Al abrir mis ojos estoy empapada en sudor, en mi cama por la ventana puedo ver que apenas esta amaneciendo, aun faltan como 4 horas para la cosecha, salgo sigilosamente de mi cuarto y reviso que mi hermano siga durmiendo, hoy por ser día de la cosecha, no trabaja en la fábrica, y tiene el día libre lo cual no significa algo para festejar o al menos hasta la tarde si es que aun sigo aquí. Teniendo mucho tiempo libre lo que menos necesito es pensar sobre la cosecha, creo que lo más razonable sería que continuara durmiendo, pero la mejor forma de mantener las pesadillas alejadas, es estar ocupada y despierta. Me pongo un desgastado short de mezclilla una camiseta y una camisa de mi hermano que me queda bastante holgada y grande, pero todas mis camisas ya están o rotas o ya ni me quedan, a él no le gusta que las use y normalmente me regaña pero creo que por hoy podría hacer una excepción, me pongo mis tenis, me peino rápidamente con una cola de caballo por hacer algo con mi cabello, mi hermano insiste que ya me lo debería cortar, pero me niego rotundamente a dejar que eso pase.
Me escabullo silenciosamente de la casa por la ventana que está en la cocina. Camino por las calles que están técnicamente desiertas, todo mundo está en casa aprovechando lo que podría ser su último día con sus hijos, los agentes de la paz están trabajando en lo que es la plaza presidencial, acomodando sus grandes pantallas y micrófonos para la cosecha; continuo caminando sin rumbo fijo hasta que llego al pequeño lago que hay en los límites del distrito y me siento en el musgo a contemplar como unas libélulas vuelan en círculos alrededor de los lirios, estoy tan absorta en mis pensamientos, cuando unas manos me tapan los ojos me paralizo por un momento y antes de que haga algo o me mueva…
-¿Quién soy?-me pregunta una voz bastante familiar.
-Kaleb- digo sonriendo.
-Adivinaste- dice deshaciendo mi cola de caballo, y ríe en cuanto me quejo- ¿Qué haces aquí tan sola y meditativa?-me pregunta mientras se sienta a mi lado.
-Mato el tiempo-digo mientras me peino de nuevo.
-Oye no es por nada pero creo que esta mañana te has equivocado de closet- dice indicando la camisa de mi hermano con gesto burlón.
-Ríete lo que quieras, pero hasta mañana trabaja Owen y hasta mañana iría a la fabrica y me darían lo que me deben de las horas extras y por fin me podría comprar una o incluso dos blusas si Tania está de buen humor.- dije imaginando que blusas me podría comprar con mi pago.
-Sí, lo sé ese no era mi punto lo que me refiero es que siendo del distrito ocho deberíamos ser ejemplo de moda, y digamos que tu… no estás en la última tendencia- dijo entre carcajadas, yo lo empuje riéndome de su tonta broma.
-Eso déjaselo a los del capitolio gracias, mi estilo es algo más campirano- dije y los dos volvimos a reír.
Así pasamos un muy buen rato bromeando y hablando de cualquier cosa sin importancia, éramos amigos desde que tenía memoria, éramos de la misma edad y se podría decir que yo estaba un poco pero solo un poco enamorada de él. El me entendía a la perfección, cuando mis padres murieron mientras todos no dejaban de repetirme "lo siento tanto" el fue el único que entendió que eso era lo menos que yo quería escuchar porque obviamente yo también lo sentía, él solo llego y me abrazo muy fuerte y me dejo llorar enterrada en su pecho por primera vez, en la escuela siempre terminaba en medio de una pelea por defenderme, incluso se llevaba bien con mi hermano. Pero quién sabe si el solo me ve como a una amiga.
Nos estábamos riendo de nuestro escolta del capitolio tratando de adivinar con que look vendría esta vez, cuando el miro al sol. Lo mire embobada si así se le puede decir, era increíblemente guapo, alto casi un metro con ochenta y cinco centímetros, cabello negro, que tenía un gran contraste con su pálida piel y sus ojos eran de un color gris tormenta; él me atrapo mirándolo y me sonrió pícaramente.
-Ya casi es medio día- asombrada mire al sol y vi que tenía razón, tenía que llegar a casa y cambiarme para la cosecha y estaba bastante lejos del lago-Te reto a una carrera de aquí hasta la verdulería.- sonrió victorioso porque sabía que no rechazaría su reto me puse de pie y me amarre la camisa de mi hermano a la cintura porque sería más fácil y cómodo correr de esta forma.
-Está bien, el que llegue segundo le da una manzana al ganador.- acepté, el se paro sonriendo y me paso un brazo por mis hombros y me dijo al oído.
-Sabes que voy a ganar verdad.
