..


Solamente tú.

You & Me.

..

—He sido llamado. — Dijo el fantasma, Riko suspiro y a pesar de no decir palabra alguna, Kuroko supo con el suspiro resignado de la castaña que tenía su permiso para ausentarse. Guardo su teléfono en uno de sus bolsillos, ya que seguramente Kagami se comunicaría con él más tarde para preguntar en que parte del gimnasio estaban o simplemente para decirle cuanto le gustaba. — Regresare de inmediato. — añadió para que su entrenadora no se sintiera tan presionada por la falta de dos importantes miembros del equipo.

Riko asintió, sin posibilidad de negarse a ese encuentro, Kuroko tenía asuntos que resolver con los milagros. Además los juegos no empezaban ese día, sin embargo eso no les daba libertad de hacer lo que quisieran, especialmente un tigre idiota que al parecer había olvidado la diferencia de horarios entre América y Japón.

—Furi-chan ¿Podrías hacerme un favor? — Furihata elevo su mirada dejando de lado su amena plática con Fukuda. Riko sonrió levemente y a continuación dijo las palabras que marcarían su destino de por vida. — ¿Podrías acompañar a Kuroko? — Furihata era responsable, así que enviarle junto a Kuroko fue la mejor decisión que pudo tomar.

— ¡Claro! — Sonrió ampliamente, Kuroko no se molesto ni se quejo con la decisión de Riko, el peliceleste simplemente correspondió a la bella sonrisa de su manager. Furihata corrió un poco para poder alcanzar a Kuroko, después acomodó un poco su cabello y siguió de cerca al peliceleste pues ella no sabía adónde debía acompañar a su compañero ¿Quizás a esperar a Kagami? — ¿A dónde vamos, Kuroko? — pregunto cuando la puerta de la salida del estadio estuvo a su vista.

—Vamos a ver a mis ex compañeros. — Respondió casi de inmediato.

Furihata asintió levemente, de pronto comenzaba a sentirse nerviosa, en el pasado había escuchado muchos rumores sobre la generación milagrosa, cada uno más raro que el anterior. Pero al conocerlos un poco cada vez que se enfrentaban al equipo, Furihata pudo darse cuenta de que los rumores eran sólo eso, palabras sin sentido dichas por personas que seguramente no se habían dado el tiempo de conocerlos y no es que ella fuera su gran amiga, por supuesto que no. Si ella tuvo el privilegio de siquiera ver de cerca (y saludar) a uno de esos chicos era porque tenía la suerte de ser la manager de Seirin.

Furihata amaba el básquet, no era especialmente buena, pero tampoco era mala, de vez en cuando Fukuda y Kawahara practicaban con ella, lastimosamente nunca pudo ingresar a un club durante la secundaria y tampoco podrá hacerlo durante la preparatoria, debido a su condición débil y enfermiza. Sin embargo, ella quería estar cerca de sus amigos y del deporte, al final termino convirtiéndose en la manager del equipo de básquet de Seirin, era divertido y todos eran amables con ella.

Se preocupaban cuando faltaba a un entrenamiento, la visitaban cuando se enfermaba y la hacían sonreír, Riko y ella se habían hecho grandes amigas. Y como Riko era mayor que Furihata, la castaña mayor, (sólo en edad, porque en altura, Furihata la sobrepasaba por algunos cuantos centímetros) la nombro su hermana pequeña y como tal la trataba. Furihata no se quejaba, ella era hija única y tener a alguien con quien poder hablar asuntos de chicas… la idea no le desagradaba.

— ¿Así que Fukuda y Kawahara han estado contigo desde pequeños? — Furihata sonrió y asintió varias veces.

—Sip, ellos son como mis hermanos. — Se conocieron en el colegio, cuando un niño más grane que ella intentaba intimidarla, Fukuda y Kawahara corrieron en su ayuda. Después, descubrirían que sus casas no estaban tan alejadas y terminaron pasando mucho tiempo juntos. — Cuando éramos pequeños el padre de Fuku-chan nos llevó a ver un partido… me encanto la forma en que todos participaban y cada jugador era importante, puede que cada equipo tenga un as, pero el as sin su equipo no es nadie… o así lo veo yo. Así es como lo vi aquel día… — Furihata rasco su mejilla levemente avergonzada por sus palabras.

—Es cierto. — Acepto el peliceleste sonriendo levemente. — Un equipo debe estar unido, ganar juntos, aceptar la derrota e intentar superarla… juntos.

—Sí. Me enamore de eso, pero cuando intente unirme al equipo durante la secundaria, tuve que dimitir esa misma semana, debido a las practicas y al esfuerzo, terminaba teniendo fiebres altas y agotamiento extremo. Así que prácticamente arrastre a Fuku-chan y a Ka-chan al deporte para que ellos me enseñaran a mí. — Kuroko no pudo evitar sonreír por las palabras de Furihata.

Furihata Kou, era una chica extremadamente amable, ingenua, hermosa y su sonrisa era muy cálida. Si Kuroko hubiese sido hetero, seguramente se hubiese enamorado de ella, entendía perfectamente esas miradas asesinas que Kawahara y Fukuda le daban a cualquiera que se acercara a la castaña. Él mismo terminaba haciendo lo mismo. Kou aun era pequeña, muy pequeña como para tener novio. Además la chica pecaba de inocente, no permitirían que ese ángel terminara en las manos de un pervertido.

— ¿Qué es esto, Tetsu? ¿Una niñera? — Sus pasos se detuvieron, justo al pie de las escaleras.

Furihata desvió su mirada, topándose con las figuras de cuatro personas.

—Qué dices Mine-chin… si Sat-chin siempre está contigo. — Y mientras decía eso, aquel gigante de pelo morado se comía de un solo bocado varios chocolates.

— ¡Que linda te vez hoy, Kou-chan!— El chico pelirrubio se acerco a ellos, más de lo que Kou hubiese deseado, observándola de pies a cabeza, deteniendo su vista varias veces en sus piernas y pechos. Kuroko se interpuso entre ambos con el ceño levemente fruncido.

—Te agradecería que no la veas con esa mirada lasciva.

—Lo siento, lo siento… — Kise retrocedió sabiendo lo peligroso que era Kuroko, especialmente cuando se trataba de esa chica. — Eres como un padre cuidando a su princesa.

Furihata sonrió, Kise Ryouta era un chico coqueto por naturaleza, él mismo había dejado en claro su bisexualidad cuando se conocieron por primera vez, no entendió porque lo hizo y aun sigue teniendo dudas ¿Qué tan normal es decir durante una presentación que eres bisexual?

Los rumores sobre lo extraña que era la generación milagrosa… quizás no estaban tan equivocados.

