Es el primer fic que escribo sobre Overwatch, así que espero críticas constructivas : )

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La lluvia se intensificaba conforme pasaban las horas. Apenas podía ver en la lejanía a todos los seres a los que quiero, a todos los que juré proteger, a quienes prometí jamás abandonar y proteger junto a ellos a los inocentes, sin embargo, aquí estoy. Debajo de un árbol, viendo como mis compañeros vestían de negro frente a una placa clavada en el suelo, en un silencio súbito. Vi cómo, después de estar casi horas ahí, sin emitir apenas ruidos, se iban.

Reinhardt, el valiente exmiembro de la cruzada alemana, fue de los últimos en irse, con un semblante serio, pero al conocerlo, sé que su mirada solo expresa tristeza. Al final, estaban Ana y Angela. Ya era muy noche, y la lluvia se calmaba. Tras unos minutos, Ana puso su mano sobre el hombro de la suiza, y tras una corta mirada, se fue.

Ella seguía ahí, parada, mirando. Sentía como leía mi nombre una y otra vez, y podía notar como renegaba con su acento que tanto me gustaba oír. Sabía que lo mejor era no involucrarme. Gabriel Reyes tomará la oportunidad para hacer algo en estos momentos, yo sé que él aún no está muerto. Tengo que tomar ventaja de la situación y contra-atacar, pero...

Unas intensas ganas me consumen, el deseo que es más fuerte que mi propia lógica. No pude contenerme a mi mismo, así que empecé a caminar por la colina verde, alejándome de las sombras de los árboles. Me acercaba más y más a Angela. Mi ropa aún estaba desgarrada de muchas partes y en mi rostro yacía una enorme cicatriz, quizás no era la mejor forma de que un fantasma se presente, pero ¿qué más da? Estoy «muerto». Me quedé paralizado en cuanto Angela se dio cuenta de mis pasos. Ella se quedó fría, como si de verdad estuviera viendo a un fantasma. Sus ojos azules reflejaban perfectamente la luz de la luna, y de sus labios, con voz temblorosa, apenas pudo pronunciar mi nombre.

– ¿J-Jack?... – Decía al tiempo que trataba de tomar fuerzas en las piernas para dar pasos a mi.

No pude notar cuando sus ojos se empezaron a iluminar más, y a cerrarse, podía ver que estabas más acuosos, y en mi garganta se formó un nudo, apreté los puños, decidido a decir algo, pero antes de poder hacerlo, ella se abalanzó sobre mi, rodeándome con fuerza, tuvo que separarse un poco del suelo para poder entrelazar sus brazos en mi cuello, y su rostro estaba pegado al mío, sentía como sus lágrimas recorrían mi mejilla izquierda.

– Estás vivo...

– Angela... Yo te prometí mantenerme vivo mientras tu vivas.

Ella apretaba más el abrazo, y mis manos se deslizaban por su cintura, pegándola más a mi. Recargué mi cabeza en su cuello. Nuestras ropas mojadas lo hacían un poco más incómodo, pero no me importaba mucho en este momento, al fin estaba en los brazos de la persona a la que amo, la persona a la que juré proteger con mi vida y que me protegió con la suya en todo momento. Podía respirar profundamente y oler calmadamente el perfume que tantas veces olí y que tantas veces me calmó durante la agonía de los intensos dolores en batalla. La llovizna se empezó a calmar hasta que todo se despejó. Ella separó su rostro de mi, al igual que yo el mío. Me veía a los ojos, aún sin poder creer que yo estaba con ella. Ella seguía llorando, y yo le sonreí tiernamente.

– Jack, no te separes más de mi.

– ¿Cómo podría separarme de la mujer que amo? Siempre estaré aquí.

Y entonces, ella sonrió de nuevo, y ocultó adorable risa con su mano, mano que posteriormente quité con la mía para hundir mis labios sobre los suyos. Ambos cerramos los ojos, después ella pasó sus delicados dedos suavemente por mi cabello.

No quería que este momento terminara jamás.

No de nuevo.