Antes de que pudiera contestar algo me había despeinado de nuevo y ya estaba corriendo, me reí por no haber sospechado que haría trampa para ganarme y sin detenerme a peinarme de nuevo comencé a correr a toda velocidad detrás de él, podía ver como la gente que ya comenzaba a salir de sus casas nos veía con miradas reprobatorias, los ignore alegremente y cuando por fin lo alcancé…
-¡Cuidado!- le grite el miro preocupado al suelo perdiendo la concentración, y disminuyendo el paso, yo acelere lo rebase – Me la debías- le grite riéndome.
-¡Me las vas a pagar!-dijo riendo y volviendo a tomar la velocidad anterior.
Ya solo nos faltaban como dos cuadras para llegar a la verdulería, e íbamos empatados no dejábamos arrebasar cuando por fin llegamos a la verdulería íbamos tan concentrados en no dejar al otro ganar que no nos dimos cuente que frente a nosotros estaba el señor Brown (el dueño de la verdulería) que nos miraba con el entrecejo fruncido, al verlo y para evitar chocar con el frene tan rápido que me fui de sentón, mientras que Kaleb no tuvo tanta suerte y si choco con él, el señor Brown lo agarro de los hombros para evitar que se cayera, y nos miro detenidamente mientras los dos recuperábamos el aliento.
-Por todos los cielos muchachos, si van a hacer carreras mínimo miren por dónde corren- dijo soltando a Kaleb y ayudándome a pararme- ¿Estás bien?-me pregunto yo me limpie la tierra de mi short y vi que me había raspado la pierna con una piedra.
-Si solo es un insignificante rasguño- le quite importancia.
-Bien, ya deberían estar en casa los dos, son las 11:20.
-Esa era nuestra intención-dijo Kaleb- y por cierto me debes una manzana- dijo guiñándome un ojo.
-No lo creo, tú me la debes a mi yo llegue primero-discutí estaba segura de que yo le había ganado.
-Sí, pero al suelo- dijo riéndose, antes de que le pudiera contestar el señor Brown intervino de nuevo.
-No es por nada Kaleb pero creo que ella tiene razón, te gano, soy testigo de ello- me defendió yo sonreí satisfecha de mi misma.
-Está bien, ganaste, tienes suerte de tener piernas tan largas.- dijo riéndose de nuevo, el señor Brown ya ni siquiera se molesto en intervenir solo se limito a irse quejándose de esta juventud, rápidamente le di un fuerte puñetazo en el brazo, y me aleja de su alcance antes de que reaccionara.
-Eso fue por despeinarme por segunda vez y por burlarte de mis piernas-dije y comencé a correr a mi casa y logre escuchar cómo me gritaba que me la iba a guardar para cuando estuviera distraída, genial ahora me iba a tener que cuidar las espaladas de él todo el tiempo.
Cuando llegue no me moleste en entrar por la ventana de la cocina de nuevo entre por la puerta principal y vi a mi hermano sentado en nuestra mesa me miro, y antes de que me disculpara por haber tomado su camisa me dijo.
-Deberías tomar una ducha, y prepararte, ya casi es hora- yo asentí, pero antes de irme al baño lo abrase y le di un beso en el cabello- asegúrate de usar jabón- dijo en cuanto lo solté, con una pequeña sonrisa en los labios, yo solo bufe y me metí al baño.
Bañarse en agua helada motiva a que uno no se tarde demasiado. En cuanto salí y me desenrede el pelo, fui a mi habitación y sobre mi cama mi hermano me había dejado un vestido que seguramente debió de haber sido de mamá, era del color blanco, con decoraciones de tela de encaje, y un listón de seda de color azul cielo en la cintura, era de tirantes y la falda tenía un corte en A, la tela blanca parecía ser cien por ciento algodón (si, se mucho de telas y diseños es algo obvio ya que soy del distrito 8) me lo puse y me quedo algo corto, mucho más arriba de las rodillas, y que yo recuerde mi mamá nunca usaba cosas tan cortas, y el escote era algo pronunciado, para estar más cómoda me puse la camisa de mi hermano que era del mismo color que el listón y mis tenis (ya que no tenía otros zapatos por el momento).
Al salir mi hermano me estudio y me dijo mientas me daba una rebanada de pan tostado.
-Creo que heredaste al igual que yo la altura de papá, ya eres mucho más alta de lo que mamá era.
-Sí pero aun no soy tan alta como tú o como papá.- conteste mientras comía el pan.
-Pero apenas tienes 16 años, tienes como otros 4 para seguir creciendo.-dijo mientras se comía una fresa- ¿lista para irnos?- me pregunto, yo solo asentí, tome las últimas tres fresas.