—Mido-chin ¿Me prestas tus tijeras? — Midorima acomodó sus anteojos, Murasakibara intentaba desesperadamente abrir una bolsa de papas fritas, Aomine chito su lengua y Kise se alejo de ella cuando recibió un mensaje de texto.

—No, son mi lucky ítem de hoy. — Respondió el peliverde.

Podrían ser jugadores de un nivel superior, podían ser llamados genios, pero ellos aun siguen siendo humanos. Furihata sonríe, ante sus propios y tontos pensamientos.

— ¿Dónde está Akashi? ¡Fue él quien nos cito aquí!

—Mido-chin tacaño. — refunfuño el pelimorado, después, el contenido de la bolsa que intentaba abrir cayo a sus pies, la fuerza que había utilizado fue mucho mayor de lo que pensó. — ¡Ahhh!, ese era un nuevo sabor…

—Lamento mi retraso. —Aquella voz autoritaria resonó por todo el lugar, especialmente dentro de su mente. La mirada de todos se posó sobre aquella figura poco a poco se hacía más visible en la cima de las escaleras.

—Akashi-kun. — Lo llamo Kuroko, Furihata no podía apartar la mirada de aquella portentosa figura, puede que no fuera más grande que Murasakibara, o que no fuera tan impresionante a la primera vista como Aomine o Kagami, sin embargo el aura que emanaba era igual o más fuerte que la de todos ahí presentes.

Era fuerte, debía serlo, después de todo, Akashi Seijūrō fue el capitán de esos monstruos y ahora, incluso como un alumno de primer año estaba al frente de Rakuzan.

Se sintió presionada cuando sus miradas se conectaron, fue por breves segundos ya que Furihata desvió su mirada, dio un paso hacia adelante, tomo la esquina de la camiseta de Kuroko e intento esconderse tras él.

¡Quiero ir a casa! — Pensó.

—Daiki, Ryouta, Atsushi, Shintaro y Tetsuya, me alegra volver a verlos. — Furihata cerró sus ojos escuchando aquella profunda voz, sus piernas comenzaban a temblar ligeramente, la presencia del antiguo capitán de Kuroko le afectaba de esa manera. — Que estemos reunidos todos me resulta muy conmovedor… sin embargó, hay alguien que no debería estar aquí. — Furihata no podía ver nada más que obscuridad, no obstante sabía que Akashi la mirada a ella. — Lo siento pero, ¿Podrías irte?

Si yo también me quiero ir… — pensó la castaña, tomando el brazo de Kuroko para abrazarlo lo más fuerte que podía, cualquier otra persona habría estado muy feliz con las acciones de la chica (considerando que sus senos están bien proporcionados) como Aomine por ejemplo, sin embargo lo único que ocasiono en Kuroko fue preocupación, por la forma en que temblaba y por la temperatura anormalmente alta de su cuerpo.

— ¿Furihata?

— ¿Qué se supone que son esas palabras? Trata a una dama con respeto. — Kagami coloco su mano sobre el hombro de Furihata y para la chica fue como si todas sus preocupaciones y sus miedos fueran tomados por el tigre.

— ¡Kagami! — Se sentía feliz de verlo, siempre que Kagami estaba cerca se llevaba toda la atención de la generación de los milagros.

— ¿Estás bien Furi? — La pequeña castaña asintió, sin embargo no dejaba de tomar fuertemente a Kuroko, Kagami palmeo su cabeza alborotando su cabello para tratar de tranquilizarla.

Otro punto a favor para ellos era que Furihata era extremadamente tímida, si lo suyo les costó que confiara en ellos. Pero de esa forma estaba bien, así cuando alguien extraño se acercaba a ella, Kou corría junto a ellos en busca de auxilio y eso sólo incrementaba más su sentido protector y ahuyentaba a los lobos salvajes.

— ¿Tú eres Akashi? — su ceño se frunció levemente. — Me gustaría decir que es un gusto conocerte…

Akashi camino lentamente, bajando los escalones. Observando a Kagami, después su mirada se desvió por breves segundos hacia la chica junto a Kuroko. Efectivamente la chica temblaba como una hoja que es llevada por el viento, Kuroko no parecía sentirse incómodo con ella a diferencia de Satsuki.

La ha visto en varias ocasiones, según su información ella es su manager. Su nombre no lo conocía hasta hace pocos segundos, nada que no sea información relevante le importa. Ella es sólo una simple chica.

Su cabello largo y castaño no debería parecerle lindo, sus mejillas sonrojadas no deberían verse adorables, el temblor en su cuerpo no debería provocar nada en él y definitivamente no debería sentirse irritado por la cercanía entre el peliceleste y ella.

—Shintaro, préstame tus tijeras. — Al final Akashi decidió ignorar aquellas burbujeantes sensaciones en su pecho.

— ¿Para que las quieres? — Akashi recibió el objeto deseado, sonrió levemente y fijo su vista en el tigre, el sonreía mientras seguía alborotando el cabello de Kou, cuando el tigre se dio cuenta de la mirada del emperador sobre él, fue a penas suficiente para poder esquivar el filo de las tijeras. Obtuvo solamente un pequeño rasguño…

— ¡Kagami-kun!

— ¿Qué demonios te pasa? — Un escalofrió recorrió por completo su cuerpo, si no hubiese tenido buenos reflejos no lo hubiese logrado.

Furihata por otro lado se quedó congelada, vio pasar las tijeras, tan cerca, el cuerpo de Akashi lanzándose hacia adelante, juraría que incluso lo vio sonreír por breves segundos.

—Que buenos reflejos… sólo por eso te voy a perdonar hoy. Pero no volveré a tolerarlo, si digo que te vayas, vete. En este mundo ganar lo es todo, a los vencedores se les da la razón y a los perdedores se la quitan. Hasta ahora nunca he perdido en nada y nunca lo hare. Y como siempre gano, siempre tengo la razón.

Akashi tomo las tijeras del peliverde para cortar su cabello, su voz resonaba profundamente en su cabeza, Furihata se vio en vuelta en la fría cordialidad de Akashi.

—Si alguien se opone a mí, sea quien sea… le matare. — Furihata tembló ante las últimas palabras del emperador que deberían ir dirigidas a sus compañeros o a alguien que tuviera la suficiente valentía de enfrentarlo (como Kagami) sin embargo la mirada bicolor de Akashi no se apartó en ningún momento de ella, era intensa y aterradora.

Todo lo que recuerda después de aquellas palabras es que salió corriendo de ahí sin mirar atrás.

