recorriendo el cuerpo, como fuego incinerando todo a través de sus venas, e intensificó el agarre que mantenía alrededor de la cintura ajena, apretando el cuerpo de la kunoichi contra el suyo, sintiendo la curva de la espalda baja encajar con pelvis, y el resto de la espalda descansar contra su pecho. Su restante estaba entrelazada con una más pequeña, una que conocía bien.

—Lo ocultamos bien estos últimos tres años—mencionó bajito la pelirrosa, recuperando el aliento. Mientras veía la tormenta de nieve caer a través de las ventanas de la habitación, y escuchaba el crepitar del fuego, acariciaba suavemente los dedos del hombre a su lado.

—¿Hmp?—preguntó este, con su característico monosílabo. Entre el aturdimiento del orgasmo y la concentración que tenía en su aroma a cerezos, que poco a poco lo estaba excitando de nuevo, no la había escuchado. Le besó el cuello, y sonrió ladino al sentirla temblar por el simple toque—. No te escuché—acotó, y depositó otro beso debajo de la línea de la mandíbula, trazando un camino con la lengua hasta el oído, mordiéndole suavemente el lóbulo de este. Sakura jadeó, porque por algún motivo traicionero, la línea de juego que inició la lengua del Uchiha, acabó en un traicionero punto debajo de la pelvis. Apretó las piernas para resistir la sensación.

—Sobre nuestra relación—bufó, soltándole la mano y girando el cuerpo parcialmente para poder mirarle el rostro. Mirarlo hizo que enseguida quisiera pasar los labios por los ajenos, bajar por su cuello y continuar por el pecho, para así acariciar cada centímetro de piel, cada cicatriz de batalla. Se relamió los labios, y Sasuke lo interpretó como la invitación que necesitaba para inclinarse sobre ella, cubriendo su cuerpo de nuevo, y robarle algo más de calor en un húmedo beso. Era inevitable entre ambos. No sólo se amaban, de eso estaban seguros los dos al lograr soportarse durante tres años y conseguir tener una equilibrada y discreta relación, sino que la química entre ambos los hacía perderse en el cuerpo del otro cada vez que tenían la oportunidad, porque cada día podía ser el último.

Sasuke se apoyó sobre un antebrazo, rozando el cuerpo de ambos, mientras su mano libre recorría el costado de la kunoichi, delineándole la cintura, sosteniéndola de la cadera para acomodarse entre sus piernas de nuevo y acariciar los torneados músculos de estas. Sakura se deleita con transitar los caminos que se formaban en los hombros de Sasuke, así como en la espalda. Rompió el beso en busca de aire y pronto sintió los ardientes besos en el cuello, en la clavícula y por último, en sus senos. Arqueó la espalda y soltó un gemido, a lo que el Uchiha succionó los pezones y besó con más insistencia, mientras su hombría crecía contra la cadera de la pelirrosa. Queriendo intensificar el roce entre ambos, ella rodeó la cadera ajena con ambas piernas, y se movió contra él, suavemente, insinuante.

—Sasuke, dime…—suplicó. Quería escucharlo, sentirlo tangible y real—. ¿…por qué ahora?—ella sabía que entendería su pregunta. Porque ambos se conocían lo suficiente para leerse entre sí el lenguaje corporal, los gestos y las palabras a medias—…Sasuke-kun—gimió.

La mano que antes paseaba por las piernas de la Haruno, y bajaba hasta su trasero, tomó un rumbo distinto y descendió hasta la intimidad de la mujer, deslizando los dedos por los pliegues de su intimidad y acariciando ese punto que la hacía retorcerse. Le besó el cuello mientras la estimulaba, mientras trazaba círculos con el índice y el pulgar sobre el clítoris. Y ella gemía, se aferraba al futón o le clavaba las cortas uñas en el hombro, mientras poco a poco la hacía subir al cielo. Era un beneficio que en el barrio Uchiha, no tuvieran vecinos. El cuerpo de Sakura se tensó y en un último quejido llegó al climax. Nuevamente el sudor le bañaba el cuerpo.

—Nos nombraron AMBU—mencionó el pelinegro, mientras se lamía sutilmente de los dedos los jugos que obtuvo del orgasmo de la pelirrosa. Ella por inercia tocó el vendaje que cubría el brazo de él, ella tenía uno justo igual. Debajo de eso, se encontraba la marca que los hacía miembros de la Élite de la aldea, los guerreros anónimos al servicio exclusivo del Hokage—…ya habían descubierto que tenemos un vínculo sentimental, así no nos enviarían a misione juntos—continuó, con la voz ronca, expectante por el momento de unirse a ella nuevamente, hacerla suya. Posicionó el adolorido miembro en su entrada, e inició el primer movimiento, introduciéndose en su cavidad, siendo recibido y estrechado por sus cálidas paredes. Disfrutando cada expresión mientras la poseía nuevamente: Sus rosadas mejillas, el brillo de las lagrimillas de placer en sus ojos, y los labios entreabiertos que perdían el aliento—. Y necesitaba tener un derecho que me permitiera saber de tu estado en cada misión, que llevaras algo mío para poder reclamarle al Hokage que…—se interrumpió tanto por el gemido que se le escapó de la garganta, como por el dedo de Sakura que se posó suavemente en sus labios para callarlo. Le atrajo sosteniéndolo de la nuca y habló, rozándole en un tentativo beso. La propuesta de matrimonio que recibió de Sasuke no era la que ella se esperaba, la que una niña soñaría desde pequeña, pero fue delante de todos sus compañeros y el Hokage.

—Pero yo, Sakura Haruno, ya soy tuya, así como tú eres mío.

Sin darle espacio a las palabras, retrocedió y embistió contra ella, lento pero profundo, reclamando todo lo que era suyo. Arrancándole alaridos de goce y él gruñendo de satisfacción.

—Sakura Uchiha—la corrigió, succionándole el labio inferior, moviéndose contra ella con ahinco—. Al final del año serás Sakura Uchiha.