-Para el camino-explique en cuanto me miro con una ceja alzada, el solo asintió.
Mientras caminábamos hacia la plaza de la presidencia, el me tomo de la mano, cosa que era muy reconfortante me daba seguridad saber que él estaba aquí conmigo, el ya tenía veintitrés años hace aproximadamente cuatro o cinco años que no participa en las cosechas, pero él se sigue preocupando por mi y estoy segura de que se seguirá preocupando hasta que cumpla diecinueve.
Cuando llegamos ya casi toda la gente estaba ahí, el me abrazó y me dio un beso en la coronilla, me sonrió antes de dirigirse hacia el lugar donde los padres o familiares debían esperar, sus amigos del trabajo le palmearon la espalda, fui a registrarme y me forme en la fila de mujeres de mi edad, en cuanto el alcalde termino de explicar el motivo de los juegos en pocas palabas "eran un castigo y amenaza para que no hubiera más rebeliones" paso el escolta, al verlo tuve que fingir que estaba tosiendo para disimular la risa, su nuevo look era un traje color rosa fosforescente su cabello era de color naranja con franjas amarillas, y ni hablar de su maquillaje, busque con la mirada a Kaleb entre las filas de los hombres, su cabeza y hombros sobresalían del resto por su altura me miro y me guiño un ojo, y los dos sonreímos disimuladamente ante nuestra propia broma.
-Y por razones de modales las damas primero- dijo el escolta, voltee justo a tiempo para ver como metía su mano en la bola de cristal con todos nuestros nombres el mío estaba solo 4 veces, mi hermano no me dejaba pedir teselas a menos que fuera cuestión de muerte, lo cual siempre pasaba cuando la fabrica se retrasaba con su salario-Y nuestra afortunada tributo es…-dijo mientras desdoblaba el papelito, lo leyó y miro a las filas de las mujeres como para crear tensión y suspenso cosa que no era necesaria mis manos comenzaron a sudar- Nuestra afortunada tributo es Kayden McFadden ¡bravo!- esto no podía estar pasando, no, no mi nombre, estaba congelada en mi lugar tenía ganas de vomitar y de salir corriendo, pero muy en el fondo sabia que nada de eso podía ser posible, las filas frente a mí se comenzaron a separar lentamente y con voluntad de hierro logre dar paso por paso hasta llegar a la tarima, un agente de la paz me ayudo a subir, me pare alado del escolta mi mente estaba pensando a toda velocidad recordando a mis papas, a mi hermano, lo busque con la mirada en el publico donde lo había visto por última vez, el me estaba mirando fijamente, pude ver que estaba aterrado, tenia los puños a los costados y respiraba agitadamente, sus compañeros lo intentaban calmar, pude ver que estaba furioso, en cuanto nos miramos a los ojos, no estoy segura de que habrá visto en los míos, porque pude ver lentamente como se le escapaban unas lagrimas a sus ojos, sabía que si lo seguía mirando yo terminaría llorando igual si no es que peor, por eso fije mi mirada en el horizonte mirando a la nada y por primera vez en mi vida alegrándome de que mis papas no estuvieran, así no tendrían que verme en lo que estaba por venir o me verían desde el cielo como Owen decía que lo hacían…-Y nuestro tributo varonil es Adrian Stewart- dijo el escolta, vi como lentamente desde la fila de los hombres de 18 años un joven con la tez aceitunada y el cabello castaño oscuro y largo avanzaba hasta la tarima.
Hicieron que nos estrecháramos las manos por "educación" como insistía Kellis nuestro escolta, recordaba haberlo visto varias veces en la escuela jamás había hablado con él si no me equivoco es hijo del carnicero. Rápidamente nos llevaron adentro del edificio de justicia donde me encerraron en un cuarto literal, sabía que era lo que venía a continuación mi hermano vendría a despedirse de mí, luego Kaleb y luego tal vez mis amigos de la escuela (que no eran muchos).
Me senté en el alfeizar de la ventana mirando al cielo, estaba absorta en mis pensamientos cuando la puerta se abría y por ella entro mi hermano, se acerco a mí con largas zancadas y me abrazo muy fuerte mientras respiraba agitadamente, podía sentir su corazón latir desbocado, me tomo de los hombros y mirándome a los ojos muy serio.
-Tienes que ganar, eres fuerte, rápida, e inteligente, muy inteligente ¡tienes que ganar! Yo te voy a estar esperando aquí a que regreses, ¿me entiendes? Tienes que ganar- repitió mirándome a los ojos, las lagrimas amenazaban con escapar de mis ojos, pero al ver las de el correr por sus mejillas sabía que por su bien yo no podía llorar en este momento- Tu no me puedes abandonar aquí como lo hicieron mamá y papá- golpe bajo si seguía así mis esfuerzos por contener el llanto serian inútiles- Recuerda que somos los dos, tu y yo, vas a regresar, ¡prométemelo!