—Lo siento… — Repitió por enésima vez. — Lo siento mucho, Kuroko-kun, Kagami-kun…

—No te preocupes, Furi… eso debió ser mucho para ti. — Kagami compadeció a la pequeña castaña, sonrió levemente al recordarla corriendo más rápido que el viento, él y Kuroko habían ido inmediatamente tras ella, dejando a la generación milagrosa. — ¿Al final para que te llamo Kuroko?

—Creo tener una idea… sobre la promesa de aquel entonces. — Kagami no quiso preguntar más, la mirada de Kuroko se había ensombrecido. Recordar el pasado por ahora aun era doloroso.

— ¡¿Qué demonios te hizo ese sujeto para que te pusieras a temblar así?! — Pregunto Hyuga, como cualquier madre, preocupada por su hija.

—A mi no… — Respondió Kou, observando la tirita en la mejilla de Kagami.

— ¿Estás segura de que estas bien, Furihata? — Kiyoshi poso su mano sobre la cabeza de Kou, ella sintió para después brindarle un pequeña pero deslumbrante sonrisa.

— ¿Segura? — Izuki, Riko y los demás miembros del equipo se acercaron preocupados a ella, cuando Kou regreso al gimnasio, temblando, asustada y casi llorando, Riko fue la primera en desbordar un aura asesina, seguida de Kawahara y Fukuda, después todos en el gimnasio temían acercarse a Seirin.

—Estoy bien… sólo fue el susto…

—Bien, entonces regresemos, es hora de ir a casa. — Riko fue quien dio fin a ese tema, Kou se sintió culpable por hacerlos preocupar de esa manera, siempre que tenían que cancelar sus prácticas o cuando perdían tiempo para cuidar de ella.

Sus acciones egoístas perjudicaban a todos, aun así ella quería seguir junto a ellos.

— ¿Entonces iremos a esa nueva tienda?

— ¡Dicen que sus postres son deliciosos!

— ¿Dónde es?

Furihata sonreía, sus amigos buscaban distraerla con pláticas y chistes malos (Izuki), aunque debía darles crédito, porque al final, chistes malos o no, ella había terminado sonriendo. Y en una fracción de segundo, un gesto que nadie noto, Furihata fingió una sonrisa, los pasillos del lugar se hacían estrechos y demasiado largos, su visión era borrosa y su cabeza daba vueltas.

— ¡Ah! — Grito ella, — ¡Olvide que papá me vendrá a recoger! — No era una mentira, porque su padre realmente la recogería.

— ¿De verdad?

—No escuche nada de eso.

—Sip, después iremos a cenar, no ha estado en casa últimamente y dice que debemos pasar más tiempo juntos. — Fukuda dudo por algunos momentos de las palabras de Kou, su amiga solía pensar que ella era una carga para todos y muchas veces se sobre esforzaba. Sin embargo se quedo sin argumentos validos cuando Kou les mostro el mensaje de texto de parte de su padre.

—Me quedare contigo y te hare compañía. — Sugirió Riko, pero Kou se negó amablemente.

—No tarda en llegar. — Mintió. — Serán solo cinco minutos.

Debería decirles a sus amigos que tenía fiebre, debería decirles que su cabeza daba vueltas y que su cuerpo se sentía pesado, pero no quería interrumpir el descanso del equipo y tampoco quería preocuparlos.

Al final, con la promesa de mandarle un mensaje en cuanto su padre llegara, Riko se marcho con los demás, todos ellos preocupados por dejarla sola, Kou se despidió con una sonrisa forzada y agitando su mano.

Kou leyó el segundo mensaje de su padre.

Papá:

"Me retrasare media hora, Kou.

Pídeles a tus amigos que te hagan,

compañía mientras tanto."

Kou había sido egoísta con tantas personas y aun así seguían a su lado.

Kawahara y Fukuda tuvieron que perder sus tardes de diversión por su capricho de aprender a jugar básquet.

Su padre se preocupaba siempre por ella cuando enfermaba por sobre esforzarse.

Sus amigos en Seirin aplazaban o suspendían las prácticas por ella y su deficiente salud, no era para nada una manager de confianza si su asistencia era irregular.

Kou sujeto su mochila y tuvo que apoyarse en la pared. Debía llamar a su padre, pero no quería asustarlo, seguramente el mareo se iría si descansaba un poco. Esa mañana fue igual, el mareo despareció después de un rato, la fiebre había desaparecido cuando llego al gimnasio, ella no le había dado importancia y por eso mismo no le dijo a nadie.

Sin embargo esta vez el mareo y el dolor en la cabeza sólo se intensificaban, Kou dejo caer su mochila, sujeto su cabeza y las lágrimas comenzaban a desbordarse, en cualquier momento perdería la conciencia.

—Oye ¿Estás bien?

Kou extendió su mano, la figura que se detuvo frente a ella la toma, estaba fría y al contacto con su piel caliente se sentía muy bien.

—¡Estas ardiendo! — Exclamo y por un instante le pareció familiar, quizás alguno de sus compañeros había regresado. Su flequillo fue hecho a un lado y pronto más piel fresca estuvo en contacto con su piel caliente, el cabello rojo le hizo pensar en Kagami, pero sus ojos bicolor inmediatamente le dijeron que estaba equivocada.

— ¿Akashi-san? — Murmuró antes de que sus piernas no pudieran sostenerla más, Akashi tuvo que evitar que cayera, haciendo que se apoyara en su pecho. ¿En qué momento había terminado de esa manera? Con esa pequeña chica entre sus brazos, ardiendo en fiebre y sintiendo extrañas cosquillas en el estomago.

Él sólo regresaba al gimnasio para avisarles a todos que era momento de partir. Y entonces se encuentra a esta castaña, apoyándose en la pared, a punto de derrumbarse.

Y entonces Kou cerró sus ojos, escucho su nombre muchas veces, siendo llamada con consternación y miedo, quería abrir sus ojos y confortar a aquella persona, porque aun en su mundo pudo percibir la soledad, la desesperación y la tristeza de aquella profunda voz… como si temiera perder algo más…

Ella conocía perfectamente ese sentimiento.

Suspiro levemente mientras observaba el anuncio de "Cerrado", consulto la hora en su teléfono y después busco los mensajes en su teléfono celular, le avisaría a Riko que la tienda estaba cerrada y que probablemente tardaría en llegar al club porque tendría que buscar en otro lugar.

Riko le contesto casi inmediatamente.

Riko:

Ve con cuidado, si te sientes MAL llámanos.

POR FAVOR.

Si, debe admitir que haber escondido su condición no fue la mejor idea que pudo tener. Lo supo cuando vio a su padre y a sus compañeros llorando en el hospital.

