Contexto
Ya no iba a la agencia con tanta frecuencia, aunque tampoco era tan necesario, Serizawa se encargaba muy bien de su trabajo, lo que le alegraba y entristecía a la vez. No quería trabajar siempre en la agencia, quería explorar nuevas cosas y descubrir algo que lo apasionara; pero tampoco quería dejar de ir allí, porque quería seguir pasando tiempo con Serizawa y su maestro, este último principalmente. Estaba orgulloso de que Serizawa cada vez se veía algo más seguro de sí mismo, su maestro lo había rescatado también, estaba muy orgulloso de su maestro.
Por supuesto que no se sentía desplazado, ni le molestaba si quiera un poco la cercanía que habían desarrollado los dos mayores,... de eso quería convencerse, porque de ser alguien normal o bueno no estaría vigilando sutilmente que se toquen, ya sea una palmada en la espalda o una mano en el hombro; y cuando eso ocurría, un leve dolor ocupaba su pecho, llenándolo de... ¿nostalgia, soledad, envidia, celos? no lo sabía, pero era muy similar, aunque menor, a cuando alguna clienta con buena apariencia entraba a la sala de masajes. ¿Seguía siendo tan importante para su maestro? No dudaba que Reigen le seguía teniendo aprecio, pero... últimamente sentía que se alejaban, lo que le aterraba.
No supo desde cuándo no era Mob quien más lo necesitaba, sino que era él quien empezó a depender de su discípulo, incluso en estos días; necesitaba verle, hacerlo sonreír, aun hacerse compañía en silencio era algo que disfrutaba; no sabía qué haría sin él, y estaba seguro que su vida hubiera sido deprimente si no se conocían; agradecía a la fuerza misteriosa del destino por la suerte de haberse encontrado.
No era tonto, y era lo suficientemente adulto como para reconocer lo que sentía, sólo que no consideraba que estuviera bien; Mob era mucho menor que él, debería sentirlo más como un hijo o un hermano menor, no tener pensamientos como los de los adolescentes, que iban desde lo cursi hasta incluir sueños impropios, donde los jadeos del menor llenaban sus oídos como una dulce mantra, donde susurraba su nombre; tampoco era ciego, sabía que su discípulo sentía algo hacia él, notaba como de a ratos lo miraba, cómo sus pupilas se dilataban cuando le alagaba, y el aumento del nerviosismo del menor cuando en el tren se apegaban. Sabía que ninguno de los dos estaba bien, nada estaba bien, que como un adulto responsable tenía que alejarse más de él, y lo estaba intentando, lo hacía hasta que un impulso egoísta lo llevaba a hacer algo, y de nuevo se juntaban.
No era tan inocente como lo veían. Fue bastante raro cuando aprendió ciertos conceptos de una vez, casi chocante, al día siguiente comenzó a tocarse. Un día recibió en su buzón de e-mail (creado por cuestión de la página de la agencia, pero también lo usaba para trabajos grupales) un correo de una página web que le solicitaba que confirmara su inscripción, como no la conocía, iba a seleccionar la opción de que no se había inscrito, pero recibió un mensaje de texto y mientras se fijaba en este había presionado la opción equivocada, que era confirmar la inscripción, y lo redirigieron a una página con un nombre que no le sonaba a nada y cuyo el contenido lo había sorprendido; fue entonces cuando conoció la definición de porno... y porno gay; primero se asustó, luego se sonrojó fuertemente, pero tuvo que permanecer allí para poder eliminar su cuenta; mientras lo intentaba, en los lados laterales, habían anuncios con imágenes de hombres haciéndolo con otros hombres, sudaba frio; se sintió muy aliviado cuando canceló su cuenta. Esa misma noche había tenido también su primer sueño húmedo, con su maestro.
Era culpable, se sentía culpable, tomar una ducha fría no había servido, y aunque intentara pensar en otra cosa su mente lo traicionaba, sólo reconoció otra forma para quitarse esa molestia, pero sentía culpa de sólo pensar en hacerlo. Mientras viajaba en el tren, con su alumno, habían terminado muy pegados; un escalofrío de placer culpable lo recorrió recordando cómo, por ser empujado, había rozado la espalda baja del menor. También recordaba verlo sonrojado y nervioso; imágenes, voces, se mezclaba y se recreaban en su imaginación mostrando un escenario inadecuado, donde de sutiles besos y caricia acababa con el menor rogándole que lo tocara y que se viniera dentro de él.
Era un adulto responsable, era lo que se repetía en su cabeza hasta que no quiso seguir controlándose; después de todo, eran sólo fantasías, no intentaría hacer que estas se volvieran realidad, esa fue su resolución de seguir siendo responsable. Siempre creyó ser heterosexual, pero Mob... no dejaba sus pensamientos, lo torturaba sin saberlo. Cuando terminó el sentimiento de culpa volvió; era de lo peor, un maldito estafador, fingiendo ser buena persona cuando deseaba ser algo más para alguien que ni siquiera cumplía la mayoría de edad.
Notas de Autora:
Tengo tres capítulos avanzados, contando con este. ;vvv; espero que les guste.