-Lo prometo hare todo lo que pueda para regresar- prometí volviendo a abrasarlo, no sé cuánto tiempo estuvimos así abrazados, en cuanto entraron los agentes de la paz para llevárselo, el solo me miro.
-Te estaré esperando.-fue lo último que dijo antes de salir de la habitación.
Respire entrecortadamente durante un muy largo momento, todavía no terminaba de recuperar el aliento en cuanto la puerta se abrió y entro rápidamente Kaleb, al verlo todas mis barreras y esfuerzos por no llorar se fueron a la basura, el solo me miro y abrió sus brazos, si pensarlo dos veces me arroje a él y lo abrace con todas mis fuerzas él me abrazo muy fuerte y me dejo llorar una vez más en su pecho.
-Escucha no tenemos mucho tiempo, se que puedes ganar, pero tienes que ganar, no solo por Owen sino también por mi- dijo mientras me miraba a los ojos y limpiaba las lagrimas que seguían manando de mis ojos-Tienes que ganar yo… yo no sé qué sería de mi si tu no regresaras- lo mire confundida sin terminar de entender- Yo… yo… yo te amo, he estado enamorado de ti desde que nos conocimos y es por eso que no se qué sería de mi si tu no regresas- antes de que pudiera reaccionar a sus palabras, me beso, fue un beso tierno y antes de que mi cerebro terminara de entender que era lo que acababa de pasar mi corazón y mis labios lo hicieron, se separo de mí y me miro con sus ojos grises.
-Yo también te amo- susurre contra su pecho mientras lo volvía a abrazar, el suspiro y me abrazo más fuerte que antes.
-Júrame que vas a regresar.
-Te lo juro.- en ese momento los agentes de la paz entraron y dijeron que el tiempo se había terminado, el me beso una vez más y puso algo duro y frio en mi mano mientras los agentes lo sacaban a la fuerza.
Las lagrimas continuaban corriendo por mis mejillas, ni me moleste en limpiármelas mire lo que me había dado, era un lindo relicario, con una cadena, era un regalo muy caro, no podía ni imaginar cuanto le había costado, tenia forma de corazón, me lo puse en el cuello, justo cuando me estaba limpiando las lagrimas con las mangas de la camisa de mi hermano entraron mis dos amigas de la escuela, ninguna dijo nada, lo único que hicimos fue abrazarnos en silencio un muy largo tiempo o por lo menos eso sentí, antes de que salieran Beth me dijo:
-Recuerda que tus papás te estarán cuidando desde el cielo y todos nosotros velaremos por ti desde aquí.- una lagrima escapo de sus ojos y ella me sonrió para reconfórtame, cosa que si funciono, Sofía no podía hablar porque en el momento que lo hiciera rompería en llanto, pero solo me entrego una bolsita con puros caramelos (algo que estaba prohibido en la escuela y ella siempre los metía a escondidas).
-Gracias a las dos- dije desde el fondo de mi corazón, las dos asintieron y salieron dejándome sola en el cuarto, por fin mi respiración se había calmado, sabía que ya nadie vendría a verme por lo que me senté en el sillón y mientras con una mano sostenía la bolsita de dulces con la otra sostenía el relicario.
En cuanto entraron los agentes de la paz uno de ellos Kevin (un amigo de mi hermano) me entrego un pañuelo, le di las gracias y me esperaron hasta que termine de eliminar los restos del llanto, salimos en silencio todo a nuestro alrededor eran personas, cuando me subí al carro que nos llevaría al tren mire por la ventana y me encontré con Kaleb que me miraba, me perdí en su mirada él se toco su corazón y me señalo una y otra vez, yo lleve mi mano hasta el relicario mientras recargaba la palma de la otra en la ventanilla, por un momento vislumbre a mi hermano rodeado de sus amigos, el solo miraba al cielo, volví a mirar a Kaleb, pude sentir como a mi lado subía el otro tributo Adrian, ni siquiera me moleste en mirarlo, si esta era la última vez que vería a Kaleb quería hacerlo todo el tiempo que fuera posible, nos mirábamos a los ojos y las palabras como los sentimientos fluían libremente, el me amaba al igual que yo a él, en cuanto el carro avanzo, el comenzó a correr detrás de nosotros, ya casi llagábamos a la estación de tren cuando los agentes de la paz lo detuvieron y lo obligaron a regresar a la plaza presidencial, lo mire a los ojos y pude leer que sus labios y corazón decían una y otra vez que me amaba.