Kou guardo su teléfono e intento seguir con las compras del día, lastimosamente tendría que caminar un poco más ya que la tienda de deportes en donde siempre compraban estaba cerrada. Al final debió haber aceptado la compañía del fantasma y la luz de Seirin. O quizás podría pasar primero a la escuela y dejar lo que había podido comprar.

—Veo que ya estás bien. — Escucho.

Akashi estaba frente a ella y la observaba fijamente.

Sus miradas se conectaron por breves segundos, Akashi recordó inmediatamente el dulce aroma que emanaba la piel de Kou y la chica recordó los gritos desesperados del emperador, cuando se despertó en el hospital, su padre le dijo que su amigo se había preocupado mucho por ella. Le pregunto también si es que era un nuevo integrante del equipo, puesto que nunca lo había visto.

Sin duda alguna, ese había sido Akashi.

—Muchas gracias por su ayuda, si usted no hubiese estado allí no se que hubiera sido de mi.

— ¿Desde cuándo estas enferma?

—Desde que era una bebé. —Respondió, no hubo más palabras entre ella y el pelirrojo.

Akashi observo con cierto fastidio el letrero de la tienda, su tiempo estaba perfectamente ordenado, ese percance desequilibraba por completo su agenda. No podía desperdiciar su valioso tiempo de esa manera, más tarde le pediría a Kotaro o Eikichi que vinieran por las cosas que les hacían falta.

—Hay otra tienda cerca de aquí, yo también voy a comprar ahí, si Akashi-san gusta, podríamos ir juntos. — Kou sonrió levemente, esperando no equivocarse con sus palabras, Akashi se pregunto a donde se había ido todo el miedo que le tuvo cuando se conocieron por primera vez.

Akashi extendió su mano.

—Te ayudare con eso.

Kou sonrió.

— ¡Gracias, Akashi-san!

—Llámame Seijūrō. — Le indico con una pequeña sonrisa.

— ¿Eh? ¡Pero…! — Kou estaba a punto de protestar, llamarlo por su primer nombre, como si fuesen conocidos de toda la vida no era algo que ella…

[—Si alguien se opone a mí, sea quien sea… le matare.]

Instintivamente Kou adopto una posición recta, su rostro palideció y recordó el miedo que Akashi le había infundido la primera vez que se vieron. Akashi sonrió divertido ante tales expresiones tan honestas.

— ¿Dijiste algo? — Kou estaba segura de que Akashi si le había escuchado. No sabía si se estaba burlando de ella o si le estaba dando una segunda oportunidad para vivir.

—No dije nada, Seijūrō. — Sus mejillas se ruborizaron, ni siquiera a Kawahara o Fukuda los llamaba por su primer nombre, a pesar de tantos años juntos y el cariño que les tenía.

Akashi volvió a sonreír y Kou quedo atrapada en ese peculiar sonido. Parada junto al emperador, caminando junto a él… el miedo poco a poco se disipaba, viendo el perfil del pelirrojo, comenzando una conversación, sobre el básquet, la escuela, sus amigos, el programa que vio ayer, la película que quiere ver, Akashi escuchaba atentamente cada palabra, comentando de vez en cuando dándole su punto de vista.

El camino se hizo aun más corto y el tiempo que pasaba junto a Akashi paso demasiado rápido.

—Nos vemos, gracias por todo. — Dijo Kou, Akashi asintió y la observo alejarse, suspiro completamente aliviado al verla tan recuperada, su mano viajo hasta su pecho y tomo su camiseta con fuerza, verla en aquellas condiciones trajo a su memoria mucha imágenes que había querido olvidar.

—Tonterías. — Refunfuño luego de darse cuenta hacia donde iban sus pensamientos… ¿Él? ¿Preocupado por una completa desconocida? No, sólo se sentía responsable al ser quien la había encontrado, sólo eso.

—Hi-hi… ¡Hiroshi! — Grito Kou, sorprendiendo a todos, más incluso al dueño de aquel nombre. El balón que Fukuda tenía en las manos cayó al piso y no pudo esquivar el balón que Kagami había lanzado, dándole directamente en la cara. — ¿Estás bien? — Kou se acerco a su amigo, preocupada por el golpe, extendiendo su mano.

— ¿Cómo me llamaste? — Fukuda sostuvo su mano, poniéndose de pie inmediatamente, todos lo observaban con cierta preocupación por el sangrado de nariz.

—Te llame Hiroshi… — respondió, sus mejillas se sonrojaron y desvió su mirada, sus ojos se humedecieron y su cuerpo comenzó a temblar ¿Estaba mal llamarlo por su primer nombre? — ¿No puedo? ¿Está mal? — Pregunto al borde de las lágrimas.

Fukuda Hiroshi recibió un K. O. instantáneo y sin posibilidades de recuperarse.

—Furi-chan yo también… llámame por mi primer nombre. — Insistió Kawahara.

—Koichi. — Kou sonrió realmente emocionada, como una niña pequeña que descubre poco a poco el mundo.

—No es justo, yo también…

—Ne, Furi-chan a mi llámame ¡Onee-sama!

— ¡A mi puedes llamarme Shun, Kou-chan!

—Por mí no hay problema si me llamas papá… a Hyuga deberás llamarla mamá. — Kiyoshi tenía una boba sonrisa en su rostro, al parecer no bromeaba con eso de llamarlo papá.

Sus mejillas se sonrojaron, no podría llamar de esa manera a su senpai, sería demasiado avergonzó, sin embargo Kiyoshi la miraba tan emocionado y anhelante, Kou cubrió su rostro.

—Qué demonios le dices tú estúpido Kiyoshi.

—Papá… — Dijo fuerte y claro, Kiyoshi asintió sonriendo aun más estúpidamente, Hyuga soltó a Kiyoshi.

—Puedes llamarme mamá también. — Hyuga desvió su mirada avergonzado, ese era un privilegio que sólo Kou tendría.

Kou sonrió, contagiando a todos con su suave y agradable voz.

Furihata quería llorar. Nigou ladraba entre sus brazos, gruñéndole a esas personas frente a ella.

— ¿Qué es lo que hace una preciosura como tú tan sola?

—No estoy sola. — Dijo en un susurro, desviando su mirada, esperando que la dejaran tranquila.

—Pues yo no veo a nadie más aquí. — Entonces Nigou ladro, Kou lo estrecho con un poco más de fuerza, no la suficiente para lastimarlo. El pequeño perrito lamio su mejilla y después volvió a ladrarle al grupo de extraños frente a ella, lucían realmente aterradores y Kou comenzaba a ponerse nerviosa.

—Están esperando por mí en el gimnasio. — Vio en todas las direcciones posibles, tratando de encontrar una ruta de escape, por supuesto no había ninguna, en cuestión de segundos se había visto rodeada. —Kiyoshi-senpai… — Susurro la castaña, haber rechazado su compañía había sido la mayor estupidez de su vida, pero es que… sólo saldría un momento para que Nigou pudiera estirar un poco sus patitas y hacer lo que tuviera que hacer, pero desafortunadamente, Kou se había alejado del gimnasio cuando perseguía al travieso Nigou.

—Vamos… — Kou fue tomada bruscamente por su muñeca, ella intentaba soltarse pero mientras más se resistía, más fuerte era el agarrare de aquel sujeto, los demás se reían de ella y sus pobres intentos por evitar su destino. Nigou seguía ladrando fuertemente, removiéndose ferozmente y haciendo difícil para ella sostenerlo con una sola mano.

— ¡Por favor, déjame! — Grito, sus lágrimas comenzaban a descender sobre sus mejillas, su cuerpo entero era como una gelatina, la presión y el miedo la vencieron haciendo que sus rodillas no pudieran sostener su peso.

Su muñeca fue liberada y aunque quisiera correr, no podía.

—Que les parece chicos, esta belleza se quedara a jugar un poco con nosotros.

—Su pelo es tan lindo. — Kou sintió como su cabello era jalado con brusquedad, se aferro a Nigou y sus sollozos se hicieron más audibles.

— Hiroshi, Koichi… onee-sama… Taiga… chicos…

—Y huele delicioso. — un escalofrió recorrió su espalda cuando uno de los chicos comenzó a lamer su cabello, primero las puntas, subiendo lentamente… cuando la asquerosa lengua de aquel sujeto estaba a centímetros de rozar su mejilla, Kou cerró sus ojos completamente asqueada.

Escucho un fuerte ruido, su cuerpo temblaba violentamente esperando aquel repugnante toque, Nigou ladro, después lamio su mano, casi como si estuviera diciéndole que ya no debería temer. Abrió sus ojos lentamente, los ladridos de Nigou le daban más confianza, puesto que no gruñía y sentía como movía su cola.

Frente a ella estaban un pelinegro y un peligris, y más alejados de ellos, un chico pelirrubio junto con otro chico el doble de fornido que él, ahuyentaban a los otros sujetos que la habían estado molestando.

— ¿Qué haces sola en un sitio como este? — Reconoció aquella voz inmediatamente. Sus ojos cafés enfocaron al pelirrojo, Akashi se inclino para estar a su altura, los brazos de Kou dejaron en libertad al pequeño Nigou para después aferrarse al pelirrojo.

—Seeisurro-shhaannn — por culpa de su llanto sus palabras eran difíciles de entender, Akashi estuvo a punto de apartarla violentamente, sin embargo, al sentir su calidez, la manera en que temblaba y como se aferraba a él tan desesperadamente, al final Akashi cerro sus ojos y palmeo levemente la espalda de la chica.

Reo sonrió tiernamente ante la escena que presenciaba. Kotaro y Eikichi se divertían dándoles una lección a aquellos pandilleros ¿Cómo se habían atrevido a lastimar a una pequeña dama tan linda?

Mayuzumi se mantenía en silencio observando serenamente a Akashi. Su comportamiento con esa chica era diferente, muy diferente al habitual que tendría con cualquier otra chica o persona.

—Tranquila— susurro Akashi, teniendo la imperiosa necesidad de consolar a Kou. — Nadie te hará daño.

Furihata Kou no dejaba de ver la pantalla de su teléfono celular. Observaba detenidamente el nombre y el número de uno de sus contactos.

Un nuevo contacto.

Akashi Seijūrō.

Llámame si estas en problemas. — Le dijo cuando le entrego su teléfono celular con su número registrado.

Kou no pudo evitar reírse recordando lo sucedido.

Terminaras hartándote de mí. — Akashi intento sonreír pero la manera en que Kou se lo había dicho, obviamente no mentía ni bromeaba. —Soy demasiado torpe y suelo meterme en problemas siempre.

Al final, Akashi y su equipo la acompañaron hasta el gimnasio, dejándola en la entrada. Ellos debían partir a su hotel y descansar para el siguiente partido.

Kou cerró sus ojos, la pequeña sonrisa de Akashi se había grabado en su mente.

Si bien la primera impresión que había tenido del pelirrojo fue mala… aterradora de hecho. Pero como ya lo había comprobado con los otros milagros (especialmente Kise y Midorima) Akashi resulto ser bastante amable, al menos lo era si no interfería en su camino hacia la victoria.

Su teléfono celular vibro entre sus manos, sacándola de sus pensamientos.

Era Tetsuya.

Tetsuya:

¿Estás libre mañana, Furihata?

Respondió de inmediato, haciéndole saber que no tenía planes y que tenía el día completamente libre, los chicos del club tenían un día de descanso, después de haber jugado contra Too, Riko considero que estaría bien que despejaran sus mentes para el siguiente encuentro.

Un nuevo mensaje llego, sin embargo no era de Tetsuya.

Seijūrō:

¿Estás bien?

¿Pudiste llegar a casa sin perderte?

—Seijūrō…

Akashi observaba con impaciencia su teléfono celular, aunque sólo hayan pasado treinta segundos desde que envió el mensaje.

— ¿Por qué lo envié? — Se preguntaba, deseando tener el poder de regresar el tiempo, — ¿Por qué no responde? — El teléfono se encontraba en medio de su cama, donde había caído cuando Akashi lo aventó. Se sentía nervioso.

Un nuevo mensaje.

Pero no era Kou.

Reo:

Sei-chan, ¿Estará bien…

En el mismo momento que observo que el remitente no era Kou, Akashi perdió todo interés en terminar de leer el mensaje, sintiéndose extrañamente decepcionado, dejo el teléfono, aun sabiendo que era algo importante, seguramente relacionado con las practicas del día de mañana.

— ¿Qué estoy haciendo?

Su teléfono nuevamente le indico que había recibido un mensaje.

Akashi suspiro, no era momento de hacer… lo que sea que estuviese haciendo en ese momento (sintiéndose como una chica enamorada, aunque ni siquiera él lo comprendía), hay muchas cosas que debe hacer antes de tener un poco de tiempo libre. Tiene que arreglar con el entrenador la rutina de sus compañeros, checar que el gimnasio esté disponible para ellos el tiempo que estén en Tokyo, los horarios de salida y de prácticas debía coordinarlos…

Akashi es absoluto, por lo tanto es perfecto y cada una de sus acciones lo demuestra, no acepta nada a medias.

Abrió el mensaje nuevo dispuesto a darle a Reo indicaciones precisas sobre lo que debería hacer y olvidarse por completo de aquella chica.

Kou:

¡Estoy bien! ¡Seijūrō es cruel!

w No soy tan torpe como para perderme al regresar a casa.

Akashi sonrió levemente al leer el mensaje, sorprendido y anhelante. No perdió ni un segundo, respondiendo de inmediato.

Seijūrō:

Déjame dudar…

Kou:

Aunque el año pasado me perdí

en el viaje que hicimos mi papá y yo a Akita.

Tuve mucho miedo. UwU

Seijūrō:

¿Por qué no me sorprende?

Kou, definitivamente eres una chica muy torpe.

Kou:

Mis amigos siempre me dicen eso.

Papá incluso coloco un GPS en una pulsera que

me regalo en mi cumpleaños.

¿Puedes creerlo?

Seijūrō:

Más que creerlo,

yo también lo habría hecho.

Durante más de una hora, Akashi y Furihata estuvieron mandándose mensajes. El pelirrojo se divertía y reía al leer los mil y un problemas que Kou enfrentaba día a día, unos más divertidos que otros, se preocupaba cuando la salud de Kou era mencionada, se molestaba cuando sus amigos entraban en escena en alguna de sus anécdotas, las cosas que le gustaban y las que no, Kou respondió con sinceridad y Akashi sonreía bobamente leyendo los mensajes de Kou.

Al día siguiente, Akashi se vio agobiado por un retraso en la salida del autobús, que pudo perfectamente haber evitado, si no hubiese estado contestando los mensajes de Kou hasta la media noche.

No obstante, Akashi no dejo de sonreír las dos horas que tuvieron que esperar por el autobús.

— ¿Tienes una especie de imán para los problemas? — Akashi sonrió levemente, extendiendo su mano para cortar la rama en donde el hermoso cabello de Kou se había atorado, después de inclino para recoger las cosas que la chica había dejado caer durante su feroz batalla con la rama.

—Muchas gracias, Sei. — El pelirrojo se congelo, sin embargo Kou no lo noto, inclinándose también para ayudar a recoger sus cosas.

Las mejillas de Seijūrō se tiñeron levemente de rojo.

¿Sei?

¿Cómo es que con aquella simple palabra se podía sentir así de feliz? Que Kou tuviera la confianza suficiente para llamarlo de esa manera ¿Era normal que su corazón se acelerara?

Por otra parte, cuando Kou se dio cuenta de lo que había hecho, tuvo que ahogar un gran grito, sus mejillas se tiñeron de rojo, y tuvo que fijar toda su atención al piso, no sólo le había mostrado algo completamente vergonzoso al haberse atorado con esa inofensiva (para algunos) rama. Si no que se había atrevido a darle aquel mote, comprendería si Akashi se sentía molesto con ella y estaba completamente preparada para ser amonestada. Pero en su defensa, debía añadir que fue completamente natural para ella llamarlo de esa manera…

— ¿Dónde están tus compañeros? — Seijūrō le extendió algunas hojas, un pequeño lapicero y su teléfono celular. — Te he dicho que no vayas sola. — Cuando pudo controlar el latido de su corazón y el nerviosismo, fue capaz de elevar su mirada, los ojos bicolor de Seijūrō la miraban fijamente, su ceño fruncido, no, no por haberlo llamado de aquella manera tan "atrevida", Seijūrō estaba preocupado por ella.

—Está bien, no me pasara nada… — Kou sonrió levemente, aunque Akashi no se sentía muy tranquilo sólo con las palabras de Kou, no es que no confiara en ella, era más bien que no confiaba en las demás personas.

—Kou eres una chica demasiado ingenua, vamos. — Seijūrō se puso de pie y después extendió su mano para ayudar a Kou. — Te llevare de regreso.

— ¡No puedes! — Exclamo fuertemente, pero no grito, Akashi sintió que su estomago se revolvía, nada que disfrutara, como la sensación en su pecho cuando Kou acorto su nombre de forma (para él) cariñosa. Dejo ir su mano, sintiéndose terriblemente decepcionado, sin embargo Kou volvió a tomarla con fuerza. — Se hará tarde para tu partido. — Akashi volvió a sonreír, el rostro lleno de preocupación de Kou, por algo tan simple como un partido.

—No tienes que preocuparte, yo nunca pierdo, Kou. Mi equipo es fuerte, ellos pueden hacerlo bien incluso si no estoy ahí. — El pelirrojo volvió a sonreírle, tocando suavemente su mejilla, disfrutando al ver como su rostro adquiría un tono rojizo. — Vamos, te llevare y no aceptare un no por respuesta.

—De acuerdo. —Acepto la castaña, sonriendo levemente mientras comenzaba a caminar al lado del pelirrojo. Sus manos en ningún momento se soltaron, ambos se sentían cómodos con la presencia del otro, relajados y en el caso de Kou, ella se sentía a salvo.

—Ayer no terminaste de contarme que ocurrió después… — Seijūrō observaba el camino frente a él, Kou sonrió levemente, desde el primer mensaje han pasado ya seis días y recientemente han pasado a las llamadas.

—Lo siento, papá me dijo que debía apagar las luces y dormirme.

—Sí, pude escuchar su voz.

—Él se preocupa mucho por mí.

—Todos nos preocupamos por ti, Kou. — Escuchar su voz y su risa lo relajan por completo, la mayoría de las veces no hace más que prestar atención a todo lo que Kou le dice, pero eso es más que suficiente para él. Adora que Kou sea tan expresiva, puede imaginarla a la perfección durante sus charlas, mover sus manos y sus brazos, los gestos que hace, como camina por toda su habitación, haciéndolo reír, recordando específicamente la noche pasada cuando escucho un gran estruendo, Kou después le dijo que se había caído. — ¿Dónde te lastimaste ayer?

—Por fortuna gracias a las almohadas que estaban en el piso no me lastime… mucho… — Kou apretó fuertemente su puño frente a su rostro, y Seijūrō no pudo hacer otra cosa más que reír.

—Debes ser más cuidadosa o podrías terminar con otro brazo roto.

Kou ya no sé sorprendía cuando Seijūrō le recordaba cosas de sus anteriores charlas, al principio pensaba que sus incesantes charlas lo aburrían y que por eso se mantenía en silencio, pero Seijūrō de inmediato le dijo que eso no era verdad, ¿Cómo supo lo que pensaba sin siquiera verla de frente? No lo sabía.

Y tampoco sabía porque le contaba tantas cosas, algunas que ni siquiera le había dicho a Fukuda o a Kawahara.

—Si ganamos este partido y Seirin gana el partido contra Kaijo, tendremos que enfrentarnos. — Kou asintió.

Seirin había pasado por tanto desde que los de primero y ella se unieron al club, hasta el punto en el que se encuentran ahora, a dos partidos de ser los campeones de todo Japón.

—No perderé.

—Seirin tampoco. — Seijūrō disfruto de la determinación que veía en el rostro de Kou, puede que ella no pudiera jugar en la cancha, sin embargo ella peleaba junto a sus amigos.

—Si fuera de otra manera, seria aburrido. — Y como muchas veces cuando hablaba con Seijūrō, el tiempo pasó realmente rápido. Seijūrō dejo ir su mano y ella se sintió tan vacía, su mano anhelaba tener la calidez de Seijūrō nuevamente. — Nos vemos.

—Nos vemos. Sei…

Kou sonrió nuevamente y Seijūrō deposito un beso sobre su frente. Sorprendiéndose el mismo y a Kou.

Esa noche no hubo mensajes ni llamadas.

Cuando Akashi estaba en la cancha era una persona completamente diferente.

Los únicos a los que permito hablarme mirándome directamente a los ojos, son aquellos que me obedecen. — dijo mientras hacía caer a Kagami.

El miedo que volvió a surgir en ella al verlo durante su enfrentamiento contra Shutoku.

Pero si perdemos, tendrán todo el derecho del mundo de culparme. Cúlpenme por haber encestado ahora. En tal caso, asumiré la responsabilidad de la derrota y dejare el equipo. Y como muestra de arrepentimiento… me arrancare los ojos y se los daré.

Las dudas por lo que Kuroko les había dicho sobre las dos personalidades que poseía Akashi.

En realidad, hay dos Akashis.

Kou abrazaba su almohada, la calidez de su cama era agradable, su padre había preparado un delicioso chocolate caliente. Aun seguía escuchando a su padre en la puerta regañado a Kawahara y Fukuda por haberla llevado tan tarde.

—Sei… — susurro la castaña y todos los sonidos desaparecieron para ella. La taza de cacao quedo olvidada y poco a poco se fue enfriando, no comprendía del todo lo que sucedía con sus sentimientos y sus pensamientos, era la primera vez que sentía así… —¿Cómo? ¿Cómo me siento?

— ¿Kou, ya estas dormida? — Su padre abrió la puerta de su habitación, la castaña se removió en su cama para ver el rostro de su padre, el hombre sonreía levemente.

—Papá…

— ¿Qué sucede? — Furihata Souta era un hombre gentil, amable y amoroso, un padre que trabaja por el bien de su hija, su única familia…

—Creo que… — Kou se levanto de su cama y tomo las manos de su padre, no quería preocuparlo y tampoco quería faltar al importante juego de mañana. Sin embargo, su pecho dolía, sensaciones inexplicables se acumulaban en su estomago cada vez que pensaba en Seijūrō. — Creo que estoy enferma.

— ¿Te duele algo? — Kou asintió y señalo su pecho.

—Aquí. A pesar de que hoy me sentía tan bien… cuando vi a Sei actuar de esa manera, cuando escuche lo que Tetsuya nos dijo… no dejo de doler y tengo tantas ganas de llorar… — Kouta se sentó en la cama de su pequeña niña, suspiro y trato de procesar las palabras de su bebé.

— ¿Quién es Sei?

—Es el capitán del equipo contra el cual jugaremos mañana.

—Entiendo… — Souta abrazo a Kou, como padre su deber era apoyar, guiar el camino de su hija para ser feliz, verla sonreír era todo el incentivo que necesitaba para despertar cada mañana, verla crecer lo enorgullecía, Kou poco a poco dejaba de ser una niña, en las paredes de su habitación ya no había posters de princesas, el rosa y los vestidos pomposos se habían ido hace mucho, las muñecas, los juegos de cocina o los días en que Kou lo tomaba como un modelo de maquillaje o peinado… eran ya lejanos. Y en parte era dolorosa para él, aun no estaba listo para dejar ir a su hija, porque a sus ojos Kou seguía siendo esa niña que decía que cuando fuera mayor se casaría con papá. — De casualidad ese tal Sei… ¿Te gusta estar con él?

—Sí, aunque al principio me daba miedo… pero, él es realmente muy amable…

— ¿Te sientes nerviosa cuando estas con él? — Kou asintió.

—Al principio, si. Me sentía muy nerviosa y trataba de decir cualquier cosa. — Dijo refiriéndose a la primera vez que Seijūrō la llamó por teléfono. — Termine contándole sobre mi hámster. —Sonrió levemente al recordar aquello y no entendió porque, si días atrás había podido hablar con normalidad con él ¿Seria por la manera en como escuchaba su voz tan cerca de su oído? Como si lo tuviese al lado, susurrando en su oído. —Él me escucha y me entiende más que yo misma.

— ¿Cuándo estar con él el tiempo pasa demasiado rápido?

—Sí, muy, muy rápido… a veces, quisiera poder detener el tiempo.

—Si tuvieras que elegir entre el básquet o Sei… ¿Qué elegirías?

—Los dos importantes para mí. — Souta abrazo aun más fuerte a su pequeña, en cualquier otra circunstancia, Kou habría elegido el básquet por sobre todo.

—Si tu madre estuviese aquí, ella seguramente podría darte las palabras que necesitas para que tu confusión se vaya… — Kou escuchaba atentamente a su padre, ambos extrañaban a su madre, ambos la necesitaban siempre, los había dejado demasiado pronto, cuando ella se fue Souta no podía ni siquiera peinar a Kou y Kou aun necesitaba de su dulce voz para poder dormir. No fue su intención partir tan pronto, ambos lo entendían. — Ahora mismo lo único que yo puedo decirte es que… posiblemente… sea amor.

— ¿Potencial, actitud? ¿Piensas que Akashi cree en esas tonterías? Ahora mismo ya no espera nada de ese jugador. Sólo tiene un único uso, ser una herramienta para que los pases penetren.

Así es, la victoria era lo único que Akashi buscaba.

Mayuzumi seguía en la cancha, sin embargo sus movimientos eran casi mecánicos. Su mirada se veía tan vacía y Kou sentía que lloraría en cualquier momento. Negando repetidas veces, cubriendo su boca, esa persona no era Akashi, no el que ella conocía.

Debes ser cuidadosa.

Después de esa charla me he vuelto un experto en esos pequeños animales, Kou.

Te recomiendo ese libro.

Cuando vayas a Kyoto seré tu guía.

Me gusta escuchar tu voz, no pienso que sea molesta.

¡Eres una chica muy torpe!

Dos, tres, quizás cinco, fueron las veces que su mirada busco a Kou. Y cada vez que lo hacia su pecho dolía, verla mostrando aquella expresión, aquel miedo, después de que el partido terminara, nunca volverían a verse, sus caminos no podían ser iguales, por mucho que Seijūrō lo deseara. Ella seguramente lo odiaba, ¿Pero por qué? ¿Por la manera en cómo había tratado a Mayuzumi? ¿Por haber dejado de lado a su equipo cuando estos le fallaron?

Kou lloraba.

Seijūrō se sentía culpable, pero al mismo tiempo no la entendía. Era natural desechar la basura ¿no? Cuando un juguete se estropea, si no tiene ya un uso ¿Para qué seguir conservándolo?

—Kou. — susurro levemente, Kagami quien lo marcaba fue capaz de escuchar, sin embargo, jamás llego a pensar que Akashi hablaba de Furihata Kou, su manager.

Soy muy cuidadosa, Seijūrō.

Lo siento, pero los hámster son tan lindos.

Suena interesante, lo leerle…

Y cuando vengas a Tokyo para descansar, yo seré la tuya.

Gracias, Seijūrō.

¡Sei!

— Yo siempre gano y como tal, siempre tengo la razón. — Usar a Mayuzumi, dejar a su equipo de lado, perseguir la victoria… era lo correcto. Akashi cerró sus ojos, estaba preparado para abandonar todo por la victoria, incluso ese molesto (maravilloso y cálido) sentimiento que surgía en su pecho cada vez que pensaba en Kou.

.

¿Amor? ¿Es amor?

Sí, a ti te gusta.

Pero… lo conocí hace poco.

Kou, no estoy diciendo que pasaras el resto de tu vida junto a él, no sé realmente qué tipo de amor sientas, no sé si es un gustar que desparecerá con el tiempo o si por el contrario evolucionara a algo más fuerte.

Papá…

Es duro como padre decirte esto, pero no quiero que mi pequeña tenga arrepentimientos en su vida… Piensa bien Kou, ¿Qué es lo que sientes por Sei?

Kou limpio los rastros de lagrimas, no era momento para llorar o para tener miedo, su equipo la necesitaba, Sei también, incluso si él no lo creía así, Kou podía escuchar claramente sus gritos.

Había algo, Kou sentía algo por Seijūrō, no sabría definirlo, no ahora. Porque era sólo un brote, no había crecido lo suficiente para saber qué tipo de flor seria. Sin embargo Kou quería cuidarlo con amor y paciencia.

¿Era amor? ¿Admiración o respeto?

— ¿Estás bien, Kou? — Fukuda se acerco a ella, posando su mano sobre su hombro, Kou sonrió levemente y asintió.

No se parecían.

Eran totalmente diferentes.

Si Kou comparara el tipo de afecto que les tiene a sus amigos con el afecto que siente por Seijūrō. Ninguno es remotamente familiar.

Hoy se terminaba la Winter Cup, podría ser apresurado, pero hoy mismo definiría de una vez por todas que tipo de flor quería. De otra manera, si lo dejaba marcharse, sentía que todo terminaría y aquel brote moriría y ella no quería que eso sucediera.

.

—Quizás nunca podremos borrar nuestro crimen…

— ¿Qué sucederá conmigo? — La obscuridad invadían poco a poco todo a su alrededor. Esa figura idéntica a él, aquel a quien una vez le había arrebatado todo.

Su mirada carmesí se fijo en él.

—Eres parte de mí.

— ¿Qué sucederá con Kou? — más que cualquier otra cosa, los sentimientos que tenia por Kou, no quería que desaparecieran. — No quiero lastimarla. – Muy tarde había comprendido sus propios sentimientos.

—Kou… ella… — una brillante luz se extendió por toda la obscuridad, pudo escuchar sus palabras honestas.

Los sentimientos que él no pudo expresar… al final… ¿Desaparecerían?

—Kou.

— ¿Así que esto es la derrota? — Kou dio un paso hacia adelante, pero casi de inmediato volvió a retroceder. Sus manos temblaban y el miedo comenzó a invadir todo su cuerpo, ¿Dónde estaba Seijūrō? Esa persona podía parecerse a él, pero estaba segura que no era Seijūrō, no el que ella había conocido.

A pesar de que todos celebraban la victoria, Kou se quedo en las bancas, intentando retener sus lágrimas. Porque… sentía que había perdido algo verdaderamente importante.

La mirada carmín de Seijūrō se topó con la café de Kou. No hubo palabras, no fueron necesarias, su mirada completamente impasible, amable, pero sin ese sentimiento especial fueron todo lo que necesito para darse cuenta de que el brote que quería cuidar y cultivar había muerto. El pelirrojo desvió su mirada, yendo directamente a la formación.

La primera lagrima cayo, seguida de muchas más.

Al final nunca podría saber qué tipo de amor sentía hacia Akashi, pero después de haber escuchado la historia de Tetsuya, después de haber presenciado los partidos y la manera en que Akashi se había roto y cuando vio su sonrisa.

Ella no quería que su felicidad desapareciera aun si no la incluía en ella.

Los días que paso con él, mandándose mensajes, conversando, riendo y las ocasiones en que se encontraron, Kou atesorara esos recuerdos.

—Realmente duele… Sei…

"Sei" ya no estaba más.

Kou saco su teléfono celular.

Llámame si estas en problemas.

Los mensajes que ella y Sei se habían mandado, las llamadas, las promesas, las risas.

Todo… se terminaba esa misma anoche.

—Estoy en problemas, Sei. — Una última vez… Kou estuvo a punto de deslizar su dedo sobre el icono de llamada, si había una respuesta, quizás Sei no había desaparecido del todo, quizás aun tenía una oportunidad. — No. Todo se termino, acéptalo Kou. — Su dedo se deslizo al icono de borrar, le gustaría tener también un botón para borrar sus sentimientos y sus recuerdos, de esa manera todo sería más fácil.

— ¡Kou-chan! — Riko malinterpreto por completo las lagrimas que Kou derramaba, ella pensaba que como todos ella lloraba por la victoria, pero entonces Kou se aferro a Riko y comenzó a llorar, fuertemente, trasmitiéndole todo el dolor que sentía en ese momento.

No quería arruinar el momento de felicidad de sus amigos, lamentablemente ella no era tan fuerte como ellos y a pesar de que los tenía a ellos, a su padre… Kou se sentía vacía y tan sola.

Quizás si sabía que flor tenía que florecer.

—Me gustas, Sei.

—Fin—

..


..

..

Himitsu Akira, Seijuuro Kenji Akashi… les dije que me iban a odiar TwT

Espero hayan disfrutado de la lectura y no me maten!

Nos leemos.

El nombre de la flor que utilicé para la portada de este one-shot se llama lycoris radiata, vulgarmente conocida como "flor del infierno" en Japón existen varias leyendas acerca de esta flor, pero la que nos interesa viene de corea, en corea esta flor representa el amor imposible o el amor no correspondido.